domingo, 17 de abril de 2005

Las alas mágicas de Vicente Ramos


Comandante del DC-3 en 1959 y del Fokker F-27 en 1968, fue uno de los pilotos pioneros en volar a La Palma


Juan Carlos Díaz Lorenzo
Villa de Mazo

En la historia de la aviación en Canarias y, especialmente de La Palma, ocupa un puesto de honor la singular personalidad y la trayectoria profesional de Vicente Ramos Hernández, un hombre que ha dedicado casi cincuenta años de su vida a volar, guiado por una gran pasión, forjada desde sus inicios en el viejo Aeroclub de Los Rodeos.

Nacido en Santa Cruz de Tenerife el 6 de diciembre de 1931, Vicente Ramos sintió la afición de volar desde pequeño, aunque entonces no dejaba de ser para él un sueño inalcanzable. El punto de partida llegó cuando otro piloto, Ramón Ruiz, persona cuya fecunda y constante labor en la organización y éxitos conseguidos por el Aero Club de Tenerife está ampliamente reconocida, le llamó para que colaborara con él en la reorganización de la citada entidad, en una etapa en la que habría de cosechar importantes hitos, además de contribuir de una manera notable a la formación de nuevos pilotos.

Cuando el Aero Club recibió su primera avioneta se organizaron los primeros cursos de formación de vuelo, en uno de los cuales se matriculó Vicente Ramos, que contaba entonces 20 años de edad. Sus primeras enseñanzas las recibió de otro destacado piloto, Santiago Jiménez, etapa en la obtuvo el título de piloto privado -o piloto de turismo, como se denominaba entonces-, el 16 de noviembre de 1951, aprovechando además todos los vuelos de entrenamiento que podía para acumular horas.

Junto a Vicente Ramos, Ramitos, también obtuvo la licencia de vuelo Constantino Tino Rubio Lorenzo -nacido en El Hierro en 1933 y que vivió en La Palma desde 1936 hasta 1945-, otro destacado piloto que escribió brillantes páginas de la aviación comercial en Canarias y cuya carrera se truncó en el accidente de un DC-8 de AVIACO, el 6 de julio de 1972, cuando realizaba la maniobra de aproximación al aeropuerto de Gran Canaria.

Corría el año de 1956 cuando Vicente Ramos recibió una beca de Iberia para realizar los cursos de vuelo en la Escuela Superior de Polimotores del Ejército del Aire en Jerez de la Frontera, donde obtuvo el título superior de vuelo sin visibilidad en diciembre del citado año, y piloto comercial en enero de 1957, con el número dos de su promoción. Este hecho tuvo entonces una especial trascendencia, al tratarse del primer piloto comercial nacido en Canarias, como así lo reflejó el periódico tinerfeño La Tarde.

El hecho de alcanzar una buena calificación resultó decisivo para su carrera profesional, ya que le permitió su ingreso en el escalafón de segundos pilotos de Iberia, después de haber superado satisfactoriamente diversas pruebas y con el beneplácito del jefe de pilotos de la compañía, José María Ansaldo.

En enero de 1957 obtuvo el título de piloto comercial después de haber realizado los cursos superiores de vuelo en la Escuela Superior de Polimotores del Ejército del Aire en Jerez de la Frontera, en el que obtuvo el número dos de su promoción. Este hecho tenía entonces una especial trascendencia, al tratarse del primer piloto comercial nacido en Canarias, como así lo reflejó el periódico tinerfeño La Tarde.

En 1959 se soltó de comandante a los mandos de un DC-3 y a comienzos de la década de los sesenta, Vicente Ramos recibió un encargo directo de José María Ansaldo, encomendándole dos misiones de singular importancia. La primera consistía en inspeccionar todos los campos de socorro existentes en el territorio nacional dispuestos para su utilización en situaciones de emergencia, y la segunda se refería a la localización de los campos de aterrizaje en el Sahara español -más de una veintena-, con la finalidad de elaborar los planos y las fichas técnicas de los mismos, para lo que dispuso de un DC-3 con el que tomó tierra y despegó en campos no preparados, avanzando de ese modo en el trabajo de las prospecciones petrolíferas de la zona.

Durante su etapa en el Ejército del Aire voló el trimotor Junkers Ju-52 y el bimotor Heinkel He-111 y en su larga carrera profesional en Iberia, iniciada en mayo de 1957, pilotó los aviones DC-3, DC-4, Bristol 170, Lockheed L-1069 Super Constellation, Caravelle, Fokker F-27, DC-9 y Boeing B-747. En total, Vicente Ramos tiene en su haber 24.500 horas de vuelo y en su última etapa profesional contabilizó 350 viajes cruzando el Atlántico como comandante del gigantesco Jumbo.

Labor técnica
Su reconocida calificación profesional hizo que la dirección de Operaciones de Iberia le designara para desempeñar varios cargos de responsabilidad, entre ellos los de inspector y jefe de Flota de DC-3; jefe de Flota del Fokker F-27, jefe de Control de Red de Canarias, jefe de Operaciones de Iberia en Canarias e inspector de Calidad de la Dirección de Operaciones de Iberia en Canarias.

Vicente Ramos colaboró de manera activa en numerosas ocasiones en el asesoramiento y elaboración de informes técnicos a autoridades, a requerimiento, entre otros, de Manuel Fraga y Carlos Pérez de Bricio, en sus respectivas etapas como ministros de Información y Turismo e Industria, así como el presidente del Cabildo Insular de Tenerife, José Miguel Galván Bello, para la designación del emplazamiento del actual aeropuerto Tenerife Sur, importante instalación que en unión de la autopista del Sur, asimismo promovida por el recordado político tinerfeño, tanto ha significado en el desarrollo turístico de la Isla.

A mediados de la década de los setenta, Vicente Ramos desempeñó una intensa actividad en colaboración con Juan Fuentes Bertrán, entonces delegado regional de Iberia en Canarias, y con el jefe de Mantenimiento, Antonio Sendín, en la organización de la red aérea interinsular, dotada de aviones turbohélices Fokker F-27, que llegó a alcanzar una programación diaria de 80 vuelos y una oferta de 3.520 plazas.

La flota Fokker en Canarias alcanzó un elevado grado de popularidad, hecho que se acrecentó con la familiaridad de sus tripulaciones técnicas y auxiliares, entre los que se encontraba, además de Vicente Ramos, otro comandante de Iberia de reconocido prestigio, también tinerfeño, Álvaro González Tarife, que entonces desempeñaba el cargo de inspector de vuelo.

El desarrollo aeroportuario de Canarias, con la construcción de los nuevos aeropuertos de La Palma, El Hierro y Fuerteventura, así como las mejoras realizadas en los principales aeródromos del Sahara español, además de participar en las reuniones técnicas preparatorias, motivó su intervención directa en la inauguración de cada uno de ellos pilotando el primer vuelo del Fokker F-27.

Vicente Ramos se mostró, siempre, un firme defensor de la construcción del aeropuerto de Tenerife Sur, como lo demuestra en unas declaraciones a la prensa tinerfeña en marzo de 1972:

"Como tinerfeño y como piloto, creo que es la única solución, la urgente construcción de un nuevo aeropuerto en el Sur, si se quiere seguir a la altura de los tiempos que mandan, turísticos, económicos, etcétera. Pero hay que hacerlo ya, sin demora. El no tenerlo ha perjudicado mucho a Tenerife; es vital. Lo sabemos perfectamente nosotros que vivimos los problemas que se crean cada hora, cada día. Los periódicos no deben quedarse atrás en recoger y no desperdiciar nada del urgente tema".

Durante estos años Iberia alcanzó en Canarias unos niveles muy estimables en cuanto a regularidad, seguridad, utilización de aviones y tripulaciones, lo que le reconoció la propia compañía con la concesión de diplomas honoríficos concedidos en los años 1972 y 1975.

Un episodio especial en su vida profesional se produjo a partir del 27 de marzo de 1977, fecha del trágico accidente de dos aviones Boeing B-747 en el aeropuerto de Los Rodeos, lo que originó una difícil situación por la magnitud de la catástrofe y el cierre al tráfico del citado aeropuerto.

Ante esta situación de emergencia, el papel de Iberia y de su personal de Tenerife y Las Palmas resultó decisivo, contribuyendo a paliar en la medida de lo posible las consecuencias ocasionadas por el grave accidente, organizándose un auténtico "puente aéreo" con los aviones Fokker F-27 destacados en Canarias, lo que permitió mantener el transporte de pasajeros entre ambos aeropuertos.

El comandante Ramos, entonces jefe de la Flota Fokker F-27, junto con el ingeniero-jefe de la base de Mantenimiento y el jefe de escala, auxiliado por todo el personal, puso en marcha con toda rapidez el "puente aéreo", que tan eficaz servicio prestó hasta la normalización del tráfico del aeropuerto de Los Rodeos, reorganizándose, asimismo, el itinerario de los ferries de Trasmediterránea Ciudad de La Laguna y Villa de Agaete, con cinco viajes diarios entre las dos capitales canarias, transportando un elevado número de pasajeros para garantizar las comunicaciones vitales.

En lo que se refiere al escenario del accidente, el personal de Iberia colaboró intensamente con la Cruz Roja y el Ejército en la recuperación de los cadáveres y en su traslado al hangar para su identificación. Durante la noche del accidente y la siguiente, hasta que se retiraron todos los restos de la pista, todos ellos se entregaron denodadamente a dicha labor.

El personal del aeropuerto de Las Palmas se encontró con un tráfico que desbordaba sus posibilidades, ya que tuvo que atender también a los aviones desviados de Tenerife. Pese a todo esto, la magnífica labor del personal resolvió gran parte de los muchos problemas planteados. Una actuación tan ejemplar tuvo su reconocimiento desde todas las instancias regionales y nacionales, así como las compañías afectadas por la tragedia.

En 1981, cuando Iberia cedió la operación del F-27 a Transeuropa para cubrir los vuelos interinsulares, Vicente Ramos se ocupó de la instrucción de los nuevos pilotos, lo que en sus propias palabras le resultó muy grato, "debido al excelente grado profesional que demostraron".

En septiembre de 1981, y a propuesta del entonces delegado de Iberia en Tenerife, Jesús de San Román, al comandante Vicente Ramos asumió el mando del vuelo del B-747 que llevó a Caracas bordo a una réplica de la venerada imagen de Nuestra Señora de Candelaria, partiendo desde el aeropuerto Tenerife Sur "Reina Sofía" al de Maiquetía, en Venezuela.

Cohetes Jatos
Como es lógico, una vida profesional tan intensa está llena de multitud de anécdotas, de las cuales hemos seleccionado las siguientes, en palabras de su protagonista:

"Las especiales características del viejo aeropuerto de La Palma, el de Buenavista, con frecuentes cancelaciones por problemas de meteorología y las dimensiones de la pista de vuelo, hizo que se me ocurriera, acordándome de los aviones que utilizaba la US Navy, a instalarle unos cohetes Jatos bajo el fuselaje del DC-3. Las medidas del campo de Buenavista y su parecido con un portaaviones hacían a estos cohetes ideales en caso de fallo en un motor mientras despegábamos. Recuerdo que una vez, alguien, mientras montaba el artilugio con el avión parado, tocó el mando de disparo. Aquello se puso a soltar gas y no se llevó el avión por los aires de puro milagro, gracias a los calzos".

El 20 de diciembre de 1982, y por segundo año consecutivo, DIARIO DE AVISOS, decano de la prensa de Canarias, entregó los premios "El Mundo de la Aviación", una iniciativa del periodista Andrés Chaves, entonces subdirector del periódico, que se convirtió en "síntesis de los esfuerzos de unos hombres que engrandecen esta industria y esta actividad".

En aquella ocasión, además de Vicente Ramos, "que ha llegado más alto que cualquier otro piloto canario en su profesión", recibieron el galardón José Antonio Silva, comandante de AVIACO, "que tiene escondida su vena de periodista de profesión" y Jaime Llorca, "un hombre entrañable que nos da ejemplos cada día de saber hacer las cosas bien y de trato a los demás".

En su última etapa profesional, después de volar como comandante del Boeing B-747, Vicente Ramos emprendió otro nuevo reto en Líneas Aéreas Canarias (LAC), compañía de la que fue accionista y consejero y, asimismo, primer director de operaciones.

LAC compró en Inglaterra dos aviones turbohélices Vickers Viscount de 85 plazas cada uno, bautizados con los nombres de Isla de Tenerife e Isla de Gran Canaria, con los que hicieron vuelos chárter a Funchal, Marrakech, El Aaiún y Dakar, y también resolvieron problemas puntuales de Iberia y AVIACO en la red interinsular.

La gran vocación de Vicente Ramos por la aviación le llevó a desempeñar, entre otros cargos, la jefatura de Escuela de Vuelo y la presidencia del Aero Club de Tenerife. Durante los más de treinta años que trabajó en Iberia recibió innumerables felicitaciones de la alta dirección de la compañía, así como de autoridades provinciales, regionales y nacionales.

Retirado de toda actividad profesional, y afincado en su residencia de Los Cristianos, el reconocimiento a su singular trayectoria motivó un nuevo homenaje promovido por el delegado de Iberia en Canarias Occidentales, Manuel Hernández Sigut, que se celebró el 9 de octubre de 1998 en la sede central de Caja Canarias, con la entrega de una placa en presencia de un nutrido grupo de invitados y con la asistencia de una distinguida representación de Iberia.

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