domingo, 29 de mayo de 2005

La antigua hacienda de Las Manchas

Juan Carlos Díaz Lorenzo
Las Manchas

De la antigua hacienda de Las Manchas, propiedad de la familia Massieu, el legado más importante que ha llegado hasta nuestros días es la histórica ermita de San Nicolás de Bari, fundada por Nicolás Massieu van Dalle y Rantz.

Según consta en el testamento otorgado ante el escribano público Antonio Roque Casanova, registrado en el protocolo de Antonio Vázquez, el 14 de septiembre de 1696 y que dispone, entre otras cosas, que había de ponerse en el altar una imagen de Nuestra Señora de Bonanza, "por ser aquel distrito muy ventoso y le hace mucho daño a los frutos", así como una imagen de San Nicolás, otra de San José y en lo alto del espaldar del retablo un Santo Cristo de bulto que tenía en su casona solariega del llano de Argual.

Nicolás Massieu nació en Santa Cruz de La Palma y fue bautizado en la parroquia de El Salvador el 25 de junio de 1618. Hijo de Nicolás Massieu, súbdito de origen francés y de Ana van Dalle y Coquiel, de ascendencia flamenca, alcanzó el grado de capitán de Infantería y ostentó los cargos de maestre de campo de las milicias de La Palma, regidor del antiguo Cabildo y alguacil mayor del Santo Oficio de la Inquisición. Casó dos veces, dejó descendencia y falleció en su ciudad natal el 14 de septiembre de 1696.

La construcción de la ermita fue iniciada a comienzos del siglo XVIII por su hijo Pedro Massieu y Monteverde, que está considerado una de las personalidades canarias de más prestigio de su época, cumpliendo así con la voluntad de su padre, que dejó dicho que la iglesia debía ser de buena factura, tanto en el remate final como en la dotación de las imágenes, mobiliario y aderezamiento.

En el testamento de Pedro Massieu Monteverde, otorgado en Sevilla el 20 de julio de 1748 ante el escribano Miguel José de Acosta, se hace constar que "declaro que por la partición que hizimos mis hermanos y yo de los vienes que quedaron por muerte de nuestro Padre y Señor que dios aya fue de mi obligación hazer una ermita en el pago de las manchas gastando de mi cuenta un mill setecientos y setenta rreales que lo demás se de prorratear entre los cinco herederos y según la quenta que me remitió mi hermano don Nicolás Massieu se gastaron doze mill ochocientos y cinquenta rreales de aquella moneda y no se ha liquidado lo que cada uno de mis hermanos deue satisfacer según el prorrateo que se deue hazer y así lo declaro para que conste".

Para cuando estuviera terminada, el testador dispuso que en ella se diera misa todos los domingos, en beneficio de su alma y de la de sus padres. De este cometido se ocuparon, durante años, los curas de la parroquia de Nuestra Señora de los Remedios, en Los Llanos de Aridane, que también atendían la iglesia de Nuestra Señora de Bonanza, en El Paso, haciéndolo además los párrocos de Nuestra Señora de Candelaria, en Tijarafe y los Padres Dominicos de Santa Cruz de La Palma, según consta en solicitud elevada al obispado en julio de 1788 a instancias del párroco de Los Remedios, Juan de Alcalá; del mayordomo de la entonces ermita de El Paso, Antonio Fernández Pino y de Juan José Pino Capote.

El investigador palmero Alberto José Fernández García indica que la mayoría de las imágenes existentes en la ermita de Las Manchas, por su estilo y escuela, pudieran ser obra del imaginero sevillano Hita de Castro (1714-1784), artista al que la opulenta familia Massieu realizó varios encargos, entre ellas las esculturas del Señor de la Caída, de Santa Cruz de La Palma; y San Miguel Arcángel y San Antonio de Padua, de Puntallana.

En la ermita de Las Manchas existen, además, de nueva factura, una imagen de la Virgen Milagrosa y otra de San Nicolás, que sustituye a la primera, a la que hace algunos años encontramos depositada en la sacristía. La imagen de la Virgen Milagrosa fue la primera de esta advocación que llegó a La Palma, traída por los Padres Paúles para el templo del ex convento dominico, siendo posteriormente llevada a Las Manchas por el párroco José Pons, después de que otra imagen de la Virgen fuera entronizada en la parroquia matriz de El Salvador, en la capital palmera.

Una Real Orden de 18 de mayo de 1885 declaró la independencia de las parroquias de Los Llanos de Aridane y El Paso, razón por la cual la ermita de Las Manchas se anexionó a El Paso. "Mas, con motivo de ciertas cuestiones y pretensiones -relata el cronista palmero Juan B. Lorenzo-, suscitadas por el cura de Los Llanos, Justo Campos y Rodríguez, el sr. Gobernador eclesiástico de este Obispado, con fecha 20 de julio de 1885 y 12 de mayo de 1887, dio disposiciones preventivas por las cuales debe servirse esta ermita por el párroco de El Paso, mientras no se resolviese lo contrario".

Pasaron los años. El 18 de noviembre de 1929, siendo obispo de Tenerife fray Albino González y Menéndez-Reigada y con motivo de la demarcación parroquial de la diócesis, sobre la base de la antigua ermita se creó la parroquia de Las Manchas, dependiente del arciprestazgo de Los Llanos de Aridane y con categoría rural de primera.

Con una dotación económica inicial de 2.650 pesetas anuales, 1.500 pesetas eran para los gastos del párroco y otras 500 para el culto. La nueva parroquia carecía de propiedades y su primera modificación patrimonial se produjo en 1952, cuando recibió la imagen de Nuestra Señora de Fátima, que sería colocada al aire libre en un monumento homenaje a la divina devoción. Su primer párroco fue José Pons y Comallonga, nombrado el 28 de mayo de 1931, que ejerció el cargo durante 13 años. En recuerdo de su fecundo magisterio sacerdotal, la plaza de la ermita lleva su nombre.

El relevo lo tomó en 1944 el sacerdote Antonio Rodríguez Socas, quien fue sustituido en 1946 por Salvador Miralles Pérez. En 1948 fue nombrado Elicio Blas Santos Pérez, que desempeñó el cargo hasta 1950, con gran satisfacción y recuerdo del vecindario, en especial por el reconocimiento a su labor durante la erupción del volcán de San Juan. El 8 de julio de 1949, la ermita fue desmantelada ante la amenaza inminente del brazo de lava, que se detuvo donde se encuentra el monumento de Fátima.

En 1950 estuvieron en la parroquia, con carácter interino, los sacerdotes Marino Sicilia Pérez y José Enrique Martín Pérez. En 1951, el primero de ellos fue nombrado párroco titular y en 1959 le relevó Pedro Capote Pérez. En 1960 se hizo cargo de la parroquia Carlos González Quintero, a quien, en 1963, sustituyó Ismael Rodríguez Hernández. A partir de entonces han sido párrocos de Las Manchas los siguientes sacerdotes: José Antonio Zafra Moreno (1965-1967), Domingo Guerra Pérez (1967-1970), Isidro González de Prado (1970-1982), Jorge Fernández Castillo (1982-1992) y el actual, Antonio Manuel Pérez y Pérez, desde el 20 de septiembre de 1992.

Aunque en varias ocasiones llegó a plantearse su demolición, por no tener capacidad suficiente para el culto, así como derribar uno de los muros para construir un anexo, la histórica ermita ha logrado conservar su factura original de una sola nave, dividida en dos tramos de distinto nivel. La parte más antigua corresponde al altar y mide 8,50 metros de largo y 5,70 de ancho, separado por un arco toral de medio punto labrado en piedra.

El artesonado es de par y nudillos, con estructura de almizate y faldones laterales, reforzado por tirantes simples apoyados en sencillas ménsulas. Las losetas del suelo eran de dos tipos: en color el primer tramo, más antiguo y en blanco y negro el segundo, más moderno en el tiempo. Tiene un coro y dos sacristías, a izquierda y derecha del altar mayor. La primera, edificada en el siglo XIX, sufrió el derrumbamiento del techo y sólo conservaba los muros hasta que fue restaurada. La segunda fue construida en la década de los años treinta del siglo XX por un maestro de obras, época en la que también se rehizo el púlpito. El balcón del coro, desde el que se toca la campana, también fue rehecho en 1945.

En 1931, la dependencia de la sacristía fue habilitada por su párroco titular para vivienda. El techo de madera fue sustituido por otro de mampostería y contiguo a este local edificó una pequeña cocina y un servicio, sin taza. La arena la acarreó en bolsas desde la montaña de El Manchón, a más de dos kilómetros de distancia. En el ángulo libre sembró el cura José Pons un nisperero, que pervivió durante muchos años.

En el verano de 1993, la techumbre de la iglesia sufrió un desplome. Ante el peligro inminente de un derrumbe de mayores proporciones, la celebración de los oficios religiosos se trasladó a un local próximo y comenzó el proceso de su restauración, que se prolongó por espacio de casi cinco años.

En 1996, a instancias del Cabildo Insular de La Palma, en expediente promovido por el consejero Vicente Capote Cabrera, la ermita de Las Manchas fue declarada Bien de Interés Cultural (BIC) por el Gobierno de Canarias, con categoría de monumento.

En junio de 1998 concluyeron las obras de recuperación del edificio, así como la rehabilitación del retablo y las imágenes, gracias a un convenio suscrito entre el Cabildo Insular de La Palma y el Obispado de la Diócesis Nivariense, siendo reabierta al culto el 10 de enero de 1999.

El chorro de la ermita
En la historia de Las Manchas ocupa un puesto relevante la figura de José Antonio Jiménez "Patachueca" (1873-1946), considerado un auténtico benefactor del bienestar de sus vecinos. Entre sus principales iniciativas destaca la conducción de agua potable desde El Paso mediante una tubería y la construcción del cementerio.

En una comarca donde la lluvia es escasa, la única posibilidad que existía entonces de almacenar el agua era en aljibes, aunque no todas las casas lo tenían y era racionada durante todo el año. Cuando era un año seco y se agotaba el suministro, había que traerla de las fuentes de la Cumbre -Los Cubos, Nambroque, El Tión y Pascual -que fue sepultada por las cenizas del volcán de 1949- o desde los chorros públicos de El Paso y Todoque -en este último, llamado Los Pasitos, a partir de 1902-, en un viaje de horas debido a las considerables distancias que había que recorrer.

A principios del siglo XX surge la figura del campesino José Antonio Jiménez, apodado "Patachueca", que contribuyó con su imaginación y esfuerzo a mejorar el nivel de vida de sus paisanos. Su primera iniciativa fue traer el agua potable mediante una tubería desde El Paso hasta el chorro de la ermita. El aporte de las pocas familias que tenían recursos era voluntario y no les daba preferencia respecto de los que nada podían, sobre el uso y disfrute del agua.

La obtención del dinero necesario se convirtió en una empresa difícil. A partir de 1908 se conservan algunos recibos de las suscripciones voluntarias, como también lo fueron las prestaciones de muchos vecinos, con su trabajo y esfuerzo, para lograr que el agua llegara a su barrio. Un familiar del promotor, Juan J. Jiménez González, emigrante en Cuba, donó 250 pesetas para la obra, cantidad considerable para la época, en un gesto que se recuerda en una placa en homenaje al donante.

Después de superar dificultades de todo tipo, el agua llegó al chorro de la ermita el 15 de abril de 1912. Los vecinos que vivían cerca fueron los más beneficiados, pero aún quedaban otros más lejos, por lo que se decidió continuar la instalación de la tubería hasta el pago de Las Manchas de Abajo, a donde llegó en 1921.

La segunda iniciativa fue la construcción del cementerio. El traslado de un cadáver hasta Los Llanos, Tazacorte o El Paso era un trabajo penoso, que se hacía a hombros por los caminos reales. José Antonio Jiménez "Patachueca" convenció a sus paisanos de la necesidad de construir un cementerio en Las Manchas y para ello se eligió un lugar equidistante, situado en las proximidades de la montaña de Cogote, donde se iniciaron los trabajos con prestaciones voluntarias. En 1955 se produjo el primer entierro y fue una mujer, Telvia González López, vecina de El Charco.

"A nuestro personaje -escribe Primitivo Jerónimo- le recuerdan los que vivieron en su época como un personaje ejemplar, valiente en plantear soluciones a los problemas y con voluntad absoluta para luchar por Las Manchas. Trabajó en varias actividades: algunos lo recuerdan de panadero en su etapa en El Cantillo, constructor de ataúdes, vendedor de tabaco que traía de Puntallana cuando residía allí, e incluso se le creía con poderes espiritistas".

En los años de la posguerra se construyó un depósito con capacidad para 325.000 litros a cargo de los Servicios Municipales de Abasto Público de Agua. Una placa, expuesta desde 1945, expresa la gratitud del Ayuntamiento de El Paso al presidente de la Junta Interministerial del Paro Obrero, Esteban Pérez González, que subvencionó la construcción de la citada obra.

Monumento del Sagrado Corazón
Sobre las casas de El Callejón se encuentra un monumento dedicado al Sagrado Corazón de Jesús. Fue edificado a iniciativa de Dolores Crespo, esposa del entonces maestro nacional de Las Manchas, Francisco Caballero, y contó con el beneplácito del párroco José Pons. De su edificación, que concluyó el 9 de marzo de 1940, se ocuparon los albañiles Miguel Leal González y Valentín Simón, como recoge una inscripción al pie del pedestal.

En los alrededores fueron sembrados siete rosales en honor de los siete hijos del matrimonio, que fenecieron en la sequía de 1948. En las ventanas ciegas fueron inscritos los nombres de las víctimas de Las Manchas durante la guerra civil (1936-1939) y durante algunos años albergó una luz votiva, que en los años de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) se obligaba a apagar durante la noche, según cuenta el profesor Pedro Nolasco Leal.

El citado monumento ha sido testigo de los principales acontecimientos del barrio de Las Manchas: la erupción del volcán de San Juan, la riada de los barrancos de Tamanca y Los Hombres y la anegación de los pagos de Jedey y Las Manchas de Abajo, entre otros hechos importantes.

Alarmismo de nunca acabar

La humanidad siempre ha estado fascinada por las catástrofes; todas las culturas han convertido en leyendas y mitos las manifestaciones del poder de la naturaleza. Diluvios universales, continentes hundidos, erupciones catastróficas o terremotos capaces de cambiar en pocos segundos la topografía de un territorio son parte sustancial de mitos y creencias.


Eustaquio Villalba *
Santa Cruz

No cabe duda que la memoria colectiva que recuerda estos fenómenos tiene un fondo de verdad, pero es, simplemente, la explicación de hechos que escapaban a los saberes científicos de tales épocas.

Los profetas de catástrofes siempre han tenido gran audiencia en amplios sectores de la sociedad, tanta que han sido cientos, si no miles, los que han pronosticado su inminente final y, a pesar de tan nefastas profecías y de sus reiterados fracasos, nunca les faltan seguidores convencidos. Con el nacimiento de la ciencia moderna, estos eventos de la naturaleza dejan de mirarse con las gafas de la religión y son sustituidas por las de la razón: por el método científico. Gracias al progresivo conocimiento del medio físico se han ido conociendo otros hechos, otros fenómenos naturales que alteran significativamente el ritmo de los procesos geológicos y atmosféricos. Impactos de meteoritos, glaciaciones o el cambio climático son realidades científicas que se han convertido en poco tiempo en parte de este género de literatura apocalíptica. Novelas, películas y programas de radio y televisión contribuyen a difundir la versión irracional de los fenómenos naturales. Manipulan los datos aportados por la ciencia para adaptarlos a guiones que buscan un impacto mediático y consiguientes beneficios económicos.

No ha escapado a esta tendencia el descubrimiento de un fenómeno catastrófico que afecta especialmente a las islas volcánicas: los deslizamientos gravitacionales. Este evento ha pasado muy poco tiempo de las revistas científicas a las portadas de los medios de comunicación de masas, a la literatura de las grandes catástrofes y, lógicamente, a engrosar la cuenta de resultados de las empresas de comunicación y seguros.

Desde los inicios de la vulcanología moderna, muchos científicos se plantearon la posibilidad de enormes derrumbes en las laderas de los grandes volcanes. La visión del valle de La Orotava, ese extraño valle en forma de herradura, le hizo pensar en 1815 a Leopoldo von Buch en tal posibilidad. Pero no sería hasta comienzo de los años sesenta cuando se descubrió que era una realidad científica. Don Telesforo Bravo publicó un artículo en 1962 titulado El Circo de Las Cañadas y sus Dependencias; fue la primera explicación que atribuía la forma de los valles de La Orotava y Güímar a la huella de dos gigantescos deslizamientos, al efecto de la repentina pérdida de un flanco de la masa insular. El estudio de las entrañas de la Isla a través de los oscuros caminos de las galerías de agua fue determinante para la elaboración de la nueva teoría científica.

Sin embargo, y durante muchos años, su teoría fue negada, incluso ridiculizada, y sólo los geólogos que centraron su actividad profesional y científica en la hidrogeología de las Islas continuaron la senda abierta por don Telesforo. Entre ellos destacan Juan Coello, Jesús Bravo, Juan Jesús Coello, Isabel Farrutjia, Carlos Soler y, con gran relevancia, el geólogo José Manuel Navarro.

A mediados de los noventa, muchos de los expertos contrarios a la teoría de los deslizamientos en las décadas anteriores se convirtieron en sus fervientes partidarios. Valga como ejemplo un artículo del año 1994 con el que su autor inicia la larga serie de artículos sobre los deslizamientos gravitacionales en Canarias y, a pesar de ser su primer trabajo sobre este tema, ya considera que las fallas del 49 son el resultado del incipiente deslizamiento de Cumbre Vieja similar a las que debieron producir las calderas de Taburiente y Cumbre Nueva. Para la mayoría de estos investigadores la teoría de don Telesforo, Juan Coello y J. M. Navarro ha sido una nueva oportunidad para publicar en las revistas científicas de más prestigio y, también, en la justificación perfecta para solicitar proyectos de investigación bien dotados de fondos públicos y privados. En esta loca carrera se olvidaron, incluso en la bibliografía, de los autores de la teoría y pretendieron ir mucho más allá: descubrir dónde se produciría el próximo derrumbe. A partir de ese momento se mezclan dos elementos que resultan explosivos: el afán de algunos de estos científicos por pasar a los anales de la ciencia por sus descubrimientos y el negocio que acompañaría al anuncio de catástrofe de grandes proporciones.

No resulta extraño que estímulos tan fuertes produjeran rápidos resultados y, los mismos que se enteraron con retraso de la realidad de estos derrumbes en las laderas de las islas, anunciaran que habían descubierto que el próximo evento ocurrirá en la isla de La Palma. Ya en 1995 un geólogo publicaba un artículo en la revista de Protección Civil, advirtiendo del peligro que implicaba este probable deslizamiento. Acompañaba el artículo de un mapa en el se rotula entre interrogantes el inminente deslizamiento de Cumbre Vieja. En Inglaterra, unos científicos financiados por una empresa que asegura sus clientes ante grandes catástrofes le dan el definitivo impulso y convierten a Cumbre Vieja en noticia en los medios de comunicación de masas. En el año 2000 la prestigiosa cadena de televisión inglesa BBC emite un documental de la anunciada tragedia apocalíptica que arrasaría las costas del continente americano (en la acepción restringida del término, allí viven los únicos habitantes del planeta capaces de asegurarse ante cualquier catástrofe profetizada). La tragedia producida por el reciente maremoto de Indonesia ha sido aprovechado para relanzar el anuncio del "inminente" derrumbamiento de Cumbre Vieja y la consiguiente catástrofe del megatsumani. Es una nueva ocasión para relanzar novelas y películas basadas en tan negros pronósticos.

La realidad científica dice que estos expertos no aportan datos concluyentes que permitan deducir que la ladera de Cumbre Vieja está en equilibrio inestable. Los argumentos empleados por los partidarios no concuerdan con las interpretaciones que hacen otros científicos -entre ellos don Telesforo- de esos mismos datos. La erupción de San Juan de 1949 produjo una serie de fracturas en el terreno que interpretaron como fallas producidas por el movimiento de la ladera de Cumbre Vieja a causa de la actividad volcánica. Por eso, según estos autores, era probable que una próxima erupción terminara de desestabilizarla produciendo el deslizamiento y el tsunami subsiguiente. En varios artículos científicos reiteran esta interpretación, destaca, entre otros, el firmado por uno de los protagonistas del famoso documental de la BBC, Simon Day junto con Juan Carlos Carracedo y Hervé Gillou en 1997 en el que se dice: "Estimamos que se producirán menos de diez erupciones similares a la de 1949 cerca de la Cumbre Vieja antes de que ocurra el colapso, aunque éste puede tener lugar en cada una de tales erupciones". Por tanto, teniendo en cuenta que las erupciones en La Palma han sido frecuentes (siete en cinco siglos) el pronóstico era de peligro inminente de una catástrofe de dimensiones colosales; así fue expuesto en la reunión de científicos celebrada en La Palma para estudiar este fenómeno.

Pero José Manuel Navarro y Juan Jesús Coello, autores de un mapa geológico de La Palma en la que reflejan el papel de los deslizamiento en su evolución, afirman que estas fracturas se produjeron por la propia actividad eruptiva y no tienen nada que ver con corrimientos en las faldas de Cumbre Vieja. Esta interpretación ha sido corroborada por expertos en fracturas, los doctores Luis González de Vallejo y Mercedes Ferrer. Además, la estabilidad de la ladera es total, como demuestran los datos aportados por los sensores instalados en Cumbre Vieja. Bonelli, el ingeniero geógrafo que estudió la erupción de 1949, localizó los epicentros de los sismos a partir de los daños en las construcciones, pero éstas están situadas en zonas próximas al litoral, mientras que las medianías y cumbres del sur están deshabitadas; es, por tanto, un método muy poco preciso y no se puede utilizar los datos para argumentar que los sismos se debieron a la apertura de grietas en los flancos de la ladera debido a su inestable equilibrio.

En consecuencia, ninguno de los razonamientos utilizados para justificar la catástrofe de Cumbre Vieja responde a datos conocidos y contrastados. Está claro que son otras razones las que han convertido este fenómeno natural en un argumento para las películas de catástrofes. Estos eventos son rarísimos si lo medimos con la escala temporal de la historia del hombre, pues el último ocurrido en Canarias, el que originó la caldera de El Golfo en la isla del Hierro, según unos autores sucedió cuando un artista de la cultura magdaleniense pintaba las cuevas de Altamira hace unos 20.000 años y para otros hay que remontarse a más de 100.000, cuando el Homo sapiens probablemente no había llegado ala península Ibérica. Por ello convertir este hecho en una preocupación inmediata solo beneficia a los buscadores de notoriedad y de dinero fácil. A ellos no les importa ni la ciencia ni la intranquilidad que han ocasionado con sus escritos y declaraciones.

* Eustaquio Villalba, autor de este reportaje, es geógrafo.


domingo, 15 de mayo de 2005

El reto más grande de Fred. Olsen

Juan Carlos Díaz Lorenzo
Santa Cruz de La Palma

Por espacio de algo más de sesenta años, desde 1930 hasta 1995, el servicio marítimo entre Tenerife y La Palma estuvo atendido en exclusividad por Compañía Trasmediterránea y consistía en tres enlaces semanales desde la capital de la provincia, primero a cargo de los históricos correíllos negros -entre ellos el legendario vapor La Palma-, que compartieron singladuras hasta mediados de los años sesenta con otros buques de mayor porte: Ciudad de Melilla, Ciudad de Mahón, Plus Ultra, Ciudad de Huesca, Ciudad de Teruel y la insufrible serie de los buques de la serie "pelícano": Santa María del Pino, Santa María de la Candelaria, Santa María de las Nieves, Santa María de la Paz y Santa María de la Caridad.

Con carácter transitorio lo hicieron las motonaves Ciudad de Burgos y Ciudad de Granada, así como los buques de la línea Península-Canarias que hacían escala en el puerto palmero: Ciudad de Sevilla, Villa de Madrid, Villa de Bilbao y Ciudad de Pamplona, entre otros.

En 1979 el servicio de Compañía Trasmediterránea experimentó una sensible mejora con la incorporación de los buques Ciudad de La Laguna y Villa de Agaete, que realizaban tres enlaces semanales con escalas en La Gomera y El Hierro. En 1981 y 1982 navegaron los dos "ferries" que ostentaron el nombre de Ciudad de Santa Cruz de La Palma, ex Cabo San Jorge y ex Cabo San Sebastián. En mayo de 1992 se incorporó el "ferry" Juan J. Sister, en una escala semanal en la línea Canarias-Cádiz y en junio de 1993 y enero de 1994 llegaron los nuevos "ferries" Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife.

Presencia de Fred. Olsen
La presencia de Fred. Olsen en La Palma no es nueva. Desde la década de los años treinta del siglo XX, las motonaves fruteras de la compañía naviera fundada a mediados del siglo XIX en la antigua Christiania, actual Oslo, estrecharon lazos comerciales con el puerto de Santa Cruz de La Palma. Cuatro buques, puestos en servicio entre 1930 y 1933 y ejemplo de modernidad en su momento, recibieron los nombres de Bañaderos, Bajamar, Betancuria y Breñas. Este último encontró el final de su vida marinera el 6 de agosto de 1942, en los días azarosos de la Segunda Guerra Mundial, fecha en la que fue torpedeado y hundido por un submarino alemán al Este de Trinidad.

En 1966, cuando entraron en servicio los nuevos "ferries" Black Watch y Black Prince, Fred. Olsen incluyó el puerto de Santa Cruz de La Palma en el itinerario de la línea Tilbury-Funchal-Lanzarote-Las Palmas-Tenerife. Fred Olsen sr., que entonces visitó la Isla, manifestó a la prensa su firme creencia en el futuro de La Palma, tanto en su aspecto agrícola como turístico. La citada línea se reforzó a partir de 1971 con el "ferry" Blenheim, de bandera británica, que era una repetición del proyecto de los Black.

Las autoridades de La Palma, sin desmayar en su vieja aspiración de un futuro enlace marítimo con el puerto de Garachico, venían reclamando desde hacía tiempo la posibilidad de una extensión de la línea de La Gomera con La Palma y Los Cristianos. En diversas ocasiones, tanto en público como en privado, los representantes del Cabildo palmero habían expresado su deseo de mejorar las comunicaciones marítimas y para ello plantearon la posibilidad de que lo hiciera Fred. Olsen.

A mediados de 1995, Fred. Olsen, inmerso en el desarrollo de su plan estratégico, solicitó autorización a la Dirección General de Transportes del Gobierno de Canarias para extender la línea La Gomera-Los Cristianos a La Palma, en un servicio nocturno. La línea incluía una escala en La Gomera tanto en el viaje de ida como en el de vuelta.

El 30 de octubre del citado año, el "ferry" Benchijigua -capitán, Servando Peraza- inauguró la línea Los Cristianos-La Palma, vía La Gomera, en los términos autorizados. Este nuevo servicio supuso un gran esfuerzo por parte de las tripulaciones, por lo que fue necesario reforzar cada uno de los departamentos operativos, ya que el buque estaba navegando las 24 horas del día.

En el plazo de pocos meses, a pesar de lo intempestiva que al principio pudo parecer la hora del viaje -salía de La Palma a las dos de la madrugada-, las previsiones más optimistas se vieron ampliamente desbordadas y, al igual que ocurriera con la línea Tenerife-Agaete, el perfil correspondía al pasajero que se desplaza en fin de semana con su coche en régimen de equipaje y el tráfico carguero el resto de la semana, con el aliciente de que el cargador o el transportista puede ir y volver en el día.

Sin embargo, y con la finalidad de optimizar los recursos disponibles, Fred. Olsen reorganizó la línea con La Palma y a partir del 1 de julio de 1997 se inició una nueva etapa a cargo del "ferry" Bañaderos -capitán, Adolfo Díaz de Durana-, lo que permitió que el "ferry" Benchijigua atendiera en exclusividad la línea La Gomera-Los Cristianos.

El itinerario se iniciaba en la capital de la provincia tinerfeña y, costeando el Sur de la Isla, hacía escala en Los Cristianos y continuaba luego a La Palma, regresando de nuevo a Santa Cruz de Tenerife en viaje nocturno, desde donde continuaba a Agaete a primera hora de la mañana del día siguiente.

Este itinerario, que gozó de una excelente acogida por parte del público, se mantuvo operativo hasta el 19 de abril de 1999, fecha en la que el "ferry" Bañaderos inauguró la nueva línea diurna Los Cristianos-El Hierro y por la tarde partió de Los Cristianos en viaje a La Palma.

En enero de 2000, con la incorporación del nuevo "fast ferry" Benchijigua Express, se reordenaron los servicios y el "ferry" Bañaderos se rebautizó Barlovento, ostentando así el nombre del municipio del Norte de La Palma.

Con motivo de la varada anual de este buque, Fred. Olsen decidió que lo sustituyera, con carácter experimental, el "fast ferry" Benchijigua Express, incorporándose a la citada línea el 5 de febrero de 2003. El impacto que causó en la opinión pública fue muy importante y la clase política y empresarial palmera reclamó la necesidad de que el servicio estuviera atendido por una embarcación de alta velocidad, como así ocurrió a partir del 1 de abril de 2003, cuando el citado "fast ferry" se incorporó oficialmente a la línea Tenerife-La Palma, pasando el "ferry" Barlovento a cubrir las líneas Tenerife-El Hierro y Tenerife-La Gomera, respectivamente, haciendo en esta última el último viaje de cada día y el primero de la mañana.

Posteriormente se reestructuró la línea de La Palma con varios viajes semanales del "ferry" Barlovento, hasta el pasado 28 de marzo, Viernes Santo, en que hizo su última escala en el puerto palmero. En aquella ocasión vino al mando del capitán Francisco Noguerol Cajén, un palmero de adopción, que también hizo su último viaje como tal, pues unos días después tomó posesión de su plaza de práctico del puerto de Santa Cruz de La Palma.

"Benchijigua Express"
Si bien es verdad que cada etapa emprendida por Fred. Olsen ha constituido un desafío, sin embargo no es menos cierto que la actual, con la puesta en servicio del nuevo "fast ferry" Benchijigua Express, el trimarán más grande del mundo, constituye un reto sin precedentes. Una apuesta de alto nivel que sitúa a Canarias, en general, y a La Palma y La Gomera, en particular, en un puesto privilegiado en las comunicaciones marítimas del siglo XXI.

El pasado 2 de mayo, el nuevo Benchijigua Express hizo su primer viaje a La Palma. Había una notable expectación ante la llegada del impresionante buque, como bien se reflejó en los cientos de personas que ocuparon posiciones de privilegio para no perderse detalle alguno de la arribada. Al mando del comodoro Servando Peraza, y después de una agradable travesía de Los Cristianos a La Gomera de 40 minutos y de La Gomera a La Palma, de una hora y 40 minutos, atracó en el trozo de muelle provisional asignado, donde realizó operaciones en un tiempo récord, recuperando en el viaje de vuelta el retraso acumulado, lo que nos da una idea de la capacidad técnica y operativa del nuevo buque.

El nuevo Benchijigua Express es la construcción número 260 de los astilleros Austal Ships, con sede en Fremantle (Australia). El contrato se firmó en junio de 2003 y el 25 de septiembre de 2004 se puso a flote, celebrándose el 5 de noviembre la ceremonia de su bautizo, en la que actuó de madrina la señora Juana Hernández, esposa del director general de Fred. Olsen, Guillermo van de Waal.

A continuación se inició el largo calendario de pruebas de todo tipo que, por tratarse de un buque único en su clase, se prolongaron en el tiempo sobre las previsiones iniciales, de modo que la fecha inicial de su llegada a Canarias, prevista para diciembre de 2004, se alargó hasta el 28 de abril de 2005, día en el que arribó a Santa Cruz de Tenerife, después de un largo viaje de 9.250 millas.

El pasado 13 de abril zarpó de Fremantle, una día después de su entrega oficial. El día 22 arribó a Ciudad del Cabo, primera etapa de su largo viaje, en el que ya había recorrido 4.800 millas. Hasta Tenerife quedaban otras 4.450 millas, haciéndolo en algunos tramos con mal tiempo y la compañía de dos polizones de color que lograron subir a bordo en Sudáfrica.

El "fast ferry" Benchijigua Express es un buque de 8.973 toneladas brutas, 2.427 netas y 1.076 de peso muerto y son sus principales dimensiones 126,65 metros de eslora total -116,85 entre perpendiculares-, 30,40 de manga, 8,20 de puntal y 3,98 de calado máximo. Tiene capacidad para 1.291 pasajeros, de ellos 1.174 en clase turista y 117 en clase oro, situada en un salón superior. El impresionante garaje, que da una idea de la manga del buque, puede llevar 341 coches ó 123 coches y 450 metros lineales de carga rodada.

El equipo propulsor está formado por cuatro motores MTU modelo 20V8000, alojados en el casco central y capaces de desarrollar una potencia de 32.800 kw (44.600 caballos), que accionan cuatro "water jet" (bombas de agua) y le permiten alcanzar una velocidad de crucero de 40 nudos, con un consumo de 6.000 kilos de combustible por hora. Al tratarse de un buque distinto a los catamaranes, la maniobra de entrada y salida de puerto requiere de un procedimiento diferente, siendo preciso moderar la velocidad a seis nudos para posibilitar la acción de dos hélices azimutales situadas a proa.

Estas características, y otras muchas de carácter tecnológico que harían prolijo el relato, convierten al nuevo Benchijigua Express en el "fast ferry" más espectacular del mundo, lo cual sitúa a Fred. Olsen en un puesto de honor a nivel internacional, teniendo en cuenta, asimismo, que toda la flota de esta compañía está formada exclusivamente por buques de alta velocidad.

En el interior del Benchijigua Express hay que destacar los espacios abiertos, la luminosidad y la decoración, continuista, en cierto modo, de la aplicada en los catamaranes. Pero, al tratarse de un barco más grande, la sensación de amplitud también es mucho mayor y, además, a popa tiene una terraza para que el pasajero pueda contemplar cómodamente el paisaje marítimo y la estela que va dejando en su navegación. Otro dato significativo lo indica el hecho de que se trata del buque de más eslora de toda la flota de Fred. Olsen en Canarias a lo largo de sus tres décadas de historia. Y también el más caro: 50 millones de euros, una cifra muy respetable.

En 1999 Fred. Olsen marcó un hito en las comunicaciones marítimas interinsulares cuando incorporó el primer "fast ferry" de su flota, bautizado con el nombre de Bonanza Express, a la línea entre Santa Cruz de Tenerife y Agaete, a la que en ese mismo año se sumó el buque Bentayga Express. En octubre de 2004, este último y su gemelo Benchijigua Express fueron rebautizados Bencomo Express y Bentago Express, respectivamente.

En la actualidad, la compañía opera en cinco líneas marítimas y lidera el mercado interinsular de pasajeros, con más de 2.500.000 usuarios, 400.000 coches, y más de 150.000 vehículos de carga anuales.

El pasado año se cumplió un siglo de la presencia de la familia Olsen en Canarias. En 1904, Thomas Olsen y otros familiares noruegos, en colaboración con algunos socios tinerfeños, entre ellos Álvaro Rodríguez López, creó un pequeño imperio agrícola en el Sur de la Gomera. En unión de su pariente Otto Thoresen, Thomas Olsen estableció una línea marítima de vapores fruteros para transportar los plátanos y los tomates producidos de sus propios cultivos en la Lomada de Tecina y Playa de Santiago a los mercados europeos.

La línea se mantendría con el paso de los años y con nuevos buques propulsados por motores diésel. Sería un hijo de Thomas, Fred. Olsen sr. -padre del actual presidente de la compañía- quien lograría consolidar su presencia en los mercados de Inglaterra y el Continente con renombrado prestigio, dotándola siempre de los buques adecuados.

De su interés por Canarias, y especialmente por La Gomera, encontramos un hito, que se convirtió en el punto de partida del desarrollo que conocemos en la actualidad. El 8 de julio de 1974 comenzó sus singladuras el primer Benchijigua, el primero de los buques de "ferry" Gomera, un nombre de leyenda en la historia marítima de Canarias. Y de eso hace poco más de treinta años.

domingo, 8 de mayo de 2005

El último viaje de la goleta "Benahoare"



Juan Carlos Díaz Lorenzo *
Fuencaliente

En la historia de la emigración clandestina a Venezuela ocupa un lugar destacado la expedición del velero Benahoare, de cuyo viaje acaban de cumplirse recientemente 55 años. Pese al tiempo transcurrido, el nombre de este barco pervive en la memoria de muchos palmeros y la voz popular, entonces como ahora, lo sigue recordando como "el yate de don Armando".

Porque, en efecto, el último de los veleros construidos en La Palma fue la goleta Benahoare, propiedad de Armando Yanes Carrillo, uno de los personajes más destacados de la primera mitad del siglo XX. Javier Díaz Sicilia, en su libro Al Suroeste, la libertad, dice que "aún tengo presente en mi memoria las cuadernas de la Benahoare, cuando de la mano de mi abuelo materno, Manuel Sicilia Duarte, visité el pequeño astillero de Bajamar".

El aparejo de la embarcación estuvo a cargo de Florencio Pérez y de Esteban Medina. El 21 de marzo de 1948 se celebró el acto solemne de su botadura, en medio de una gran expectación, con gentes venidas de toda la isla. Era un buque de casco de madera, de 22 metros de eslora, 5,35 de manga, y tres de puntal, con un arqueo bruto de 62 toneladas. Estaba equipado con un motor auxiliar Thornycroft, de 145 caballos, que le daba una velocidad de siete nudos con buen tiempo.

Personajes entrañables de la capital palmera en aquella época, como Guarino, el barbero; Régulo Arocena y el capitán Miguel Sosvilla, entre otros, fueron asiduos acompañantes de Armando Yanes en los primeros viajes del velero a Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria, donde fue muy visitado y su propietario recibió grandes elogios.

De las cualidades marineras del pequeño velero, escribe el propio Armando Yanes en su libro Cosas viejas de la mar, "en esta obra creo haber logrado obtener también las mejores y mayores condiciones marineras que igualmente pude apetecer, pues se me presentaron varias ocasiones de probarlo y conocerlo en la mar, que es donde sólo pueden probarse los barcos, dejándome completamente satisfecho. Lo nombro y me refiero especialmente a él, por haber sido el último aquí construido y porque probablemente le tocará ser también el último de los que aquí se construyan ya, por haber desaparecido hasta los carpinteros de ribera que a estos trabajos se dedicaban, y sin ellos nada podrá hacerse".

Con anterioridad, Armando Yanes había construido otros tres buques, aparejados de balandra: Breñusca, en 1942, buque de 50 toneladas con un coste de 85.500 pesetas; María del Carmen, en 1943, de 20 toneladas, para la pesca, que costó 50.000 pesetas; la balandra Estrella de Oro, en 1944, de 30 toneladas y 75.000 pesetas.

Hasta marzo de 1950, la goleta Benahoare hizo viajes de recreo por el Archipiélago y después estuvo dedicado, durante un tiempo, al cabotaje, hasta que su propietario lo vendió para realizar el viaje clandestino a Venezuela.

Viaje a Venezuela
A mediodía del 19 de abril de 1950, la goleta Benahoare se hizo a la mar desde una pequeña cala próxima al faro de Fuencaliente, en la que embarcaron 150 hombres rumbo a Venezuela. Lo mandaba un profesional de la Marina Mercante, el patrón de altura Esteban Medina Jiménez, quien tuvo el detalle, para tranquilizar los ánimos de los expedicionarios, de informar a los pasajeros cada día, con una carta náutica en mano, de las millas recorridas y de las que restaban de la travesía, así como de su posición exacta.

Navegando a vela y motor, la goleta Benahoare hizo un promedio de 145 millas por singladura, a una media de seis nudos, de modo que cubrió la distancia entre La Palma y Venezuela en tan sólo 21 días de viaje.

Los alimentos y el agua potable embarcados resultaron suficientes. No obstante, a los quince días, y en previsión de lo que pudiera pasar, se ordenó un racionamiento del agua. El viaje de la goleta Benahoare fue el más rápido y agradable de la aventura de la emigración clandestina y la experiencia fue considerada como un auténtico "viaje de placer".

Cuando se encontraba próximo a las costas de Macuto, la goleta Benahoare fue abordada por una lancha de la Marina de Guerra venezolana, que le indicó el rumbo a seguir hasta La Guaira y el patrón, Esteban Medina, ordenó a la expedición que se aseara convenientemente.

El 10 de mayo de 1950, dos días después de la arribada del velero Nuevo Teide, la goleta Benahoare amaneció frente a La Guaira.

Al día siguiente, el periódico caraqueño El Universal titula: Negada la entrada a ocupantes de otro velero español, el cual llegó ayer al puerto de la Guaira.

"A un velero que llegó con 125 españoles indocumentados en la noche de antier al puerto, le fue ordenado por las autoridades de la Seguridad Nacional, ayer, continuar viaje. Al efecto, se le permitió reabastecerse de agua, que era lo único que le había escaseado durante la travesía de España hasta este puerto".

"Algunos de los ocupantes de esta nueva expedición fueron reacios a seguir hacia otro país. Pero finalmente, ante la disposición de las autoridades, se vieron en la obligación de acatar las órdenes al respecto. Según se pudo saber fijaron rumbo hacia Colombia, posiblemente a Cartagena, donde podrán arreglar su documentación con más facilidad que en Venezuela. Manifestaron a su vez que al haber alistado sus papeles en Colombia retornarán a La Guaira nuevamente".

Otra embarcación
"En lo relativo a la otra embarcación, que procedente de Las Palmas lleva en la rada cinco días con 286 inmigrantes indocumentados a bordo aún no se sabe cuál será la disposición gubernamental acerca de si los admitirían en el país o los rechazarán como han hecho con los ocupantes del Venahores (Benahoare). Corresponsal, G. Villasana".

La negativa de las autoridades venezolanas aparece reflejada en otra información del diario El Nacional, de la misma fecha: Un velero de Canarias con 150 inmigrantes indocumentados arribó a los Caracas anoche.

"Un velero con 150 tripulantes sin documentación recaló en las costas de Los Caracas, en este litoral, y en intento de desembarco clandestino les sorprendieron las patrullas marítimas de la Guardia Nacional".

"La embarcación fue remolcada a la rada de La Guaira (...) se supo, tanto por los tripulantes de esa embarcación como por aviso radiotelegráfico de un buque mercante norteamericano, que en alta mar, navegando en flotilla, se hallan cuatro veleros repletos de pasajeros indocumentados rumbo a las costas de Venezuela. Los tripulantes de esos veleros, en angustioso pedido, solicitaron auxilios del buque norteamericano, alegando que los alimentos y el agua se habían agotado después de un penoso y largo viaje".

"Las cuatro embarcaciones citadas deberán recalar en La Guaira o en otra región del Litoral en el curso de la presente semana. Se considera que más de doscientos hombres viajan en ellas. Todos proceden de las Islas Canarias".

Esteban Medina, el patrón del Benahoare en el histórico viaje, manifestó a este periodista, en una reunión mantenida en agosto de 1993, a bordo del yate Dora, en presencia de su hermano Sebastián, que la noticia del supuesto desembarco clandestino en la playa de Los Caracas era rotundamente falsa".

El diario La Esfera, en su edición del 11 de mayo, aclara un poco más la situación: "La Seguridad Nacional de este puerto prendió al capitán del Benahoarif, junto con la tripulación por considerarles responsables del viaje clandestino, tal y como ha venido procediendo con las tripulaciones de las goletas anteriores. Pero a última hora se informó que el capitán y los marinos del buque habían efectuado un arreglo convencional con la S.N., prometiendo que esta misma tarde zarparían nuevamente para dirigirse a algún otro país o al puerto de origen. Una comisión de detectives y la Guardia Nacional verificarán en tal virtud la partida esta tarde del Benahorif. Álvarez, corresponsal".

La goleta Benahoare, después de reabastecerse de combustible, víveres y agua, se hizo de nuevo a la mar, aunque, al amanecer del día siguiente estaba de nuevo en la bahía de La Guaira. La crónica de El Universal titula: Regreso a puertovelerno ‘Benahorif’ despedido por autoridades antenoche. El Nacional, ese mismo día, amplía la información: 125 españoles indocumentados trajo al país un barco velero. Drama en alta mar, 125 inmigrantes indocumenados se rebelaron y obligaron al capitán.

"125 tripulantes del velero Benahorif se amotinaron a bordo, en alta mar, amenazando al capitán de la embarcación hasta hacerle regresar al puerto de La Guaira. El velero que arribó hace tres días a las costas de Los Caracas, había sido remolcado a esta rada y después de ser reaprovisionado de agua y combustible fue llevado a alta mar para que tomase rumbo a Cartagena u otro puerto suramericano, puesto que ninguno de los tripulantes posee documentación legal para desembarcar en Venezuela. Después del motín, el atemorizado capitán volvió a La Guaira".

Motín a bordo
"El velero recaló a las tres de la madrugada, ante el regocijo de los tripulantes que hicieron entrada a puerto dando "¡vivas!" a Venezuela y diciendo que no estaban dispuestos a marcharse después de hacer un largo viaje en busca de trabajo. La dramática declaración de los tripulantes del velero ha originado un problema de difícil solución para las autoridades. El numeroso grupo de hombres que desean ingresar como inmigrantes espontáneos, en breve conversación con el corresponsal dijeron que la situación económica que estaban confrontando en Canarias les obligaba, materialmente, a emigrar hacia países suramericanos, especialmente Venezuela".

"Afirmaron que una libra de pan tiene un costo de 25 pesetas, y que los salarios para cada hombre por un día de labor, apenas llegaba a las 18 pesetas. Otros declararon que preferían quedarse como prisioneros hasta completar su documentación, antes de retornar".

"Se informó hoy (13), que otros cuatro veleros que zarparon desde puertos pesqueros de Gran Canaria y Tenerife hace más de veinte días, estaban prontos a arribar a las costas trayendo a bordo más de doscientos hombres que tienen el mismo deseo de ingresar a Venezuela como inmigrantes espontáneos".

"El motín a bordo del Benahoare para obligar al patrón de la nave a volver a La Guaira, ha suscitado diversos comentarios. Los tripulantes se aferran a la idea de permanecer en suelo venezolano".

El 13 de mayo, el periódico La Esfera informa de la aceptación de los pasajeros de la goleta Benahoare: Reseñados en investigación los 146 inmigrantes sin documentos.

"Custodiados por Guardias Nacionales del Resguardo Marítimo de este puerto, hoy fueron conducidos a la Oficina de Identificación de Extranjeros los 146 inmigrantes españolas indocumentados que anteayer en la noche llegaron a La Guaira a bordo del velero Benahoare. Allí serán reseñados para luego resolverse lo que haya lugar sobre su ingreso al país (...) ahora, al ser reseñados para su debida identificación, los mencionados inmigrantes se encuentran en favorables condiciones, presumiéndose que su aceptación sea cosa de días, según las órdenes que sobre el caso vengan de Caracas.

Con los del Nuevo Teide, llegados dos días antes a La Guaira, en número de 286, se cree que el procedimiento adoptado sea similar y que igualmente su aceptación esté pendiente de un momento a otro". (Álvarez, Corresponsal)

Después de que fuera autorizado el desembarco de la expedición, la goleta Benahoare fue remolcada a Puerto Cabello y allí quedó abandonada junto a otros veleros de la emigración clandestina a Venezuela, un hecho que, en la opinión de Díaz Sicilia, "fue triste e inmerecido final para tan gallarda y marinera nave, orgullo y nostalgia de las gentes de La Palma".

Esteban Medina fue detenido por las autoridades venezolanas e ingresó en prisión durante 53 días. Posteriormente, repatriado, regresó a Santa Cruz de Tenerife a bordo del ‘liner’ español Conde de Argelejo y permaneció por espacio de otros 20 días en la prisión de los almacenes de Fyffes, aunque "en comparación a lo que pasé en Venezuela, en trato y en comida, Fyffes era como un hotel". En todo caso, el esfuerzo había merecido la pena. La aventura se había consumado.

* Juan Carlos Díaz Lorenzo es Cronista Oficial de Fuencaliente de La Palma.

domingo, 1 de mayo de 2005

Paz y quietud en la villa de San Andrés

J.C.D.L.
San Andrés y Sauces

Próximo a la desembocadura del barranco del Agua se encuentra el caserío de San Andrés, emergiendo sus casas entre cultivos de plataneras. Sus calles empedradas, algunas en acusada pendiente, están jalonadas por las fachadas de antiguas casonas que nos hablan de su glorioso pasado histórico.

Y es que en este lugar se produjo el asentamiento inicial que daría origen a una de las comarcas más ricas y prósperas de la isla, cuando las principales familias del Antiguo Régimen establecieron allí sus reales, mientras el campesinado que les asistía en los cultivos se vieron desplazados a la parte alta de Los Sauces.

En los siglos XVI y XVII, San Andrés se convirtió en un importante centro comercial y pronto adquirió el título de villa. Las crónicas de la época cuentan que llegó a tener tres escribanías, y entre sus habitantes figuraban familias consideradas entre las más distinguidas de la isla.

El puerto natural de la comarca tuvo momentos de gran auge y esplendor, hasta el punto de convertirse en uno de los de mayor actividad exportadora de la isla. En la actualidad, y gracias al celo que han puesto los gobernantes municipales de los últimos años y el interés y la constancia de los actuales vecinos, podemos apreciar los restos de lo que fue su pasado de grandeza, con unas casonas señoriales entre palmerales y plataneras, que conforman uno de los rincones más bellos de toda la isla.

La paz y la quietud que hoy se respira en la villa de San Andrés, discurre en torno a la antigua parroquia bajo la advocación del patrono que lleva su nombre, y que está considerado uno de los primeros templos que se construyeron en la comarca, pues en el año de gracia de 1515, es decir, 22 años después de finalizada la conquista de la Isla, en las Sinodales del obispo Fernando Vázquez de Arce, ya aparece declarada como iglesia parroquial, siendo confirmada por real cédula del emperador Carlos V, que lleva fecha de 15 de diciembre de 1533.

En las Constituciones Sinodales otorgadas por el citado obispo, documento de un gran valor histórico recogido por Juan B. Lorenzo en su obra Noticias para la Historia de La Palma, se dice lo siguiente con respecto a esta iglesia:

"Otrosí: en el lugar de Santo Andrés en los Salzales de la dicha isla creemos Iglesia Parroquial bautismal la Iglesia de Santo Andrés, a la cual sea anexa la Iglesia de Santa María de Monserrate, que es en los Ingenios, donde se fundó la dicha Iglesia de Nuestra Señora, e criamos un beneficio simple servidero en las dichas Iglesias de Sto. Andrés y de Sta. María de Monserrate para que el Beneficiado de dichas Iglesias con comisión nuestra, y no de otra manera, use y ejercite la cura, e sean parroquianos de la dicha Iglesia todos los vecinos e moradores que viven en el término de los Galguitos e del lugar de Santo Andrés de los Sabces, cercano de la dicha; y el dicho Beneficiado pueda decir los domingos e fiestas principales dos misas, una en la iglesia de Sto. Andrés e otra en la Iglesia de Nuestra Sra. de Monserrate, a la cual acudirán los parroquianos, vecinos e moradores que viven en la punta de los Dragos e la Herradura e haya el tal Beneficiado por dote de todo el noveno perteneciente a estos lugares e términos al Beneficio o Beneficiados 10.000 maravedíes e 15 fanegas de trigo en cada un año, e las primicias e obenciones de los dichos lugares e términos, y pagados los dichos Beneficiados en estas Iglesias de Puntallana e La Galga e de Sto. Andrés de los Sabces, e los Galguitos e la Punta de los Dragos e la Herradura, todo el remanente de los dichos bienes del noveno perteneciente al Beneficio en la isla de la Palma por la presente aplicamos al Beneficio de la Iglesia de San Salvador de la villa de Apurón, que ha de tener dos Clérigos en la dicha Iglesia para la servir e para servir los Valles de Tazacorte e Tijarafe como dicho es: y estatuimos e ordenamos que cuando quiera que los dichos Beneficios, e si los dichos diezmos e primicias remanentes bastasen para mantener más de tres Clérigos a razón de 10.000 maravediz e 15 fanegas desde agora para entonces tres Beneficios en la dicha Iglesia de San Salvador de Apurón, que sea proveído por Nos, o por nuestros sucesores en sujetos idóneos naturales de la villa; y por defecto de éstos, de las islas, con la calidad e forma que dijimos en la isla de Tenerife. Que la dicha villa de Apurón es cabeza e principal población de la isla de La Palma, y de allí se ha de proveer de servicios a los dichos valles de Taçarorte e Tijaraf, e hayan por iguales partes los dichos diezmos e las primicias e obenciones los dichos tres Clérigos, o cuatro, si los réditos bastaren, como dicho es, para sus fábricas, e hagan las dichas dos iglesias de Santo Andrés e Santa María de Monserrate cada una de ellas en cada un año cinco mil maravedís y éstos pagados del remanente del noveno perteneciente a la fábrica aplicamos a la Iglesia de San Salvador de la villa de Apurón, e su fábrica".

Documentos históricos
La mencionada Real Cédula de 1533 concedió los beneficios de Puntallana y La Galga y San Andrés y Sauces, aunque no consta si fueron segregados de la jurisdicción parroquial de la capital insular después del citado año o lo habían sido antes, en virtud de lo dispuesto en las citadas Sinodales.

El primer libro de bautismos data de 1548. Por las anotaciones hechas en él se sabe que el 24 de enero de 1566 tomó posesión del beneficio el sacerdote Francisco Rodríguez Lorenzo, que fue el primer cura con título real y que había relevado a su predecesor, Juan Lorenzo.

Por entonces dependía del beneficiado de San Andrés la iglesia de Nuestra Señora de Montserrat, "distante un cuarto de legua, servidas ambas por un mismo párroco", excepto en las fechas de Semana Santa y Pascua de Resurrección, en que los vecinos de Los Sauces pagaban a un sacerdote para que hiciera los oficios religiosos. En San Andrés se celebraban las fiestas patronales en su fecha correspondiente y en Los Sauces en los domingos infraoctavos.

Desde su creación y durante algún tiempo, la parroquia de San Andrés tuvo una amplia jurisdicción que llegaba hasta Barlovento, de modo que en el censo de 1585 figuran juntos los habitantes de ambas comarcas. La iglesia, restaurada hace unos años, lo mismo que la plaza, posee una gran riqueza artística, figurando en ella varias tallas de arte flamenco, traídas por los mercaderes para los propietarios de la zona, que las ofrecían a la iglesia.

En el libro de mandatos de la citada parroquia se encuentran algunas disposiciones de los obispos y visitadores que son dignas de interés. Entre ellas hay que destacar una que corresponde al obispo Francisco Martínez, en la visita realizada el 18 de abril de 1603, en la que hace constar:

"Otrosí: Porque a mi noticia ha venido que en algunos de los dichos lugares toman por devoción mayormente en tiempo de necesidad de agua de hacer procesiones fuera del término de su lugar en mucha distancia, de lo cual se han seguido y siguen muchas riñas y pendencias entre los vecinos; y demás desto, muchas deshonestidades entre hombres y mugeres quedándose a dormir por los campos, o quedándose atrás de las tales procesiones en los barrancos y lugares escondidos con achaque de que no pueden caminar tanto, en lo cual en lugar de aplacar a Dios nuestro Señor para que les conceda lo que piden en tales procesiones, no solamente no lo hacen, pero antes le ofenden más gravemente e indignan para que no se les conceda".

Otro de los mandatos corresponde a la anotación del visitador y vicario general del obispado, Gaspar Rodríguez del Castillo, fechado el 22 de abril de 1610:

"Que de aquí en adelante ninguna mujer entre ni salga de la iglesia con sombrero, pasados de cuatro pasos, so pena por la primera vez, dos reales; por la segunda, cuatro; y la tercera, el sombrero perdido por tercias partes, Juez, Fiscal y el Santísimo Sacramento".

Madoz y otros viajeros
Pascual Madoz, en su célebre Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar (1850), dice de la villa de San Andrés que se encuentra "en un pequeño y delicioso valle entre los barrancos del Agua y de San Juan, con cielo alegre, buena ventilación y clima saludable. Forma ayuntamiento con el lugar de Los Sauces y los pagos de Galguitos, Las Lomadas y barranco del Agua. Tiene 658 casas, pocas de ellas agrupadas en el centro de la jurisdicción y las demás esparcidas en los referidos pagos, y una iglesia o parroquia bajo la advocación de San Andrés, de la que es aneja la iglesia de Nuestra Señora de Monserrate que se halla en Los Sauces, servida por un cura, un presbítero y dos sacristanes: el curato es de primer ascenso y se provee por S.M. o el diocesano, mediando oposición en concurso general. Hay una escuela de primeras letras, un pósito de corto capital y cuatro ermitas dedicadas a San Sebastián y San Juan Bautista en el pago de Los Galguitos; a San Pedro en el de Lomadas y a Nuestra Señora en el barranco del Agua. Antes de la exclaustración hubo un convento de frailes franciscos, cuya iglesia y edificio nada tienen de particular".

"El terreno es de buena calidad y abundante en aguas. Produce trigo, cebada, maíz, patatas, legumbres, orchilla, vino, frutas de varias especies, ganado cabrío, lanar y vacuno, abundantes pastos", con una población, por entonces, de 2.635 vecinos.

Así pasaron los años en la vida apacible y sencilla de la villa de San Andrés, aunque en recelo con la localidad de Los Sauces, como lo acredita el hecho de que en el año 1855 se dispuso "para cortar rivalidades antiguas entre ambos pueblos" que se alternase el orden de las fiestas, es decir, que se hicieran las fiestas principales en los días en que correspondían según el almanaque, un año en una parroquia y otro año en la otra, "y que ambas se considerasen como iguales".

La viajera inglesa Olivia Stone, que estuvo en la isla en 1887, escribe en su libro Tenerife y sus seis satélites, refiriéndose a la villa de San Andrés, que "es un lugar mucho más antiguo que Los Sauces pero como, por desgracia, no posee agua sino que tiene que abastecerse del barranco, está decayendo ante su rival más joven y más próspero. San Andrés es famoso porque posee la iglesia más antigua de La Palma. La visita mucha gente procedente de todos los puntos de la isla, que viene a que le cure el Gran Poder de Dios, favor que concede a los que visitan la iglesia. Como en Los Sauces, aquí también hay muñecas vestidas y figuras de cera colgadas alrededor de una columna particular. El piso de la iglesia es de ladrillos rojos y blancos, colocados entre trozos oblongos de madera. También nos mostraron unas imágenes talladas de San Juan y de la Magdalena y una talla, de tamaño real, de un Cristo yaciente, en una caja de madera: "El Cristo muerto" lo llamaban. Sólo alcanzamos a oír la palabra "muerto" y, cuando vimos la caja, pensamos que nos iban a mostrar un cadáver o una momia. Estas imágenes fueron todas hechas y regaladas a esta iglesia por un hijo de la Ciudad. Fuera, en el patio de la iglesia, crece el eucalipto, curativo y aromático. Cerca de la iglesia se encuentran las ruinas del convento de la Piedad. Su último monje, San Francisco, murió alrededor de 1867".

Otro viajero inglés, Charles Edwardes, que publicó el libro Excursiones y estudios en las Islas Canarias (1888), describe el lugar diciendo que "la iglesia se levanta en su pequeña y descuidada plaza. Nada hay de excepcional en ella excepto sus pinturas melodramáticas, su altar, fechado en 1694, y su añejo techo de madera. El sacristán nos lo enseñó todo, incluidas las enmohecidas botas del cura y sus calcetines, que se guardaban en la sacristía junto con los vasos sagrados".

"Hoy en día, San Andrés y Los Sauces forman una sola población, de la que la primera es su parte inferior. El distrito es famoso por sus aguas, su fertilidad y su aire puro y estimulante. Si La Palma ha de tener un sanatorio, éste debería ser construido en Los Sauces, cuya parte superior se halla a más de mil pies sobre el nivel del mar. Varias hermosas casonas y fincas, con sus jardines, otorgan un grado de esplendor a las afueras del pueblo que contrasta con el rosco y austero casco. Un enorme y antiguo monasterio, compacto como una ciudadela, se alza desde su soberbia posición. La plaza contiene un jardín italiano de palmeras, naranjos y multitud de arbustos y flores salpicados de estatuas. Al llevar largo tiempo desatendido, sus elementos luchan y se estrangulan entre sí".