domingo, 15 de julio de 2007

El volcán se vuelve espectáculo

Juan Carlos Díaz Lorenzo
Las Manchas


El 10 de julio de 1949, dos días después del comienzo de la salida de la lava del volcán de San Juan desde la fractura situada en Llano del Banco, el primer brazo ardiente alcanzó la orilla del mar. La corriente que se había adelantado por Las Hoyas hizo que desapareciera la amenaza que se cernía sobre el barrio de Todoque y, después de sepultar un empaquetado de plátanos, a las siete y media de la tarde se produjo el esperado encuentro, bajo la atenta mirada de miles de personas.

Con un frente de unos 500 metros y mientras caía por el acantilado en forma de cascada, dio origen, en la prosa del profesor palmero Manuel Martel San Gil, "a un violento y sorprendente choque, francamente indescriptible, entre el elemento ígneo y la masa líquida que como gigantescos titanes luchan por imponer su dominio, y al fin, mientras una yace petrificada atestiguando la lucha consumada, el otro se levanta en forma de densas columnas blancas, pregonando cómo entre el hervir de las aguas del mar y la consolidación de un fluido magma, se acrecienta la superficie de una de las islas, a cuya acción deben su existencia".

En la tarde del 11 de julio y en el Teatro Circo de Marte, en Santa Cruz de La Palma, el geólogo Simón Benítez Padilla pronunció una conferencia titulada El volcán de las Manchas y otros de La Palma. La presentación estuvo a cargo del abogado y consejero del Cabildo Insular, Acenk Galván González, quien destacó la personalidad científica del autor y agradeció en nombre de La Palma los constantes desvelos por tranquilizar a la población insular sobre la naturaleza del volcán.

Benítez Padilla hizo una interesante aportación de observaciones personales y datos sobre la erupción, relacionándolos con otros volcanes históricos. El público llenó por completo el aforo del teatro y aplaudió con entusiasmo la intervención del conferenciante, que envió un claro mensaje de tranquilidad al pueblo de La Palma.

Durante la madrugada y en la mañana del 12 de julio se percibieron en El Paso y Los Llanos una serie de fuertes ruidos subterráneos. Poco después de las 16 horas apareció un nuevo cráter con tres bocas en el sitio llamado Hoyo Negro, próximo a El Duraznero, del que dista unos 300 metros y que expulsa una gran cantidad de gases, piedras incandescentes y partículas sólidas hasta una altura de unos 700 metros, lo que ha originado nuevos incendios en el pinar.

Los técnicos estiman que, en el caso de que el volcán arroje lava por este cráter, se prevé que pueda correr próxima a la que vierte la fisura de Llano del Banco, pasando por la finca de San Nicolás y desemboque en el mar por Puerto Naos. Sobre Los Llanos de Aridane cayó una lluvia de cenizas y en el ambiente se percibía un fuerte olor a azufre.

Uno de los brazos de lava mantenía su amenaza sobre el caserío de Cuatro Caminos, mientras en el de Puerto de Naos parece que se detuvo, aunque los ramales aumentaron su anchura y continuó la caída al mar después de atravesar Las Hoyas, en el que se adentró en grandes cantidades, con lo que ensanchó su frente de avance en una longitud considerable.

Hasta el momento, según el recuento oficial, la lava había arrasado unas 70 casas en los barrios de Las Manchas y Jedey, y otras 50 casas se habían caído o sufrido daños de importancia a consecuencia de los temblores de tierra.

Pese a la aparición del nuevo cráter de Hoyo Negro, la ausencia de movimientos sísmicos durante la jornada ha conferido una mayor tranquilidad al desarrollo de la erupción, aunque el personal de Montes informó que en la Caldera de Taburiente se produjeron algunos derrumbes.

El 13 de julio llegó a la capital insular el capitán de fragata Manuel Montojo Fernández, segundo comandante de Marina de la provincia tinerfeña, acompañado del segundo-jefe del Tercio de la Guardia Civil, Carlos Simarro, trasladándose a continuación a la zona del volcán.

A bordo de la falúa Quisisana llegaron a Tazacorte el subjefe provincial del Movimiento, Ricardo Hogdson Lecuona; el jefe insular del Frente de Juventudes, Andrés de las Casas; el secretario particular del gobernador civil, José Duque Alonso y el periodista tinerfeño Luis Álvarez Cruz. Esa noche, y después de permanecer varios días en la Isla estudiando el fenómeno volcánico, regresó a Las Palmas el geólogo Simón Benítez Padilla.

Al día siguiente se recibió un nuevo donativo de 100.000 pesetas del ministro de la Gobernación para atender a los evacuados y se informó que había solicitado del Ministerio de Marina el envío inmediato de varios buques rápidos para mantener el servicio de transporte marítimo entre Tazacorte y Santa Cruz de La Palma.

A instancias del ministro, una comisión de técnicos del Instituto Nacional de Colonización emprendió viaje a La Palma, con la finalidad de ver la posibilidad de adquirir una o dos fincas de grandes dimensiones que podían ser parceladas y donadas a los agricultores que habían perdido sus propiedades al quedar sepultadas por la lava.

Otra comisión de la Dirección General de Regiones Devastadas vino con la misión de atender la reconstrucción de todas las viviendas que habían resultado destruidas o con graves daños por la lava o los temblores de tierra.

Ese mismo día llegó a La Palma el ingeniero-jefe provincial de Obras Públicas, Manuel Belda Soriano, para inspeccionar las carreteras que habían resultado interceptadas por los brazos de lava, así como los daños causados en su recorrido por los movimientos sísmicos y el derribo de paredes. El ingeniero-jefe manifestó que tenía todo dispuesto para que, desde el momento en que dejara de correr la lava, comenzaron los trabajos para restablecer la circulación en la carretera general del Sur.

En el mismo barco llegó el presidente del Cabildo Insular de Tenerife y de la Mancomunidad Provincial Interinsular, Antonio Lecuona Hardisson, que ofreció a las autoridades la ayuda económica o de cualquier otro tipo que pudieran prestar las corporaciones que presidía y entregó un donativo de 25.000 pesetas en nombre de la primera y otro de 10.000 pesetas, de la segunda, así como un donativo personal para atender a los evacuados.

Antonio Lecuona destacó el interés con el que las autoridades nacionales seguían el desarrollo del volcán y, en especial, el ministro Blas Pérez González, de quien dijo que su despacho en el Ministerio de la Gobernación se había convertido casi en un centro de estudios volcanológicos, siguiendo las incidencias diarias sobre un gran mapa de la Isla.

Ese mismo día llegó a La Palma el inspector provincial de Sanidad, Ángel Vinuesa, para inspeccionar el funcionamiento de los servicios sanitarios insulares. En Los Llanos se utilizaron todas las habitaciones libres en el nuevo hospital, para atender a los evacuados que necesitaban cuidados especiales, así como el edificio construido para posibles afectados de epidemias graves. Las dependencias se habilitaron con camas y ropas del Hospital de Dolores de Santa Cruz de La Palma, que fueron trasladadas por vía marítima en cumplimiento de lo dispuesto por el Gobierno Civil.

De las personas evacuadas, niños, adolescentes y muchos adultos, una parte fueron a Santa Cruz de La Palma y se alojaron en casas particulares ofrecidas por sus habitantes. Los que necesitaron cuidados médicos fueron ingresados en el Hospital de Dolores, donde recibieron las atenciones que requerían. El médico cirujano Amílcar Morera Bravo, jefe del citado servicio, realizó más de cuarenta intervenciones.

Los médicos de la isla, tanto de medicina general como especialistas, en servicios oficiales o consultas privadas, atendieron cuantas solicitudes les fueron formuladas para atender a los evacuados. El inspector provincial de Sanidad expresó su satisfacción por el funcionamiento de todos los servicios sanitarios, así como la ausencia de elementos que pudieran provocar alguna epidemia.

Asimismo llegó a la Isla el secretario técnico de la Delegación Provincial de Abastecimientos y Transportes, Ricardo Armas Baker, quien inspeccionó los servicios de las dos zonas de la Isla y proponer a la Comisaría General de Abastecimientos las soluciones que creyera oportunas para el avituallamiento urgente de las familias damnificadas.

El 15 de julio, el Consejo de Ministros, reunido en el Palacio de El Pardo bajo la presidencia del Jefe del Estado, general Franco, escuchó los informes del ministro de la Gobernación referidos a la erupción del volcán de La Palma y acordó prestar la máxima ayuda al pueblo palmero y delegó en el ministro Blas Pérez González para que dispusiera lo necesario para hacer llegar a los damnificados, lo antes posible, los medios que permitieran resolver la situación creada por la erupción volcánica.

En la conferencia que el ministro sostuvo con el delegado del Gobierno, éste le informó que había dispuesto que el buque-escuela Galatea, que se encontraba en alta mar, se dirigiera a Santa Cruz de La Palma, así como el minador Marte, que estaba de apostadero en Las Palmas, para que sus dotaciones colaboraran en lo que fuera necesario.

En este día se informó que el Cabildo Insular, que también presidía Fernando del Castillo-Olivares y Van de Walle, había concedido un primer donativo de 50.000 pesetas para atender las necesidades de los damnificados y adoptó el acuerdo de conceder otras ayudas.

El 18 de julio, el Ayuntamiento de El Paso celebró un pleno extraordinario en el que acordó por unanimidad conceder un voto de gracia a los alcaldes de Tazacorte, Pedro Gómez Acosta y de Fuencaliente, Emilio Quintana Sánchez, por sus personales y valiosas intervenciones en las evacuaciones y las atenciones prestadas a los vecinos afectados.

Acordó, asimismo, expresar el reconocimiento del municipio a Victoriano Sánchez Acosta, quien, el 24 de junio, día en que comenzó la erupción, se ofreció voluntariamente para localizar el lugar donde se abrió el primer cráter; así como un premio en metálico al guarda-jurado de la Asociación de Cazadores, Antonio González Rodríguez, por los servicios prestados, al visitar dos veces cada día la zona de los cráteres, con el fin de seguir en lo posible su evolución.

Por los micrófonos de Radio Club Tenerife, entonces la emisora más importante de Canarias, pasaron durante los días de la erupción del volcán las principales autoridades provinciales e insulares, así como algunas destacadas figuras de las ciencias y las letras, con la finalidad de informar a la audiencia de los acontecimientos del volcán. En la noche del 18 de julio, el abogado palmero Luis Cobiella Zaera, pronunció un discurso titulado "La llamada de La Palma", que fue reproducido en la prensa local.

La noticia del volcán atraía todos los días la presencia de muchos visitantes. "Lo que sí ha ido en aumento -dice la crónica de DIARIO DE AVISOS- es la curiosidad del archipiélago, pues en los últimos correos son muchas las familias que se han desplazado a esta isla con objeto de observar el discurrir de la lava, poniendo una nota de turismo en esta Ciudad y a lo largo de la carretera del Sur".

El periódico tinerfeño La Tarde se hizo eco de la desaparición de un vecino de Breña Alta que "fue a ver el volcán y no ha vuelto".

"El día 11 del corriente salió de su domicilio con dirección al monte, el vecino Ismael Pérez Bravo, sin que hasta la fecha se haya vuelto a saber de él. Grupos de vecinos han recorrido los sitios por donde fue visto por última vez el mismo día, a las 12,30 de la tarde, resultando infructuosas las pesquisas realizadas para encontrarlo. Era un sujeto extravagante y sencillo, muy popular en este pueblo, pues estaba constantemente cantando y riéndose.

Todos los vecinos lo apreciaban. Salió con intenciones de traer leña, pero por el camino dijo a alguien que pensaba ir a ver el volcán, a partir de cuyo instante, como se ha dicho, no se ha vuelto a tener noticias suyas".

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