Juan Carlos Dñíaz Lorenzo
Santa Cruz de La Palma
El 24 de junio de 1919, onomástica de San Juan, el periódico tinerfeño La Prensa publica en su segunda página el siguiente anuncio: “El moderno y rápido vapor de dos hélices y ocho mil toneladas Valbanera, pasará por este puerto con destino a los de Santiago de Cuba y Habana en la primera quincena de julio próximo, admitiendo pasajeros y carga, debiendo dirigirse las solicitudes de hueco con la oportunidad debida, al agente de la Compañía en esta plaza”.
El 10 de agosto, y después de varios aplazamientos sobre la fecha prevista para su salida, el vapor Valbanera zarpó de Barcelona. Dos días antes de emprender el viaje, la inspección de inmigración había hecho un minucioso reconocimiento de los medios de salvamento del buque, que consistían en doce botes salvavidas grandes más otros dos botes auxiliares, con capacidad para 494 personas; cuatro balsas para 112 personas y otras cuatro balsas para 200 personas, así como 1.040 chalecos y 26 salvavidas anulares.
Los reclamos publicitarios resaltan el “servicio inmejorable” y los precios “altamente económicos” que ofrecía el “liner” de Pinillos Izquierdo y Cía.
Al día siguiente el buque hizo escala en Valencia y al amanecer del día 13 entró en Málaga, donde embarcó un cargamento de aceitunas, frutos secos y vino. Al atardecer de ese mismo día continuó viaje a Cádiz y el día 17 arribó a Las Palmas.
En la noche del 18 fondeó en el puerto de Santa Cruz de Tenerife con 824 pasajeros en tránsito. Desde el día 13 hasta el 16, inclusive, se despacharon en la capital tinerfeña los billetes para los viajeros que habían comprometido su espacio a bordo con anticipación. En aguas de la bahía tinerfeña repostó carbón, agua y víveres frescos, siendo despachado por el consignatario Antonio Cabrera de las Casas en viaje a Santa Cruz de La Palma, San Juan de Puerto Rico, Santiago de Cuba, La Habana, Galveston y Nueva Orleáns y, de nuevo en la mar, en medio del Océano Atlántico, hasta el 20 de septiembre siguiente no volvió a escribirse su nombre en la prensa española.
A mediados de septiembre, el periódico habanero Diario de la Marina inserta en sus páginas un anuncio de los agentes de Pinillos en la capital cubana, Santa María & Cía, en el que informa de la próxima salida del Valbanera en viaje de vuelta a España, “admitiendo pasajeros y correspondencia pública”, prevista para el día 25 del citado mes, con escalas en Santa Cruz de Tenerife, Las Palmas, Cádiz y Barcelona. Este sería el último anuncio comercial del citado vapor de Pinillos en la prensa habanera.
Cuando el Valbanera hizo escala en Las Palmas llevaba a bordo 573 pasajeros. Allí embarcaron otros 251, de los cuales 169 se dirigían a La Habana y los 82 restantes a Santiago de Cuba. En Santa Cruz de Tenerife lo hicieron 212 y en Santa Cruz de La Palma otros 106. Cuenta la leyenda que en la maniobra de reviro en el puerto palmero perdió una de sus anclas, algo que los marineros supersticiosos consideran un negro presagio. Sumando una tripulación de 88 hombres, el trasatlántico llevaba a bordo 1.230 personas, “exceptuando a los polizones y a los que embarcaron por alto” cuando llegó a San Juan de Puerto Rico para descargar cebollas de Lanzarote. El 28 de agosto se cruzó con el “liner” español Montserrat, de Trasatlántica, con el que intercambió un telegrama de saludo.
La mayor parte del pasaje había pagado el billete hasta La Habana, pero unas horas antes de llegar a Santiago de Cuba, a bordo pasaron lista para conocer cuántas personas con destino a la capital habanera querían desembarcar en la próxima escala. En total fueron 742 pasajeros los que se bajaron en el puerto oriental cubano y esa decisión, para los que tenían inicialmente previsto llegar en el barco a la capital cubana, salvó milagrosamente sus vidas. Las razones de este desembarco masivo aún continúan envueltas en el misterio. Hubo quienes comentaron que durante la escala en San Juan se corrió el rumor de que se estaba formando un ciclón en el Golfo de México, mientras que para otros se trató de una simple coincidencia. Sí parece, por testimonios recogidos en la prensa cubana de la época, que el Valbanera había hecho la travesía desde Santa Cruz de La Palma hasta San Juan de Puerto Rico y Santiago de Cuba bastante escorado a la banda de estribor.
El 5 de septiembre zarpó el Valbanera del puerto santiagués rumbo a La Habana con 488 personas a bordo. ¿Conocía el capitán la formación del ciclón en el Golfo? Es probable que no. El temporal azotó la costa norte de Cuba durante la noche del 9 al 10 de septiembre, es decir, cuatro días después de que el Valbanera hubiera salido del puerto de Santiago. Parece poco probable, asimismo, que el capitán tuviera alguna información en ese sentido de las autoridades portuarias cubanas. De haberlo sabido, resulta lógico pensar que hubiera preferido permanecer en puerto.
Las primeras noticias
El 12 de septiembre, Diario de la Marina recoge la primera noticia referida a la pérdida del Valbanera. Relata la arribada, después de cuatro días de interrupción del servicio, del vapor norteamericano Miami, cuyos tripulantes “cuentan verdaderas calamidades” de la situación en Key West, donde el jefe militar proclamó la ley marcial para evitar robos y pillajes “y otros atropellos que se cometen en tales casos”.
“Aseguran los emocionados tripulantes, y así lo afirman los pasajeros del Miami, que también la sufrieron, que en Key West la población pasó hambre. Parece también realmente increíble, que a pesar de haber causado el meteoro grandes estragos en la población, no haya habido pérdidas de vidas”.
Al día siguiente se produjo un atisbo de esperanza, cuando el periódico Diario de la Marina publicó una noticia tranquilizadora, recibida el día antes, donde dice que en la Estación Naval de Cayo Hueso “hemos oído al vapor español Valbanera procurando comunicarse con radio con Habana hoy”. Decía, además, que el “liner” había informado al trasatlántico americano Morro Castle sobre su posición -había salido dos días antes de La Habana en viaje a Nueva York- y que seguía rumbo a Cuba. Ese mismo día, el periódico El Fénix, de Sancti Spiritus, comarca de la región central de gran influencia isleña, dice que, aunque no ha sido posible confirmarlo, algunas noticias apuntan a que “se encuentra varado en los bajos de San Agustín, frente a la Florida, no habiendo sufrido la menor novedad el pasaje que trae a bordo. Se asegura que el Valbanera ha sufrido interrupción en sus aparatos de la telegrafía sin hilos”.
Ante la falta de noticias y los intentos vanos de comunicarse con el barco y los telegramas enviados a la base naval de Cayo Hueso, los consignatarios de Pinillos en La Habana pidieron la ayuda de la Marina de Guerra Nacional, que destacó al patrullero Yara, uno de sus barcos más modernos y potentes, para iniciar la búsqueda del Valbanera, ya que “en caso de estar varado puede hacer mucho en su favor dado la fuerza de máquina de que dispone”.
El trasatlántico español Infanta Isabel, que se encontraba en La Habana, recibió autorización de las autoridades de Marina para que utilizara la telegrafía con la finalidad de que intentara comunicarse con el Valbanera, así como el vapor español P. Claris, que también se encontraba surto en el puerto habanero. Al mismo tiempo, el capitán del puerto, capitán de fragata Alberto Carricarte, ordenó la emisión de un telegrama “rogando a todos los barcos” que se encontraran en la zona que intentasen comunicarse con el Valbanera.
Además del Yara, el Gobierno de Cuba ordenó la salida de los patrulleros 10 de Octubre y 24 de Febrero, con instrucciones expresas de realizar un extenso recorrido por los bancos de Bahamas y la costa de Florida con la finalidad de localizar al trasatlántico español. Al mismo tiempo, el almirante de la Escuadra de EE.UU. en las Antillas, ordenó la salida de varios cañoneros y cazasubmarinos con el mismo cometido.
Por entonces, pese al pesimismo de los familiares, las autoridades de Marina mantenían todavía la esperanza de encontrar al Valbanera, “dadas sus buenas condiciones de construcción, haya podido resistir los embates de las olas y la furia del huracán”. Se especulaba con que el “liner” español hubiera podido quedarse al garete por avería en la máquina o falta de carbón, pues no había repuesto carboneras en Santiago de Cuba, y que hubiera embarrancado en los bancos de Bahamas, “donde los mares, por ser mares de senda, para barcos de alto porte no resultan peligrosos”.
Volvieron, entonces, a surgir las noticias que hablaban de comunicación con el Valbanera, procedentes de Cayo Hueso, donde se decía se habían captado señales aunque sin fijar la posición. “Aparentemente el Valbanera puede comunicar lejos con su estación auxiliar pequeña. La estación principal parece que se le ha ido”, según reza el informe de la Estación Radiotelegráfica de La Habana.
Cuando Diario de la Marina recogió las primeras noticias del supuesto contacto telegráfico con el buque, una multitud se congregó frente al edificio del periódico y el rumor se extendió por la ciudad como la pólvora, dirigiéndose otros muchos a la sede de la Capitanía del Puerto.
El vapor americano Walter D. Munson, después de zarpar de Matanzas, telegrafió que intentaría localizar al Valbanera cuando se encontrara en las proximidades de Cayo Sal, y en medio de un gran estado de ansiedad por tener noticias, desde Nueva York llegó una de última hora que decía que el “liner” español “se halla al parecer seguro y navegando por su propia máquina”.
La situación cobró un nuevo giro cuando algunos periódicos cubanos publicaron a grandes titulares que el Valbanera se encontraba a flote. La Correspondencia, de Cienfuegos, dice que el barco navegaba por sus propios medios en dirección a La Habana a dos nudos de velocidad, habiendo sido visto en alta mar por un vapor inglés “totalmente desmantelado”. La noticia la había captado el telegrafista del vapor americano Walter D. Munson de un barco inglés que decía lo había visto “sin la menor novedad a bordo, aunque sí navegando con algunas dificultades hacia el puerto de Matanzas, en donde debe entrar”.
Aunque desde la Estación Naval de Key West llegaban noticias de la supuesta comunicación telegráfica con el Valbanera, sin embargo desde la estación del Morro no se conseguía establecer contacto alguno. Centenares de personas, entre ellos los angustiados familiares, se desplazaron apresuradamente hasta el puerto de Matanzas con la esperanza de ver la llegada del trasatlántico español, desplazándose, asimismo, periodistas, “dispuestos a hacer una sensacional información de las peripecias del Valbanera”. La Marina Nacional ordenó la inmediata salida del cañonero Yara para encontrarse con el trasatlántico español antes de su entrada en Matanzas. Sin embargo, todo había sido un espejismo y pronto cundió la decepción.
En La Habana circularon rumores que decían que el Valbanera había logrado comunicarse por telegrafía con el Infanta Isabel, que también se encontraba navegando rumbo al puerto habanero, a donde arribó con las carboneras vacías, “expresándole su situación, que carecía de carbón, que se hallaba desmantelado por completo, y que fuera a toda prisa a prestarle auxilio”. Se dijo entonces que el capitán del Infanta Isabel contestó que “nos es imposible acudir, que el carbón nos alcanzará muy escasamente para llegar a La Habana”. No obstante, la prensa habanera se resistió a creer esta versión y reclamó la presencia del capitán, “que es un marino de altísimas cualidades”, para que aclarase la terrible duda.
El 19 de septiembre llegó a La Habana por cable la confirmación de la tragedia. Un profundo sentimiento de tristeza y angustia se apoderó del pueblo cubano, mientras la noticia daba la vuelta al mundo transmitida por el telégrafo. Ese mismo día, en Cádiz, sede de la compañía, corrían rumores “con marcada insistencia” del naufragio del Valbanera, hasta que llegó la patética noticia: “No hay en una superficie restos, ni cadáveres”.
Al día siguiente, Diario de la Marina resalta la tragedia en grandes titulares y confirma el hallazgo del trasatlántico, sin que se encontrara “ni el menor indicio” de los pasajeros ni tripulantes que iban a bordo. El barco había sido localizado “embarrancado en un banco de arena movediza, bajo cuarenta pies de agua”. Respecto de los mensajes que se decía habían sido emitidos desde el barco, la crónica del periódico habanero termina diciendo que “en los círculos navieros se consideraba probable esta noche que alguno de los sobrevivientes del Valbanera, hubiesen enviado esos débiles mensajes utilizando un aparato improvisado sacado del barco”.
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