martes, 13 de abril de 2010

¡Este vaho!

¡Este vaho!
via aergenium by ag|rcv on 4/4/10

Y además no sabemos exactamente qué hacer para desempañar el cristal. ¿Aire frío?, ¿aire caliente?, ¿un trapo? Esto no sólo ocurre en el parabrisas del automóvil: también ocurre en la visera del casco de la motocicleta, en las ventanas del tren... y en el parabrisas de una aeronave.

Y no tener una buena visibilidad conlleva cierto peligro, sobre todo si vienen curvas, o si la pista de aterrizaje se acerca a toda velocidad.

Imágen de www.sabercurioso.com



Aunque el proceso termodinámico en detalle es algo más complejo, se puede simplificar suponiendo que el agua empieza a condensar en el interior del cristal cuando la temperatura de la superficie interna del cristal (Tcristal) es menor que el punto de rocío (Pr) del habitáculo en el que nos encontramos.

El punto de rocío en la cabina de un avión, o en el habitáculo de un automóvil (Prcab), es la temperatura a la que se condensa el vapor de agua presente en el aire del ambiente, y  formalmente, sólo depende de su presión. Sin  embargo, de manera simplificada para nuestro propósito, se puede calcular el punto de rocío en función de la humedad relativa (HR) y de la temperatura en cabina (Tcab) de la siguiente manera (en esta expresión, la temperatura se expresa en grados Celsius):

Prcab= (HR/100)^1/8 · (110 + Tcab)-110

Como hemos dicho antes, para evitar que los cristales se empañen es necesario mantener Tcristal por encima de la Prcab, lo que se puede conseguir aumentando la temperatura del cristal, o disminuyendo el punto de rocío en cabina (obvio, ¿no?).

Para aumentar la temperatura de la superficie interna del cristal se puede dirigir hacia él un chorro de aire caliente, o activar la resistencia eléctrica en caso de que tengamos un cristal calefactado (similar al de las lunas traseras de algunos vehículos). Estos dos métodos son muy utilizados en las cabinas de las aeronaves para mantener desempañado el parabrisas, sobre todo en los descensos. Son muy efectivos, pero suelen no ser instantáneos, ya que el proceso de calentamiento del cristal no es inmediato. Esa es la razón por la que en nuestros automóviles algunos preferimos utilizar alguna de las alternativas que ahora veremos. 

Estas alternativas pasan por disminuir el punto de rocío dentro de la cabina, la otra opción que nos queda para evitar el empañamiento. Si vemos la pinta de la expresión del punto de rocío en cabina, para disminuir Prcab sólo nos queda actuar sobre la humedad relativa del habitáculo, o sobre su temperatura, disminuyéndolas. Como pedir al pasaje que deje de respirar y de expulsar aire húmedo al interior de la cabina nos crearía otro tipo de problemas, una solución es activar el aire acondicionado, inyectando así aire seco en la cabina . Esta solución es muy efectiva y rápida, sobre todo si el chorro de aire seco se orienta hacia la superficie de los cristales. Y decimos seco, independientemente de su temperatura. Ahora veremos por qué. Otra forma de disminuir el punto de rocío en el interior del habitáculo es abrir las ventanas y dejar que el aire exterior (generalmente más seco y frío) renueve el ambiente. Disminuyen así HR y Tcab, con lo que disminuye el punto de rocío en el habitáculo; si lo hace por debajo de la temperatura del cristal, se evita el empañamiento. Esta última solución no es aconsejable en vehículos aéreos; es mejor dejarla para automóviles y demás vehículos terrestres.

Aunque sea rizar el rizo, vamos a ver (de una forma poco rigurosa) por qué la temperatura del aire seco que usemos para evitar el empañamiento no es importante a efectos prácticos.

Si el chorro de aire contra el cristal es seco y cálido, entonces estaremos disminuyendo bruscamente la humedad relativa del aire cerca de la superficie del cristal, calentando poco a poco el cristal, y calentando lentamente la cabina. Como los dos primeros efectos se producen más rapidamente y son más importantes que el tercero, el resultado es una temperatura del cristal superior al punto de rocío de la cabina, y un parabrisas limpio.

Si el chorro de aire contra el cristal es seco y frío, entonces estaremos disminuyendo la humedad relativa del ambiente, enfriando el cristal, y enfriando lentamente la cabina. En este proceso, algo más lento que el anterior, el punto de rocío en cabina suele disminuir más, y más rápido que la temperatura del cristal, con lo que desaparece el empañamiento en la superficie interna del cristal, y como resultado tendremos, de nuevo, un parabrisas limpio. Pero ojo, si el cristal sigue enfriándose, puede ocurrir que su temperatura disminuya por debajo del punto de rocío del exterior, con lo cual ahora el cristal se empañará...¡por fuera! Entonces es cuando activamos las escobillas del limpiaparabrisas, y por fin vemos la curva (o la pista) claramente.

Esperemos que no sea demasiado tarde...

Si queréis saber más acerca de este tema, os recomendamos que echéis un vistazo a "Conocimientos del Avión" de Esteban Oñate, o que os paséis por aquí, y por aquí.
aergenium - blog aeronáutico andaluz

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