Sent to you by Salamandra (Phillip) via Google Reader:
Buenos días, chorlitos. Hoy vamos a hablar de la Luna. Y es que resulta especialmente intrigante el hecho de que, en los más de treinta años que han pasado desde que el programa Apollo terminó, ningún ser humano haya vuelto a poner un pie sobre otro cuerpo celeste. Sobre todo teniendo en cuenta que dicho programa fue originalmente concebido en 1960, y que el primer ser humano que orbitó la Tierra, el ruso Yuri Gagarin, lo hizo en 1961. Y sólo ocho años después, en 1969, el primer hombre pisó la Luna, un tal Neil Armstrong. Todo en menos de diez años, impulsado por la competencia entre EEUU y la URSS.
Y después, ¿qué? ¿Es que, una vez conseguido el objetivo, ya no hay nada que demostrar? ¿Se han dormido en los laureles? ¿O es que les hace falta tener un conflicto contra otro país como fuente de inspiración? ¿Por qué, después de tanta difusión mediática, ya nadie se acuerda de la Luna? «Nos engañaron», piensan muchos. «Nadie llegó nunca a la Luna. Todo fue un montaje de la gente de Hollywood». Ya sabéis que los humanos adoran las teorías sobre conspiraciones, no se fían ni de su propia sombra, y son capaces de aportar grandes cantidades de pruebas que evidencian con igual contundencia la veracidad o falsedad de una noticia. Con lo que al final, claro, crean tal confusión que terminan por no saber ni de lo que están hablando.
Y es que, en realidad, todo se reduce a un problema de información. Es una peculiar percepción la que tiene esta especie: si no existe en los medios, no existe. Hoy en día la Luna ya no es un tema tan atractivo como en los años 60, aparentemente. Los humanos tienen otras preocupaciones: la crisis, consumir, el cambio climático, consumir, lo caro que está todo, el terrorismo, consumir… así que los viajes espaciales sólo son interesantes cuando dan beneficios, que es por lo que el tema de los satélites de telecomunicaciones o del turismo espacial sí que llega hasta sus oídos. Además, la Luna ya es terreno conquistado, agua pasada. Mejor ir a Marte, que está más de moda.
Pero lo cierto es que sí que hay proyectos para la Luna, y bastante importantes, a decir verdad. La NASA está en fase de puesta en marcha del programa Constellation desde que Bush dio el visto bueno en el 2004. «Pues ya estamos en el 2008», me diréis, «ya va siendo hora de que empiecen a verse resultados, ¿no?». Pues no. Y el motivo es, precisamente, que ya no estamos en plena Guerra Fría, y que los viajes tripulados a la Luna ya no se utilizan como propaganda, como se hacía antes. Así que quienes sueltan la pasta lo hacen con más moderación, y las cosas van más despacio y se monta menos bulla al respecto.
Y es que el proyecto Constellation es realmente ambicioso, mucho más de lo que lo fue en su día el programa Apollo (en consonancia con la línea habitual de actuación de los humanos, claro, que nunca se conforman con nada). No sólo quieren llegar a la Luna. Quieren establecer una base permanente y poner los cimientos para las futuras misiones a Marte, a donde quieren llegar durante la primera mitad del siglo XXI (después de todo, es lo que está de moda). Así que planificar algo así lleva su tiempo, incluso tomando como base la experiencia de misiones anteriores.
En realidad, y según ellos, lo que pretenden con este proyecto en la NASA es renovarse. Quieren jubilar al viejo Shuttle definitivamente en el año 2010, y pasar de enviar a unos cuantos astronautas a orbitar la Tierra a mandarlos a otros lugares del Sistema Solar. De momento el programa consta de tres líneas principales de desarrollo: los lanzadores Ares I y Ares V, el módulo de tripulación Orion y el módulo de alunizaje Altair. Y, aunque han pasado tantos años, lo cierto es que las tres cosas se parecen muchísimo a sus equivalentes del programa Apollo… aunque en la NASA aseguran que sólo es por fuera, y que están llenos de avances en los sistemas electrónicos, propulsivos y de soporte de vida, lecciones aprendidas con el Apollo, el Shuttle y la Estación Espacial Internacional (ISS). Y es que las soluciones de diseño adoptadas hace cuarenta años siguen siendo igual de válidas ahora (aunque utilizarlas no es precisamente lo que yo calificaría como «renovarse»).
Lo primero que quieren hacer los americanos es mandar un satélite de reconocimiento (el Lunar Reconnaissance Orbiter o LRO) a orbitar la Luna a finales del 2008, porque, aunque parezca mentira, las fotos conseguidas por los astronautas que fueron allí aún siguen siendo lo mejor que tienen, y hace falta más información para poder montar un buen campamento. Y para el 2014 tienen previsto el primer vuelo de la Orion, en el lanzador de dos etapas Ares I. La idea es que la nave (capaz de llevar entre cuatro y seis tripulantes) se acople a la ISS para proporcionar a los astronautas un medio de volver a la Tierra cuando quieran (es sorprendente, incluso tratándose de humanos, que nadie pensara antes en esto) (se ve que ya lo habían pensado, aunque no demasiado bien -ver comentarios más abajo-).
Para las futuras misiones a la Luna, la primera de las cuales está programada en el 2019, la NASA utilizará dos vehículos lanzadores distintos. Primero el Ares V (como el Ares I, pero bastante más grande) llevará el módulo de alunizaje Altair y el cohete que deberá propulsarles a la Luna, y los dejará en una Órbita Terrestre Baja (LEO). El Ares I será lanzado después, llevando a la tripulación dentro de la Orion, y en la misma órbita LEO se acoplarán las tres cosas (el cohete, el Altair y la Orion), para emprender el viaje a la Luna. La Orion orbitará nuestro satélite en solitario durante hasta seis meses, mientras los humanos alunizan en el Altair y se montan un chalecito en la superficie lunar (una casa hinchable cuyo prototipo ha sido probado en la Antártida).
Como veis, en la NASA ya lo tienen todo muy pensado. Pero no son los únicos. Aunque la época de la Guerra Fría y la carrera espacial ya pasó, los humanos siguen siendo humanos, y a ningún humano le gusta que otro le tome la delantera. Es por ello que la Agencia Espacial Europea (ESA) también hace sus propios planes al respecto, lo que ellos llaman el programa Aurora. Sin embargo, la ESA es una agencia relativamente joven y no puede beneficiarse de la experiencia acumulada de la misma forma que la NASA. Aunque, en realidad, el mayor problema que tienen en la ESA es que quien pone el dinero es la Unión Europea. Y la Unión Europea es un cuerpo con muchas cabezas que, sobre todo en cuestiones de dinero, casi siempre están en desacuerdo.
Lo único que parece por el momento más o menos asegurado del programa Aurora es la exploración robótica de Marte. Las ideas propuestas inicialmente hablaban de mandar vuelos tripulados a la Luna en el 2024 y a Marte en el 2030, pero de momento parece que sólo es una idea, y en la ESA tienen buen cuidado de utilizar el condicional siempre que hablan de ello. Eso sí, por imaginar, que no quede.
En cualquier caso, tanto la ESA como la NASA coinciden en que el paso más importante para poder llevar a cabo la colonización de otros cuerpos celestes es aprender a aprovechar in situ los recursos disponibles, que son abundantes, sin tener que transportarlos desde la Tierra, y ambas agencias trabajan en ello. Hay que tener en cuenta que ahora mismo hay que pagar unos 20 000 euros, que se dice pronto, por cada kilo que se manda allá arriba.
Sea como fuere, parece que el que se establezca una base en la Luna y vayan después a Marte y más allá es sólo una cuestión de tiempo. Quizá más tiempo del previsto, eso sí, porque con la crisis ahora el mundo no está como para lanzar cohetes... y todavía queda por ver qué es lo que va a pasar con las elecciones en Estados Unidos.
Esperemos que nadie tenga la feliz idea de montar un reality show al estilo «Supervivientes» en la Luna o en Marte, porque en ese caso perderé la poca confianza que me queda en los seres humanos.
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