viernes, 19 de marzo de 2010

SOBRE VIBRACIONES

SOBRE VIBRACIONES
via Juan de la Cuerva by Lyd on 5/7/07


Se suele decir que la industria de las lavadoras es el sector en el que más futuro tiene un ingeniero aeronáutico español al terminar la carrera. Y el motivo no es que se esté desarrollando un nuevo prototipo de lavadora voladora, qué va. El motivo es que las lavadoras, además de lavar la ropa de los humanos, hacen otra cosa: vibran. En este país, los ingenieros que más saben (o deberían saber) sobre vibraciones son los ingenieros aeronáuticos.

El efecto de las vibraciones sobre una estructura debe ser tenido en cuenta siempre, ya que suponen un problema serio (ésta es otra de las cosas que los humanos han aprendido por las malas). No sólo pueden causar un fallo por fatiga (una vibración, en términos muy generales, es una fuerza aplicada cíclicamente). Puede ocurrir que se produzca una resonancia y, en ese caso, los efectos suelen ser fulminantes. En el siguiente vídeo podemos ver el típico ejemplo de una soprano (Ainhoa Arteta) que rompe una copa al cantar un agudo. No es, estrictamente hablando, la potencia de la voz de la soprano lo que la rompe, sino el hecho de que la nota que está cantando hace que la copa entre en resonancia (el sonido es, a fin de cuentas, una vibración).

Cuando se aplica una vibración a cualquier objeto, ésta se transmite por toda su estructura, haciéndola vibrar a la misma frecuencia (y si la frecuencia de la vibración está en el rango de audición de nuestro oído, estamos hablando de un sonido).

Pues bien, cualquier objeto presenta unas frecuencias determinadas, propias de su geometría y composición, a las que se produce una resonancia. ¿Y qué es una resonancia? Pues una oscilación amplificada. Es decir, que a dicha frecuencia de resonancia (o frecuencia propia o natural del objeto), la respuesta a la vibración es mucho mayor en amplitud que a cualquier otra, llegando el caso, si la vibración aplicada tiene la intensidad suficiente, en que se produce el fallo catastrófico de la estructura (vamos, que se rompe, como la copa de la Ainhoa Arteta). Y esto puede ocurrir con varias frecuencias diferentes para un mismo objeto (es decir, puede tener distintas frecuencias de resonancia). Un diapasón, al vibrar, da la nota LA porque su frecuencia propia son 440 Hz (en este caso no es una vibración lo que se aplica al diapasón, sino una percusión, en términos físicos; por lo que, al permitir su oscilación libre, éste adopta de forma natural su frecuencia de resonancia). Así funcionan la mayoría de los instrumentos musicales.

Diapason de frecuencia propia 440 Hz (LA natural)

En el siguiente vídeo se ve muy claramente otro de los efectos asociados a la resonancia (bajad un poco el volumen antes de verlo):

¿Por qué el arroz forma esas figuras tan curiosas sobre la tabla? Lo que están haciendo los humanos del experimento es un barrido de frecuencias, de grave a agudo. Cada frecuencia de resonancia tiene asociado lo que se llama un modo propio de vibración, es decir, una forma particular de moverse que depende de las propiedades del objeto (geometría, masa, estado de carga, condiciones de contorno, etc). Oscila siempre de forma armónica (es decir, como una función sinusoidal). Por ello, hay puntos donde la amplitud de la vibración es máxima y otros puntos donde ésta se anula (nodos). El arroz tiende a acumularse en las zonas donde no hay vibración, llamadas líneas de nodos, y a quedarse quieto ahí, ya que son las únicas zonas de la tabla donde no hay movimiento.

Los tres primeros modos propios de una viga en voladizo

Los modos de vibración se ordenan según la frecuencia propia (primer modo, segundo modo, etc., en orden ascendente de frecuencias). A frecuencias bajas el número de nodos es pequeño, y según nos movemos hacia los agudos aparecen cada vez más (por eso el número de líneas del dibujo aumenta). Si os fijáis, además, cuando el barrido de frecuencias pasa por una de las frecuencias propias y se forma la figura correspondiente, la intensidad del sonido también aumenta (ya que la resonancia multiplica la amplitud de la oscilación) y se escucha más fuerte.

En ingeniería, y particularmente en el diseño de naves espaciales, la identificación de las frecuencias de resonancia es crítica, ya que los satélites suelen llevar instrumentos muy delicados que no soportarían una vibración de esas magnitudes y hay que evitarlas a toda costa. Los aviones tampoco escapan a este problema: bajo ciertas condiciones de carga podría ocurrir que un avión entrara en flameo (flutter), es decir, que las oscilaciones producidas por las cargas aerodinámicas (turbulencias o ráfagas de aire) encontraran una resonancia en la estructura y se amplificaran hasta su límite de resistencia (y normalmente esto ocurre en unos pocos segundos). Hoy en día ningún avión es certificado para el vuelo sin antes haber pasado un exhaustivo análisis de vibraciones.

Un F-35 de Lockheed Martin en pleno analisis de vibraciones

Pero claro, todo esto no se les ocurrió a los humanos por las buenas. Por suerte para la supervivencia de su especie (aunque no para la supervivencia del resto de las especies del planeta), son capaces de aprender algunas cosas de sus grandes meteduras de pata. Casos como el del famoso puente de Tacoma Narrows (uno de los ejemplos más gráficos de los efectos del flameo), en 1940, les ayudaron a comprender cómo funciona la resonancia y a desarrollar las teorías que actualmente permiten que los aviones no se estrellen por este motivo.

Observad atentamente, chorlitos. ¿Podéis identificar la línea de nodos del puente de Tacoma Narrows?

VELAS SOLARESy otros artilugios curiosos para viajar por el espacio

VELAS SOLARESy otros artilugios curiosos para viajar por el espacio
via Juan de la Cuerva by Lyd on 6/12/07


Ya hemos hablado alguna vez, chorlitos, sobre las dificultades de viajar por el espacio exterior. Uno tiene que poder empujar contra algo para poder moverse (tercera ley de Newton), y en el vacío no hay nada contra lo que empujar. De modo que, si quieres moverte, debes empujar contra ti mismo. Pero, según la segunda ley de Newton (un humano un poco fastidioso, este Newton), sólo con las fuerzas internas que uno puede ejercer es imposible mover el centro de masas propio, así que la única solución es lanzar parte de lo que lleves encima en dirección contraria a la que quieres seguir, de forma que, aunque el centro de masas del sistema uno-mismo/cacho-de-uno-mismo permanezca en el mismo sitio, el cacho y uno mismo sean capaces de moverse por el espacio. Éste es el principio que utilizan la mayoría de los sistemas de propulsión espacial actuales.


Ariane 5 ECA despegando de la Guayana francesa el 27 de mayo del 2006

Cuando el empuje necesario es muy grande, como en los despegues, no queda más remedio -con la tecnología actual- que utilizar motores cohete de combustión química (los más típicos, de los que ya hemos hablado), que son los que más consumen. Hasta el momento no se ha encontrado un sistema de propulsión que pueda sustituirlos. Así que, para salir de la atmósfera, lo que hay que hacer es, básicamente, montarse en un tanque enorme de combustible y prenderle fuego.


Despegue del Shuttle americano

Pero en órbita la cosa cambia, ya que cobra importancia el impulso específico, que mide la eficiencia del motor. La cantidad de combustible que se puede llevar al espacio está muy limitada (ya sabéis que los humanos prefieren no gastarse un duro si pueden), así que son necesarios motores que con poco consumo de combustible produzcan mucho empuje. O mejor, sistemas que ni siquiera necesiten combustible. Fue por esto que a algún humano especialmente inspirado se le ocurrió la idea de la vela solar.


Vela solar

Las velas solares se basan en el principio de que la presión de radiación producida por la luz cuando incide y se refleja en una superficie (que, al estilo típicamente humano, es la forma fina de decir: «la fuerza que producen los fotones cuando rebotan a mogollón contra una superficie») es suficiente para que esa superficie se mueva, aunque sólo sea un poquito (nada que ver, ojo, con el viento solar, que es otra cosa distinta). Y como en el espacio no hay fuerzas de fricción que se opongan al movimiento, con una superficie reflectante (en chorlito, un espejo) lo suficientemente grande, una fuente de luz y un poco (mucho) de paciencia, se pueden alcanzar velocidades bastante elevadas (porque la velocidad aumenta despacio, pero sin pausa). Y cuanto mayor sea la vela, mayor será el empuje (también será mayor cuanto más cerca se encuentre de la fuente de luz, o cuanto más perpendicularmente incida la luz sobre la vela). El principal inconveniente es que la vela debe viajar plegada dentro del vehículo hasta que sea necesaria, y además debe pesar poco. Los problemas de almacenaje y despliegue derivados son bastante serios (dos animaciones muy chulas de la NASA: aquí y aquí). Los humanos incluso se plantean fabricarlas y montarlas directamente en el espacio para evitarse esos problemas, aunque por el momento hacer eso está lejos de su alcance. Así que este invento se utiliza más bien poco, aunque el pricipio sí que se aplica en los satélites para control de actitud, utilizando los paneles solares a modo de vela para corregir errores de orientación.



El vídeo sobre estas líneas, aunque está en inglés y es un poco largo, merece la pena. Habla de un concepto bastante curioso, el heliogiro, que fue abandonado debido a problemas de estabilidad, pero que no deja de ser una idea muy interesante. Su funcionamiento es muy parecido al de un helicóptero.


El único proyecto de vela solar en ser construido y lanzado fue el Cosmos-1 (colaboración de Rusia y Estados Unidos -os recomiendo que visitéis la página-), enviado al espacio en junio del 2005. Por desgracia, el cohete que debía colocarlo en órbita falló y la vela solar nunca pudo desplegarse.


TIE Fighter (Star Wars)

Hay más sistemas curiosos. Como supongo que la mayoría de los chorlitos son un poco frikis, asumo que no hará falta que dé muchas explicaciones sobre lo que es un TIE Fighter. Las siglas «TIE» vienen del inglés «Twin Ion Engine», o motores gemelos de iones. Ciertamente, los motores de iones de verdad no pueden hacer las maniobras que hace un TIE (eso es ciencia-ficción, al menos de momento), pero son motores de muy alto impulso específico, aunque las aceleraciones que pueden proporcionar son bajas, al igual que ocurre con las velas solares. Estos motores aceleran un flujo de iones (partículas cargadas eléctricamente) a muy altas velocidades. De esta manera, aunque la masa expulsada sea pequeña, como su velocidad es muy grande, la reacción que impulsa al vehículo es apreciable y el consumo de combustible muy bajo. De este tipo son también los motores de plasma. La diferencia es que en el caso de un motor de iones, como sólo acelera partículas de carga positiva, se hace necesario introducir un flujo de electrones en la salida para mantener neutra la carga eléctrica del satélite; mientras que el motor de plasma, que acelera tanto partículas positivas como negativas, no necesita neutralización. El VASIMR, otro motor que funciona con el mismo principio, podría ofrecer una alternativa a los anteriores, ya que es capaz de trabajar tanto en régimen de alto empuje/bajo impulso específico como en régimen de bajo empuje/alto impulso específico.


Prueba en banco de un motor de iones

Por supuesto, los cohetes de propulsión química también se utilizan en órbita, aunque su vida es bastante limitada porque también lo es la cantidad de combustible que un satélite puede llevar. Por ello suelen utilizarse sólo puntualmente a lo largo de la vida útil del satélite. Los motores nucleares, que también pueden prescindir de la atmósfera para funcionar, son otra solución muy comúnmente utilizada en el espacio (y en submarinos, por exactamente la misma razón).


Prueba en banco de un sistema de control de actitud con cohetes de propulsión química

Hay más formas de moverse, aunque ya no sirven para viajes interplanetarios. Son principalmente sistemas de control de actitud que ayudan al satélite a cumplir su misión con la precisión requerida: volantes de inercia y ruedas de momento, par magnético y gravitatorio, etc. Casi todos estos sistemas funcionan con energía eléctrica, así que los paneles solares son siempre un elemento imprescindible en cualquier satélite.


Estación Espacial Internacional (ISS) fotografiada en el 2006 desde el Space Shuttle

Los humanos trabajan incansablemente para encontrar el modo de viajar grandes distancias en poco tiempo, de unos planetas a otros y más allá. Sueñan con, algún día, poder salir del sistema solar y conquistar otros mundos, extendiéndose por el resto del Universo como lo han hecho por la Tierra.


La verdad; mejor que sigan soñando y que se dejen de historias raras, que con un planeta lleno de humanos el Universo tiene más que suficiente.


Despegue de la lanzadera americana en la base de Cabo Cañaveral

LA REENTRADA

LA REENTRADA
via Juan de la Cuerva by Lyd on 6/7/07


El primer ser vivo que los humanos enviaron al espacio fue una perra llamada Laika. Estoy seguro de que todos los chorlitos habéis escuchado hablar de ella en alguna ocasión. La de Laika es una historia bastante triste, como la de muchos animales que tienen la desgracia de caer en manos humanas, aunque muy pocas veces esos animales terminan siendo mundialmente famosos.


Laika antes de ser enviada al espacio

La idea era que Laika, a bordo del Sputnik 2, orbitara la Tierra durante varios días y finalmente fuera sacrificada al comer comida envenenada. En la práctica sólo sobrevivió unas pocas horas tras llegar al espacio, debido a que falló el sistema de control térmico en órbita. Alrededor del mundo la gente esperaba verla descender en paracaídas desde las alturas, ya que éste era el plan que la Unión Soviética había dado a conocer al público. Pero la realidad era que el Sputnik 2 no estaba preparado para la delicada maniobra de reentrada (así son los rusos), y desde un principio se decidió que lo mejor que podían hacer era practicarle una «eutanasia» (eufemismo para «asesinato»). Cuatro años después, en 1961, Yuri Gagarin, a bordo de la Vostok 1, regresó sano y salvo del espacio tras un vuelo de 1 hora y 48 minutos. Los humanos habían conseguido superar la reentrada atmosférica (porque, como esta vez era un humano el que volvía, sí que había que tomarse la molestia de salvale la vida… así son los humanos).


lanzamiento de la Vostok-1

Lo que piensa la mayoría de los chorlitos es que el calentamiento que sufre una nave durante la reentrada se debe directamente al rozamiento con el aire, en un proceso parecido al que se produce cuando una superficie se desliza en contacto con otra. Pero ésta es una idea equivocada. La reentrada ocurre a velocidades muy altas, en lo que se denomina régimen hipersónico (velocidades mayores de Mach 5). Ya explicamos con anterioridad por qué se producen las ondas de choque y el efecto que tienen sobre el aire. En estas condiciones se forma una onda de choque parecida a la del vuelo supersónico, aunque con efectos mucho más drásticos.


onda de choque y capa límite en vuelo hipersónico

La capa de aire que rodea cualquier cuerpo en movimiento a través de la atmósfera, por efecto de la viscosidad, tiene una velocidad relativa nula con respecto a éste. Podemos imaginarlo por niveles o capas, como si el fluido de alrededor del cuerpo fuera una cebolla. Habrá una capa imediatamente en contacto con el cuerpo que estará inmóvil (desde el punto de vista de un observador que viaje con el cuerpo, claro), y capas sucesivas se deslizarán unas con respecto a otras con una velocidad cada vez mayor, hasta alcanzar toda la velocidad de vuelo lejos del cuerpo (M). La zona donde se produce esta variación de velocidades, desde 0 a M, se conoce como capa límite (ya la hemos nombrado en alguna ocasión). Y si la velocidad es muy, muy alta, el fluido, de alguna manera, debe deshacerse de toda esa energía cinética para llegar a la superficie del cuerpo con velocidad nula.


simulación en túnel de viento de los gases ionizados alrededor del Shuttle

La onda de choque lo consigue con una transformación de energía: por delante, el fluido viaja a temperatura ambiente y muy rápido. Por detrás, su velocidad se ha reducido a cifras más racionales, pero todo el exceso de energía cinética ha sido invertido en elevar la temperatura del aire. Lejos de la onda de choque toda esta energía se va disipando en la atmósfera hasta que el aire vuelve a estar frío e inmóvil, pero cuanto más cerca nos encontremos de ella, más alta será la temperatura. Tanto, de hecho, que viene a ser del orden de los 10.000 grados Kelvin y el aire deja de comportarse como tal, y pasa a estado de plasma ionizado: sus moléculas se disocian, separándose en átomos y adquiriendo carga eléctrica.



La onda de choque está ligada al cuerpo, de modo que, forzosamente, una gran cantidad de calor se transfiere a su suferficie por conducción térmica, siendo éste el motivo de que se alcancen unas temperaturas tan altas. Inicialmente, la intuición decía a los humanos que el calentamiento era causado por la resistencia aerodinámica, de modo que diseñaban los vehículos de reentrada con forma de cuerpo esbelto, tratando de reducir el rozamiento con el aire. Pero, para su sorpresa, en cuanto llegaban a velocidades hipersónicas, se desintegraban (literalmente). La onda de choque en un cuerpo esbelto se sitúa muy cerca de su superficie, de modo que casi no hay aire que disipe toda esa energía y es el cuerpo el que tiene que hacerlo, y el que en consecuencia se calienta muchísimo.


estudio del proceso de reentrada para distintas formas

En 1951 a un tal H. Julian Allen se le ocurrió hacer que el cuerpo fuera romo, aumentando la resistencia aerodinámica. En comparación con los cuerpos esbeltos, esto produce una onda de choque más fuerte (que hace que el aire se caliente más), pero también la aleja del cuerpo, aumentando el volumen de fluido entre la onda y la superficie de éste, lo que hace que gran parte de la disipación de calor se produzca a través del aire y el cuerpo se caliente mucho menos. Este descubrimiento fue tratado como alto secreto militar (cosas de los humanos) hasta el año 1958, en que se publicó este documento: el famoso informe NACA 1381 (A Study of the Motion and Aerodynamic Heating of Ballistic Missiles Entering the Earth's Atmosphere at High Supersonic Speeds). Claro que, como lo de aumentar la resistencia aerodinámica para bajar la temperatura les parecía una burrada, los humanos que supuestamente sabían del tema necesitaron bastante tiempo y muchos experimentos para terminar de creérselo (la cabezonería también es muy típica de esta especie).


sonda Galileo en su ensamblaje final, de forma cónico-esférica, una de las configuraciones más frecuentemente utilizadas

A pesar de todo esto, una nave durante la reentrada sigue calentándose mucho, de modo que son necesarios sistemas de protección térmica. El más efectivo es el de protección por ablación, que recubre el vehículo con una capa de material que al calentarse se funde y se sublima, enfriando la capa límite (escudo térmico desechable). Otro sistema es el del Shuttle, que lleva un recubrimiento de placas de espuma de sílice en las zonas más críticas a modo de aislante (escudo térmico reutilizable). Se ha utilizado y se utiliza en algunos casos el enfriamiento pasivo a base de disipadores de calor (como ciertos metales o materiales compuestos cerámicos), que reconducen y evacúan el exceso de energía a la atmósfera.


detalle de las placas cerámicas que recubren la parte inferior del Shuttle
Shuttle aterrizando

Afortunadamente no han vuelto a matar deliberadamente a nadie (de «accidentalmente» no he dicho nada, que conste) para hacer sus experimentos de vuelo espacial. Veremos si no les da por ahí cuando consigan llegar a Marte.


Si lo consiguen, claro.


Ver también: Vuelo supersónico: la barrera imaginaria

CUANDO LOS MOTORES PARECEN ESTRELLAS

CUANDO LOS MOTORES PARECEN ESTRELLAS
via Juan de la Cuerva by Lyd on 5/24/07


Seguro que todos los chorlitos, unos más y otros menos, tenéis una idea de cómo funciona el motor de un coche. Se mete gasolina por un agujero para que aquello se mueva y haga ruido, y luego salen gases y porquerías por un tubo como resultado, ¿cierto? Algunos incluso podréis hablarme de émbolos, cilindros y válvulas, y estaréis pensando: "no hay nada nuevo que Juan nos pueda contar sobre el tema". Bien, puede que no. Aunque también es posible que veáis alguna cosa poco convencional.


El Spitfire, uno de los aviones más famosos de la 2ª Guerra Mundial

No todos los aviones funcionan con motores de combustión continua. Al principio, antes del desarrollo de los aerorreactores, utilizaban motores de explosión; e incluso hoy en día, para las avionetas pequeñas, sigue siendo más rentable volar de esta manera. Aquí debo hacer un inciso para explicar sucintamente cómo funciona un motor de explosión normal y corriente, como el de los coches, y sí: hablaros un poco de émbolos, cilindros y válvulas. Lo haremos con la ayuda de la siguiente imagen.


Motor de cuatro tiempos de ciclo Otto

Éste es un motor de cuatro tiempos de gasolina (de ciclo Otto, si queréis quedar como expertos cuando habléis del tema): admisión (1), compresión (2), explosión (3) y escape (4). En la admisión entra el combustible (en azul en el dibujo) por la válvula correspondiente. El émbolo sube en el segundo tiempo, empujado por la biela, y hace que el combustible se comprima en el interior del cilindro. Cuando está comprimido, una chispa que produce la bujía provoca la reacción de combustión, en forma de explosión, que hace que el émbolo salga disparado hacia abajo impulsando la biela. La biela está unida al cigüeñal, que es el eje al que el émbolo transmite toda la energía y el que en última instancia se encargará de hacer el trabajo (ya sea mover las ruedas de un coche o la hélice de un avión). Los gases producidos en la combustión (en marrón) son expulsados por la válvula de escape en el cuarto tiempo, y luego todo el ciclo se repite.


En aviación, como ya hemos comentado, el motor de explosión viene utilizándose desde los inicios. El Wright Flyer llevaba un motor de cuatro cilindros de aluminio diseñado especialmente para la ocasión.


El motor de cuatro cilindros de los hermanos Wright

El número de cilindros de un motor tiene una relación directa con su potencia, de modo que, como seguro que ya habréis imaginado, a los humanos les entró de repente la fiebre por los motores con muchos cilindros. Y claro, el problema de tener muchos cilindros es cómo colocarlos para que funcionen y además quepan todos dentro del avión. Antes del primer vuelo de los hermanos Wright, alguien ya había tenido la idea de que si los cilindros se colocaban en forma de V se reducía el peso del motor y el espacio que ocupaba. Éste es un diseño bastante común tanto en aviones como en coches.


Motor de 8 cilindros en V (V8)

Pero claro, ahí no quedó la cosa (y seguro que eso tampoco os sorprende). Según iba aumentando el número de cilindros, los motores se hacían también más complejos de mantener y más propensos a los fallos. Y entonces apareció el motor radial o en estrella. Este motor presenta algunas ventajas frente al motor en línea que lo hacen especialmente útil en aviación. Tiene una mecánica más sencilla y menos componentes, por lo que es más ligero. Y además, como puede colocarse en el morro del avión de manera que llegue aire a todos los cilindros y los enfríe, no necesita un circuito de líquido refrigerante como los motores convencionales, lo que lo hace más ligero todavía. Y ya sabéis que el peso es un factor determinante en aeronáutica. A cambio aumenta el área frontal del avión y su resistencia aerodinámica, aunque eso puede resolverse con un carenado adecuado.


Motor en estrella del Peashooter P-26

Lo curioso de este motor es que sólo una de las bielas, la llamada biela maestra, está conectada directamente al eje. El resto está sujeto a la biela maestra, y los cilindros trabajan sincronizados en secuencia. El movimiento resultante es una especie de bailoteo muy gracioso:


Motor radial o en estrella de cinco cilindros

Pero 7 u 8 cilindros seguían siendo pocos. Los humanos querían aviones grandes y potentes, y aún no se les había ocurrido cómo hacer un aerorreactor. Por lo que la única manera que tenían de aumentar la potencia era poner aún más cilindros en los motores. Y así fue como llegaron a bichos como éste: el Wasp Major, de 28 cilindros (en 4 estrellas en paralelo). 4300 caballos.


Wasp Major

O como éste: el Napier Sabre, de 4000 caballos, 24 cilindros y dos cigüeñales.


Napier Sabre

Y menos mal que inventaron los motores a reacción. No puedo ni imaginar cómo habría evolucionado la cosa si no lo hubieran hecho.



Nota: La imagen del Napier Sabre está hecha por el genial Makoto Ouchi. La animación del motor V8 es propiedad de Fredrik Glöckner.

DIRIGIBLES

 
 

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via Juan de la Cuerva by Lyd on 7/2/07


No todos los inventos voladores de los humanos son una burda copia de nuestra forma de volar, mis chorlitos. Algunos de ellos son una burda copia de la forma de nadar de los peces. El agua, como el aire, es un fluido, y se le pueden aplicar, por tanto (y salvando las distancias), las mismas reglas y fórmulas. Los humanos descubrieron hace mucho tiempo la propiedad que tienen algunos cuerpos de flotar en el agua (principio de Arquímedes: «todo cuerpo sumergido en un fluido experimenta un empuje vertical hacia arriba igual al peso del volumen de fluido desalojado»), gracias a lo cual pudieron inventar los barcos y los parques acuáticos. Fue cuestión de tiempo que se les ocurriera probarlo en el aire, donde el fenómeno es mucho menos aparente, pero aun así ocurre.


Santos Dumont rodeando la Torre Eiffel en proceso de ganar el premio

Al invento lo llamaron aerostato o globo aerostático, y vuela (flota) porque es más ligero que el volumen de aire que ocupa, aunque sólo la fuerza producida de acuerdo con el principio de Arquímedes no es suficiente para controlar la trayectoria. Jugando sólo con el peso y el volumen del globo puede conseguirse que éste suba o baje, pero no se puede elegir la dirección horizontal de la trayectoria, y normalmente flota a la deriva arrastrado por el viento. Para solucionar este problema desarrollaron otro invento: el dirigible.


Distintos tipos de dirigible

Los dirigibles son, esencialmente, globos fuselados de forma aerodinámica con un sistema de propulsión y guiado. A partir de su desarrollo, en el siglo XIX, fue cuando los humanos por fin comenzaron a ser dueños de sus movimientos en el aire (ya que ocurrió antes de que consiguieran hacer que los aviones volaran). Gracias a hélices propulsoras aplicaban empuje en la dirección deseada, y distintas superficies de control (timones de dirección y profundidad) hacían que la nave fuera totalmente gobernable.


El USS Akron sobrevolando Manhattan en 1932

Según mi experiencia, el comportamiento de los humanos está sujeto a determinados ciclos, de alternancia bastante caprichosa, que ellos denominan «modas». Pues bien, durante unos años, lo que se ha dado en llamar la época dorada de los dirigibles, este tipo de aeronaves estuvo muy de moda. Todo comenzó con la empresa alemana Zeppelin y el bautismo del Luftschiff (los dirigibles eran tratados esencialmente como barcos voladores, a diferencia de los aviones actuales, que en la mentalidad humana no tienen nada que ver con un barco). Los dirigibles Zeppelin se caracterizaban por tener una estructura rígida de aluminio recubierta de lona, en cuyo interior se alojaban celdas de gas (hidrógeno, ya que el helio aún era muy escaso) aisladas unas de otras, y fueron el gran referente mundial a la hora de diseñar y construir estos artefactos.


Construcción del USS Shenandoah (ZR-1) en 1923

Sin embargo, el verdadero boom para los dirigibles llegó, como es habitual cuando se trata de humanos, con la guerra. H. G. Wells había sugerido que cualquier dirigible haría un estupendo papel de bombardero, así que sus semejantes emprendieron con ilusión la tarea de diseñar dirigibles para la guerra. Sin embargo, los resultados finales fueron más bien mediocres, porque estos artefactos eran un blanco fácil, lento, y poco preciso.


Zeppelin derribado cerca de Colchester, Inglaterra

Como naves de transporte comercial, sin embargo, los dirigibles demostraron ser un medio fiable y seguro, considerando las precauciones que se tomaban en la época (que eran más bien pocas: han tenido que morir muchos humanos a lo largo de los años para que se tomen la seguridad en serio). Había varias líneas que atravesaban el Atlántico. El Graf Zeppelin circunnavegó el planeta y voló millones de kilómetros sin un solo accidente.


Góndola de pasajeros del Graf Zeppelin

Sin embargo, esta confianza en la infalibilidad de los dirigibles terminó llevándolos a un estrepitoso fracaso (fue algo parecido a lo que ocurrió con el Titanic). Los humanos comenzaron a cometer imprudencias flagrantes, como no llevar balsas ni chalecos salvavidas suficientes en una travesía marina, hacer viajes largos sin asegurarse de que el dirigible funcionaba bien o no hacer una correcta planificación del vuelo. La prensa se cebó en todos estos desastres, empeorando la mala opinión pública acerca de los dirigibles. Y luego se estrelló el Hindenburg.


El Hindenburg en el momento del desastre

El Hindenburg ostenta el «honor» de ser, junto con su gemelo el Graf Zeppelin II, la aeronave más grande jamás construida (245 m de largo). En un principio se pensó en llenarlo con helio (gas inerte y, por tanto, no inflamable). Pero EEUU declaró que todo el helio del mundo era propiedad suya y los alemanes tuvieron que conformarse con llenarlo de hidrógeno. Aquello y una chispa de electricidad estática bastaron para destruir el Hindenburg en menos de 40 segundos. Por suerte para los que iban a bordo, fue durante la maniobra de atraque y hubo quien pudo escapar.



Las imágenes de la destrucción del Hindenburg el 6 de mayo de 1937 dieron la vuelta al mundo, haciendo que la carrera de los dirigibles se frenara en seco y que pocos humanos volvieran a confiar en ellos. Desde entonces, los dirigibles se han utilizado principalmente con fines publicitarios y de reconocimiento, pero no han resurgido realmente hasta muy recientemente. Su buena eficiencia energética y los altos precios de los combustibles los han vuelto a hacer competitivos, y la empresa alemana Zeppelin Luftschifftechnik GmbH, sucesora de la vieja Zeppelin, ha vuelto a lanzar al mercado un dirigible que fabrica en serie y lleva en servicio desde los años 90 con relativo éxito: el Zeppelin NT (que, eso sí, esta vez va lleno de helio).


El Zeppelin NT
Hélices propulsoras del Zeppelin NT

Hay también proyectos mucho más ambiciosos de gigantescos dirigibles cargueros que son francamente atractivos. Para empezar, un dirigible no necesita apenas infraestructura para operar, al contrario que los aviones. Además, podría elevar cargas muy grandes si tuviera un diseño lo suficientemente bueno. Y su consumo es muy bajo. El SkyFreighter de Millenium Airship Inc., por ejemplo, podría ser el futuro del transporte comercial de mercancías, con su estructura semirrígida, su gran capacidad de carga, su versatilidad y su alta maniobrabiblidad. Las nuevas tecnologías, como el fly-by-wire y los turbofanes de muy alta eficiencia (por ejemplo el ITAMMS del SkyFreighter), permiten que los dirigibles modernos estén bastante lejos de los de las primeras décadas del siglo XX.


Imagen artística del SkyFreighter

Disclaimer: Millenium Airship Inc. no tiene nada que ver con la redacción de este artículo. Juan de la Cuerva nunca, JAMÁS, aceptaría un soborno de ninguna empresa humana con fines publicitarios o de cualquier otra índole. La aparente publicidad sobre el SkyFreighter es pura coincidencia, que quede claro.



 
 

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ALAS (I)

 
 

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via Juan de la Cuerva by Lyd on 10/23/07


La forma de las alas es quizá el factor de mayor importancia cuando uno quiere volar (aparte del hecho, por supuesto, de que es necesario tener alas para hacerlo). Ya seáis aves marinas de esas que vuelan larguísimas distancias, planeadores natos como los buitres, o ases de la velocidad como los halcones, vuestra forma de volar va a estar siempre, sin excepción, determinada por la forma de vuestras alas. Pero antes de explicar nada, hay que introducir algunos de los parámetros que se usan para definir la forma en planta de un ala:


Parámetros del ala

Según los humanos, en los pájaros se pueden observar cuatro tipos de alas (que ningún chorlito se ofenda por no estar recogido en esta clasificación; recordad que la han hecho los humanos):


Tipos de alas en los pájaros

  • El ala elíptica, como la que tenemos los córvidos y la mayoría de los pájaros adaptados a moverse por el bosque, es corta y ancha (es decir, de bajo alargamiento), redondeada y muy ranurada, lo que nos permite mucha maniobrabilidad y buena sustentación a bajas velocidades.
  • Las golondrinas, halcones y demás amantes de la velocidad tienen unas alas estrechas (alto alargamiento) y sin ranuras, y un perfil con poca curvatura, y suelen tener un poco de flecha. Esta configuración les permite volar muy rápido con la menor resistencia aerodinámica posible.
  • Las aves migratorias marinas, como el albatros, tienen unas alas de muy alto alargamiento, no ranuradas, para volar rápido y con el mínimo gasto de energía.
  • Y los planeadores de tierra adentro, como las rapaces y los buitres, tienen alas de alargamiento relativamente bajo y muy ranuradas, con un perfil bastante curvo, que les permite llevar cargas pesadas y gastar la mínima energía posible durante el vuelo, así como volar a baja velocidad.


Águila Real levantando un zorro, y un pariente saliendo por patas

También hay quien no tiene alas y se las fabrica por pura envidia (léase humanos). Y, como suele ocurrir con casi todo lo que hacen los susodichos, han terminado por crear cosas verdaderamente estrambóticas. En lo referente a formas en planta, por ejemplo, ya les queda poco por probar (aunque nunca se sabe por dónde puede salir un humano inspirado).


Tipos de alas

Comenzaron con lo más sencillo que se les pudo ocurrir: la planta rectangular. Pero este diseño presenta bastantes problemas, sobre todo cuando las velocidades comienzan a ser un poco altas, porque produce mucha resistencia. Luego se les ocurrió estrechar gradualmente las alas desde la raíz (o encastre) hasta la punta. Esta forma tiene algunas ventajas en relación con la anterior: refuerza la estructura en el encastre del ala y reduce la resistencia aerodinámica. Aunque el hecho de que la cuerda se vaya reduciendo hacia la punta hace que sea más propensa a entrar en pérdida en esa zona, lo que suele solucionarse retorciéndola, de manera que el ángulo de ataque de la punta sea mayor que el de la raíz. Pero esto, claro, también aumenta la resistencia aerodinámica.


Alas rectas y elípticas

Resulta que la resistencia tiene un mínimo para una distribución de sustentación con forma elíptica. Así que los humanos intentaron conseguir el ala perfecta con esa forma (Heinkel He-70), aunque pronto descubrieron que, con este diseño, toda el ala entraba súbitamente en pérdida y era imposible controlar el avión cuando esto sucedía. Modificando ligeramente la forma del ala consiguieron paliar este efecto (el famoso Spitfire, por ejemplo). Pero la mejora en aerodinámica no compensaba el coste que suponía fabricar una forma en planta tan compleja, ya que un ala recta con un estrechamiento de 0,4 o 0,5 produce una resistencia similar. Así que el diseño fue abandonado (como es costumbre entre los humanos cuando consideran que algo no es rentable).


F-22 repostando en vuelo desde un KC-10

Las siguientes en llegar fueron las alas en flecha, y lo hicieron cuando la velocidad de los aviones se acercó al régimen transónico. En estas condiciones comienza a aparecer otro tipo de resistencia aerodinámica: la resistencia de onda, asociada a la aparición de ondas de choque (ya hemos hablado de esto otras veces). Antes de llegar a vuelo supersónico aparecen ondas de choque locales en algunos puntos del avión, particularente en el extradós del ala, debido a que en esos puntos se alcanza la velocidad del sonido. Si el ala se coloca oblicua con respecto a la corriente, parte del aire puede desviarse siguiendo el borde de ataque, por lo que el flujo restante cruza el ala con menor velocidad. Es decir, es sólo la componente perpendicular al ala la que puede ocasionar ondas de choque. Cuanto menor sea esta componente (disminuye al aumentar la flecha), más velocidad neta necesitarán las ondas de choque para formarse, y, aunque el avión vuele a velocidades cercanas al transónico, la resistencia de onda será pequeña.


Flecha para distintas velocidades de vuelo supersónico

Cuando se alcanza y supera la velocidad del sonido, el punto más adelantado crea una onda de choque que afecta a todo lo que tiene detrás y tiene forma cónica. El cono será más afilado cuanto mayor sea la velocidad a la que vuela el avión. El objetivo en este caso es que las alas se mantengan siempre dentro de dicho cono, ya que en su interior la velocidad perpendicular al mismo es siempre subsónica y el comportamiento de las alas será bueno. Por tanto, cuanto mayor sea la velocidad de crucero de un avión, mayor deberá ser su flecha. Para régimen transónico debería valer entre 30 y 50 grados, dependiendo de la velocidad de crucero, y para vuelo supersónico la flecha debería ser mayor de 50 grados.


Maqueta del F-14 mostrando las distintas posiciones de las alas

A bajas velocidades, sin embargo, el hecho de que parte del flujo se desvíe a lo largo del ala, de la raíz a la punta, es perjudicial, porque hace que las puntas entren en pérdida (pudiendo ocasionar la «danza del Sabre», como la llamaron los humanos debido a que el F-86 Sabre tenía la mala costumbre de hacer eso). Además, la resistencia es mayor que si el ala no tuviera flecha. Se han diseñado varios aviones de flecha variable para intentar adaptar la flecha a las condiciones de vuelo (por ejemplo, el F-14), pero este sistema penaliza el peso y complica la estructura del avión.


Diferencias entre el flujo con flecha normal e invertida

La flecha invertida (X-29, Su-47) es una solución equivalente a la anterior para altas velocidades de vuelo, por las mismas razones. Sin embargo, presenta algunas diferencias. No tiene problemas de entrada en pérdida, porque el flujo de aire recorre el ala de la punta hacia la raíz, donde el fuselaje ayuda a reducir el desprendimiento de la corriente, y además, si es un ala con estrechamiento, la superficie es mayor cerca del encastre, proporcionando más sustentación. Por el contrario, son más inestables, y un avión con este diseño depende por completo de sistemas como el fly-by-wire, aunque esta misma inestabilidad también hace que sean más maniobrables.


Avión experimental de flecha invertida Grumman X-29

El ala en delta es un buen diseño para aviones supersónicos, ya que tiene un ángulo de flecha elevado y muy buen comportamiento a altas velocidades. Frente a un ala en flecha normal presenta las ventajas de ser más fácil de construir y mucho más robusta, además de disponer de mayor volumen en su interior para alojar mecanismos o combustible. La entrada en pérdida se produce para ángulos de ataque más elevados que en las alas en flecha. Sin embargo, los primeros diseños de ala en delta tenían una eficiencia aerodinámica muy pobre a bajas velocidades, por lo que los despegues y aterrizajes debían hacerse en pistas muy largas y a alta velocidad (lo que los hacía bastante peligrosillos), y presentaban problemas de estabilidad. Esto hizo que el diseño fuera casi abandonado. Fue en los años 70, con la llegada del fly-by-wire y la introducción de ligeros cambios en la geometría puramente delta, cuando se rescató el concepto. Muchos aviones modernos han conseguido retener las buenas cualidades del ala en delta y minimizar sus inconvenientes, obteniendo muy buena maniobrabilidad y altas prestaciones en un rango bastante amplio de condiciones de vuelo. Como ejemplo, un vídeo bastante espectacular del Su-27 haciendo la Cobra de Pugachev.


Eurofighter Typhoon, con su diseño en delta y canard

Otros diseños en delta incluyen el canard, además del fly-by-wire, con muy buenos resultados también, ya que ayuda a obtener la sustentación necesaria en el vuelo a baja velocidad, además de hacer el avión más maniobrable (JAS 39 Gripen, Eurofighter Typhoon).


Hasta aquí hemos tratado los tipos de ala más comunes. Los humanos han diseñado cosas realmente extravagantes, aunque muchas de ellas se basan en los principios que hemos visto, como por ejemplo el ala oblicua, que persigue el mismo objetivo que el ala en flecha:


Avión experimental de ala oblicua AD-1

Las alas en anillo, que para el mismo alargamiento tienen mayor eficiencia aerodinámica que un ala plana:


Ala anular

O los extraños diseños facetados de los aviones espías, como el F-117 (que en realidad penalizan la aerodinámica).


Avión espía F-117

O, en fin, cosas más raras todavía.


El X-36 y su extraña geometría sin deriva vertical

Para los chorlitos que quieran ampliar información, unos enlaces: sobre el vuelo de las aves, sobre vuelo supersónico y sobre formas de alas.



 
 

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