domingo, 29 de julio de 2007

La ermita amenazada por el volcán

uan Carlos Díaz Lorenzo
Las Manchas


Desde la apertura de la fisura del Llano del Banco, el 8 de julio de 1949, la lava del volcán de San Juan se vio favorecida en su descenso por el desnivel del terreno, y amenazó desde el primer momento a la histórica ermita de San Nicolás de Bari, en Las Manchas. Cuando lo inevitable parecía que iba a cumplirse, el párroco de la época, Blas Santos Pérez, hizo en público una promesa de levantar un monumento a Nuestra Señora de Fátima, por la que sentía una especial devoción, y la lava desvió su curso y pasó a unos cien metros de la iglesia.

Desde las últimas horas del día anterior, la ermita había sido desmantelada ante la previsión de que la lava pudiera caer sobre el barrio de Las Manchas. Las imágenes religiosas y los útiles litúrgicos fueron trasladados a la parroquia de Nuestra Señora de los Remedios, en Los Llanos de Aridane, y todo lo que se pudo rescatar (maderas, puertas, ventanas, retablo, campana, bancos, etcétera) también fue puesto a salvo.

En unos años de penurias económicas, agravados por los daños que causó la erupción, los vecinos de Las Manchas, y aun los habitantes de otros pueblos cercanos, se preocuparon de que se construyera el monumento prometido, que puede contemplarse en majestuosa presencia en lo alto del pueblo de Las Manchas.

La imagen, tallada en granito puro y de un color terroso pálido, mide unos dos metros de altura, pesa tonelada y media y fue realizada en los talleres escultóricos del constructor Raimundo Vázquez Fernández, en 1951, como así lo atestigua una placa conmemorativa adosada en un lateral.

El boceto fue diseñado por el director de Regiones Devastadas, Gonzalo Cárdenas, buen amigo del ministro Blas Pérez González. El marco, coronado por una cruz que soportan hojas de acanto, llama poderosamente la atención y está construido en cemento y piedra volcánica. Delante tiene una plaza y un altar sobre adoquines de lava, con dos accesos independientes.

La imagen de Nuestra Señora de Fátima fue bendecida el 28 de abril de 1952 en un solemne acto religioso celebrado en el instituto femenino "Rosalía de Castro", en Santiago de Compostela, y estuvo presidido por el arzobispo de Compostela, cardenal Quiroga Palacios, quien pronunció "una elocuente plática de elevados tonos patrióticos destacando la hermandad canario-galaica", según destaca la crónica de DIARIO DE AVISOS.

En la ceremonia estuvieron presentes el ministro de la Gobernación, Blas Pérez González y su esposa, Otilia Martín Bencomo, quienes ostentaban, asimismo, la representación oficial del jefe del Estado y la esposa de éste, Carmen Polo, que habían apadrinado la réplica de la imagen destinada a Las Manchas, monumento "que perpetuará el hecho extraordinario" de que la lava del volcán de San Juan no arrasara la ermita.

El ministro pasó revista a una compañía militar que le rindió honores y a la puerta del instituto "Rosalía de Castro", donde se apiñaba un numeroso público para tributarle una cariñosa acogida, fue saludado por el arzobispo de Compostela y todas las primeras autoridades y representaciones, entre las que se encontraba el sacerdote palmero Blas Santos Pérez, conocido como el "párroco del volcán". En la saleta del instituto se preparó un artístico altar. Al lado de la epístola estaba la imagen de la Virgen de Fátima y en sus proximidades los asientos del ministro y su esposa. En el lado del Evangelio se colocó el arzobispo y en otros asientos preferentes las primeras autoridades y las numerosas comisiones. En la misa que siguió a continuación, la Schola Cantorum del Seminario interpretó diversas composiciones religiosas. Terminada la liturgia, el arzobispo, revestido de pontifical, procedió a la bendición de la imagen y pronunció unas palabras que fueron contestadas por el representante del Gobierno nacional.

El ministro pronunció un discurso en el que dijo, entre otras cosas, que "porque Dios ha querido, tuve la suerte de haber nacido en una de las Islas Afortunadas, la Isla de La Palma, que en el año 1949 nos transmitió la triste noticia de la erupción de uno de sus volcanes. De S.E. el Generalísimo Franco, atento siempre a dar consuelo y fuerzas económicas a todos los españoles, surgió entonces la idea de que fuera a aquel lugar una representación del Gobierno, y fui elegido yo, por estar vinculado a aquellas islas por lazos de sangre y de cariño. Se formó enseguida un cuerpo técnico, en el que figuraba un buen amigo, un gallego de corazón, don José Fariña, y entramos en el puerto de Santa Cruz de La Palma a bordo del Vasco Núñez de Balboa. La isla tiene 70.000 habitantes y, sin hipérbole, puedo decir que todo el pueblo estaba en el muelle esperándonos, con un silencio sepulcral. La escena representaba la llegada del hijo ausente que iba con la representación del Caudillo. La tierra temblaba todavía bajo nuestras plantas. Eran momentos de gran emoción".

El ministro se refirió, a continuación, a la salvación de la ermita de San Nicolás de la corriente de la lava: "Su pobre párroco nos decía: Yo se lo pedía a la Virgen de Fátima, y la Virgen salvó la ermita. Quiero que me ayuden a levantarle aquí un monumento".

"José Fariña -agregó el ministro- quiso ayudarle y encargó al artesanado gallego esta bella obra. El arzobispo atendió paternalmente este deseo. Y aquí estamos, en un acto en el que se vinculan dos españolísimas regiones: Canarias y Galicia. Quiero dar las gracias a todas las autoridades por su asistencia a la ceremonia".

Por último, Blas Pérez González, fijando sus ojos en la imagen de la Virgen de Fátima, imploró, visiblemente emocionado:

"¡Madre mía, te pido que lleves a mi tierra canaria todo mi corazón, mi afecto y les digas a mis paisanos que toda mi emoción está puesta en ella. Porque yo quiero a Canarias y a Galicia y, al querer a estas dos regiones, quiero a España por encima de todos mis quereres. Cuando mis paisanos la reverencien, le pedirán por España y por Galicia, tierra privilegiada, que tiene la gloria de ser el sepulcro del Apóstol Santiago".

A la ceremonia asistieron representaciones y comisiones de las provincias gallegas y de Canarias, "testimoniándose en este acto de piedad evocadora, la fraternidad entre aquella región y el Archipiélago Canario". Al finalizar el acto, el ministro recibió a una comisión de estudiantes canarios residentes en Santiago, "con los que sostuvo un amplio cambio de impresiones, sobre las lucidas ceremonias, que acababan de celebrarse".

La prensa gallega y la canaria destacaron ampliamente la bendición de la imagen, con amplias crónicas y fotografías alusivas al acto. El final de la jornada tuvo un carácter apoteósico, al concentrarse numerosos grupos de gaiteros, que llegaron a Santiago de Compostela desde todos los rincones de Galicia. El presidente de Compañía Trasmediterránea, Ernesto Anastasio Pascual, ofreció el traslado gratuito de la imagen hasta Santa Cruz de Tenerife a bordo del "liner" Satrústegui y luego, hasta la capital palmera, en el vapor Ciudad de Melilla.

La recepción oficial de la imagen se celebró el 18 de mayo siguiente en la parroquia de San José, en la capital tinerfeña, en un acto que estuvo presidido por el gobernador civil y jefe provincial del Movimiento, Carlos Arias Navarro, en unión de otras autoridades, jerarquías y representaciones. Esa misma noche fue embarcada en el puerto tinerfeño y al día siguiente, con el barco empavesado, fue recibida en Santa Cruz de La Palma por una gran muchedumbre y con todos los honores.

De la crónica del acto religioso celebrado en la iglesia de San José, firmada por el periodista tinerfeño Luis Álvarez Cruz, testigo presencial de la erupción del volcán de San Juan, entresacamos los dos párrafos siguientes:

"Nuestra capital, que con tanta emoción y reverencia recibió la sagrada imagen de Nuestra Señora de Fátima, donada por Galicia a la Isla de La Palma, con el fin de que sea emplazada en la misma linde donde se detuviera, a su conjuro milagroso, a su celestial intercesión, la arrolladora lava del volcán que un día arrancara a la bella isla de su plácido remanso de belleza para sumirla en la angustiosa zarabanda de los terremotos devastadores, se dispone hoy, domingo, a despedirla en el marco de un acto apoteósico que, por otra parte, será algo así como el preludio de los actos que se preparan en La Palma a su llegada, y en los que de seguro el católico corazón de aquellas gentes latirá con renovado ritmo, con más vivo compás, con más entrañable isocronia".

"Galicia y Canarias, estrechamente unidas bajo una tutela común, bajo un mismo signo, se estrechan la mano conmovedoramente en estas jornadas grandiosas de fe católica y de piedad española. La sagrada imagen, erigida al pie de la lava negra del volcán de Las Manchas, pregonará en La Palma la maravillosa unidad entre gallegos y canarios, que es símbolo a la vez de la gran unidad española. Y allí recibirá, en las fervorosas preces palmeras, el común deseo de que aparte el mal de las dos bellas regiones españolas, presidiendo e inaugurando una era de próspera felicidad, que bajo su milagrosa tutela es posible; apartando de la isla la desventura, lo mismo que en otro tiempo apartara el curso impetuoso de la lava volcánica que descendía desde la cumbre para anegar el risueño valle en su oleaje de fuego".

La construcción del monumento, por diversas causas, se retrasó unos ocho años y sufrió algunas modificaciones respecto de su diseño original. El 24 de junio de 1960, día de mucho calor, se procedió a su bendición en presencia del gobernador civil de la provincia, Manuel Ballesteros Gaibrois y el alcalde de El Paso, Santiago García Castro, quienes pronunciaron emotivos discursos. La ermita de Las Manchas, que tiene el título de San Nicolás, fue fundada por Nicolás Massieu y Vandala, según consta en el testamento otorgado ante el escribano público Antonio Roque Casanova, registrado en el protocolo de Antonio Vásquez el 14 de septiembre de 1696 y que dispone, entre otras cosas, que había de ponerse en el altar una imagen de Nuestra Señora de Bonanza, "por ser aquel distrito muy ventoso", así como una imagen de san Nicolás, otra de san José y en lo alto del espaldar del retablo un Santo Cristo de bulto que tenía en su casa solariega del Llano de Argual.

Nicolás Massieu, súbdito de origen francés, adquirió la ciudadanía española en 1638 y fue el mayor terrateniente del valle de Aridane, al poseer la propiedad y explotación de los ingenios azucareros de Argual y Tazacorte. La construcción de la ermita fue iniciada por su hijo Pedro Massieu y Monteverde, tiempo después del fallecimiento de su padre y continuada por sus herederos, tanto en el remate final como en la dotación de imágenes, mobiliario y aderezamiento.

Desde su fundación, la ermita de San Nicolás permaneció anexa a la parroquia de Nuestra Señora de los Remedios, en Los Llanos de Aridane. Sin embargo, mediante R.O. de 18 de mayo de 1885, que declaró la independencia entre ambas parroquias, la citada ermita fue anexada a la parroquia de El Paso.

El 18 de noviembre de 1929, siendo obispo de Tenerife fray Albino González y Menéndez-Reigada, y con motivo de la demarcación parroquial de la diócesis, sobre la base de la antigua ermita fue creada la parroquia de Las Manchas, dependiente del arciprestazgo de Los Llanos de Aridane y con categoría de rural de primera.

Su dotación inicial fue de 2.650 pesetas anuales, de las cuales 1.500 pesetas eran para los gastos del párroco y otras 500 para el culto. La nueva parroquia no poseía propiedades y su primera modificación patrimonial se produjo a partir de 1952, cuando recibió la imagen de Nuestra Señora de Fátima, que sería colocada al aire libre en un monumento homenaje a la divina devoción. Su primer párroco titular fue José Pons y Comallonga, nombrado el 28 de mayo de 1931, quien ejerció el cargo durante 13 años. En recuerdo de su fecundo magisterio sacerdotal, la plaza de la ermita lleva su nombre.

Aunque en varias ocasiones llegó a plantearse su demolición, por no tener capacidad suficiente para el culto, así como derribar uno de los muros y construir un anexo, al final se impuso la cordura y ha logrado conservar su factura original de una sola nave, dividida en dos tramos de distinto nivel. La parte más antigua corresponde al altar y mide 8,50 metros de largo y 5,70 metros de ancho. Dos escalones de cantería acceden al altar mayor, separado por un arco toral de medio punto labrado en piedra.

El artesonado es de par y nudillos, con estructura de almizate y faldones laterales, reforzado por tirantes simples apoyados en sencillas ménsulas. Las losetas del suelo eran de dos tipos: en color el primer tramo, más antiguo y en blanco y negro el segundo, más moderno. Tiene un coro y dos sacristías, a izquierda y derecha del altar mayor. La primera, edificada en el siglo XIX, sufrió el derrumbamiento del techo y sólo conservaba los muros hasta que llegó la restauración. La segunda fue hecha por un maestro de obras en los años treinta, época en la que también se rehizo el púlpito. En 1945 fue restaurado el balcón del coro, desde el que se toca la campana.

En el verano de 1993 la techumbre de la iglesia sufrió un desplome. Ante el peligro inminente de un derrumbe, la celebración del culto se trasladó a un local próximo y comenzó el proceso para su restauración, que se prolongó por espacio de casi cinco años. En 1996, a instancias del Cabildo Insular de La Palma, en expediente que promovió el consejero Vicente Capote Cabrera, la ermita de Las Manchas fue declarada Bien de Interés Cultural por el Gobierno de Canarias, con categoría de monumento. En junio de 1998 concluyeron las obras de restauración, así como la rehabilitación del retablo y las imágenes, de acuerdo con un convenio suscrito entre el Cabildo Insular de La Palma y el Obispado de la Diócesis Nivariense. El 10 de enero de 1999 fue reabierta al culto, en solemne ceremonia que presidió el obispo Felipe Fernández García.

domingo, 15 de julio de 2007

El volcán se vuelve espectáculo

Juan Carlos Díaz Lorenzo
Las Manchas


El 10 de julio de 1949, dos días después del comienzo de la salida de la lava del volcán de San Juan desde la fractura situada en Llano del Banco, el primer brazo ardiente alcanzó la orilla del mar. La corriente que se había adelantado por Las Hoyas hizo que desapareciera la amenaza que se cernía sobre el barrio de Todoque y, después de sepultar un empaquetado de plátanos, a las siete y media de la tarde se produjo el esperado encuentro, bajo la atenta mirada de miles de personas.

Con un frente de unos 500 metros y mientras caía por el acantilado en forma de cascada, dio origen, en la prosa del profesor palmero Manuel Martel San Gil, "a un violento y sorprendente choque, francamente indescriptible, entre el elemento ígneo y la masa líquida que como gigantescos titanes luchan por imponer su dominio, y al fin, mientras una yace petrificada atestiguando la lucha consumada, el otro se levanta en forma de densas columnas blancas, pregonando cómo entre el hervir de las aguas del mar y la consolidación de un fluido magma, se acrecienta la superficie de una de las islas, a cuya acción deben su existencia".

En la tarde del 11 de julio y en el Teatro Circo de Marte, en Santa Cruz de La Palma, el geólogo Simón Benítez Padilla pronunció una conferencia titulada El volcán de las Manchas y otros de La Palma. La presentación estuvo a cargo del abogado y consejero del Cabildo Insular, Acenk Galván González, quien destacó la personalidad científica del autor y agradeció en nombre de La Palma los constantes desvelos por tranquilizar a la población insular sobre la naturaleza del volcán.

Benítez Padilla hizo una interesante aportación de observaciones personales y datos sobre la erupción, relacionándolos con otros volcanes históricos. El público llenó por completo el aforo del teatro y aplaudió con entusiasmo la intervención del conferenciante, que envió un claro mensaje de tranquilidad al pueblo de La Palma.

Durante la madrugada y en la mañana del 12 de julio se percibieron en El Paso y Los Llanos una serie de fuertes ruidos subterráneos. Poco después de las 16 horas apareció un nuevo cráter con tres bocas en el sitio llamado Hoyo Negro, próximo a El Duraznero, del que dista unos 300 metros y que expulsa una gran cantidad de gases, piedras incandescentes y partículas sólidas hasta una altura de unos 700 metros, lo que ha originado nuevos incendios en el pinar.

Los técnicos estiman que, en el caso de que el volcán arroje lava por este cráter, se prevé que pueda correr próxima a la que vierte la fisura de Llano del Banco, pasando por la finca de San Nicolás y desemboque en el mar por Puerto Naos. Sobre Los Llanos de Aridane cayó una lluvia de cenizas y en el ambiente se percibía un fuerte olor a azufre.

Uno de los brazos de lava mantenía su amenaza sobre el caserío de Cuatro Caminos, mientras en el de Puerto de Naos parece que se detuvo, aunque los ramales aumentaron su anchura y continuó la caída al mar después de atravesar Las Hoyas, en el que se adentró en grandes cantidades, con lo que ensanchó su frente de avance en una longitud considerable.

Hasta el momento, según el recuento oficial, la lava había arrasado unas 70 casas en los barrios de Las Manchas y Jedey, y otras 50 casas se habían caído o sufrido daños de importancia a consecuencia de los temblores de tierra.

Pese a la aparición del nuevo cráter de Hoyo Negro, la ausencia de movimientos sísmicos durante la jornada ha conferido una mayor tranquilidad al desarrollo de la erupción, aunque el personal de Montes informó que en la Caldera de Taburiente se produjeron algunos derrumbes.

El 13 de julio llegó a la capital insular el capitán de fragata Manuel Montojo Fernández, segundo comandante de Marina de la provincia tinerfeña, acompañado del segundo-jefe del Tercio de la Guardia Civil, Carlos Simarro, trasladándose a continuación a la zona del volcán.

A bordo de la falúa Quisisana llegaron a Tazacorte el subjefe provincial del Movimiento, Ricardo Hogdson Lecuona; el jefe insular del Frente de Juventudes, Andrés de las Casas; el secretario particular del gobernador civil, José Duque Alonso y el periodista tinerfeño Luis Álvarez Cruz. Esa noche, y después de permanecer varios días en la Isla estudiando el fenómeno volcánico, regresó a Las Palmas el geólogo Simón Benítez Padilla.

Al día siguiente se recibió un nuevo donativo de 100.000 pesetas del ministro de la Gobernación para atender a los evacuados y se informó que había solicitado del Ministerio de Marina el envío inmediato de varios buques rápidos para mantener el servicio de transporte marítimo entre Tazacorte y Santa Cruz de La Palma.

A instancias del ministro, una comisión de técnicos del Instituto Nacional de Colonización emprendió viaje a La Palma, con la finalidad de ver la posibilidad de adquirir una o dos fincas de grandes dimensiones que podían ser parceladas y donadas a los agricultores que habían perdido sus propiedades al quedar sepultadas por la lava.

Otra comisión de la Dirección General de Regiones Devastadas vino con la misión de atender la reconstrucción de todas las viviendas que habían resultado destruidas o con graves daños por la lava o los temblores de tierra.

Ese mismo día llegó a La Palma el ingeniero-jefe provincial de Obras Públicas, Manuel Belda Soriano, para inspeccionar las carreteras que habían resultado interceptadas por los brazos de lava, así como los daños causados en su recorrido por los movimientos sísmicos y el derribo de paredes. El ingeniero-jefe manifestó que tenía todo dispuesto para que, desde el momento en que dejara de correr la lava, comenzaron los trabajos para restablecer la circulación en la carretera general del Sur.

En el mismo barco llegó el presidente del Cabildo Insular de Tenerife y de la Mancomunidad Provincial Interinsular, Antonio Lecuona Hardisson, que ofreció a las autoridades la ayuda económica o de cualquier otro tipo que pudieran prestar las corporaciones que presidía y entregó un donativo de 25.000 pesetas en nombre de la primera y otro de 10.000 pesetas, de la segunda, así como un donativo personal para atender a los evacuados.

Antonio Lecuona destacó el interés con el que las autoridades nacionales seguían el desarrollo del volcán y, en especial, el ministro Blas Pérez González, de quien dijo que su despacho en el Ministerio de la Gobernación se había convertido casi en un centro de estudios volcanológicos, siguiendo las incidencias diarias sobre un gran mapa de la Isla.

Ese mismo día llegó a La Palma el inspector provincial de Sanidad, Ángel Vinuesa, para inspeccionar el funcionamiento de los servicios sanitarios insulares. En Los Llanos se utilizaron todas las habitaciones libres en el nuevo hospital, para atender a los evacuados que necesitaban cuidados especiales, así como el edificio construido para posibles afectados de epidemias graves. Las dependencias se habilitaron con camas y ropas del Hospital de Dolores de Santa Cruz de La Palma, que fueron trasladadas por vía marítima en cumplimiento de lo dispuesto por el Gobierno Civil.

De las personas evacuadas, niños, adolescentes y muchos adultos, una parte fueron a Santa Cruz de La Palma y se alojaron en casas particulares ofrecidas por sus habitantes. Los que necesitaron cuidados médicos fueron ingresados en el Hospital de Dolores, donde recibieron las atenciones que requerían. El médico cirujano Amílcar Morera Bravo, jefe del citado servicio, realizó más de cuarenta intervenciones.

Los médicos de la isla, tanto de medicina general como especialistas, en servicios oficiales o consultas privadas, atendieron cuantas solicitudes les fueron formuladas para atender a los evacuados. El inspector provincial de Sanidad expresó su satisfacción por el funcionamiento de todos los servicios sanitarios, así como la ausencia de elementos que pudieran provocar alguna epidemia.

Asimismo llegó a la Isla el secretario técnico de la Delegación Provincial de Abastecimientos y Transportes, Ricardo Armas Baker, quien inspeccionó los servicios de las dos zonas de la Isla y proponer a la Comisaría General de Abastecimientos las soluciones que creyera oportunas para el avituallamiento urgente de las familias damnificadas.

El 15 de julio, el Consejo de Ministros, reunido en el Palacio de El Pardo bajo la presidencia del Jefe del Estado, general Franco, escuchó los informes del ministro de la Gobernación referidos a la erupción del volcán de La Palma y acordó prestar la máxima ayuda al pueblo palmero y delegó en el ministro Blas Pérez González para que dispusiera lo necesario para hacer llegar a los damnificados, lo antes posible, los medios que permitieran resolver la situación creada por la erupción volcánica.

En la conferencia que el ministro sostuvo con el delegado del Gobierno, éste le informó que había dispuesto que el buque-escuela Galatea, que se encontraba en alta mar, se dirigiera a Santa Cruz de La Palma, así como el minador Marte, que estaba de apostadero en Las Palmas, para que sus dotaciones colaboraran en lo que fuera necesario.

En este día se informó que el Cabildo Insular, que también presidía Fernando del Castillo-Olivares y Van de Walle, había concedido un primer donativo de 50.000 pesetas para atender las necesidades de los damnificados y adoptó el acuerdo de conceder otras ayudas.

El 18 de julio, el Ayuntamiento de El Paso celebró un pleno extraordinario en el que acordó por unanimidad conceder un voto de gracia a los alcaldes de Tazacorte, Pedro Gómez Acosta y de Fuencaliente, Emilio Quintana Sánchez, por sus personales y valiosas intervenciones en las evacuaciones y las atenciones prestadas a los vecinos afectados.

Acordó, asimismo, expresar el reconocimiento del municipio a Victoriano Sánchez Acosta, quien, el 24 de junio, día en que comenzó la erupción, se ofreció voluntariamente para localizar el lugar donde se abrió el primer cráter; así como un premio en metálico al guarda-jurado de la Asociación de Cazadores, Antonio González Rodríguez, por los servicios prestados, al visitar dos veces cada día la zona de los cráteres, con el fin de seguir en lo posible su evolución.

Por los micrófonos de Radio Club Tenerife, entonces la emisora más importante de Canarias, pasaron durante los días de la erupción del volcán las principales autoridades provinciales e insulares, así como algunas destacadas figuras de las ciencias y las letras, con la finalidad de informar a la audiencia de los acontecimientos del volcán. En la noche del 18 de julio, el abogado palmero Luis Cobiella Zaera, pronunció un discurso titulado "La llamada de La Palma", que fue reproducido en la prensa local.

La noticia del volcán atraía todos los días la presencia de muchos visitantes. "Lo que sí ha ido en aumento -dice la crónica de DIARIO DE AVISOS- es la curiosidad del archipiélago, pues en los últimos correos son muchas las familias que se han desplazado a esta isla con objeto de observar el discurrir de la lava, poniendo una nota de turismo en esta Ciudad y a lo largo de la carretera del Sur".

El periódico tinerfeño La Tarde se hizo eco de la desaparición de un vecino de Breña Alta que "fue a ver el volcán y no ha vuelto".

"El día 11 del corriente salió de su domicilio con dirección al monte, el vecino Ismael Pérez Bravo, sin que hasta la fecha se haya vuelto a saber de él. Grupos de vecinos han recorrido los sitios por donde fue visto por última vez el mismo día, a las 12,30 de la tarde, resultando infructuosas las pesquisas realizadas para encontrarlo. Era un sujeto extravagante y sencillo, muy popular en este pueblo, pues estaba constantemente cantando y riéndose.

Todos los vecinos lo apreciaban. Salió con intenciones de traer leña, pero por el camino dijo a alguien que pensaba ir a ver el volcán, a partir de cuyo instante, como se ha dicho, no se ha vuelto a tener noticias suyas".

domingo, 1 de julio de 2007

De excursión para ver el volcán

JUAN CARLOS DíAZ LORENZO
LAS MANCHAS



A doña Araceli Guimerá de Lugo, una de las excursionistas del volcán



esde el comienzo de la erupción del volcán de San Juan, numerosos grupos de vecinos de El Paso, Los Llanos de Aridane, Mazo y otros pueblos de la Isla fueron de excursión a la Cumbre Vieja, para tratar de ver lo más cerca posible la actividad eruptiva, desafiando, en algunos casos, el límite de lo razonable y haciendo caso omiso a las severas advertencias de las autoridades.

"Estas jiras -dice la crónica del periódico tinerfeño La Tarde- tienen por objeto presenciar de cerca este fenómeno geológico, y son prueba de la tranquilidad que reina en la Isla, ya que en algunas de ellas toman parte incluso animadas parrandas. Por la noche puede apreciarse desde gran distancia el resplandor de las explosiones, lo que constituye un extraño y atrayente espectáculo, siendo perfectamente visible anoche desde la parte alta de El Paso, adonde acudieron numerosos vecinos".

En El Paso, las fiestas del Sagrado Corazón y en Los Llanos, las de Nuestra Señora de los Remedios, Patrona del valle de Aridane, se vieron adornadas por la luminaria pirotecnia del volcán y el suceso acaparó la máxima atención del pueblo palmero. Unos, en vehículos particulares y la mayoría en camiones, se desplazaron hasta Las Manchas y El Time para presenciar un espectáculo tan singular como inolvidable.

El Paso, decía DIARIO DE AVISOS, "encendió durante todo el día las fumarolas de su devoción en honor y amor del Sagrado Corazón de Jesús, su Patrono, llenando las calles de bellísimas alfombras florales, cánticos y versos, músicas y luces como si quisiera demostrar rotundamente que los fuegos de la tierra no pueden jamás con la llamarada de la fe, que llega al Cielo".

Los jóvenes y veteranos artistas de las tradicionales alfombras de El Paso se aprestaron a toda una noche de trabajo en las calles de su ciudad natal para la confección de los motivos alegóricos, en un recorrido de unos tres kilómetros, sobre los que luego pasaría la procesión.

En la ciudad de Los Llanos de Aridane comenzaron las fiestas con un amplio programa de actos populares y religiosos, sin que la erupción del volcán provocara alteraciones en el desarrollo del programa, que era, como es lógico, tema obligado de observación y conversación.

En la tarde del 27 de junio de 1949, el delegado del Gobierno volvió de nuevo a El Paso y, acompañado por el alcalde de la ciudad, se trasladó a la zona afectada por el volcán, recorriéndola con detenimiento y atravesando lugares cuarteados por los movimientos sísmicos que desprendían emanaciones gaseosas y se acercaron lo más que pudieron hasta el cráter de El Duraznero, en una actuación francamente temeraria.

A su regreso se adoptaron varios acuerdos para que, en caso necesario, fuera prestada toda la ayuda necesaria a los vecinos de Jedey y Las Manchas, poblaciones sobre las que se presumía se produciría el vertido de lava, por lo que se ordenó a la Guardia Civil que redoblara sus esfuerzos de vigilancia ante lo que parecía un hecho inminente.

Al pasar por Jedey se detuvo para saludar a los vecinos afectados y, entre ellos, al propietario de un pajero al que un temblor de tierra había derribado una pared. El vecino, Hermógenes Armas Pérez, a pesar de su problema, invitó a un vaso de vino al delegado del Gobierno, al alcalde de El Paso y a otras personas que le acompañaban. Esa noche, Fernando del Castillo habló por teléfono con el ministro Pérez González, transmitiéndole sus apreciaciones acerca de los acontecimientos que se producían en la Isla.

El trabajo del delegado y el subdelegado del Gobierno, así como de los alcaldes de El Paso, Los Llanos de Aridane, Tazacorte, Fuencaliente y Villa de Mazo y de sus respectivos grupos de colaboradores, fue de una especial importancia, lo que se traducía en una relativa tranquilidad para los vecinos, que estaban ansiosos y temerosos al mismo tiempo de que se produjera la salida de la lava, para así conocer qué sería de sus casas y propiedades.

El interés del ministro de la Gobernación, cuyas manifestaciones de protección y ayuda divulgaban insistentemente las autoridades y las emisoras de radio, fueron recogidas con verdadero agrado por los habitantes de La Palma.

Ese mismo día se corrió la noticia, recogida en la prensa, de que la erupción del volcán de San Juan era de tipo peleano, al conocerse el taponamiento del cráter de la base de la montaña de El Duraznero. Al parecer, aficionados a la vulcanología o personas de poco conocimiento se atrevieron a divulgar dicho comentario.

Los técnicos se aprestaron rápidamente a desmentir la noticia y el delegado del Gobierno publicó una nota en la que anunciaba reprimir con las sanciones correspondientes a aquellas personas que contribuyeran a aumentar sin fundamento la intranquilidad y el nerviosismo de los vecinos.

La nota de la Delegación del Gobierno decía lo siguiente:

"La insensatez derrotista en los comentarios acerca del natural como reciente fenómeno volcánico, deformando el hecho y desorbitando sus verdaderas consecuencias en la sugestión colectiva, han obligado a este Organismo, inquebrantable en su decisión de evitar alteraciones en el orden y tranquilidad públicos, a imponer sanciones a determinados individuos especuladores del ridículo fantasma del miedo, en la conciencia de gentes sencillas.

Obvio es repetir, que por mi Autoridad, en nexo íntimo con las de otro orden de la isla y capital de la provincia, se han tomado, sin incurrir en exageraciones perniciosas, las medidas preventivas que la naturaleza del fenómeno reclama; y se está en constante alerta para dictar sobre la marcha del acontecimiento aquellas otras que necesario fueren.

Afortunadamente, el agente geológico interno se desarrolla en sus distintas fases con perfecta normalidad.

No existe, por consiguiente, motivo próximo de inquietud y esta Delegación del Gobierno espera de la serena reflexión de los palmeros que destierren de sus conversaciones conjeturas sin fundamento, que manejadas tendenciosamente por un reducido sector de escándalo, explota su sensacionalismo en falsas alarmas, contra el que actuaré con el máximo rigor, habiendo cursado en tal sentido órdenes a los agentes de mi Autoridad".

Al respecto, DIARIO DE AVISOS comenta lo siguiente:

"También el vecindario sigue en su puesto de virilidad. Esta es la palabra -virilidad-, pues ante las elucubraciones de los derrotistas en su afán de exteriorización científica, cuando no las de otros menos avisados o peor intencionados, les vuelven la espalda con un gesto magnífico de serenidad y civismo, que parece ser la característica de todos los vecinos de los pueblos inmediatos al volcán, siguiendo con ello no sólo las orientaciones de las autoridades, que para un caso de urgencia lo tienen todo previsto y dispuesto, sino respondiendo también a la propia personalidad, que es todo nobleza y comprensión. Lo demás, escoria, que diría Esquinazo".

El 28 de junio, a primera hora, el delegado del Gobierno recorrió de nuevo la zona de la Cumbre Vieja, hasta llegar a las inmediaciones del cráter de El Duraznero. El regreso se hizo especialmente dificultoso por las grietas del terreno y los gases que se desprendían por estas fisuras de grandes dimensiones, complicado, además, por los hundimientos y el espeso manto de cenizas que cubría el suelo. Poco después de mediodía pudo llegar a El Paso y partió hacia la capital insular para ultimar los detalles de la visita de las autoridades provinciales prevista para el día siguiente.

El 29 de junio, al amanecer, atracó en el puerto de Santa Cruz de La Palma el cañonero de la Marina de Guerra Martín Alonso Pinzón, en el que enarbolaba su insignia el capitán general de Canarias, Francisco García Escámez, acompañado del general Vicat, jefe del Arma de Artillería; coronel Luciano García Machiñena, jefe del Estado Mayor de Capitanía General; comandante Rojí, ayudante del capitán general, teniente coronel Pallero y otros jefes y oficiales.

Poco después atracó el vapor Ciudad de Alcira, en el que viajaba el gobernador civil de la provincia, Emilio de Aspe Vaamonde, acompañado de su secretario particular, José Duque Alonso; Isidoro Luz Cárpenter, vicepresidente del Cabildo Insular de Tenerife; Leoncio Oramas y Díaz-Llanos, ingeniero-jefe de los Servicios Forestales; señor Font, jefe de los Servicios Meteorológicos y el periodista Luis Álvarez Cruz, enviado especial de los periódicos El Día y La Tarde.

A pie de muelle fueron recibidos por el delegado del Gobierno, las primeras autoridades insulares y varias representaciones locales. Los recién llegados manifestaron que desde la cubierta del barco se divisaba durante la noche el resplandor del incendio del bosque y las luminarias del volcán. Todos ellos, así como el comandante del cañonero y varios de sus oficiales, a los que también se unió Félix Poggio Lorenzo, director de DIARIO DE AVISOS, emprendieron viaje por la carretera general del Sur hacia el refugio forestal de El Paso, continuando unos a pie y las autoridades a lomo de caballería, por los senderos del pinar hasta alcanzar, después de un largo recorrido, el borde del cráter de El Duraznero, donde pudieron apreciar un panorama realmente impresionante.

De vuelta a El Paso se celebró una reunión en presencia del capitán general y el gobernador civil, en la que se estudiaron las medidas necesarias para prever cualquier contingencia y acudir de inmediato en auxilio de las poblaciones afectadas.

El gobernador civil, en el largo recorrido que hizo durante el día, habló con los habitantes de Las Manchas y Jedey prometiéndoles, en nombre del ministro de la Gobernación y del propio gobierno de Franco, los medios necesarios para reparar las destrucciones ocasionadas por la erupción.

Dos observadores ocasionales, el periodista Juan del Río Ayala, enviado especial del periódico Falange de Las Palmas y el delegado insular de la Falange Juvenil, Andrés de las Casas Herrera, hicieron una arriesgada incursión y llegaron hasta el mismo borde del volcán, utilizando gruesas sogas y medios auxiliares de respiración, para resguardarse del fuerte olor sulfuroso existente en la zona. Sus informaciones sirvieron a los técnicos para comprobar la veracidad de las observaciones hechas con anterioridad y a una distancia más próxima.

Por la noche, y a bordo del Ciudad de Alcira, el gobernador civil y sus acompañantes emprendieron el viaje de regreso a Santa Cruz de Tenerife, mientras el capitán general embarcó en el cañonero Martín Alonso Pinzón y zarpó de madrugada hacia las islas de La Gomera y El Hierro, con la finalidad de visitar las guarniciones de ambas islas y después regresó a la capital tinerfeña.

Ese mismo día, un avión militar Junkers 52 (T2-80), pilotado por el teniente coronel Serrano, despegó desde el aeropuerto de Gando y realizó un vuelo sobre la zona del volcán. Al día siguiente, el mismo aparato, esta vez pilotado por el comandante Suárez Ochoa, realizó un vuelo de algo más de tres horas de duración con técnicos del servicio fotográfico militar.

El 1 de julio, el delegado del Gobierno ordenó la instalación de varias tiendas de campaña facilitadas por el Frente de Juventudes para aliviar en lo posible las enormes molestias que sufrían los vecinos de Las Manchas y Jedey, que vivían desde hacía días al aire libre al no querer abandonar sus casas, resquebrajadas por los movimientos sísmicos.

A mediodía llegó a El Paso el rector de la Universidad de La Laguna, José Ignacio Alcorta Echevarría; el comandante militar de la Isla, Carmelo Llarena y Bravo de Laguna y el teniente coronel de la Guardia Civil, Carlos Simarro. Acompañados por las autoridades locales y el guarda-jurado de la Asociación de Cazadores, marcharon a la zona del volcán, donde observaron las fuertes detonaciones y los daños originados en el pinar colindante. Antes de su regreso a la capital insular visitaron a los vecinos de Jedey y Los Charcos, comprobando su preocupación y el cansancio de los varios días que llevaban a la intemperie.

Esa noche, del delegado del Gobierno embarcó hacia la capital tinerfeña a bordo del correillo. Al día siguiente amaneció en Santa Cruz, con la finalidad de resolver cuestiones urgentes relacionadas con la erupción. Desde los micrófonos de Radio Club Tenerife pronunció una conferencia, que fue también emitida por onda corta para la audiencia hispana de América, en la que explicó el fenómeno geológico desde sus comienzos y la situación en que se encontraba, con la finalidad de aclarar todas las dudas existentes ante las noticias exageradas difundidas por algunos medios, sobre todo en Venezuela, y las emisoras de radio de diferentes países.

En este día, el general Manzaneque, jefe de la Zona Aérea de Canarias y África Occidental Española, al mando de un avión Junkers Ju-52, despegó del aeropuerto de Los Rodeos y sobrevoló la zona del volcán de San Juan, regresando después de dos horas de vuelo.