domingo, 27 de febrero de 2005

Los primeros años del aeropuerto de Mazo


En octubre de 1950, el ayuntamiento macense ofreció los terrenos de La Caleta para construir el aeródromo insular

Juan Carlos Díaz Lorenzo
Villa de Mazo

En octubre de 1950, cuando aún no había sido construido el aeropuerto de Buenavista, el Ayuntamiento de Villa de Mazo -en tiempos del alcalde Toribio Brito de Paz-, había manifestado en sesión plenaria su disponibilidad para construir el aeropuerto que La Palma necesitaba en la zona costera del municipio y lo expresa en los siguientes términos:

"No disponiendo esta Isla de ningún campo de aviación y siéndole muy necesario (…) este Ayuntamiento hace constar que en la llanura existente en este municipio, en el pago de Monte de Breña, lugar conocido por La Caleta cercano al mar (…) a su juicio pudiera reunir las condiciones precisas para dicho aeródromo por lo que vería con satisfacción, que se construyera éste en el lugar indicado, a cuyo efecto, y pese a las dificultades económicas de este Ayuntamiento, está dispuesto a la entrega de los terrenos que haya de ocupar la obra que se solicita".

Casi a finales de la década, en julio de 1959, los técnicos del Cabildo Insular de La Palma iniciaron las mediciones de un trozo de terreno en la citada zona de la costa de Mazo, como una posible alternativa para construir un nuevo aeropuerto. El Ayuntamiento reiteró entonces su ofrecimiento, contactando incluso con los propietarios de los terrenos para su cesión gratuita.

El 18 de agosto de aquel año se hizo público el primer anteproyecto de sustitución por otro campo de aviación que iría ubicado en la costa de Fuencaliente. La propuesta fue desechada, lo mismo que otra que proponía su emplazamiento en terrenos de Puntallana.

A principios de 1963, el Cabildo Insular de La Palma había contratado a un técnico y a tres ayudantes del Servicio Meteorológico del Ministerio del Aire para que hicieran el estudio de vientos y aportaran la información necesaria. En febrero, el Ayuntamiento de Mazo inició una campaña informativa dirigida a los propietarios de los terrenos y a mediados de septiembre llegó a la Isla el coronel José Luis Servet, jefe de Obra de Aeropuertos, del citado Ministerio.

En octubre de 1963, el Cabildo Insular encargó un estudio de dominio de vientos en la zona de Punta Ganado, en la costa de Mazo. Después de realizar varios estudios topográficos e iniciar las negociaciones con el Ministerio del Aire se decidió su emplazamiento definitivo en la Punta de las Lajas, a unos 30 m de altitud en la zona costera del citado municipio.

Los estudios meteorológicos obtuvieron resultados positivos y el Cabildo Insular inició las gestiones para la adquisición de los terrenos necesarios para su cesión al Ministerio del Aire. El Ayuntamiento de Villa de Mazo accedió de inmediato haciendo un llamamiento a los propietarios para que no pusieran obstáculos. Y los vecinos, "en un gesto cívico admirable, que no fue -como afirmaba José Antonio Soler tiempo después- a su debido tiempo valorado, cedieron generosamente al Cabildo sus tierras, por una cantidad simbólica", como apunta Cirilo Velázquez en su libro Historia general de Villa de Mazo.

En marzo de 1964, el ministro de Hacienda, Mariano Navarro Rubio, con motivo de una visita oficial a Santa Cruz de Tenerife, ofreció una partida de 240 millones de pesetas destinadas a las obras del aeropuerto palmero, comprometiéndose el gobernador civil, Juan Pablos Abril, a enviar de inmediato el anteproyecto al Ministerio del Aire. A finales del mes de abril, el coronel Servet volvió a La Palma para entrevistarse con las autoridades de Villa de Mazo y tratar los detalles del citado documento.

En septiembre del citado año, la empresa especializada Aerocam comenzó el estudio para determinar el presupuesto definitivo de las obras. Unos días después, el 19, encontrándose en la isla el ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne, el presidente del Cabildo recibió un telegrama desde Madrid con la noticia de la aprobación técnica del anteproyecto, que se encontraba redactado a finales de diciembre, con un presupuesto total de 298.786.164 pesetas.

Características
El aeropuerto, según los estudios técnicos, tendría una pista de vuelo de 1.700 metros de longitud, lo que habría de permitir en el futuro las operaciones de aviones reactores de los tipos DC-9 y Boeing B-727. Está situado a 29 metros sobre el nivel del mar, en orientación Norte-Sur, presenta vientos moderados del primer cuadrante, con temperaturas de 20 a 25º, y escasez de lluvia o nubes bajas que puedan afectar a la visibilidad en pista o en aproximación.

En febrero de 1965, el Cabildo Insular aprobó una partida de 42,1 millones de pesetas y la Mancomunidad Interprovincial aportó otros 60,2 millones más para acometer las vías de acceso al nuevo aeropuerto, así como algunas obras menores relacionadas con el mismo.

El 10 de abril se celebró una asamblea en el Cabildo Insular, presidida por el delegado insular del Gobierno, Manuel Rodríguez la Rubia, a la que acudieron los alcaldes de la isla y otras representaciones, siendo informados detalladamente del proyecto y en noviembre de ese mismo año, el propio ministro del Aire, general José Lacalle Larraga, expresó en público su apoyo a la construcción del nuevo aeropuerto, que había generado grandes expectativas e ilusiones entre la sociedad palmera.

A finales de mayo visitó La Palma el ministro Laureano López Rodó, comisario del I Plan de Desarrollo, cuando ya se había recibido la orden para la adquisición de los terrenos. En agosto salieron a concurso las obras por un importe de casi 233 millones de pesetas, aunque el proceso de aplazó, por disposición de la Subsecretaría de Aviación Civil, hasta el 12 de diciembre, espacio de tiempo en el que ingenieros y técnicos de diversas compañías hicieron estudios sobre el terreno para elaborar sus propuestas al Estado.

En agosto de 1966 salieron a subasta las obras del nuevo aeropuerto insular, que incluyen la pista de vuelo, edificio terminal, centro de emisores, central eléctrica y torre de control, por un importe de casi 270 millones de pesetas. Los trabajos de la pista de vuelo fueron adjudicados a la empresa Aeródromos y Carreteras, S.A., que inició las obras a principios de 1967.

A finales de 1966, el Consejo de Ministros aprobó definitivamente el expediente del nuevo aeropuerto de La Palma. En enero de 1967 se publicaron los nombres de las empresas adjudicatarias: Empresa Portuguesa Aeródromos y Carreteras, S.A. se haría cargo de la pista de vuelo; Entrecanales y Távora, S.A., de los diferentes edificios (terminal de pasajeros, torre de control y centro emisor) y Wat S.A. de las instalaciones eléctricas.

En febrero de 1967 se redactó el proyecto del trazado de la nueva vía de acceso al aeropuerto por la costa, dirigido por el ingeniero-jefe provincial de Obras Públicas, Juan Amigó de Lara. A mediados de marzo, después del replanteo, comenzaron las obras de la pista de vuelo bajo la supervisión del comandante Azcárraga.

A comienzos de 1968 estaba aprobado el proyecto de la vía costera de acceso al aeropuerto, de 4,4 kilómetros de longitud, que salió a subasta en junio de 1969 con un presupuesto de 36,8 millones de pesetas, siendo adjudicada al contratista Tomás Toledo. Los trabajos comenzaron en abril de 1970.

En junio de 1968 llegó a la isla el general Miguel Guerrero García, jefe de la Zona Aérea de Canarias, con la finalidad de inspeccionar las obras, acompañado, entre otros, del subdirector general de Infraestructuras del Ministerio del Aire, coronel López Pedraza, destacado valedor del programa de obras aeroportuarias de las Islas Canarias en aquella época.

El 28 de octubre de 1969 visitó las obras el ministro del Aire, general José Lacalle Larraga, acompañado por las autoridades insulares que acudieron a recibirle, entre los que se encontraba Alfonso Henríquez Tabares, que ocupaba el cargo de delegado del Gobierno y Manuel Pérez Acosta, la presidencia del Cabildo. Por entonces se había anunciado el proyecto de ampliación de la pista de vuelo en 800 metros y se acometía la construcción de los edificios de contra incendios y de servicios.

Actos de inauguración
En enero de 1970, el nuevo titular del Ministerio, general Julio Salvador Díaz Benjumea, visitó las obras, que estaban a punto de concluirse. El 24 de febrero aterrizó el primer avión, un DC-3 del Ejército del Aire tripulado por el comandante Benítez Góngora, en el que viajaba, entre otras personalidades, el general-jefe de la Zona Aérea de Canarias, Miguel Guerrero. El 3 de abril siguiente se iniciaron los vuelos directos entre La Palma y Gran Canaria con aviones Fokker F-27.

La inauguración oficial se celebró el 15 de abril siguiente, fecha en la que el Boletín Oficial del Estado publicó la disposición del Ministerio del Aire que autorizaba el servicio aeronáutico en el nuevo aeropuerto y el cese del anterior. Ese mismo día, el primer vuelo de Tenerife operó en el aeródromo de Buenavista y el siguiente, con un intervalo de dos horas, lo hizo en el nuevo aeropuerto de Mazo.

Un avión Fokker F-27 de Iberia, Río Pisuerga, al mando del comandante tinerfeño Vicente Ramos, aterrizó en el nuevo aeropuerto llevando a bordo a las primeras autoridades civiles de la provincia -entre ellos iba Gabriel Elorriaga Fernández, gobernador civil, y José Miguel Galván Bello, presidente de la Mancomunidad de Cabildos y del Cabildo de Tenerife, respectivamente-, que fueron recibidas por las autoridades civiles y militares de La Palma y una gran muchedumbre, de gentes venidas desde todos los pueblos de la isla, así como paisanos desplazados desde Tenerife y Gran Canaria, que no quisieron perderse el acontecimiento.

Entre los invitados de aquel vuelo se encontraba el comandante Luis Guil Valverde, que había sido copiloto de José María Ansaldo cuando el primer vuelo de Iberia al aeropuerto de Buenavista. Francisco Laína García, delegado del Gobierno; Manuel Pérez Acosta, presidente del Cabildo (que viajó en el vuelo inaugural); comandante militar, teniente coronel Ildefonso Jiménez Rubio; alcalde de Santa Cruz de La Palma, Gabriel Duque Acosta; vicepresidente del Cabildo, José Francisco García Méndez, y alcalde accidental de Villa de Mazo, Teófilo Barrera Rodríguez.

En declaraciones a los medios informativos, el presidente de la Mancomunidad de Cabildos, José Miguel Galván Bello, destacó el factor humano y dijo que "La Palma ha dado su paso decisivo hacia la total y completa incorporación al Archipiélago. En resumen, este nuevo aeropuerto es sólo el punto de arranque, de despegue, para toda una nueva etapa en la historia de la Isla". El presidente del Cabildo Insular, Manuel Pérez Acosta, manifestó que "esta es la culminación de una obra importantísima, obra que es producto del esfuerzo y colaboración de muchos hombres y entidades que -codo a codo- tuvieron conciencia plena de cuanto se les exigía. Es el comienzo de una nueva era, pues desde hoy queda olvidada para siempre aquella sensación de aislamiento".

El delegado del Gobierno, Francisco Laína García, dijo a los periodistas que "hemos puesto grandes ilusiones en lograrlo. Ya lo tenemos y, al mismo tiempo, se ha puesto al descubierto otro factor que, en orden al turismo, está representado por la insuficiencia hotelera", un tema en el que profundizó el delegado provincial de Información y Turismo, Manuel Delgado Aranda: "Es, sin duda, el catalizador de las iniciativas turísticas que, en estado latente, en toda La Palma esperaban este momento. La Palma tiene ya vía libre en el camino del turismo, senda por la que marchará con éxito indudable".

El 12 de diciembre de 1970, el ministro del Aire, general Julio Salvador Díaz-Benjumea, inauguró oficialmente el nuevo aeropuerto. En aquella ocasión, el ilustre militar, después de escuchar los discursos de las autoridades insulares, manifestó que "para mí es verdaderamente agradable, y me produce una gran satisfacción, estar aquí con las autoridades provinciales y con las fuerzas vivas de esta isla. Más agradable y mayor satisfacción aún, los resultados que vamos recibiendo de este trabajo realizado con verdadero espíritu de equipo, entre el Ministerio del Aire, las autoridades provinciales y las locales. Realmente, la belleza de la isla, su luz, su color, su clima, al fin y al cabo son un regalo de la providencia, pero su prosperidad y el aumentar sus fuentes de riqueza está en vuestras manos".

El aeropuerto disponía entonces de una pista de vuelo marcación 01/19 de 1.700 metros de longitud x 45 metros de ancho y una plataforma de estacionamiento de aeronaves de 9.000 m2. Precedido, unos días antes, por un vuelo especial de un DC-9 de Aviaco en el que viajaron técnicos del INI y del Ministerio del Aire, el día 16 de diciembre aterrizó oficialmente el primer avión reactor en el nuevo aeropuerto de La Palma, un DC-9 de Iberia bautizado con el nombre de Ciudad de Santa Cruz de La Palma, matrícula EC-BQZ, que aterrizó procedente de Madrid y Tenerife, con 44 pasajeros a bordo, pilotado por el comandante Carlos Calderón.

El balizamiento, aproximación y ayudas radioeléctricas consistían en un radiofaro omnidireccional y localizador de pista. El horario operativo quedó fijado en orto-ocaso. El edificio terminal ocupaba una superficie de 1.150 m2 y 600 m2 de terraza y en febrero de 1974, cuando concluyeron todas las obras e instalaciones, se publicaron las servidumbres aeronáuticas. El tráfico aéreo interinsular se realizaba exclusivamente con aviones Fokker F-27, con una frecuencia de cuatro vuelos diarios desde Tenerife y uno desde Gran Canaria y que fueron incrementándose en número hasta alcanzar 18 vuelos diarios en 1979.

Hasta entonces el aeropuerto cumplía con su misión de acuerdo con las demandas del tráfico comercial del momento, pero el desarrollo de la Isla reclamaba otras actuaciones que iban más allá del servicio regular que prestaba la compañía Iberia con la flota Fokker F-27, máxime cuando así lo estaba demandando la propia sociedad palmera y las propias compañías aéreas. Como dato significativo, el transporte aéreo en la Isla experimentaba importantes incrementos, pues había pasado de 80.000 pasajeros en 1970, a casi 340.000 a finales de la década.

domingo, 13 de febrero de 2005

Retazos de la historia de Fuencaliente


En 1925 tomó posesión el primer médico titular del pueblo, José Asinou, con un sueldo de 1.500 pesetas anuales

En 1911, dos vecinos de Fuencaliente, Juan Pérez Díaz y Juan Torres Díaz, compraron el primer camión que tuvo el pueblo, un vehículo de la marca Albion, que acabó sus días arrimado en la cuneta, donde fue desmantelado. El conductor de este camión, llamado Modesto, vino de Las Palmas a trabajar en el pueblo.

Juan Carlos Díaz Lorenzo (Cronista Oficial de Fuencaliente)
Tazacorte

A comienzos de la década de los años veinte, ambos, en unión de Cipriano Díaz Martín, compraron otro vehículo de la marca Mercedes, que tenía las ruedas de madera y macizas.

En 1928 llegó el primer coche propiedad de un vecino de este pueblo. Se trataba de un Chevrolet, de paquete, propiedad de Benito Hernández, "que tenía las ruedas delgaditas como las de las bicicletas" -recuerda Maximino Francisco- y le costó a su propietario unas cinco mil pesetas. Este vehículo pasó después a la propiedad de Abraham Bienes y más tarde lo tuvo Gabriel Hernández, vecino de La Fajana, que lo utilizó como taxi. Otro vecino, Berto Leal, también tuvo un coche que utilizó como taxi.

En 1947, Vidal Lorenzo Hernández, vecino de Las Indias, compró un Chevrolet pequeño, con el que comercializó vinos y otros productos en el valle de Aridane y Santa Cruz de La Palma, principalmente.

En el año 1950, otro vecino de Las Indias, Antonio Hernández de Paz, adquirió un camión Indiana, de motor de gasolina, que posteriormente fue sustituido por un motor diésel, manejado por Casiano Hernández y Domingo Cabrera. Este vehículo había sido propiedad, con anterioridad, de los hermanos Félix y Luis Lorenzo, vecinos de Los Canarios. Posteriormente lo compró Luis Torres y más tarde Vidal Lorenzo. Todavía existe, en el taller de Roberto Cutillas, en Los Llanos de Aridane.

Antonio Felipe Torres fue el propietario de la primera guagua que tuvo Fuencaliente. Vino a comprarla en Tenerife y, según recuerda Maximino Francisco Pérez, era "una guagua perrera, vieja, de matrícula baja, pero marcó un hito en la historia del pueblo".

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Una Real Orden de fecha 16 de enero de 1913 fijó la demarcación de los partidos judiciales en La Palma, quedando la isla dividida en dos distritos. El de Los Llanos de Aridane, al que pertenece Fuencaliente, comprende, además, los municipios de El Paso, Tazacorte, Tijarafe, Puntagorda y Garafía.

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Después de un largo proceso administrativo, el 18 de agosto de 1914, siendo alcalde Pedro Cabrera Hernández, el Ministerio de Fomento dispuso una Real Orden, publicada en La Gaceta de Madrid el día 21 del mismo mes e inserta en el Boletín Oficial número 105, por la que se admitían provisionalmente las subvenciones y anticipos a las propuestas del concurso para la construcción de los tres caminos vecinales que enlazarían Las Caletas, Los Quemados y Las Indias con la carretera de Santa Cruz de La Palma a Candelaria, "mejora de importancia para el interés general de este vecindario", con un presupuesto de 60.125 pesetas, de las que se anticiparon 21.283,32 pesetas.

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Otro decreto de 20 de marzo de 1916 dividió a La Palma en dos distritos electorales, correspondientes a cada uno de los partidos judiciales citados. El primer diputado elegido por el segundo distrito, en el que contaron los votos de Fuencaliente, fue Luis Malaver y Serrano.

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El 2 de enero de 1916, en tiempos del alcalde anteriormente citado, se creó la primera plaza de guarda municipal jurado en Fuencaliente "a fin de que se observen las más elementales reglas de policía rural y orden público y se puedan corregir los abusos que se cometen por los dueños de ganado, especialmente las cabras, por conducirlas sin bozal ó de diestro á los pastos de sus dueños, según está prevenido por el Ayuntamiento desde hace tiempo con general aceptación del vecindario". El primer guarda municipal fue Manuel Rodríguez Martín, con un sueldo de 365 pesetas anuales "y tercera parte de las multas por faltas que denuncie" y "cuando haya fondos se le provea del uniforme y armamento con los requisitos legales".

También se acordó, en ese mismo día, publicar un bando "imponiendo la multa municipal desde cincuenta céntimos de peseta á una peseta cincuenta céntimos por cada res cabría que se encuentre sin bozal ó conducida de diestro por los dueños ó pastores por los caminos ó serventías antes de llegar á sus fincas propias, á fin de evitar tantos abusos y daños como se vienen cometiendo, denunciándose dicha falta a la alcaldía y cuando haya daños al Sr. juez municipal para su castigo".

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El 30 de enero de 1916, el Ayuntamiento acordó, atendiendo a una solicitud del Cabildo, contribuir con la donación de los postes necesarios para el tendido de la línea telefónica insular a su paso por el territorio municipal y una treintena de peones para los trabajos necesarios, en consideración a la "importancia general" del nuevo servicio.

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En abril de 1920 se pusieron a disposición de Obras Públicas los terrenos para la construcción del camino vecinal de La Cruz de las Cabezadas, "del poblado de Las Indias a la carretera de Santa Cruz de La Palma a Candelaria", en el kilómetro 34. No hubo oposición de los propietarios de los terrenos a facilitar su cesión, en el plazo de ocho días.

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Año importante en la historia de Fuencaliente el de 1925. El Ayuntamiento pleno, reunido bajo la presidencia de Pablo Pérez Díaz, celebró su primera sesión el 4 de enero del citado año y lo fue con un estreno, al tomar posesión de su plaza de médico titular el doctor José Asinou y Jubar, con un sueldo de 1.500 pesetas anuales, más una prima de 150 pesetas por desempeñar el cargo de inspector municipal, con derecho a quinquenios.

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Fuencaliente contribuyó al homenaje que la ciudad de La Laguna tributó en 1925 al ilustre Adolfo Cabrera Pinto, con motivo de su jubilación, aportando 60 pesetas para la celebración de los actos.

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El catedrático de la Universidad Central, Lucas Fernández Navarro, visitó Fuencaliente en el mes de julio de 1925, para realizar estudios científicos en el lugar donde se encontraba la célebre Fuente Santa, cobrando por los trabajos 1.000 pesetas, de las que se le pagaron por adelantado 500 y el resto cuando entregase el dictamen.

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El 20 de febrero de 1927 funcionó, por primera vez, un motor para generar la luz eléctrica en Fuencaliente. Se trataba de un aparato Siemens, de fabricación alemana, propiedad de Abraham Bienes Pérez y de su cuñado Julián Torres Díaz. Ambos comerciantes fueron los propietarios, asimismo, de la molina de gofio que existió en el pueblo y también del primer cine, si bien "a la gente no le gustaba, porque era mudo y al poco tiempo lo sacaron", según recuerda Nieves Bienes. Era alcalde del municipio, Pablo Pérez Díaz, vecino de Las Caletas.

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La primera venta de comestibles que existió en Las Indias, conocida como de la Pina, abrió sus puertas en 1929 y estuvo situada en una casa próxima a la curva de la Pared Nueva. Posteriormente, allí estuvo también una escuela primaria. De 1945 a 1989 existió otra venta, la de Vidal Lorenzo y Tana Hernández.

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Gumersindo Curbelo Yanes, destacado comerciante, instaló en 1939 la primera bomba de gasolina que existió en Fuencaliente, situada a la entrada norte del pueblo, muy cerca de donde está la actual. El combustible se almacenaba en bidones y más tarde, la Casa Duque -concesionaria general en la Isla- instaló un depósito de mayor capacidad. Otra bomba de gasolina de Texaco existió en la esquina del establecimiento de Rafael Hernández Conde, donde hoy está el bar Parada. Gumersindo Curbelo Yanes sería alcalde de Fuencaliente en dos ocasiones durante los años de la II Guerra Mundial.

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Uno de los taxis más famosos de Fuencaliente fue, sin duda, el que tuvo Casiano Hernández Hernández. El coche, un Chevrolet de seis cilindros y 21 caballos, con dos ruedas de repuesto, llantas del 18, cerrado y cuatro puertas, matrícula TF-5719, disponía de ocho plazas y lo había comprado en Tenerife un vecino de Las Indias, Julián Narciso, en la cantidad de 90.000 pesetas, una cifra importante para la época. Luego lo tuvieron Quiterio Carballo, Cándido Francisco y Alberto Torres, respectivamente.

En 1950, lo compró Casiano Hernández en 60.000 pesetas. Fue, en realidad, el primer taxista que tuvo Fuencaliente. Entonces no era, desde luego, un negocio rentable. El coche estuvo en funcionamiento hasta 1963. Los viajes con pasajeros eran escasos y por eso las más de las veces aprovechaba para llevar y traer garrafones, quesos y otras mercancías, así como otros encargos, entre los que se puede citar medicamentos, que luego los vecinos -cuando no podían- pagaban a plazos. Muchas veces, Casiano Hernández salió de madrugada de su casa, atendiendo a la súplica de los vecinos para llevar a niños y mayores enfermos a los médicos Manuel Morales, en Tazacorte y Pedro Hernández Torres, en Los Llanos de Aridane.

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El 1 de abril de 1954, el pleno municipal -alcalde, Emilio Quintana Sánchez- acordó proceder a la expropiación del solar y la casa propiedad de Ángel Díaz Duque, para construir un hogar rural para el Frente de Juventudes. El 11 de mayo se autorizó la compra de los terrenos e, iniciados los trabajos, en 1959 finalizó su construcción. En este edificio se instaló en 1967 el Teleclub, una iniciativa del Ministerio de Educación y Ciencia y en la actualidad es la sede del Consejo Regulador de la Denominación de Origen de Vinos de La Palma.

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En el transcurso del año 1956 se realizaron los trabajos de apertura de la pista Las Vistas - Llano de Los Cestos, de indudable interés forestal para la zona.

domingo, 6 de febrero de 2005

Una tragedia envuelta en misterio


Insistentes bulos y rumores justificaban la desaparición del "Fausto" en una supuesta escapada a Venezuela

Transcurridos 17 días desde que saltó la alarma de la desaparición del moto-pesquero Fausto y del intenso trabajo por unidades de la Marina de Guerra y del Ejército del Aire, se dio oficialmente por finalizada la búsqueda del infortunado barco y de sus tripulantes.
Juan Carlos Díaz Lorenzo
Tazacorte

Los aviones del SAR suspendieron sus vuelos y las unidades de la Armada regresaron a Las Palmas, aunque se mantenía el estado de alerta. El teniente de navío Manuel Carrillo Robles, ayudante militar de la Marina en La Palma, fue designado juez especial para la instrucción del sumario.

El comandante del buque hidrográfico Cástor, teniente de navío José Manuel Bausá Caballero, en unas breves declaraciones a DIARIO DE AVISOS descarta la posibilidad de un accidente y su desaparición la atribuía "a la ignorancia que han demostrado tener los tripulantes. Siguiendo las indicaciones del Duquesa tendrían que estar en tierra hace varios días; al fallarles ésa, como mínimo es exigible que sigan lo más elemental, el sol. Por el combustible que llevan, calculadas como están las corrientes y la velocidad media de seis millas, la falúa debe encontrarse en la zona cada vez más ancha de los rastreos".

Igualmente meritoria resultó la labor desempeñada durante todo este tiempo por los radioaficionados canarios. La estación EA8-BQ, de Rodrigo Rodríguez, vecino de Tazacorte, logró localizar al capitán del Duquesa, que se encontraba en Rotterdam y confirmó su encuentro con los tripulantes del Fausto, así como su posición, el suministro de agua y víveres realizado, así como gasoil para 18 horas de navegación.

A principios de agosto se inició un período en el que surgieron noticias confusas, comunicados y posteriores desmentidos, procedentes de emisoras de radioaficionados, estaciones de radio y prensa diaria del extranjero, siempre relacionadas con la aparición del Fausto.

La estación venezolana YV5-CTZ, de Juan Roberto Martín, un palmero afincado en Caracas, comunica a EA8-BQ que ha recibido una llamada de un radioyente que había escuchado en la emisora Radio Rumbo una noticia relacionada con el supuesto hallazgo, comprobándose después que se refiere al encuentro habido con el mercante británico Duquesa.

DIARIO DE AVISOS se ocupa también de los insistentes rumores que circularon en aquellos angustiosos días de quienes situaban la aventura del Fausto en una escapada hacia Venezuela, emulando la aventura de la etapa de los veleros de la emigración clandestina.

El 2 de agosto, un informe de un radioaficionado, en manos de la Ayudantía de Marina de La Palma, decía que el Fausto había llegado a Puerto La Cruz "con cuatro tripulantes en buen estado de salud, con provisiones sobrantes y de que habían sido atendidos por las autoridades".

"Un bulo hizo al Fausto en Venezuela", titula DIARIO DE AVISOS y amplía el comentario con unos párrafos, en los que dice lo siguiente:

"Tal insistencia han tenido los comentarios en torno a una posible aventura del Fausto hacia Venezuela, comentarios que han sido aderezados con toda clase de condimentos y argumentos, que por fin llegó el bulo con visos de realidad. Esta realidad, esta triste realidad, entraña un inquietante peligro en la continuación de las tareas de búsqueda. Éstas tienen que persistir indesmayablemente con todos los medios que al alcance se tengan.

Una vez más, un bulo corrió por nuestra Isla haciendo concebir ilusorias esperanzas y la alegría y tranquilidad a determinados hogares isleños.

"¡Ojalá apareciera en Venezuela! Así sabríamos dónde está. Mas, desgraciadamente, no conocemos el actual destino del ya tristemente famoso Fausto".

El 4 de agosto, el periódico El Día publica el texto de un telegrama dirigido a Adelto Acosta Herrera, en Santa Cruz de Tenerife, que dice textualmente: "Venezuela recibió mensaje del barco Fausto. Salieron a rescatarlos. Juan". El firmante es Juan García Pino, hermano del pasajero que embarcó en El Hierro. Al leer la noticia, un radioaficionado palmero logró localizar en Valencia, a través de otro colega venezolano, al citado Juan García Pino, quien aclaró que su telegrama se refería a que en Venezuela se sabía la noticia de la desaparición y que lógicamente se saldría en su busca.

Papel de los radioaficionados
Otro radioaficionado venezolano estableció comunicación con un colega de Tenerife para informar que el periódico El Nacional publicaba la noticia de que una embarcación de las características del Fausto había sido avistada por aviones del Air Force Rescue en la posición 28º 15’ N y 29º 45’ W, lo que provocó que todos los radioaficionados disponibles se lanzaran a la búsqueda de un contacto con el organismo norteamericano de salvamento citado o de averiguar cuáles eran las fuentes de información que habían suministrado la noticia al periódico caraqueño.

Tres estaciones de radioaficionados de la provincia tinerfeña, EA8-BQ, EA8-FD y EA8-DX, así como otras nacionales y extranjeras, trataron por todos los medios disponibles a su alcance y durante muchas horas, de contrastar la veracidad de la noticia, hasta que se logró contactar, en la madrugada siguiente, con las autoridades marítimas de La Guaira y Puerto la Cruz, las cuales desmintieron el supuesto hallazgo del pequeño barco palmero. Al mismo tiempo, el mando del SAR en Gran Canaria estableció contacto con el mando de la base conjunta aeronaval de Rota y con el mando de la base americana de las Azores, quienes también desmintieron la noticia.

En la mañana del 11 de octubre, la prensa tinerfeña sorprendió a sus lectores con una nueva noticia referida al hallazgo del Fausto. Al amanecer del día 9, el carguero italiano Anna di Maio lo había encontrado a la deriva y con un cadáver a bordo, en avanzado estado de descomposición. Su posición en aquel momento era de 23º 03' N y 38º 30' W, distante unas 1.200 millas de La Palma y el mensaje fue comunicado a Radio Trieste y recogido en España por Entel.

El mensaje enviado decía:

"Hoy 9-10 a las 10.45 am GMT lat 23 grados 0 minutos Norte long 38 grados 30 minutos Oeste encontrado batel de pesca Fausto La Palma matrícula TE-2-1258 único marinero a bordo muerto de mucho tiempo ningún documento del Batel ni del marinero muerto stop 16,12 GMT remolcamos batel con destino a puerto Cabello Venezuela".

Ese mismo día, DIARIO DE AVISOS publica también la noticia en primera página, con titulares destacados:

El Fausto ha sido hallado

No hay supervivientes

Remolcado por el Anna di Maio llegará el martes a Puerto Cabello (Venezuela)

El capitán del Anna di Maio, Bruno di Magio, decidió remolcar el barco hasta Puerto Cabello, su primera escala en el viaje que hacía desde el Mediterráneo hacia el Pacífico. Sin embargo, resulta sorprendente que no comunicara el hallazgo a las autoridades venezolanas, pues un despacho de la Agencia Efe, fechado en Caracas, dice que hasta las 19,30 horas GMT de ese día, la Estación Permanente de Escucha y Salvamento de Venezuela no había recibido mensaje del mercante italiano, aunque, según algunas versiones, remolcaba al Fausto con la intención de dejarlo en Puerto Cabello. Ni las autoridades de la capitanía de puerto ni el cónsul de España en Caracas, señor Benavides, tenían conocimiento de la información, por lo que no podían reconocer su veracidad.

El 14 de octubre se recibió un nuevo telegrama enviado por el capitán del Anna di Maio, a través de Radio Roma, con el siguiente texto:

"Hoy a las 11,10 de las 63 GMT lat 19,15 N long 46,26W perdido batel de pesca Fausto por haberse ido a pique durante remolque stop entregaremos papeles descubiertos a bordo al cónsul español de Venezuela capital".

El envío de este telegrama puso de manifiesto algunas contradicciones sobre el asunto, pues en el primero se decía que no se había encontrado documentación alguna en el Fausto, mientras que en el segundo, el capitán afirma que los papeles encontrados serían entregados al representante consular español en Caracas.

Llegada a Puerto Cabello
A su llegada a Puerto Cabello, el capitán declaró a la Agencia Efe que el Fausto había sido localizado a las ocho de la mañana del 7 de octubre, en la posición citada, "parecía un barco fantasma, estaba totalmente abandonado". En el cuarto del motor estaba el cadáver de un hombre joven en avanzado estado de descomposición. El capitán precisó que a bordo no fue hallado libro de bitácora, diario o documento que permitiese conocer la suerte de los demás tripulantes.

Dos días después de iniciado el remolque del Fausto en aguas del Atlántico, el 9 de octubre, a las cinco de la mañana "nos dimos cuenta de que había desaparecido sin que pudiéramos hacer nada para recuperarlo", según explicó el capitán del Anna di Maio a los asombrados periodistas que habían acudido a Puerto Cabello con la esperanza de hacer fotografías del Fausto, en la creencia de que éste venía remolcado.

El segundo oficial del mercante italiano, Luciano Aseione, que fue quien descubrió el cadáver, dijo que a pesar de estar éste complemente desnudo y carecía de documentos personales que lo identificase, por unas cartas halladas a bordo se suponía que era Julio García Pino, tres de cuyos hermanos entonces residentes en Venezuela -Antonio, Juan y Pedro- acudieron a Puerto Cabello con la esperanza de sepultar sus restos. El capitán del buque entregó al delegado del consulado de España en la citada ciudad, señor Marichal, un sobre lacrado que contenía las cartas que había dejado el infortunado mecánico. Asimismo, el jefe de la Capitanía de Puerto Cabello, capitán Figallo, declaró a la Agencia Efe que las autoridades marítimas venezolanas realizarían una investigación de los hechos ocurridos en alta mar, teniendo en cuenta el informe del capitán del buque italiano Anna di Maio.

Treinta años después, el coronel Pedro González Gallego, que había sido uno de los jefes del SAR, recordaba aquellos azarosos días:

"La actuación en el mar más difícil y que más quebraderos de cabeza ha ocasionado a los hombres del SAR, fue la búsqueda, desgraciadamente infructuosa, del Fausto, que tantas páginas de prensa llenó", escribe Antonio Herrero en un articulo publicado en el periódico El Día, el 3 de enero de 1998. "Durante aquellos días se volcaron los hombres del SAR, con cientos de horas volando, se rastrearon muchos miles de kilómetros cuadrados, llegando al límite de nuestras posibilidades, hasta el caso que hubo tripulaciones que volaron once horas diarias, la mayoría lo hacían volando a pocos metros de la superficie, algo que resultó muy difícil resistir el agotamiento…".

La historia del Fausto sigue envuelta en la leyenda y en el misterio. En julio de 1998 la tragedia de los infortunados tripulantes y del barco en el que viajaban volvió a revivirse en algunos reportajes publicados en la prensa tinerfeña. Y en La Palma, sobre todo en Tazacorte, sigue siendo el episodio de un barco a la deriva en el Atlántico, la historia de un solitario navegante perdido envuelto en un secreto celosamente guardado en misteriosas singladuras.