domingo, 27 de marzo de 2005

Díaz Pimienta, una figura relevante

El ilustre marino nació en Tazacorte en 1594 y se convirtió en uno de los hombres más destacados de la milicia del siglo XVII


J.C.D.L.
Tazacorte

La llamada del mar en La Palma es un hecho consustancial con su propia historia. El protagonismo de la capital insular como tercer puerto del Imperio, después de Amberes y Sevilla; la concesión del Juzgado de Indias; el desarrollo de la industria de la construcción naval y la reparación de naos, debido a la abundancia de madera en los bosques de la Isla, y el afán de hombres comprometidos con su tiempo, fueron factores que contribuyeron decididamente, a lo largo de los siglos XVI y XVII, a consolidar el carácter marinero del pueblo palmero, que se ha mantenido en el transcurso del tiempo.

Los primeros constructores navales de La Palma de los que se tiene noticia son Pedro Hernández Almenara (n. 1584), Francisco Díaz Pimienta, padre (f. 1610) y Francisco Díaz Pimienta, hijo (1594-1652) y lo cierto es que, aunque destacaron sobre todo como marinos, no se tiene un conocimiento preciso de los buques que construyeron, salvo en el último caso.

La figura de Francisco Díaz Pimienta ha sido estudiada con profundidad por diversos investigadores -entre ellos Cesáreo Fernández Duro, José Wangüemert y Poggio, José Pérez Vidal y David W. Fernández- y todos coinciden, sin duda, en señalarle como una de las insignes figuras de la España del siglo XVII. Nació en Tazacorte el 14 de agosto de 1594, en una casa que aún existe -al menos según dice la tradición histórica- y fue bautizado en la parroquia matriz de Nuestra Señora de Los Remedios, en Los Llanos de Aridane.

Díaz Pimienta demostró desde sus primeros años de vida una especial inclinación por el estudio de las letras y se cuenta que a los 14 años hacía traducciones de los textos de Tito Livio y Quinto Curcio, con asombrosa facilidad, dedicándose, asimismo, al estudio de las matemáticas.

En Tazacorte vivió sus primeros años este personaje, hijo del capitán Francisco Díaz Pimienta y Franco, natural de Puntallana -aunque sus padres eran de ascendencia portuguesa-, quien fue un destacado marino de amplia trayectoria, hasta el punto de que había tomado parte en la célebre batalla de Lepanto.

Los hechos de armas y las narraciones de su padre despertaron en el joven Díaz Pimienta una especial vocación por la Marina y le pidió a su progenitor que le destinara a la Armada. Entonces no fue posible, ya que el capitán prefería que su hijo se iniciara en los estudios eclesiásticos en Sevilla, pues esa era su decisión desde hacía tiempo.

Francisco Díaz Pimienta era hijo natural. Wangüemert y Poggio dice en su libro El almirante Don Francisco Díaz Pimienta y su época, que todo lo que dice la tradición del país respecto a su ilegitimidad, queda confirmado por el testamento de su padre el capitán, "en terminante y expresiva cláusula" que dice:

"Declaramos que Francisco Díaz Pimienta, estudiante, lo tenemos en los estudios de Sevilla, a quien criamos en nuestra casa e a quien tenemos mucho amor y amistad, del cual en los dichos estudios le estamos sustentando y alimentamos y el susodicho se aplica y trabaja para sí adelante con nuestra pretensión de ser de misa graduado; y le damos en cada un año mil quinientos reales para sus alimentos; queremos y es nuestra voluntad que se le den de aquí adelante la dicha cantidad en cada un año hasta que acabe sus cursos y se gradúe bachiller, y después para tres años que ha de pasar para graduarse licenciado, en cada uno de los dichos tres años se le den los tres mil y cuatro reales y cuatrocientos ducados para cuando se gradúe licenciado, y compre libros y después del dicho grado mandamos se le den de nuestros bienes mil y quinientos ducados para que sea señor de ellos, la cual dicha manda queremos que aunque sea vivo cualquiera de nos, siendo fallecido se hará se cumpla el dicho Francisco Díaz, estudiante, lo que en esta cláusula está dicho que le mandamos por vía de manda honrosa o por vía de tercio y quinto o en aquella vía y forma que mejor haya y pueda tener lugar de derecho para que se le pague todo ello de mis bienes, porque se lo damos por vía de limosna y caridad atento que es pobre...".

Felipe II, por real cédula del año 1606, considerando los servicios prestados por el capitán Díaz Pimienta, le concedió determinadas concesiones y éste, en su testamento, declaró que a su hijo Francisco, que se encontraba por entonces estudiando para sacerdote en Sevilla, se le continuaran suministrando los 1.200 ducados anuales que le tenía señalados para sus gastos ordinarios.

Cuando su padre falleció en 1610 en Santa Cruz de La Palma, el joven Díaz Pimienta abandonó los estudios teológicos y se trasladó a Cartagena para ingresar en la Armada con la categoría de guardia marina, cumpliendo así con su manifiesta vocación. Destinado a Flandes, en ese territorio hizo su primera campaña. Se dice que sus actos de arrojo y valentía pronto le valieron el ascenso al empleo de alférez y que se distinguió en sus acciones de armas, en especial en los abordajes contra los buques holandeses y de otras nacionalidades, así como contra la piratería inglesa, cuyos navíos perseguían a las expediciones españolas que venían de América. Sus proezas tuvieron tanta resonancia por entonces en Europa, que el Gobierno le hizo el encargo de perseguir a los filibusteros que azotaban el territorio americano. Los servicios prestados por Díaz Pimienta en esta época son incontables.

Constructor naval
En los astilleros de La Habana, cuya licencia databa de 1516, fue donde, probablemente, Díaz Pimienta se inició en el arte de la construcción naval. Pérez Vidal estima que se produjo una serie de circunstancias favorables, como la cédula de 2 de marzo de 1620, en la que se otorgaba licencia para quienes en aquella ciudad "quisiessen fabricar navíos pudiessen libremente cortar de cualesquiera parte las maderas que necesitassen". Para entonces, el apellido Díaz Pimienta ya estaba en La Habana unido con prestigio a la arquitectura naval de la época.

Su padre, Francisco Díaz Pimienta y Franco, que se había destacado en La Palma como constructor de naves, también había dirigido en La Habana la construcción de cuatro galeones destinados a la defensa de las costas y a la navegación entre Santo Domingo y Veracruz. El asiento de estos bajeles lo obtuvo en compañía del armador gaditano Alonso de Ferreira, con quien los fabricó en la ribera comprendida entre lo que fue muelle de la Machina y lo que hoy se llama Alameda de Paula, de la antigua capital habanera.

De la vigencia de estos astilleros se encargó después el antiguo general de galeones Juan Pérez de Oporto, pero fue Díaz Pimienta quien aparece en esta factoría dirigiendo algunas construcciones, entre otras las de un navío de 200 toneladas llamado Nuestra Señora de las Aguas Santas.

Pérez Vidal, palmero insigne, refiere que "aquel muchacho que, sin abjurar del catolicismo, había roto en Sevilla la imposición paternal colgando su sotana de seminarista y que, lanzado a la mar, en pocos años se había acreditado de guerrero y marino", puso la base de su consagración oficial como constructor naval cuando el 8 de febrero de 1625 se le otorgó en Madrid un asiento para la fábrica de dos galeones, también en la factoría de La Habana.

Díaz Pimienta estaba en las mejores condiciones de acometer su nueva empresa y, dada su relación con Thomé Cano, sin duda uno de los grandes innovadores en el arte de fabricar naos, "de acertar en los aún empíricos trabajos de arquitectura naval". De ahí que en 1629, construidos ya los dos galeones del asiento otorgado en Madrid, el rey le nombró superintendente de las fábricas de bajeles de las islas de Barlovento.

En La Habana, Díaz Pimienta alternó el oficio de constructor naval con el mando de una de las compañías de milicias e intervino como contador en las obras de fortificación que emprendió en la ciudad el gobernador Bitrián de Viamonde. Se estima que alrededor de 1635 ya había ajustado las medidas para fabricar navíos de entre 500 y 700 toneladas, si bien, con el paso de los años, su actividad de constructor naval fue absorbida por la de marino.

Las necesidades militares y las pérdidas de más de doscientos navíos durante el período del Conde-Duque hicieron que se reactivara la construcción naval y que aparecieran entonces los documentos más importantes de Díaz Pimienta como constructor naval, es decir, las célebres "medidas" que calculó entre 1645 y 1650 para la fábrica de galeones en Cartagena de Indias y Guarnizo (Santander), respectivamente.

Despachos de general y almirante
En 1634, Díaz Pimienta regresó de América y en la Península contrajo matrimonio con una noble dama castellana, María Alfonsa de Valdecilla, hija de un caballero de la Orden de Santiago, de quien tuvo sucesión, siendo descendientes suyos los marqueses de Villarreal de Burriel. En esta época, encontrándose en Sevilla, recibió los despachos de general y almirante de la Armada de Indias, que eran las graduaciones más altas de la Marina de Guerra con las que el Rey Felipe IV reconoció y premió sus extraordinarios servicios.

Es de destacar la hazaña que realizó en la memorable jornada en la que expulsó a los ingleses de la isla de Santa Catalina -llamada también de la Providencia-, de la que se habían apoderado, haciendo prisioneros y un rico botín. El Rey volvió a premiarle de nuevo por esta acción y le hizo merced del Hábito de Santiago.

El propio almirante Díaz Pimienta escribió la historia de estos acontecimientos, que fue editada en Madrid. Entre los despojos traídos se encontraban dos banderas inglesas que junto a un cuadro que representaba a la isla de Santa Catalina, quiso que fuesen colocados en la capilla de Santa Ana -hoy de San Pedro-, de la parroquia de El Salvador de Santa Cruz de La Palma, patronato de su familia.

Francisco Díaz Pimienta, general y almirante de la Armada, tuvo además los títulos de consejero de guerra de Su Majestad y Señor de la Villa de Puerto Real.

En la parroquia matriz de Los Remedios, en Los Llanos de Aridane, existe una lápida, muy antigua, colocada en el baptisterio, que dice:

"Aquí fue bautizado don Francisco Díaz Pimienta.- General y almirante de la Real Armada de Indias.- Caballero del Hábito de Santiago.- Marqués de Villarreal de Burriel. Que feneció gloriosamente sus días en el sitio de Barcelona y año del Señor 1652".

Díaz Pimienta perdió la vida antes de que la plaza fuera sometida. Sin embargo, la noticia no se dio a conocer hasta que los rebeldes desistieron de su empeño y con ello lograron el triunfo. Como si del Cid Campeador se tratase, cuando Don Juan de Austria escribe al Rey sobre el luctuoso hecho, le dice "lo mucho que había sentido aquella pérdida, por la falta que juzgaba hacía al servicio de su Majestad un hombre de tantas experiencias y capacidad". El sepulcro del almirante se encuentra en la ermita de San Andrés, en Barcelona, propiedad y patronato de los marqueses de Villarreal de Burriel.

Cesáreo Fernández Duro cita que el almirante "alcanzó la cúspide de la honra militar, llegando paso a paso a sustituir al egregio magnate duque de Medinacelli en la Capitanía General de los navíos de alto bordo".

Fabro Bremundan escribe que "... llegando por la senda más ardua y dificultosa al puesto con que murió de capitán general de la Armada del Mar Océano, y aún colmó de gloria, que igualaba, si no excedía, a lo sublime de aquella dignidad. Sujeto en quien admiró la edad presente, y admirarán las venideras en el grado de perfección mayor, todas las prendas que la idea sepa desear de un soldado y general del mar".

Y Baltasar Gracián, en El Criticón, dice "que el famoso general se avanza tanto al enemigo, que le hace ver y aun probar su picante braveza".

Santa Cruz de La Palma, Los Llanos de Aridane y Tazacorte han honrado su memoria dando su nombre a céntricas calles de las respectivas localidades. Y, a comienzos del siglo XX, uno de los barcos de la Compañía de Vapores Correos Interinsulares Canarios, también navegó con el nombre del insigne marino nacido en La Palma.

domingo, 20 de marzo de 2005

La ruta de las portadas de Breña Alta

Juan Carlos Díaz Lorenzo
Breña Alta

Para las próximas Fiestas de las Cruces de Mayo, de larga tradición en la isla y, especialmente, en la comarca de las Breñas, será posible recorrer la ruta de las portadas históricas de Breña Alta, constituida por once elementos arquitectónicos de especial interés, la mayoría de las cuales se encuentran en la actualidad en un avanzado proceso de restauración, tanto en lo que se refiere a la reparación de mampostería como tratamiento de maderas.

Cada portada tendrá un cartel explicativo y formará parte de la denominada Ruta de las Costumbres y los Valores de Breña Alta, en la que también se incluirán las cruces de mayo y un horno de teja situado en el camino de Las Curias, recientemente recuperado.

Dicha labor cumple con uno de los objetivos de la actual corporación municipal de Breña Alta, que preside el alcalde Blas Bravo Pérez, consistente en la recuperación y conservación del patrimonio histórico local, labor en la que han desempeñado un papel destacado el primer teniente de alcalde, Jorge González y la concejala de Cultura, Esther González, respectivamente.

Como habíamos comentado en nuestro anterior reportaje, en esta oportunidad nos referiremos a las portadas de Breña Alta en sí, para lo cual consideramos, como fuente principal, el Catálogo Patrimonial del municipio, elaborado por el doctor Jesús Pérez Morera, profesor de la Facultad de Historia del Arte de la Universidad de La Laguna y la propia memoria del anteproyecto de restauración.

Casa Lugo
La portada de la casa de Alberto Lugo se encuentra en el número 24 del camino de La Estrella. Se desconoce la fecha de su edificación y se conserva en perfecto estado. Presenta un especial interés desde el punto de vista formal y constructivo, por cuanto tiene una fachada tradicional y el sistema empleado consiste en un muro de carga de mampostería de piedra fonolita azul tallada y careada, mientras que en su interior es de piedra basáltica y barro, revestida con mortero de cal.

Es una portada de tipo almenado con cuerpo central rematado con cruz de madera de tea pintada y cuerpos laterales en pirámides de base cuadrada. Se trata de un ejemplo de portada de casa de campo tradicional. Entre sus elementos singulares figuran las dos almenas laterales terminadas en pirámides; el pináculo de piedra fonolita azul que sirve de base a la cruz de tea; y el dintel, que también es de tea.

Destaca el acceso, formado por una rampa empedrada, así como el muro que rodea la hacienda, manteniendo el estilo y la forma tradicional. De la carpintería destaca el remate superior de la puerta, realizado con balaustres de madera de tea, así como su dintel y el sistema de cerrado superior de la misma, ambos realizados en madera de tea. Toda la carpintería se encuentra pintada de color verde canario.

Casa Aciego de Mendoza
La portada de la casa Aciego de Mendoza data del siglo XVII y se encuentra situada en las proximidades de la ermita del Risco de la Concepción, cuya propiedad -explica el doctor Pérez Morera- perteneció en sus primeros tiempos al capitán y regidor decano Matías de Escobar Pereyra (1618-1686), sargento mayor de La Palma.

Posteriormente, la citada propiedad pasó a la titularidad de su hija María de Escobar, esposa del capitán Felipe Bautista Poggio Monteverde, y de sus herederos, los Alfaro y Poggio. El testamento del doctor Felipe Alfaro de Franchi (1733-1787), vicario de la isla de La Palma e hijo de Domingo Melchor de Alfaro y Monteverde y María Engracia Poggio y Escobar, hace constar la donación de tres casullas a la ermita de Nuestra Señora de la Concepción, donde tantas veces celebró misa y pasó temporadas en la casa de sus padres.

El testamento del capitán Felipe Alfaro y Poggio y de su mujer Mariana Poggio, nos permite conocer la existencia de reformas en la citada finca. Su hijo, José María Alfaro, vendió todos sus bienes a Manuel de Mendoza Morales, antepasado de los actuales propietarios.

Se trata de una portada almenada, de tipo tradicional, formada por un muro de carga de mampostería de piedra basáltica y barro, carpintería de madera de tea pintada y remate almenado con dos piezas de piedra fonolita azul tallada.

Franquea el acceso a la citada finca y mantiene las características formales de la arquitectura tradicional, formando parte de un espacio y un paisaje de un gran riqueza ambiental en el acceso al Risco de La Concepción, desde el que se admira una panorámica de Santa Cruz de La Palma hasta Tenagua y las Breñas hasta Mazo y la Cumbre.

Monasterio Cisterciense
La antigua hacienda Fierro y Massieu, conocida como "La Gloria" y situada en el antiguo camino real de Santa Cruz de La Palma a Los Llanos de Aridane, es la sede del Monasterio Cisterciense de la Santísima Trinidad, fundado el 27 de mayo de 1946 por Dolores van de Walle y Fierro, marquesa de Guisla Guiselin.

El esquema originario responde a una hacienda rural, con portada de entrada que data del siglo XVI y una calzada empedrada con guijarros de playa. La vivienda principal es un edificio rectangular de dos plantas, con una amplia galería de madera hacia el sur y abierta al patio, sobre un costado. La vivienda no tiene patio interior; un pasillo central comunica el salón principal, donde está el oratorio, con la cocina y la despensa. Sobre la esquina noreste se levanta un torreón-mirador. El edificio fue transformado para uso monástico, de modo que el espacio del antiguo patio delantero ha sido ocupado por edificaciones de nueva planta, caso de locutorios, confesionarios y capilla.

A principios del siglo XVII, la hacienda era propiedad de Ana de Monteverde Cabeza de Vaca, tercera esposa del caballero flamenco Jerónimo Boot, regidor de Bruselas y señor de los feudos de Wesembec y Ophen, en Flandes. Posteriormente la heredó su nieta, Tomasa de Espinosa Boot, esposa del capitán Juan Fierro Monteverde, regidor perpetuo de La Palma y después su hijo primogénito, José Fierro de Espinosa, quien en 1696 obtuvo licencia del Papa Inocencio XI para tener oratorio privado.

La portada, que se conservaba en un mal estado, mantiene una estructura típica en su entrada, pero dispone de elementos diferenciadores, como son unos asientos en los laterales de la puerta y desagües para evacuar el agua de lluvia. Su característica más importante es que la hacienda dispone de dos entradas, una para el paso de personas y otra mayor que permitía el paso de carruajes.

Camino El Llanito
Esta portada, del siglo XVII, es propiedad en la actualidad de Pastora Rodríguez Rodríguez. El sistema constructivo sigue la misma pauta que las anteriores, es decir, un muro de carga de mampostería de piedra fonolita azul tallada y careada y piedra basáltica en su interior, mortero de cal y barro. La carpintería es de madera de tea natural, con entablonado en la parte baja y torneados en la parte superior.

Tiene un escalón de entrada y el remate de la portada es de tres almenas, terminadas las dos laterales en pirámide de cuatro aguas y pináculo de madera torneada, y la central en pirámide truncada de piedra con una cruz de madera de tea. El remate almenado se separa de la parte baja de la portada por una cornisa de piezas de cerámicas lisas. Destaca el remate superior de las almenas, de madera de tea torneado. Tenía mal estado de conservación cuando se realizó el inventario previo a su restauración.

Casa de Leoncio Afonso
La portada de la casa de campo del eminente profesor palmero Leoncio Afonso, catedrático de la Universidad de La Laguna, data del siglo XIX y está localizada en el camino El Llanito. El sistema de construcción sigue las mismas pautas: muro de carga de mampostería de piedra basáltica y barro, carpintería tradicional de madera de tea natural pintada, recercada por jambas y dintel de piedra fonolita azul labrada, así como el escalón de entrada.

La portada remata en tres almenas terminadas en pirámide de cuatro aguas las dos laterales y truncada la central, con una cruz en el vértice de madera de tea de color verde. Otro elemento a destacar es que el camino de acceso a la portada está empedrado. El estado de conservación es bueno, debido, sin duda, al interés de su propietario.

Barranco de Miranda
Esta portada, cuya fecha de construcción se desconoce, está situada en San Miguel, frente al barranco de Miranda. Posee un muro de carga de mampostería de piedra basáltica y barro. Considerando la tipología de otras edificaciones, todo hace pensar que la carpintería sería de madera de tea, y el remate de la portada a dos aguas, lisa y con una cruz de madera en el centro, manteniendo las características típicas según el estilo de la época. En el momento de su catalogación estaba en ruina.

Casa de María Nieves Díaz Pérez
Está situada en la calle Miranda, frente a la cruz de la Calafata. Data del siglo XIX y su estado de conservación es aceptable, aunque con algunas deficiencias. Tiene un muro de carga de mampostería de piedra basáltica y barro; la carpintería es de madera de tea pintada y el remate de la portada se presenta a dos aguas, lisa, con una cruz de tea en el centro.

Casa de D. Fulgencio
La portada de la casa de D. Fulgencio se encuentra en el camino que baja por la finca de Urbano, en dirección a Breña Baja. En la actualidad es propiedad de Invención Pérez Concepción y su edificación se remonta al siglo XVII.

Al igual que otras portadas ya comentadas, tiene un muro de carga de mampostería de piedra basáltica, sillarejos de piedra tallada y barro, con escalón de entrada. Probablemente la carpintería de la puerta sería de madera de tea natural. Remata la portada una almena centrada, terminada en pirámide de cuatro aguas y cruz en el vértice, de madera de tea de color verde. La carpintería de la puerta carece de hojas, conservándose únicamente el cerco y el estado de conservación es aceptable.

Camino de Miranda
Data del siglo XIX y está situada frente a la finca de Urbano, en el camino El Llanito, subiendo por la Cruz de Calafata. En la actualidad es propiedad de Antonio Rodríguez Álvarez.

La fábrica es de muros de mampostería de piedra basáltica, barro y mortero de cemento y arena. No tiene almenas y remata el dintel a dos aguas. La carpintería de la puerta es de tipo tradicional de madera de tea en su color natural. La portada de acceso a la casa se encuentra en buen estado de conservación, habiendo sido restaurada anteriormente con mortero de cemento y arena.

Finca de Blas Bravo Pérez
Esta portada data del siglo XVII y está situada en el camino El Llanito, subiendo por la Cruz de Calafata. En la actualidad es propiedad de Blas Bravo Pérez y en el momento del inventario se encontraba en un estado de conservación deficiente.

Tiene muro de carga de mampostería de piedra basáltica y sillarejos de piedra tallada y careada, con mortero de cal y barro. La carpintería es tradicional, de madera de tea natural. Posee escalón de entrada y el remate consiste en cinco almenas, de piedra basáltica y mortero de cal y esgrafiadas. Las laterales terminan en pirámide de cuatro aguas y la central en pirámide truncada con una cruz de madera de tea. El remate almenado se separa de la parte baja de la portada por una cornisa de piedra tallada en la cara de la fachada principal.

Portada La Sociedad
Situada en el camino La Sociedad, data del siglo XIX y es propiedad compartida de varios herederos. Se trata de una portada de casa de campo aislada, con un muro de carga de mampostería de piedra basáltica y barro, revestida con mortero de cal. La carpintería probablemente mantendría las características tradicionales de estos elementos: madera de tea pintada. El remate superior de la portada se realiza a dos aguas, lisa y en su centro tendría una cruz, que también sería de madera de tea de igual color que el resto de la carpintería. Antes de su restauración presentaba un estado de conservación deficiente.

domingo, 13 de marzo de 2005

Las portadas, el rescate de un legado


Breña Alta emprende un proyecto para recuperar y conservar once ejemplares arquitectónicos existentes en el municipio


Juan Carlos Díaz Lorenzo
Breña Alta

El Ayuntamiento de Breña Alta, consciente de la importancia de su patrimonio histórico, emprendió hace unos meses un interesante proyecto de rehabilitación de las antiguas portadas existentes en el municipio, once en total, ya que se trata de elementos arquitectónicos construidos en los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX, la mayoría de las cuales se encontraban en un penoso estado de conservación.

La realidad aconsejó una decisión correcta. Si no se tomaban medidas en un corto espacio de tiempo, muchos de estos elementos, que amenazaban ruina, acabarían desapareciendo, perdiéndose así un importante legado que forma parte de nuestra arquitectura, cultura e identidad.

El anteproyecto de restauración se encomendó al arquitecto técnico José Heriberto Díaz Cáceres, quien realizó un estudio de los principales daños que afectaban a tales elementos, sus causas y posibles soluciones, desarrollando posteriormente un proyecto más completo y detallado de la restauración de cada una de ellas.

Se trata de elementos que tienen un indudable atractivo desde el punto de vista histórico, cultural y turístico. De ahí la interesante iniciativa de la Concejalía de Cultura de hilvanar la "ruta de las portadas" de Breña Alta, que dice mucho y bien del interés que preside su actuación.

Las portadas constituyen un elemento característico de la arquitectura tradicional de Canarias y, por supuesto, de la isla de La Palma. En este primer reportaje abordaremos sus características y evolución y en el siguiente profundizaremos en la historia de las once portadas históricas existentes en Breña Alta. Para ello consideramos, entre otras fuentes, el libro Arquitectura doméstica en Canarias, que es la tesis doctoral del catedrático Fernando Gabriel Martín Rodríguez, relevante figura de la Universidad de La Laguna; el Catálogo Patrimonial de Breña Alta, del que es autor el doctor Jesús Pérez Morera, otro destacado investigador palmero y, asimismo, docente de la citada Universidad y la propia memoria del anteproyecto.

Las portadas de las antiguas haciendas suelen estar enclavadas en lugares aislados y en la actualidad cercadas por una arquitectura que no les corresponde, rompiendo así su verdadero sentido. Es visible el deterioro causado por el paso del tiempo, por lo que la mayoría se encontraban en un estado lamentable, a lo que ha contribuido la expoliación de sus elementos decorativos, escudos, almenas...

Las portadas cierran fincas a la vera de los antiguos caminos reales o cierran patios y presentan variantes notables en cuanto al tratamiento de la fábrica, con piedra enjalbegada. Pueden ser almenadas, con un frontón, con pináculos y rematadas con una cruz o un blasón, o ambas cosas a la vez, convirtiéndose en complementos familiares en el paisaje insular, como sucede en el caso de Breña Alta.

Constituían, además, un signo de grandeza. No todos los propietarios tenían derecho a poner almenas en sus portadas y casas, ya que para ello era preciso demostrar su grado de nobleza: cuantas más almenas tenía una portada, mayor rango nobiliario poseían los hacendados y lo mismo ocurría con los escudos. La cantería de labra perfecta, que era muy costosa, sólo se la podían permitir las familias más adineradas. El resto solían tener piedras vistas mezcladas con partes ocultas por la cal.

Las portadas también tienen otras características comunes, como pueden ser el pináculo, el remate con una cruz en su parte superior, o un blasón y el color blanco. En algunas de ellas se aprecia la mezcla de otros colores, como el añil, ya que antiguamente se pensaba que este color ahuyentaba a los malos espíritus.

Elementos característicos
Todos los elementos que forman parte de las portadas, así como la manera de construirlas, siguen los cánones marcados en la arquitectura tradicional de Canarias. En muchas casas de campo aparecen las almenas como un elemento decorativo, además de símbolo de poder y distinción. Es frecuente la portada adintelada con triple almena y una cruz en el centro. También aparecen en algunas de ellas pequeños nichos, sobre el dintel, que contenían imágenes religiosas. La existencia en Portugal de portadas idénticas, hace pensar en una posible influencia de éste país, presente en la colonización de La Palma, sin olvidar su carácter mudéjar.

La portada se incrusta en un muro que circunda parte de la casa, protegiéndola del viento, y que habitualmente da a un patio. Las puertas son de dos hojas con dos aberturas superiores, adornadas con balaustres torneados o planos. También hay portadas sin almenas, y otras, de movido remate, poseen una cruz de madera. Alguna almena, siempre apuntada, se remata con una pequeña bola. En otros casos, las almenas se extienden también por los muros que enmarcan la portada.

Parámentos. Después de la conquista de las islas, las primeras viviendas de los colonizadores europeos se construyeron con muros muy pobres, tierra apisonada o paredes de piedra seca, esquema que persistió en las zonas humildes durante las centurias siguientes. El primer sistema es la tapia, poco empleada en Canarias. Luego, y sobre todo en los núcleos urbanos, se emplea el mampuesto, más perdurable y seguro. Los cimientos eran poco profundos, por lo común de menos de un metro, aunque esto dependía del terreno, lo que se compensaba con una mayor anchura en las paredes.

El mampuesto se presenta a piedra seca, calzado con piedras menudas; en hiladas de piedra sin mortero que las una; o con el sistema más utilizado de mezcla de piedra y barro o cal en menor grado, o arena y cal. Los sillares rara vez forman parte de los muros y, cuando aparecen, su función es menos estructural que decorativa. Su utilización efectiva es mayor reforzando las esquinas. Los huecos que quedaban al finalizar las paredes se rellenaban con ripio. Esta pobreza en los muros se disimulaba con el enjalbegado o terciada con arena, denominada argamasa.

En las zonas rurales se suelen encalar los espacios entre las piedras que quedan al descubierto, aumentando notablemente la riqueza plástica del conjunto. El color blanco de los muros exteriores es una de las constantes más peculiares de las portadas y de la casa canaria. Junto a una motivación de orden estético, coexiste otra funcional relacionada con factores climáticos, ya que la cal refracta el calor y contribuye a crear un ambiente fresco en las viviendas.

En ocasiones se intenta ocultar, todavía más, con adornos en la pared, recuadros, esgrafiados, etc. Los esgrafiados son decoraciones con motivos geométricos. La monotonía del blanco queda compensada con la presencia de sillares en las esquinas -a veces, cubiertas también por cal-, cuyas uniones se resaltan con fajas blancas. En otras, la aparición de la piedra en el marco de vanos y en las jambas, convierte en secundario el resto del paramento y reduce la sencillez de las fachadas anteriores.

Las paredes se alineaban con la llana o iguala, aunque en muchas viviendas aparecen muros con rugosidades, o sobresalen las piedras habitualmente en fachadas laterales que pertenecen a las divisiones de las crujías. Miden tres o cuatro palmos de ancho, de 60 a 80 cm, se realizan hilada por hilada con o sin encofrado, y dejan los huecos de la puerta.

Muy curiosa resulta la utilización de pelo de animales en los muros. Mezclados con el barro, formaban una estructura muy compacta semejante al cañizo, que también aparece como componente de algunos muros que combinan la caña con el pelo.

Escudo
El escudo es un elemento escultórico cuya función se justifica exclusivamente para su colocación en el edificio y las portadas. Aunque tiene una función aparentemente decorativa, también constituye la expresión externa de los logros ennoblecedores de cada familia, es decir, la muestra más clara de su pretendida distinción diferenciadora. Por lo general, contiene varios cuarteles con las diversas alianzas familiares y, en algún caso, cada rama posee su propio escudo, por lo que aparecen dos en la fachada.

Los escudos figuran como un elemento imprescindible. No se encuentra en todas las viviendas o haciendas, ya que no todas las familias podían poseer el blasón de su apellido, dependiendo su concesión de las licencias otorgadas directamente por el Cabildo.

En las portadas de las haciendas de campo, los escudos se colocan en la parte alta y por lo general se realizan en piedra, aunque también es posible encontrar ejemplares más ricos en mármol.

Almenas
El uso de almenas -de origen militar- se generaliza en las casas de campo importantes, así como en las portadas de acceso. Constituyen un signo de grandeza y de separación clasista y simbolizan unas aspiraciones sociales que exigen ser destacadas.

En Canarias se utilizan desde el siglo XVI. Con el paso del tiempo, la almena perdió su sentido simbólico y se convirtió en un elemento convencional, aunque sin que desapareciera su evidente connotación clasista. Como en los escudos, la colocación de almenas en las casas requería de una autorización oficial previa del Cabildo.

Puertas
La puerta, siempre de madera, es un elemento arquitectónico muy mimado. Su emplazamiento, a la vista de los transeúntes, ocasionó que la labra se cuidara en extremo, creando muchas veces auténticas filigranas. Construidos los muros, y dejado el hueco para colocar las puertas, generalmente hechas de pinotea, se forraban sus interiores con tablas, siempre abocinadas para proporcionar más luz, y para evitar que el aire cerrase bruscamente las hojas, así como para permitir un más fácil acceso. Los dos lados se llaman gualderos o singuisarras y la parte superior o dintel, sobre o sobre puertas. El umbral, también chaplón o sardinel, en la parte inferior de la puerta, se presenta cubierto con madera o con una o más losas de piedra.

El sistema de apertura utilizado en las puertas era el de goznes o quicialeras. El gozne, también llamado argollón, macho o bullón, es el madero lateral de las hojas de la puerta, con dos salientes en los extremos. El superior encaja en un hueco circular que se practica en el sobre, y el inferior entra en la quicialera, hecha en metal y clavada en el chaplón.

Las hojas se agarran a los goznes por medio de alguazas, elementos de metal colocados en los dos extremos, o solamente en la parte superior, y bisagras. Las alguazas se representan bellamente decoradas en sus puntas, ya sea con motivos vegetales -caso de la flor de lis- o geométricos, mientras que las adabas o llamadores aparecen forjados de variadas formas.

El cerrojo se coloca casi siempre por fuera y al cerrarse, su brazo encaja en la cerradura o pestillera. Otro tipo a seguir es la tranca o aldabón, barra de hierro o madera que va desde el centro de la puerta al gualdero. Cuando es de hierro recibe también el nombre de cerrojo. Existe otra clase de tranca, exclusivamente de madera, que abarca todo el ancho del vano y encaja en unos rebajes laterales de los gualderos. El fechillo o pasador se emplea en la parte central de la hoja o uniendo a ésta con el sobre y el chaplón. Más común es la taramela, que consiste en un pedazo de madera, de frente curvo, clavado al sobre para que pueda girar y cerrar la puerta en la unión de las dos hojas.

Las puertas, por lo general de dos hojas, se destacan en fachadas con un marco de piedra o madera. El primero, presente en la mayoría de las islas, suele ser adintelado. El marco de madera más frecuente es el bocelado, mientras que en puertas más sencillas, son los mismos bordes de los gualderos y sobre, ocultos bajo el encalado, los que sirven de marco.

domingo, 6 de marzo de 2005

Las nubes de La Palma

Juan Carlos Díaz Lorenzo
Villa de Mazo

La elevada altitud de la isla y su condición oceánica hace que las formaciones nubosas aparezcan aisladas en el cielo

La Palma posee unas condiciones geográficas y orográficas excepcionales. La gran elevación de sus cumbres, hasta alcanzar los 2.426 metros de altura en el Roque de los Muchachos, en una superficie de 704 kilómetros cuadrados, convierte a la isla en una de las más altas del mundo en relación a su superficie.

La posición oceánica y latitudinal, en el cinturón de las altas presiones subtropicales, confiere al cielo de La Palma una limpieza y una luminosidad extraordinarias, así como un característico color azul intenso durante el día y una excelente visión del firmamento durante la noche. Estas poderosas razones, entre otras, han hecho de La Palma un territorio idóneo para las observaciones astronómicas, lo que ha motivado el asentamiento del mayor complejo astrofísico del hemisferio norte.

La variedad de microclimas existentes hacen del territorio insular un continente en miniatura, que motivan una sorprendente variedad de paisajes y de singular belleza, con ecosistemas diferentes situados a muy poca distancia y que ha sido uno de los reclamos de la promoción turística de la isla, lo que ha contribuido, sin duda, al conocido calificativo de "Isla Bonita".

Si consideramos el ámbito estrictamente meteorológico, las consecuencias de las condiciones geográficas también se hacen evidentes, pues La Palma tiene un cielo único, en el que en ocasiones aparecen nubes de extrañas y caprichosas formas, que son difíciles de ver en otros lugares del archipiélago.

Este es el argumento principal del libro titulado "Las nubes de La Palma", del meteorólogo valenciano Fernando Bullón Miró, miembro del Servicio de Meteorología del aeropuerto de La Palma, recientemente publicado por AENA, en el que nos muestra un interesante y original recorrido fotográfico por el cielo de la isla.

En el libro se recoge el trabajo paciente de unos cuarenta autores, que han contribuido con imágenes captadas en diferentes momentos y nos acercan con detalle y pulcritud al singular impacto que generan las nubes. En concreto, están presentes las 69 fotografías presentadas en una exposición que se celebró en el aeropuerto de La Palma en febrero de 2003, más otro centenar que completa el recorrido fotográfico.

Además del espectacular "mar de nubes" que se desploma en la cordillera de Cumbre Nueva o invade el interior de la Caldera de Taburiente, las nubes más vistosas y fotogénicas que se producen en La Palma son las que se forman en el seno de las ondas de montaña. La elevada altitud de la isla y su condición oceánica hace que estas aparezcan aisladas en el cielo y, al mismo tiempo, las dimensiones relativamente pequeñas del territorio insular hacen que estas sean también de menor tamaño en comparación con las nubes que se suelen formar en las cordilleras de las zonas continentales. De ahí que en La Palma se produzcan nubes propias de alta montaña, aunque con sus propias características.

La Palma constituye, además, un importante obstáculo anclado en medio del Atlántico, que altera los flujos de viento superficiales, "de tal manera que en ocasiones -señala Fernando Bullón- parece estar jugando con las nubes, formándolas, rompiéndolas y modelándolas en un proceso incesante".

La influencia del relieve en la meteorología y la climatología de cada zona de la isla constituye un factor determinante, debido no sólo a la gran elevación de las cumbres, sino también a la habitual presencia de humedad y nubosidad en las capas más bajas de la atmósfera.

La inversión térmica generada en el seno del anticiclón de las Azores, que afecta al archipiélago canario durante casi todo el año, provoca que la mayor parte de los días la nubosidad y los fenómenos meteorológicos queden posicionados entre los 1.500 y 2.000 metros, sin que pueda superar la elevación de las cumbres palmeras, quedando las zonas mejor expuestas a los alisios cubiertas con nubosidad, mientras que las zonas localizadas a sotavento, y las situadas por encima de la inversión, permanecen con el cielo despejado.

La disparidad en el reparto de las precipitaciones se refleja claramente en la media anual, de manera que en la zona Nordeste, expuesta a los alisios, se superan los 1.300 mm. y constituye el área más lluviosa de todo el archipiélago. Sin embargo, en algunas áreas costeras del Oeste de La Palma no se alcanzan los 200 mm. anuales, cantidad que más bien parece propia de áreas desérticas. A ello se suma el hecho de que la zona favorecida por el alisio y el mar de nubes recibe mucha menor insolación y, además, se ve beneficiada por la lluvia horizontal, que en ocasiones aporta más cantidad de agua que la lluvia vertical, por lo que las diferencias en el ambiente son aún mayores.

Lo más sorprendente de la meteorología palmera se produce cuando una perturbación atmosférica afecta a la isla. Las condiciones de tiempo son diferentes en cada una de las zonas, aunque estén situadas a muy poca distancia. Así, el paso de un frente frío puede provocar simultáneamente que en unas zonas haya viento, niebla, lluvia y que en otras el cielo esté despejado. Además, esas condiciones tan diferentes pueden mantenerse durante horas o incluso días enteros. El caso más extremo se produce cuando nieva en las cumbres -con temperaturas bajo cero-, niebla y fuertes vientos, y al mismo tiempo, y a muy pocos kilómetros a distancia, se puede disfrutar del sol, viento en calma y agradables temperaturas en el litoral.

Los vientos dominantes en Canarias procedentes del Nordeste, los alisios, llegan a La Palma tras un largo recorrido marítimo, cargados de humedad en las capas inferiores, formándose nubes bajas que no alcanzan los puntos más elevados de la isla. Se pueden disfrutar entonces, desde las altas cumbres, de la espectacular visión del famoso "mar de nubes".

Por encima, la atmósfera se muestra libre de nubosidad y con una visibilidad excelente, asomando en el horizonte las cimas de las islas de El Hierro, La Gomera y Tenerife, sobre la que destaca El Teide. Mientras tanto, en las laderas que quedan a sotavento, el "mar de nubes" desciende y provoca la formación de sorprendentes y vistosas "cascadas de nubes". El fenómeno se hace especialmente atractivo sobre la cordillera de la Cumbre Nueva, a unos 1.400 metros de altitud, donde la masa nubosa se desploma literalmente a sotavento en una "cascada" de dimensiones espectaculares, que cautiva a propios y extraños. Cuando los vientos fuertes remontan la isla se forman ondas de montaña a sotavento, en cuyo seno se generan curiosas nubes denominadas "nubes de onda", que permanecen estáticas durante horas cambiando continuamente de aspecto y adoptando formas muy variadas y caprichosas. Las nubes más bajas giran sobre sí mismas en el seno de ondas llamadas "rotores". A mayor altura aparecen otras nubes que tienden a adoptar aspecto de lentes y a veces se parecen a los platillos volantes. Son las "nubes lenticulares".

Por la orientación geográfica de La Palma, los vientos alisios circulan oblicuos a las costas septentrionales y orientales, lo que produce desviaciones de dirección originadas por la orografía litoral y origina a lo largo de la masa montañosa una banda nubosa, con las características propias del "mar de nubes".

Desde Punta Cumplida, en Barlovento, se manifiestan dos direcciones en el alisio: una hacia el Oeste, que bordea la Punta del Mudo, en Garafía, en donde una nueva desviación tangencial sigue la costa hasta Puntagorda y la otra bordea la vertiente oriental. Aquí ocurre un hecho interesante, ya que se establece una zona de calmas, en la que escasean las nubes y la insolación y la evaporación es muy elevada.

Como consecuencia de esta dirección oblicua, en algunos tramos, paralelo a la costa y como el espesor del flujo del alisio no excede de 700 metros -sólo en casos excepcionales alcanza los 1.400 metros-, la orografía del litoral origina numerosas sombras eólicas, produciéndose en consecuencia una gran variedad de climas locales, sin que falten, incluso, pequeños efectos Foehn en la vertiente oriental.

Ello permite establecer una serie de delimitaciones, explica el eminente catedrático palmero Leoncio Afonso. Así, desde Punta Cumplida hasta el barranco de La Galga se extiende una zona orientada al NE, que se caracteriza por una mayor suavidad en el flujo del alisio en su ascendente por la pendiente y que no se acelera por desviación.

En la costa de Puntallana se produce la aceleración del alisio por desviarse al tropezar con las montañas de Tenagua y Zamagayo, cuyas cimas rebasan los 500 metros. Este obstáculo orográfico origina una sombra eólica que cubre la costa hasta el Lomo de La Oveja, en las Breñas. Estas condiciones climáticas justifican la ausencia de laurisilva, salvo en las umbrías de los barrancos y permiten a las xerófilas de costa trepar hasta el límite inferior del pinar.

Hacia el Sur se acelera el alisio y la altura no favorece la formación y acumulación de la capa de nubes. Durante el día, la virazón adquiere su máxima intensidad en las horas más calurosas, es decir, cuando el gradiente término horizontal entre tierra y mar registra sus valores más altos. Las temperaturas relativamente reducidas y la elevada humedad relativa se explica por la existencia de reliquias de vegetación umbrófila cerca de las zonas costeras, como son barbuzanos, mocaneros, etcétera.

Entre La Rosa y Velhoco se produce una gran acumulación del "mar de nubes" y se combina con la brisa, ya que no puede rebasar, o lo hace débilmente, la arista montañosa. El clima es templado y húmedo, con primaveras frescas, lloviznas y días cubiertos e incluso en los meses de junio y julio se registran algunas precipitaciones.

Desde Tiguerorte hasta la Punta de Fuencaliente impera un clima influenciado por la gran aceleración del alisio, con vientos de cierta intensidad paralelos a la costa, que produce en ocasiones el efecto Foehn e impide la acumulación de nubes en las cumbres. En la Punta de Fuencaliente se distingue claramente en el mar la línea divisoria del avance del alisio.

La inversión pierde altura en dirección Norte-Sur. En Mazo se produce a una altura inferior -entre 300 y 400 metros- a la de Barlovento, debido al ángulo de incidencia en el relieve y la aceleración a lo largo de su recorrido, siendo entonces menor el ascenso de la capa húmeda. Un panorama similar ofrece el alisio en Garafía, en la zona de Llano Negro, que es el límite Oeste del mar de nubes y cuando tiene una dirección más hacia el Norte alcanza a Hoya Grande. En la costa, el viento NE se acelera en Juan Adalid y más al Sur en Lomada Grande, hasta alcanzar Puntagorda, aunque sin la escolta de las nubes.

La altura de la Cumbre Nueva permite que el manto de nubes la desborde con frecuencia y en su descenso por la vertiente de sotavento aporte humedad suficiente para mantener la formación de fayal-brezal en la ladera. Sólo en la parte Norte, que es más alta, se encuentra el pinar. Sin embargo, la altura de la Cumbre Vieja no permite que el alisio la rebase, por lo que domina el pinar, que desciende a zonas más bajas, dadas las condiciones climáticas.

El valle de Aridane, normalmente protegido del alisio, está muy afectado por las invasiones africanas, registrando elevadas temperaturas y en ocasiones la presencia de aire sahariano resulta brutal, llegando a registrar los termómetros más altos del archipiélago.

Pese a la benignidad del clima canario, en ocasiones -como en el invierno que estamos viviendo- se producen fuertes borrascas que originan fenómenos violentos e imágenes poco habituales, cuyos antecedentes se remontan, en algunos casos, a varios años o décadas atrás. Cuando las borrascas atlánticas se acercan a La Palma se originan fuertes vientos, cuya velocidad se acelera debido al relieve insular. En ocasiones alcanzan registros huracanados y constituyen un mal trago para la agricultura palmera.

Entre los fenómenos meteorológicos especialmente adversos y recientes hay que recordar el acontecido el 20 de noviembre de 2001, fecha en la que mientras una fuerte tormenta descargaba en las cresterías y provocaba cascadas cayendo por las paredes de la Caldera, en la parte baja, por donde caminaban los senderistas, el sol continuaba brillando, lo que hizo que éstos fueran sorprendidos por la avalancha de agua que corrió por el barranco de Las Angustias. Asimismo, en los meses invernales se pueden producir súbitas irrupciones de vientos fríos del Norte que dejan las cumbres cubiertas de nieve y hielo. Las tormentas eléctricas, sin embargo, son poco frecuentes.

Por último es de destacar que cuando la nubosidad se rompe debido al elevado relieve insular, genera unos huecos que permiten el paso de los rayos solares e inciden directamente sobre las cortinas de lluvia, lo que origina el siempre llamativo fenómeno del arco iris, que puede observar con relativa frecuencia en la isla de La Palma.