domingo, 28 de agosto de 2005

El grupo escolar de Las Indias

El 29 de junio de 1945, García-Escámez inauguró el primer colegio del Mando Económico construido en La Palma

Juan Carlos Díaz Lorenzo*
Fuencaliente


El Mando Económico de Canarias es la manifestación más destacada del período que se conoce como autarquía del franquismo en el archipiélago, en una época de vacas flacas y penurias de todo tipo, que se agudizó especialmente a partir de 1941, en plena guerra mundial y apenas dos años después del final de la guerra civil española, que dejó el país sumido en una situación desastrosa.

"El Gobierno -dice la memoria de creación del citado organismo-, atento a los problemas nacionales y a la vista de las posibles complicaciones que la contienda mundial pudiera originar, tomando en consideración el aislamiento y la lejanía del Archipiélago Canario, consideró necesario reunir de la mano del Capitán General la dirección de su Economía, al igual que el mando de todas las fuerzas de los tres Ejércitos de Tierra, Mar y Aire". De acuerdo con esta decisión, el Mando Económico de Canarias se creó mediante decreto presidencial de 5 de agosto de 1941, que firmó el Jefe del Estado el 25 de septiembre siguiente.

"Esta medida de previsión (...) consistente en centralizar en una sola persona todos los resortes de mando, vida y ordenación económica de una región tan aislada del territorio nacional, sólo fue anticipo y organización hecha en la calma de la paz de lo que, de todas formas y por imperio de la necesidad, se hubiera realizado por sí sólo en el caso de que España se hubiese visto obligada a tomar parte en la guerra, ya que, durante ella, la suerte de los países muchas veces se jugaba por agentes externos a sus propios deseos y conveniencias".

Serrador, que había sido ascendido a general de división el 23 de febrero de 1939, fue nombrado general-jefe de las Fuerzas de Tierra, Mar y Aire de las Islas Canarias e inspector de las Tropas del África Occidental Española el 9 de julio de 1940, y relevó en el mando de la capitanía al general Vicente Valderrama Arias. Por tanto, le correspondió asumir la etapa inicial del Mando Económico, durante la cual se produjo su ascenso a teniente general, el 8 de enero de 1943, unos días antes de su fallecimiento, ocurrido en la capital tinerfeña el 23 de enero.

Con carácter interino se hizo cargo el general de división Eugenio Sanz de Larín, hasta el 4 de marzo siguiente, en que se produjo el nombramiento, en consejo de ministros, del entonces general de división Francisco García-Escámez e Iniesta, que llegó a Tenerife el 26 de marzo, procedente de Sevilla y Las Palmas, siendo recibido en el muelle por un inmenso gentío y tomando posesión de su nuevo cargo en la tarde de ese mismo día.

Aquellos eran otros tiempos. En su recorrido hasta el palacio de Capitanía, desde las ventanas y balcones de las calles por las que pasaba el cortejo fueron arrojadas a su paso millares de octavillas con textos de exaltación patriótica. El protagonista era entonces un héroe popular, un personaje admirado y respetado, un general en posesión de la Cruz Laureada de San Fernando y de la Medalla Militar Individual, además de un hombre que se granjeó muy pronto el afecto de las autoridades y de la ciudadanía -"un sutil y encantador andaluz", en el decir de Juan Arencibia- y que habría de dejar una profunda huella de su ejercicio y capacidad durante el tiempo en que ejerció su alto cargo.

Desde su toma de posesión, habría de transcurrir un año hasta que el general García-Escámez visitó La Palma con carácter oficial. El 4 de marzo de 1944 salió de Tenerife a bordo de un buque de la Marina de Guerra, recorriendo entonces, además, las islas de El Hierro y La Gomera. En el transcurso del citado mes visitó también las tres islas de la provincia de Las Palmas, así como La Graciosa.

Para llevar adelante su importante misión, el capitán general nombró delegados del Mando Económico y de Abastecimientos en las dos islas mayores y subdelegados en las islas menores, que en el caso de La Palma fueron los siguientes jefes militares: Valeriano Rubio Losada, coronel de Infantería; Luis Durango Pardini, coronel de Caballería; José Zamorano Lomelino, coronel de Infantería y Enrique Ayra Luciarte, coronel de Infantería, respectivamente.

En todas las decisiones tomadas por el Mando Económico, que fueron muchas en el período de vigencia comprendido entre 1941 y 1946, se consideraron las necesidades más diversas y la política de abastecimiento, facilitando en lo posible el autoabastecimiento de papas, cereales y otros alimentos básicos.

La pérdida temporal del régimen histórico de Puertos Francos se trató de compensar con la política de precios, estimulando la competencia comercial y poniendo topes a los artículos de primera necesidad. Se creó un "consorcio de almacenistas" para la intervención de los artículos básicos, reglamentando su distribución y su circulación, siendo responsable del almacenamiento, mermas y averías. También se lograron cupos especiales para el abastecimiento de tejidos procedentes de la Península.

En el transporte y debido a los problemas de repuestos y combustibles, con un parque móvil anticuado, se organizaron secciones de camiones que abastecían a los pueblos y cargaban los plátanos y los tomates para su descarga en el puerto, permitiendo así su exportación. Asimismo se organizó un taller de reparación y recauchutado de cubiertas, autorizando la importación de las materias primas necesarias.

El Mando Económico protegió la industria tabaquera, prestando especial atención a los agricultores y permitió algunas importaciones para el mantenimiento de la actividad. También impulsó la industria de conservas de pescado y salazones, buscando mercados y proporcionando materia básica para la fabricación de los envases.

En cuanto a política social, y con el objetivo de amortiguar los efectos del paro, que entonces tenía un fuerte impacto en las islas, se acometieron diversas obras de interés general, como algunas carreteras, caminos vecinales, puentes, construcción de viviendas, barriadas para obreros, talleres de formación, escuelas y casas para maestros, obras religiosas, obras sanitarias y de beneficencia (sanatorios, hospitales, leproserías, jardines de infancia), muelles, embarcaderos, presas, canales, depósitos, embalses, conducciones, perforación de galerías de agua, suministro eléctrico, cooperativa vinícola (en Fuencaliente, precisamente), hoteles (Santa Catalina, en Las Palmas y Mencey, en Santa Cruz de Tenerife) y mercados (Nuestra Señora de África, en la capital tinerfeña).

El capítulo más cuantioso de las obras construidas por el Mando Económico se refiere a las escuelas, a las que hay que añadir las viviendas destinadas a los maestros. La enseñanza estaba entonces en una situación muy deficiente, ya que en la mayoría de los pueblos y, sobre todo, en las dos capitales, faltaban escuelas y muchas de las que entonces existían carecían de condiciones higiénicas y pedagógicas.

Como, además, las corporaciones insulares y locales carecían de medios económicos para afrontar estas necesidades, el Mando Económico contribuyó a la solución del problema construyendo modernos grupos escolares y adquirió otros edificios para su reforma y transformación en escuelas públicas en aquellos pueblos en los que, por su población escolar, no precisaban de la construcción de un grupo nuevo. Es preciso señalar, además, que el Mando Económico adquirió los terrenos para la Universidad de La Laguna y organizó centros culturales en barriadas obreras, dotados de bibliotecas.

En total, el Mando Económico construyó 19 colegios y aunque no todos son significativos, hay algunos casos en los que las obras se reducían al adecentamiento de un antiguo inmueble, como sucede en las islas de El Hierro, Fuerteventura y Lanzarote. Las construcciones presentan unas características similares en función de su localización geográfica.

"Los criterios pedagógicos -explica la profesora Maisa Navarro en su excelente libro Arquitectura del Mando Económico en Canarias- son bastante limitados, ya que la única preocupación parece ser la separación de los sexos en las edades primeras de la escolarización, y el espacio reservado a las actividades deportivas".

En La Palma, el Mando Económico construyó el grupo escolar de Las Indias, en Fuencaliente, primero de su tipo existente en la Isla y acondicionó un edificio escuela en Breña Alta, en colaboración con el ayuntamiento de aquella localidad, para el que aportó 35.000 pesetas.

El grupo escolar de Las Indias corresponde a un proyecto del coronel de Ingenieros Manuel Martín de la Escalera. El solar donde se levanta el edificio fue adquirido mediante suscripción popular, "siendo un exponente del sacrificio que ello supone" y su construcción se materializó con el trabajo voluntario de los vecinos.

El citado edificio, el más notable de cuantos entonces existían en el municipio, fue inaugurado el 29 de junio de 1945 en presencia del capitán general Francisco García-Escámez y de las primeras autoridades civiles y militares de la Isla.

Este "templo de la educación, perfectamente higiénico y pedagógico", que lleva el nombre del ilustre militar, es un edificio de dos plantas, de las cuales la baja está habilitada para impartir clases y la alta fue vivienda para los maestros y desde sus inicios dispuso de una modesta biblioteca. El coste final de la obra ascendió a 266.957,14 pesetas.

El aporte voluntario de los vecinos de Las Indias -con diez días de peonadas cada uno- hizo posible, además, la construcción de una plaza anexa en la que después se celebraron muchos bailes y fiestas y dos calles, que fueron inauguradas el 29 de junio de 1947, es decir, justo dos años después de la inauguración del grupo escolar.

En aquel día, el programa de festejos comenzó con la bendición solemne de la plaza y la calle, así como la celebración de una misa y comunión general ofrecida por la intención del capitán general y del maestro nacional y alcalde del municipio. Por la tarde se descubrió una lápida con el nombre del homenajeado, que bendijo el sacerdote Salvador Miralles Pérez. A continuación se descubrió otra lápida con el nombre del general y una niña alumna del grupo escolar recitó el poema "Gratitud", interviniendo también el maestro nacional Juan Torres Hernández.

Un diálogo entre abuelos y nieto dio paso a las palabras del alcalde, Emilio Quintana Sánchez, que cerró el acto. Por la noche, la renombrada orquesta de esta localidad Minerva Jazz amenizó una gran verbena "a beneficio del perfeccionamiento de los trabajos antes expresados", según reza el programa de actos.

Además del colegio, la plaza lleva el nombre del ilustre y laureado militar y la calle el nombre del maestro nacional de Las Indias y entonces alcalde de Fuencaliente, Emilio Quintana Sánchez, "como exponente de la unión de todos los vecinos, como prueba de gratitud y como demostrativo del resurgimiento cultural de todos".

El 6 de febrero de 1948, el capitán general García-Escámez recibió el nombramiento de Hijo Adoptivo de Fuencaliente en el transcurso de un acto celebrado en el salón de actos del nuevo Ayuntamiento. A continuación, la comitiva se trasladó al edificio de la cooperativa vinícola para proceder a su inauguración y desveló un busto del ilustre militar en la plazoleta que preside la fachada del edificio.

García-Escámez, que está considerado uno de los mejores capitanes generales de Canarias -y los ha habido realmente buenos- falleció el 12 de junio de 1951 en Santa Cruz de Tenerife y sus restos mortales reposan en la iglesia de la barriada que lleva su nombre en la capital tinerfeña. En 1952 se le concedió la dignidad de marqués de Somosierra, que ostenta su hijo mayor.

El afecto que se siente en Fuencaliente por la memoria de este insigne militar llevó a la cooperativa Llanovid a denominar "Escámez" a la primera cosecha de vino joven de 1993 con denominación de origen, con la preceptiva autorización de la familia García-Escámez. Por entonces se proyectaba la producción de una solera de gran calidad que se denominaría "Marqués de Somosierra". Esta iniciativa había sido propuesta por el cónsul de Venezuela en La Palma, Antonio Manuel Díaz Rodríguez, el día de la presentación del Consejo Regulador para la Denominación de Origen "Vinos de La Palma", con sede en Fuencaliente.

domingo, 21 de agosto de 2005

Los años cruciales de Fuencaliente

En el censo de 1860 habitaban el municipio 1.197 vecinos, de los cuales 622 se asentaban en Las Indias


JUAN CARLOS DIAZ LORENZO*
Fuencaliente

La independencia de Fuencaliente coincidió con la regencia de María Cristina de Borbón (1833-1840) y la promulgación de la Constitución Liberal del 18 de junio de 1837, que se amparaba bajo los principios de libertad, igualdad y fraternidad y contenía objetivos bien definidos: Extensión del sufragio, reparto de tierras comunales, revisión de los títulos de señoríos, replanteamiento de las ventas de la desamortización eclesiástica, abolición de los consumos, igualdad en el reclutamiento por quintas, organización federal del poder, derecho al trabajo...

Los primeros años de vida del nuevo municipio fueron duros y difíciles como consecuencia de las condiciones derivadas de un pueblo pobre, de escasos recursos, falto de agua, malas cosechas y sometido a una notable presión recaudatoria que, en algún momento, puso en aprietos su continuidad.

El 23 de febrero de 1837, apenas cuatro días después de la constitución del primer ayuntamiento de la localidad, se reunió el pleno para nombrar al primer secretario en la persona de José María Hernández García, quien además ocuparía de modo paralelo el cargo de maestro de primeras letras y más adelante, los de mayordomo depositario de los fondos generales de la contribución del culto y celador de montes hasta su cese en 1844. También se acordó alquilar una casa por un año que tuviera sala capitular y "señalar y marcar los puntos donde se debe fabricar la cárcel y corral de este lugar, y que quedaron marcados y señalados para dar principio al trabajo cuanto antes" y autorizaba "el corte de madera para la casa capitular, cárcel y demás obras públicas en este pueblo".

Los vecinos de Las Caletas -bajo la supervisión del tercer regidor municipal, Blas Hernández García- se hicieron cargo de los trabajos de la cárcel, cuyas obras comenzaron en marzo de 1837, mientras que los vecinos de Los Canarios acometieron el corral vecinal, según el mismo acuerdo municipal, que designó al segundo regidor, Mariano Pérez Ríos, para su consecución.

Y se recuerda a los vecinos su obligación de participar en la gestión municipal:

"... sobre el personal que podía desempeñar los empleos municipales de república, que lo son en este pueblo un alcalde, cuatro regidores y un síndico con arreglo al artículo cuarto del Decreto de las Cortes de 23 de Mayo de 1812" (acta de 24 de diciembre de 1838).

Como se cita, los libros de actas ponen de manifiesto las dificultades derivadas de una fuerte presión recaudatoria de impuestos como consecuencia de la controvertida política nacional de la época.

Así, ocho meses después de constituido el nuevo ayuntamiento "se nombran dos recaudadores para cobrar la contribución extraordinaria de guerras" y en cada sesión son constantes las citas que recuerdan y obligan al cobro de impuestos para satisfacer las exigencias "de la Superioridad":

Son constantes los acuerdos de esta índole, entre los que seleccionamos los más llamativos:

"Acordose que cada regidor en sus respectivos cuarteles proceda á embargar á los contribuyentes morosos en verificar el pago de sus respectivas cuotas de contribución y todo el que no lo verifique del modo acordado sufrirá los estragos que ocasiona una comisión..." (acta de 16 de julio de 1849).

"Vióse una circular del Sor. Gobernador de la Provincia inserta en el Boletín número 45 referente á que se satisfaga por esta corporación el veinte por ciento sobre los arbitrios e impuestos establecidos y se acordó su cumplimiento" (acta de 13 de mayo de 1850).

"... con objeto de discutir el medio para cubrir el déficit del presupuesto municipal y se acordó el recargo de 35 reales 22 céntimos sobre el cupo de la contribución territorial" (acta de 25 de octubre de 1859).

"... hallándose próximo el tiempo de solventarse los adeudos de contribuciones del presente año, y adeudando aún cantidades los forasteros, se les invite por los Regidores á que comparezcan a satisfacerlas en la recaudación" (acta de 15 de noviembre de 1859).

De acuerdo con el artículo 3º de la Ley de 3 de febrero de 1823, en el mes de octubre de cada año el Ayuntamiento debía elaborar y remitir la previsión del presupuesto municipal a la Diputación Provincial, para su autorización.

En febrero de 1839 el Ayuntamiento acomete "la formación de la casa pósito de este pueblo, formándose el efecto las listas y arreglo del trabajo" y se advierte a la población del riesgo de la fiebre amarilla, según una comunicación de la Diputación Provincial.

A partir de 1840 se advierte una mayor participación vecinal en los asuntos de la política local, aunque sujetos a las disposiciones de orden provincial y nacional. Es el caso, por ejemplo, de la reorganización de la milicia, en la que el Ayuntamiento tiene que hilar muy fino, echando mano del venerable párroco y de sus libros bautismales para conformar las listas de mozos.



Relaciones difíciles
Las relaciones en esta primera etapa con el vecino pueblo de Mazo, aunque en apariencia normales, fueron difíciles. Y no sólo en cuestiones administrativas y recaudatorias, sino también motivadas por disputas en cuanto a la delimitación de los linderos, de tal modo que la Diputación Provincial tuvo que intervenir en varias ocasiones para poner orden en las respectivas aspiraciones. También existieron problemas análogos con El Paso, aunque no tan tensos, relacionados con los linderos en Los Charcos y la zona de monte.

En julio de 1850 aún no estaban claramente delimitados los linderos del municipio, de lo cual también se ocupa la corporación, como así aparece reflejado:

"De diez de julio del año ppdo. se nombran para calcular la extensión del pueblo a Dn. Domingo Pérez y Pérez, quien calculará igualmente las tierras que no tienen o nada producen siendo sus acompañantes Dn. Antonio Guillén Méndez y Dn. Antonio González. Se nombra igualmente á para que midan de las rayas limítrofes del pueblo de Mazo al del Paso á como asimismo del puerto denominado Punta Larga a la Montaña del fuego á Dn. Pedro Morera Yanes y Dn. Antonio Díaz Ximénez, á quien se haga saber este nombramiento por el Sor. Presidente a fin de que evacuen con toda prisa que el asunto requiere".

Desde un principio existió conciencia colectiva de la importancia que supone la conservación de los magníficos montes de pinos en el municipio. En ese sentido, las disposiciones sobre cortes de madera fueron, durante años, motivo de severas advertencias a los vecinos que pudiesen incurrir en falta y en algunas ocasiones motivo de sanciones y hasta enfrentamientos con los pueblos de Mazo y El Paso.

En los libros de actas se consignan algunas citas curiosas, como éstas:

"Acordose mandar a cortar en los montes de este lugar ocho dornajos que indispensablemente se necesitan para lavar la ropa en el pozo donde está todo el vecindario..." (acta de 23 de diciembre de 1860).

"... también se trató sobre el cuidado con que se deben conservar los pinares, aunque los terrenos sean de particulares, tomándose las medidas legales, y no permitiéndose la más leve infracción ó abuso de las ordenanzas del ramo" (acta de 23 de diciembre de 1860).

No menos severas eran las advertencias para el pastoreo del ganado:

"El Sor. Presidente llamó la atención de la Ilustre Municipalidad acerca de los daños que se causan con los ganados por ciertas personas que no pueden por no tener que darles de comer y tienen por necesidad que hacer daño en propiedades ajenas; y en consecuencia se acordó se les reduzca dicho ganado al puramente indispensable y que tengan donde eriarlo, no encontrándose en propiedad ajenas para no ser castigados como corresponde, si cualquiera se quejare de hoy en adelante..." (acta de 2 de julio de 1860).

Un hecho lamentable vino a complicar aún más las cosas en la pobre economía local, cuando el 5 de noviembre de 1844 una plaga de langosta llega a la Isla y asola las cosechas. El Ayuntamiento, reunido con carácter urgente, y pese a su impotencia en este tipo de circunstancias, reclama "prontas y eficaces gestiones".

Las dificultades de las malas cosechas, de la carencia de agua y, en consecuencia, de las sequías que padecía el territorio obligó a la corporación a invocar medidas de orden divino:

"Acordose oficiar al venerable párroco para que se haga rogativa, quitando en procesión ordinaria á Nuestra Señora de los Dolores para ver si la Divina Providencia nos socorre con lluvia para que no se pierdan los sembrados" (acta de 1 de marzo de 1854).

"... que sólo habrá como ciento cincuenta reses lanares, ciento siete cabrío y como cuarenta de cerdo; no pasando de dos el vecino que más tiene, y éstos los cogen de comer a la mano no perjudicando a persona alguna" (acta de 18 de abril de 1858).



El censo de 1860
El diccionario estadístico-administrativo de Pedro Olive cita que en el censo de 1860 habitaban Fuencaliente 1.197 vecinos y la mayor parte de la población se asentaba en el barrio de Las Indias, con un total de 622. Los Canarios apenas sobrepasaba el centenar -de hecho, lo superaban en número Los Quemados y Las Caletas-, lo que pone de manifiesto que fue la construcción de la carretera general del Sur, a finales de siglo, lo que motivó su despegue poblacional.

Las condiciones de vida eran bastante deficitarias. La mayoría de los vecinos vivían en chozas construidas con piedra seca y techos de colmo de centeno, pues de 685 construcciones censadas, 432 eran chozas, sólo seis casas tenían dos pisos, cuatro de ellas en Los Quemados. En este barrio estaba ubicado, por entonces, el Ayuntamiento y se asentaban las familias más pudientes del pueblo, así como en Los Polveros y Las Cabezadas, en Las Indias.

Pedro Olive describe la situación de los acuíferos: "Sólo existen dos pozos con una producción de 360 pipas en 24 horas. En años de sequía, en los aljibes no se llenaban, los vecinos tenían que recurrir a ellos e incluso recogían agua de los pozos que existían en Bajamar para beber".

El periódico El Time, primero que vio la luz en La Palma, incidía en el tema: "Causa gran pena ver que no tienen sus vecinos de donde proveerse de agua más que de un pozo cerca del mar y a la larga distancia, siendo tan salobre que apenas se puede tragar, y que la necesidad obliga a servirse de ella".

En esta época existía en Fuencaliente una escuela de niños, que costaba a las arcas municipales 1.100 reales de vellón. Apenas 27 personas sabían leer y escribir -24 hombres y tres mujeres- y todas estas carencias unidas a la natural pobreza del suelo, en terrenos de escorias volcánicas en los que sólo la vid y el centeno eran productivos, así como la crisis vitivinícola, obligaba a la juventud a la emigración americana. En el plazo de cinco años, según los datos de Olive, 77 fuencalenteros emigraron a Cuba, lo que provocó un desnivel en la pirámide de edad, pues entre los 16 y 30 años sólo había en el pueblo 122 hombres y 207 mujeres.

La alimentación se basaba, fundamentalmente, de gofio de centeno, boniatos, pescado y las escasas variedades de verduras de una tierra de secano, en las que en los años de sequía había de recurrir al gofio de raíz de helecho, que era por entonces uno de los mayores rendimientos de los montes públicos.

domingo, 14 de agosto de 2005

Crónica del aeropuerto de Buenavista

La inauguración oficial se celebró el 19 de junio de 1955, en presencia del ministro del Ejército del Aire

UAN CARLOS DIAZ LORENZO
BREÑA ALTA


En el pasado mes de junio se cumplieron 50 años de la inauguración del aeropuerto de Buenavista. Ha transcurrido, pues, medio siglo desde que La Palma abrió la puerta de la aviación, que tanto ha representado en su proyección nacional e internacional, sobre todo a partir de abril de 1970, cuando el complicado campo de aviación fue sustituido por el nuevo de Mazo.

En la mañana del 19 de junio de 1955, el ministro del Aire, general Eduardo González Gallarza llegó a La Palma tripulando un avión Junkers Ju-52. El ministro venía acompañado por el director general de Aeropuertos, general Vicente Roa Miranda y el director general de Aviación Civil, coronel Pinzón.

"Buen padrino tiene la Isla -escribe La Tarde- en su bautizo del aire, en su primer encuentro con los pájaros metálicos, en su incorporación a las rutas del moderno y rápido transporte". Tras él aterrizaron un DC-3 de Iberia pilotado por José María Ansaldo y Luis Guil Valverde y otro Junkers Ju-52 del Ejército del Aire con base en Gando, en el que iba el general Manzaneque. "Inenarrable es el momento de los aterrizajes -dice la crónica de DIARIO DE AVISOS-, una compacta muchedumbre repartida a lo largo de cerca del kilómetro y medio que el campo mide aplaudían con entusiasmo y con vítores jubilosos de feliz arribo".

La ceremonia estuvo amadrinada por la hija del ministro, Regina González Gallarza y bendijo las nuevas instalaciones el obispo de la Diócesis Nivariense, monseñor Domingo Pérez Cáceres, que se encontraba de visita en La Palma con motivo de las Fiestas Lustrales. Entre las autoridades figuraban el gobernador civil y jefe provincial del Movimiento, Andrés Marín Martín, el presidente de la Mancomunidad Provincial de Cabildos, Antonio Lecuona Hardisson, el Cabildo Insular de La Palma al completo, presidido por Fernando del Castillo Olivares, los alcaldes de la isla, diversos representantes de la Administración, directivos de Iberia y otras personalidades.

A continuación, la comitiva se dirigió a la capital insular, siendo recibido el ministro al pie del Ayuntamiento por su alcalde, Agustín Perdigón Benítez, donde se ofreció un vino de honor y actuó la Agrupación Coral de Cámara de Pamplona, trasladándose a continuación al Parador Nacional, donde el Cabildo Insular le ofreció un almuerzo, precedido por las intervenciones del presidente accidental de la corporación, Antonio Carrillo Kábana y del propio ministro.

Por la tarde, González Gallarza recorrió la carretera de Las Breñas, Mazo, Fuencaliente y Las Manchas, donde se detuvo para conocer el curso de la lava del volcán de San Juan. A su retorno a la capital insular asistió a las exhibiciones folclóricas celebradas en la plaza de Santo Domingo, visitó la Tómbola de Caridad y por la noche presenció un concierto de la Agrupación Coral de Cámara de Pamplona, en el cine Avenida. Al día siguiente visitó Puntallana, Los Sauces y llegó a Los Tilos, regresando a la capital palmera para emprender el viaje de regreso por la tarde.

El 22 de septiembre siguiente, el nuevo aeropuerto quedó abierto al tráfico aéreo civil nacional, internacional de turismo y escalas técnicas, sin más restricciones que las impuestas por sus especiales características. Al día siguiente se autorizó a la compañía Iberia para el establecimiento de la línea aérea Tenerife-La Palma, haciéndolo a partir del 16 de mayo de 1956 con aviones DC-3 y una frecuencia inicial de días alternos. Por sus especiales características, el jefe de pilotos de Iberia, José María Ansaldo, encomendó la operación en el aeropuerto palmero a los comandantes Luis Guil Valverde y Vicente Ramos Hernández.

Debido a las frecuentes incidencias meteorológicas -vientos y lluvias- y al hecho de que la pista era de tierra, el aeropuerto estuvo inoperativo en numerosas ocasiones. Para solucionar en parte este inconveniente, el Ministerio del Aire decidió acometer el asfaltado de la pista, por lo que en julio de 1956 se cerró al tráfico y el 29 de agosto siguiente salió a contrata la ejecución de la obra, por un importe de 4.210.605,67 pesetas, que se adjudicó el 27 de septiembre siguiente.

En enero de 1958, cuando el aeropuerto fue de nuevo abierto al tráfico, Iberia reanudó los vuelos desde Tenerife con carácter diario. Debido a la escasa longitud de la pista, que termina en un apreciable talud en la cabecera norte, se produjeron algunos percances de los aviones Junkers Ju-52 del Ejército del Aire, saliéndose de los límites en el momento del aterrizaje, pues no siempre podían frenar dentro del espacio disponible, aunque no se produjeron daños importantes.

El personal militar del aeropuerto lo formaba un pelotón de una veintena de soldados a las órdenes del teniente Enrique Cuyás. Por entonces, clasificado de tercera categoría, el aeropuerto disponía de una pista compactada de 900 m de longitud, marcación 03-21, una plataforma para el estacionamiento de un solo avión dotado de unas argollas para el amarre de la aeronave cuando soplaba el viento y un barracón de madera y techo de uralita de unos 80 m2, que hacía las funciones de edificio terminal de servicios y pasajeros, en el que también estaban los equipos de meteorología y radiotelegrafía, mientras que el control aéreo se ejercía desde una torre móvil situada junto al barracón. El suministro de víveres y munición para la guarnición, así como el combustible de aviación en bidones, llegaba a La Palma a bordo del motovelero Nazareth, propiedad del Ejército del Aire.

En el transcurso de 1959 se instaló un centro de emisiones provisional para mejorar las comunicaciones con los aeropuertos de Los Rodeos y Gando, de modo que les permitiera conocer a tiempo real las condiciones meteorológicas de la isla, ya que los vuelos tenían que suspenderse con frecuencia debido a que la proximidad de las montañas provoca cambios frecuentes en los vientos y el estancamiento de nubes bajas. En ese mismo año se realizaron obras en el drenaje de la pista de vuelo, que no consiguieron mejorar la situación.

Para impedir el acceso de los animales al recinto fue necesario instalar un vallado en el perímetro, así como unas barreras para controlar el paso de los vehículos y personas, ya que la carretera de la Cumbre atraviesa la pista de vuelo en sentido perpendicular casi por el centro de la misma. Cuando el avión se encontraba a una diez millas de la cabecera, se daba la orden al guarda para que las cerrara y vigilara los accesos.

Por entonces estaba en construcción la nueva torre de control, que entró en servicio en 1960. El edificio, que todavía existe, está formado por dos plantas de 30 metros cuadrados cada una y estaba equipado con aparatos de VHF y HF, así como de radiotelegrafía para establecer comunicación con los aviones.

Pese a estos avances, los pilotos que habitualmente volaban a La Palma -entre ellos Luis Guil Valverde, Vicente Ramos Hernández, José María Ordovás, Baldomero Monterde Fornos y Eugenio Maldonado-, conocedores de las peculiaridades de la pista de Buenavista, pedían en ocasiones que se colocaran botes de humo en los extremos para que sirvieran de ayuda visual en la maniobra de aproximación y aterrizaje. Cuando el viento soplaba de ladera por encima de los 10 nudos, se hacía imposible la toma de tierra con seguridad, por lo que, la mayoría de las veces, se abortaba la operación y el avión regresaba a Tenerife, dándose también la circunstancia de que en ocasiones podía complicarse la operación en el aeropuerto de Los Rodeos, por lo que los pasajeros acababan finalmente pasando la noche en Gran Canaria, como escala alternativa.

En 1962 se había retirado el destacamento militar del aeropuerto, aunque el jefe seguía siendo un teniente del Ejército del Aire y el resto del personal estaba formado por civiles contratados. El edificio se aprovechó para destinarlo a terminal de pasajeros, siendo reformado y dotado de un vestíbulo de espera y un bar en el centro, así como zona de venta de billetes, facturación y entrega y recogida de equipajes a la derecha, por el que se accedía al estacionamiento de aeronaves, así como una pequeña tienda y aseos para el público. La parte oficial estaba compuesta por una oficina para el jefe del aeropuerto, otra para las gestiones de tráfico aéreo, un botiquín y un cuarto para el personal que trabajaba en la instalación.

Las primeras normas de seguridad que se establecieron en el aeropuerto de Buenavista vinieron dictadas por el general jefe de la Zona Aérea de Canarias, y en ellas se pedía al jefe del aeropuerto que intensificase la vigilancia de las instalaciones, de los aviones, de los depósitos de combustible y de las maletas o bultos sospechosos. Los equipajes "abandonados" debían trasladarse a un lugar apartado hasta que alguien los reclamase.El motivo de estas actuaciones no era otro que prevenir una pretendida campaña de sabotajes que "organizaciones radicadas en el extranjero" estaban planificando en España "colocando explosivos en las maletas".

El 1 de julio de 1964 aterrizó en el campo de Buenavista un avión turbohélice Avro 748, de la compañía Hawker Siddeley Aviation Ltd., que se encontraba en Canarias en viaje de demostración. A bordo iba personal de Iberia y entre ellos el comandante Vicente Ramos Hernández, encargado de evaluar sus prestaciones ante su posible adquisición para relevar al DC-3, lo que finalmente no se produjo, pues cuando llegó el momento de renovar la flota, la compañía se inclinó por la opción del Fokker F-27.

El 1 de septiembre de 1965 se reguló, mediante orden ministerial, la denominación de los aeropuertos españoles para adecuarlos a la normativa internacional, razón por la cual el campo de aviación de Buenavista pasó a denominarse oficialmente Aeropuerto de La Palma. Por entonces figuraba incluido en el grupo de desarrollo regional, contemplado en el desarrollo del Plan de Aeropuertos y Rutas Aéreas 1963-1967, considerándose incluso la posibilidad del establecimiento de helipuertos que permitiesen el transporte aéreo con la isla, idea que no prosperó por la falta de desarrollo, entonces, de este tipo de aeronaves.

En 1966 fue necesario reformar las instalaciones destinadas al tránsito de pasajeros del aeropuerto de Buenavista, debido al pésimo estado en que se encontraba el primitivo barracón de madera. En este año se incorporó el primer técnico, Ángel Concha Prieto, como jefe del Negociado de Información Aeronáutica y unos meses después llegó el primer controlador aéreo.

Las dificultades operativas del aeropuerto de Buenavista obligaron a Iberia a la instalación en dos aviones DC-3 que operaba Spantax de unos cohetes JATO (acrónimo de Jet Assisted Take Off) para suministrar potencia adicional en caso de fallo de motor en el despegue o en los casos de aterrizajes frustrados. Sin embargo, dichos cohetes dieron algún susto a los tripulantes y pasajeros del DC-3. En una ocasión, con el avión posicionado en la cabecera de pista preparado para el despegue, se dispararon de manera accidental, provocando un fuerte ruido que incluso alarmó a la población cercana, quedando el avión envuelto en una gran nube de polvo blanco. En otro viaje, cuando sobrevolaba el campo de Bajamar, en el que se disputaba un partido de fútbol, sucedió lo mismo, saliendo el público despavorido ante el estampido, pensando que el avión se les venía encima.

En septiembre de 1967 el aeropuerto de Buenavista fue clasificado de segunda categoría y atendía dos vuelos diarios de Iberia en la línea de Tenerife, además del escaso tráfico militar y vuelos esporádicos de avionetas y de helicópteros del SAR. En octubre 1967 asumió el mando el teniente Antonio Díaz Carrasco.

Durante una temporada, Iberia cedió la línea Tenerife-La Palma a Spantax, en la que operó con aviones DC-3 y Fokker F-27, volando además en otras líneas del archipiélago canario, así como a las principales poblaciones del Sáhara Occidental. En esta etapa, en septiembre de 1966 se produjo el accidente de un DC-3 en aguas de El Sauzal, cuando volaba de Tenerife a La Palma.

En 1968, cuando Iberia incorporó los aviones Fokker F-27 a las líneas interinsulares de Canarias, la compañía recuperó la línea de La Palma y amplió la frecuencia a tres vuelos diarios y, asimismo, estableció un nuevo servicio desde Gran Canaria. Spantax siguió operando algunos vuelos chárter con DC-3 y Fokker F-27, así como la compañía TASSA, exclusivamente con DC-3, en los que volaba el comandante Constantino "Tino" Rubio Lorenzo, una de las figuras legendarias de la aviación en Canarias, que había vivido en La Palma durante los años de la guerra civil española. El Ejército del Aire mantuvo su presencia con los aviones Junkers Ju-52, T-6 Texan y esporádicamente también aterrizaron los reactores Saeta.

Sin embargo, el aeropuerto de Buenavista tenía los días contados. El accidente de un avión F-27 de Iberia, el 5 de enero de 1970, que se salió de la pista en el momento del aterrizaje y cayó por el talud norte, precipitó los acontecimientos. Apenas tres meses después, las operaciones pasaron al nuevo aeropuerto de Mazo, que habría de marcar una nueva etapa en la historia de las comunicaciones aéreas de la Isla, de tan vital importancia.

domingo, 7 de agosto de 2005

Los ex- votos marineros de Las Nieves

De los trece existentes en La Palma, siete se encuentran en el Real Santuario y datan de los siglos XVII, XVIII y XIX

Juan Carlos Díaz Lorenzo
Santa Cruz de La Palma


Al mundo de la marinería pertenece el tema, para nosotros muy entrañable, de los exvotos marineros, trece de los cuales existen en La Palma y siete de ellos cuelgan en las paredes del Real Santuario de Nuestra Señora de las Nieves. Hace algo más de dos lustros, el sacerdote Pedro Manuel Francisco de las Casas, rector del primer centro mariano de la isla, nos acercó, con su generosidad y afecto, al valioso fondo documental existente sobre este particular, con el que ahora finalizamos la serie de reportajes que durante las últimas semanas hemos venido dedicando a la Bajada de la Virgen.

Los trece ejemplares existentes en la isla están localizados en cuatro iglesias situadas todas ellas en el término municipal de Santa Cruz de La Palma. Hasta comienzos de la década de los setenta del siglo XX, los exvotos eran apenas conocidos y valorados por un reducido grupo de especialistas en Historia del Arte, así como otros expertos.

En el año 1973, los miembros del programa nacional "Misión Rescate" lograron despertar el interés por estas obras, que entonces se habían estado deshaciendo irremediablemente por el paso del tiempo, momento en el que el investigador palmero Alberto José Fernández García se encargó de la primera restauración de los mismos, lo que ejecutó con una apreciable minuciosidad y rigor, como era habitual en su trabajo.

Uno de los aspectos que más valoró el jurado nacional de "Misión Rescate" fue una memoria con una selección de más de setenta páginas y casi un centenar de fotografías de los ex-votos marineros de La Palma, lo que exigió varios meses de estudio, búsqueda de datos, análisis artístico de las obras, asesoramiento de expertos en la materia, redacción e ilustración gráfica. Posteriormente dicha documentación fue catalogada por la Dirección General de Patrimonio Artístico y Cultural.

Han pasado poco más de treinta años desde que la Patrulla nº 10 de "Misión Rescate" en La Palma alcanzó el premio del VI Torneo Nacional, correspondiente a la Campaña VIII, cuya entrega se celebró el 23 de noviembre de 1974 en un acto celebrado en Madrid, presidido por el entonces subsecretario de Información y Turismo, José María Sánchez-Ventura.

El galardón reconoció un conjunto de actividades que iban desde el rescate material y documental de lugares y piezas, hasta el despliegue de un pequeño museo para la conservación y exhibición pedagógica de los elementos más interesantes de cuantos se han rescatado, y algunos de los cuales tienen su lugar en el Museo Insular de Arte Sacro de Las Nieves, así como la publicación semanal de una página en DIARIO DE AVISOS, que se puso al servicio de la salvaguarda del patrimonio histórico-artístico de La Palma.

El director del Museo Marítimo de Barcelona, ubicado en las Reales Atarazanas de la Ciudad Condal, confirmó la existencia en La Palma de los dos ex-votos marineros pictóricos más antiguos del país, ya que, entre los recogidos en el trabajo galardonado, figuran dos del siglo XVII -1621 y 1639-, y el que por expertos era considerado como el más antiguo -fechado en 1702- estaba y sigue estando en el Museo Marítimo, pero ya no es el más antiguo del país, como se había considerado hasta entonces.

Siete son los ex-votos marineros pictóricos conservados en el Real Santuario de Nuestra Señora de las Nieves, que datan de los años 1639, 1704, 1722, 1723, 1757, 1768 y 1867. Todos ellos están pintados en óleo sobre lienzo y miden 70 x 50 cm., aproximadamente.



Ex-voto de 1639
Este exvoto, el único que se conserva del siglo XVII en el Real Santuario de Nuestra Señora de Las Nieves, es el segundo más antiguo de la Isla y, probablemente, de España. En coincidencia con los otros que existen en este templo, está realizado sobre lienzo y tiene prácticamente las mismas medidas. Pese a esas semejanzas, defiere de modo notable en la manera de representar el navío, ya que en este caso se trata de una fragata cuyo nombre se desconoce, aunque no así el de su capitán.

El episodio descrito se produjo en el golfo de Campeche, poco después de la salida del puerto de su mismo nombre. Obsérvese que varios de los hechos que motivan ex-votos de los que se conservan en La Palma, ocurrieron en esa región, en la que nuestra Isla estuvo presente a través de sus marinos y de sus barcos.

La leyenda de este ex-voto -al igual que sucede con todas las que existen en el Real Santuario-, está rehecha y destaca por los muchos datos que aporta sobre el episodio y que el autor del lienzo procuró representar con el mayor detalle posible, añadiendo a la descripción las expresivas palabras "como pintado se vé" y distinguiéndose las siluetas de ocho marineros maniobrando sobre cubierta y diversos objetos ya tirados al mar.

Leyenda: "El año de 1639 el día 9 de Mayo salió una fragata del puerto de Campeche, su Capn. Dn. Luis de Miranda, á cumplir su registro para estas Islas Canarias, y el día 12 del mismo mes á las 11 1/2 de la noche nos hallamos varados en un bajo que llaman el Alacran, y estuvimos varados hasta el día 16 á la tarde trabajando noche y día para salvar las vidas: y al cabo de este tiempo fué el Señor servido y la Virgen de las Nieves que nadara dicha fragata y fuera navegando hasta Campeche sin peligrar la carga y los palos picados botados al agua como pintando se vé. Un devoto de aquella Santa Virgen prometió colocar el portento en su milagrosa Casa" (Rehecha).



Ex-voto de 1704
Este es uno de los ex-votos más originales y bellos de cuantos se conservan en la Isla y representa un combate naval entre una nave cristiana y otra turca, un hecho por entonces -a principios del siglo XVIII- muy frecuentes en las proximidades de estas islas, al tratarse de un paso obligado de los navíos que traficaban con las Américas y que eran objeto de la codicia pirateresca.

Ningún otro ex-voto de La Palma recoge un hecho similar, de ahí que llame poderosamente la atención, así como su leyenda, pues hace referencia a una ermita y virgen de Las Nieves de Taganana, en Tenerife y no al Santuario de La Palma. La presencia, pues, del ex-voto en La Palma podría explicarse por la condición palmera de los navegantes o de las naves.

Donde en la leyenda dice "naga" léase "Anaga", zona costera del Norte de Tenerife, de difícil navegación y muy propicia a los ataques sorpresivos de naves piratas.

Leyenda: "El 30 de agosto de 1704, salió de la Habana el Capn. Juan Estrella, en el Navio nombrado Ntra. Sra. del Sagrario y S. José: y navegado 56 dias hasta naga, dió con un Navio argelino de turcos, á vista de una Ermita de ntra. sra. de las Nieves en Taganana y habiéndosele abordado y guerreado tres horas: luego qe. invocaron esta Sra. cesó el combate quedandoles muchos muertos, y de los ntros. no más que 3 heridos" (rehecha).



Ex-voto de 1722
Este ex-voto presenta la misma particularidad del anterior. No hay imagen sagrada en ningún rincón de la composición, pero el carácter sobrenatural del hecho queda expresado en esa claridad "celestial" que rodea la nave y en la alusión que en la leyenda se hace a una estrella, la cual se representa en el lienzo, asimismo orlada de luz sobrenatural.

El hecho constatado ocurrió en la ruta de La Palma -"este puerto" parece ser el de la capital palmera- hacia América o la Península, pues la mencionada "Isla de San Miguel" pudiera referirse a una de las Azores.

La nave aparece detalladamente representada en su aparejo, siendo minucioso también el tratamiento de los objetos que han caído al mar, detalles todos que confirman el interés descriptivo de estas obras populares que, por ello, quedan para la posteridad como un documento más del mundo de la navegación de la época.

Leyenda: "Habiendo salido de este puerto el barco de Nicolás Márques para la isla de Sn. Miguel el dia 25 de Febrero, al cabo de 25 días de viaje les dió un fuerte temporal, y habiendo visto en este conflicto una estrella, invocaron á nuestra Señora de las Nieves, y cesó la tormenta: el año de mil setecientos veinte y dos" (rehecha).



Ex-voto de 1723

Se trata de un ex-voto cuya composición es muy repetida en el conjunto de los ex-votos marineros pictóricos de La Palma. Resulta similar, sobre todo, a los ex-votos de la ermita de El Planto. La forma en que se hunde la nave recuerda a los ex-votos de 1715 y 1722 y, desde luego, al que se considera el mejor de ellos, el de 1621, en que parecen inspirarse todos estos.

El hecho ocurrió a un navío francés, cuya relación con La Palma se desconoce. Lo cierto es que el ex-voto está en el Real Santuario de Nuestra Señora de Las Nieves y hace referencia a la Patrona palmera -su imagen aparece fielmente representada en un ángulo del lienzo-, pero la "gravísima tormenta" sobrevino en la travesía de la Isla Martinica a Cádiz.

Es apreciable el valor geográfico que encierran todos estos ex-votos, con esa riqueza de referencias a mares, islas, rutas de puerto a puerto, etcétera. Constituyen, asimismo, un documento que constata la presencia de determinadas gentes -estos marinos palmeros, tan devotos de sus advocaciones religiosas- en sitios tan dispares.

Leyenda: "Habiendo salido de la Maritinica para Cádiz en una Galera Francesa, el 8 de Abril de 1723 á las 11 1/2 de la noche nos aconteció tan gravísima tormenta que nos vimos sumergidos: é invocando a Ntra. Sra. de las Nieves, fuimos socorridos en tan grande conflicto" (rehecha).



Ex-voto de 1757
Este ex-voto recoge un hecho cuyos protagonistas -nave y capitán- son los mismos del suceso que motivó el ex-voto de la ermita de El Planto y además ocurrió en el mismo año, aunque se trata de dos viajes diferentes, pues el ex-voto de El Planto refiere uno ocurrido en la travesía Campeche-La Habana, en julio y el ex-voto de Las Nieves sitúa el hecho en la travesía La Habana-Canarias, en el mes de agosto, a continuación del anterior.

Sin embargo, los dos ex-votos nos conducen a dos autores diferentes, pues son distintas las técnicas y hasta las dimensiones, aún cuando la forma de representar el navío es la misma. En el ángulo superior izquierdo, en un claro del cielo, aparece la efigie de la Virgen y sus atributos: los vestidos, en rojo y con joyas, y los atributos, los mismos que en los ex-votos de 1639 y 1723.

Sin embargo, en este ex-voto hay que destacar el detalle de su leyenda, que aparece rehecha, su integridad queda respaldada, no obstante, por la comparación que puede hacerse de la misma con la leyenda intacta del ex-voto de 1757.

Leyenda: "Habiendo salido para las Canarias de la Habana el 9 de agosto del año 57 el navío nombrado Ntra. Sra. de las Angustias (a) el Canario, su Capitan Dn. Franco. Cousel, desembocó con felicidad; y estando en altura de 36º 8' y en longd. de 31º 43' le sobrevino un huracan y corrió 24 horas: pero habiendo invocado a Ntra. Sra. de las Nves. cesó la tempestad. Hízose este diseño pr. devocon. del Capn. y Dn. Jose Benito Lujan, piloto de dha. embarcacion" (rehecha).



Ex-voto de 1768

Este ex-voto pudiera ser el más valioso desde el punto de vista pictórico y por lo que a la efigie sagrada representada se refiere, si bien en ella hay un punto muy oscuro, no cabe duda que la invocación es a la Virgen de Las Nieves -así se lee en la leyenda-, pero en la efigie representada queda una imagen de la Virgen que nada tiene que ver con la Patrona de La Palma.

Los protagonistas, por lo que a las embarcaciones se refiere, son dos: una goleta y un bote, distinguiéndose en este último y a buen tamaño -caso único en los ex-votos marineros pictóricos de La Palma- a un marino en actitud de reverente plegaria.

El hecho que motivó este ex-voto está muy bien descrito en la leyenda del pie, pues ocurrió en las costas venezolanas, en las que, al igual que en las Antillas, era importante ya en este tiempo la presencia de colonias de isleños, muchos de ellos palmeros.

Obsérvese cómo en cualquier lugar en que se encontrara, no había para el palmero más intercesión celestial que pedir a la de Nuestra Señora de Las Nieves, advocación mariana muy vinculada desde siempre a las personas y labores de la mar. No era, por supuesto, la única intercesión a la que se acogía el navegante palmero pero sí, con mucho, la más frecuente.

Leyenda: "Saliendo el dia 22 de Sete. de 1768 la Goleta nombrada Ntra. Sra. del Rosario con su Capn. Dn. Franco. Padron de las Islas de Turquilan pa. el Guarico, á las 8 de la noche le entró un fuerte temporal que hundió el barco bajo el agua, sin más que la popa de fuera y á una distancia corta su bote con Lorenzo Alvarez; po. á este á poco rato se le sasobró , el cual desps. de vuelto lo achicó con un plato qe. había tomado de abordo, y usando de su vela llegó á Guarico en 5 días sin pasar en ellos alimento alguno; favor de la Reina de los ángeles bajo el título de las Nieves á quien llamó de todo su corazón" (rehecha).



Ex-voto 1867

Aunque es el más moderno de todos y, desde el punto de vista artístico uno de los más simples y pobres, se trata de un auténtico ex-voto marinero pictórico, que pertenece a la colección del Real Santuario de Las Nieves. Al igual que el resto de los ex-votos, ha sido restaurado y tiene nuevo marco, sustituto de uno de madera normal carcomida.

El ex-voto presenta en el lado derecho un faro recortado sobre el mar. La duda es la siguiente: ¿Quién es ese niño? ¿el hijo de un navegante, navegante él a su vez quizás? ¿un miembro de la familia del faro, arrebatado por una ola traicionera? Ahí queda su nombre y el año del prodigio agradecido. En la parte superior del cuadro, la Virgen protectora, Nuestra Señora de Las Nieves. La leyenda del pie, la más lacónica de todos los ex-votos, no dice nada más.

Leyenda: "Antonio Esbert Campos - Enero 21 de 1867" (Intacta).