domingo, 18 de julio de 2004

Un ministro visita el volcán

Juan Carlos Gómez
Los Llanos de Aridane

Blas Pérez llegó a La Palma el 25 de julio de 1949 y durante dos días recorrió la comarca afectada por el San Juan

Desde el primer día de la erupción del volcán de San Juan, el ministro de la Gobernación, Blas Pérez González, estuvo puntualmente informado del desarrollo de los acontecimientos. El subdelegado del Gobierno y presidente accidental del Cabildo Insular de La Palma, José Francisco Carrillo Lavers y el gobernador civil, Emilio de Aspe Vaamonde, conversaron con él por teléfono acerca de la evolución del fenómeno que acaecía en su tierra natal.

El 24 de julio, un mes después del comienzo de la erupción, el ministro emprendió viaje desde Madrid al aeropuerto de Los Rodeos a bordo de un avión DC-4 de la compañía Iberia, para luego desplazarse a La Palma y visitar la zona afectada por el volcán. Al ministro, que ostentaba la representación del jefe del Estado, le acompañaba su esposa, Otilia Martín Bencomo; su hermano Esteban, subsecretario de Trabajo y otras personalidades de su séquito, entre las que se encontraba su secretario particular, Juan Saavedra San Gil; el director de Regiones Devastadas, Gonzalo Cárdenas; del Banco de Crédito Local, José Fariña Ferreño; de Obras Públicas y del Instituto Nacional de Colonización, así como el jefe de Radiodifusión de Radio Nacional de España, operadores del NO-DO y varios periodistas, entre los que se encontraba Matías Prats.

A las seis de la tarde, el avión evolucionaba sobre el aeropuerto de Los Rodeos, donde no pudo aterrizar debido a la espesa niebla reinante, por lo que tuvo que desviarse al aeropuerto de Gando, en Gran Canaria, donde el avión tomó tierra y el ministro fue cumplimentado por las primeras autoridades civiles y militares de la provincia, trasladándose a continuación a la capital insular para alojarse en el hotel "Parque".

A la mañana siguiente embarcó a bordo del cañonero "Vasco Núñez de Balboa" y emprendió viaje a La Palma. Ese mismo día, y para recibir al ministro, llegó a la capital palmera, a bordo del correíllo "León y Castillo", el gobernador civil de la provincia, Emilio de Aspe Vaamonde, acompañado de su secretario particular, José Duque Alonso; el vicepresidente de la Mancomunidad Interinsular, Rafael Machado Llarena y el resto de las autoridades provinciales que no se encontraban entonces en la Isla.

Al atardecer se distinguió en el horizonte la silueta del cañonero de la Armada Española y para acudir a su encuentro en alta mar salieron desde el puerto palmero numerosas embarcaciones engalanadas, dándole escolta hasta su atraque en el puerto de la capital insular. Una multitud se había congregado en el muelle y en los alrededores para recibir al ilustre visitante con visibles muestras de afecto.

Cuando el ministro salió a la cubierta del barco, "el entusiasmo fue impresionante y la multitud enfervorizada no cesaba de aclamar al jefe del Estado y al destacado paisano", dice la crónica de DIARIO DE AVISOS. A continuación, y para cumplimentarle, subieron a bordo el gobernador civil, el presidente del Cabildo Insular y delegado del Gobierno, Fernando del Castillo Olivares y otras autoridades. Blas Pérez González había tomado posesión de su cargo de ministro el 3 de septiembre de 1942, en la remodelación del cuarto gobierno de Franco, en sustitución de Valentín Galarza Morante y permaneció en el cargo algo más de 14 años, hasta el 25 de febrero de 1957, en que fue relevado por Camilo Alonso Vega, en tiempos del sexto gobierno del régimen.

En el momento de desembarcar, sigue la crónica de DIARIO DE AVISOS, las aclamaciones se sucedían sin interrupción. Acompañado por el comandante militar de la Isla, pasó revista a la Compañía de Infantería que le rindió honores y a continuación se dirigió a pie por la calle Real hasta la parroquia de El Salvador, siendo recibido, en la puerta principal, por el clero que le acompañó en su entrada en el templo.

En el altar mayor se encontraba la imagen de Nuestra Señora de las Nieves, patrona de la Isla de La Palma, que había sido conducida desde su santuario del monte a la ciudad en procesión de rogativa. El ministro se arrodilló ante la venerada imagen mariana y su esposa ofreció a los pies del altar un ramo de flores, cantándose, a continuación, un solemne Te Deum.

Finalizada la ceremonia religiosa, el ministro cruzó la plaza de España y se dirigió al Ayuntamiento, donde fue recibido por el alcalde, Rafael Álvarez Melo, acompañado por el pleno de la corporación local y todos los alcaldes de la Isla.

Ante las incesantes aclamaciones del público, el ministro saludó desde el balcón principal del Ayuntamiento y, después de varios minutos de entusiasmo, se hizo el silencio y Blas Pérez pronunció un elocuente discurso en el que comenzó manifestando la enorme satisfacción que sentía al volver a su tierra natal y encontrarse entre sus paisanos, destacando la íntima emoción que sintió al ver de nuevo a la venerada imagen de la Patrona palmera, "la Virgen que mi madre me enseñó desde pequeño a adorar y a querer".

Dijo también que quiso venir a La Palma para conocer con detalle los problemas surgidos por la erupción del volcán y encontrar las fórmulas más satisfactorias para darles solución, como así se lo había encomendado el Jefe del Estado al concederle su representación, haciéndole patente que adoptara las medidas necesarias para aliviar los sufrimientos que vivía el pueblo palmero y compensar a los damnificados por los perjuicios sufridos. El ministro, que fue interrumpido en numerosas ocasiones por los aplausos y las aclamaciones del público, finalizó su discurso manifestando que era portador de un cariñoso mensaje de salutación del general Franco para el pueblo palmero.

Antes de abandonar el edificio del Ayuntamiento, el ministro mantuvo un cambio de impresiones con todas las autoridades provinciales e insulares y, posteriormente, acompañado de su esposa y hermano, se trasladó a la residencia de su hermana Catalina, donde se alojó durante su permanencia en la Isla.

Camino de Las Manchas
Al día siguiente, 26 de julio, el ministro salió camino de Las Manchas acompañado de su hermano, autoridades civiles y militares y el personal técnico que lo había acompañado desde Madrid. Al pasar por Mazo, el pueblo de la villa, con su alcalde Toribio Brito de Paz, agasajó al ministro durante unos minutos. Luego continuó hacia Fuencaliente, donde también fue objeto de un entusiasta recibimiento y llegó a Las Manchas, donde se repitieron las muestras de júbilo, recorriendo a pie los lugares afectados por el paso de la lava, así como los daños producidos por los movimientos sísmicos.

Después regresó a Fuencaliente y acompañado por el alcalde Emilio Quintana Sánchez, visitó la Cooperativa Vinícola y se le obsequió con un vino de honor. Al conocer que Luciano Hernández Armas, que había sido maestro y secretario del Ayuntamiento, se encontraba postrado en cama aquejado de una dolencia, el ministro se dirigió a su casa para saludarle, produciéndose un encuentro muy emotivo, en el que éste levantó el brazo y saludó al ministro con energía, diciendo: ¡¡Arriba España!!

Blas Pérez siguió su viaje a Mazo, pueblo natal de sus padres, donde fue de nuevo recibido con entusiasmo, siendo especialmente aclamado por un grupo de ancianos que lo recordaban cuando era niño y adolescente con inquietudes por la política. El ministro rompió el protocolo y apretó las manos de cuantos se acercaron a saludarle. Desde el Ayuntamiento se dirigió al panteón familiar para visitar la tumba de sus padres y de vuelta al edificio consistorial entregó un donativo para los más necesitados, al igual que lo había hecho en Fuencaliente, y regresó a Santa Cruz de La Palma.

Desde la capital insular, el ministro se dirigió a Puntallana y a San Andrés y Sauces. En cada uno de los pueblos por los que pasaba, los recibimientos tenían el mismo calor y afecto que en los municipios que entonces había visitado. En el Ayuntamiento de Los Sauces, el ministro se vio obligado a pronunciar un discurso, ante las reiteradas aclamaciones de los asistentes.

El 27 de julio, desde primera hora, Blas Pérez González comenzó la inspección de las obras de su departamento ministerial que se ejecutaban en Santa Cruz de La Palma, debidas a su propia iniciativa, entre las que se encontraba el Centro Secundario de Higiene, el Asilo de Ancianos, el Jardín de la Infancia y la Avenida Marítima.

A las diez de la mañana, con todos sus acompañantes, el ministro embarcó en el cañonero "Vasco Núñez de Balboa" para dirigirse a Tazacorte, con el objeto de visitar durante ese día los pueblos del valle de Aridane y la comarca afectada por la erupción.

A la una de la tarde, y después de haber contemplado la colada lávica desde el mar, Blas Pérez González desembarcó en el puerto de Tazacorte, donde fue recibido por todas las autoridades de la comarca y un numeroso gentío que había llegado hasta el muelle en camiones, guaguas, coches particulares, carros y la mayoría a pie. El ministro correspondió con afecto al recibimiento que se le tributaba y cambió impresiones con las autoridades y personas más relevantes del Valle de Aridane, entregando al alcalde de Tazacorte, Pedro Gómez Acosta, un donativo de 200.000 pesetas para la construcción del nuevo edificio del ayuntamiento y otra cantidad igual para el abastecimiento de agua.

La caravana se dirigió a continuación hacia Los Llanos de Aridane y poco después de las dos y media de la tarde llegó la comitiva al Ayuntamiento, siendo recibido por el alcalde, Víctor Pulido Acosta y la corporación, así como una multitud que se había congregado a la entrada de la ciudad.

Después de emotivos saludos a las autoridades y algunos amigos, el ministro se dirigió a la iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, donde se cantó un solemne Te Deum. Finalizada la ceremonia religiosa, se trasladó al nuevo edificio consistorial, accediendo al balcón principal, desde el que correspondió a las aclamaciones del numeroso público congregado.

Blas Pérez pronunció un discurso, que fue interrumpido en numerosas ocasiones por los prolongados aplausos y aclamaciones de los asistentes. A continuación se le ofreció un almuerzo, que duró poco, porque el ministro tenía especial interés en visitar con detenimiento la zona afectada, así como a los cientos de refugiados que se encontraban en esta parte de la Isla, deteniéndose en escuchar las reclamaciones y necesidades de los mismos. En el despacho de la alcaldía recibió a varias comisiones y a continuación se dirigió a la ciudad de El Paso, a donde llegó a las seis de la tarde.

El ministro fue recibido en la plaza de España por el alcalde, Antonio Pino Pérez, la corporación y una gran muchedumbre y en el momento de bajarse del vehículo en el que viajaba se produjo una descarga de voladores que atronaron el cielo. Desde allí se trasladó a la iglesia de Nuestra Señora de la Bonanza, donde rezó unos instantes y luego se dirigió al Ayuntamiento.

Al igual que había ocurrido en otras localidades, el ministro salió al balcón principal y dirigió un discurso a los asistentes, en el que señaló la preocupación del Jefe del Estado y del Gobierno de la Nación por la situación originada por la erupción del volcán de San Juan. Al alcalde le entregó un donativo de 250.000 pesetas para socorrer a los damnificados y acometer algunos trabajos.

A las nueve de la noche se le ofreció una cena en el salón del teatro "Monterrey" y pronunció otro discurso en el que puso de manifiesto cuáles eran sus deseos para que toda la zona afectada por el volcán pudiera recuperarse con rapidez.

A las diez y media de la noche, el ministro se despidió de sus anfitriones y regresó de nuevo al puerto de Tazacorte, para embarcar en el cañonero, emprendiendo de ese modo el viaje de regreso a Santa Cruz de Tenerife, a donde arribó la mañana siguiente.

Una gran caravana de vehículos acompañó al ministro hasta el puerto, donde, al igual que a su llegada, fue despedido con vivas muestras de afecto y cariño por parte de las autoridades y sus paisanos. A medianoche, el cañonero "Vasco Núñez de Balboa" levó anclas y sus luces se perdieron rápidamente en el horizonte.

Mientras tanto, desde a bordo, por medio de los reflectores, se enviaba un cariñoso mensaje de gratitud en su nombre, familiares y acompañantes.

No hay comentarios: