domingo, 24 de abril de 2005

Cuando Karl Doenitz estuvo en La Palma

El célebre marino alemán, comandante del crucero Emden, arribó a la capital palmera en noviembre de 1934


J.C.D.L.
S.C. de La Palma

Por espacio de casi veinte años, desde 1920 hasta 1939, las aguas del puerto de Santa Cruz de La Palma acogieron con cierta frecuencia la presencia de buques mercantes y de guerra de bandera alemana. En los primeros años de la década de los años veinte recalaron al resguardo del Risco de la Concepción los cruceros Berlín, Amazone y Nymphe.

Presente, en la memoria de muchos, la larga estadía de la brickbarca alemana Pamir, durante los años de la I Guerra Mundial, en que permaneció internada en aguas de La Palma hasta el final de la contienda.

En esta oportunidad vamos a referirnos a la presencia de dos buques singulares en la historia de la Marina del III Reich: Emden, en el que enarbolaba su insignia el capitán de fragata Karl Doenitz y Deutschland, que visitaron el puerto palmero a noviembre de 1934 y octubre de 1938, respectivamente. Dos fechas diferentes, además, en la historia contemporánea de la isla. En la primera, la II República se encontraba a mitad de camino de su periplo histórico y en la segunda, cuando en la Península se luchaba en guerra fratricida, el control político y social del archipiélago estaba en manos de las autoridades adictas al Alzamiento.

El 1 de octubre de 1934, el capitán de fragata Karl Doenitz, una de las figuras más destacadas de la Marina de Guerra de Alemania que alcanzó el grado de almirante, tomó el mando del crucero Emden y después de varios días de navegación por aguas del Báltico, el 10 de noviembre zarpó de Witemolhaven para realizar un largo e interesante periplo, en el que su primera recalada fue, precisamente, en la capital palmera.

"Nuestro primer puerto -escribe Doenitz- fue Santa Cruz de La Palma, en las Islas Canarias. Resultó adecuado tocar primeramente en un puerto pequeño, puesto que ello nos permitió poner en funcionamiento todo el servicio que correspondía a una visita en el extranjero. A los jóvenes miembros de la tripulación les pareció algo completamente extraordinario aquellas islas. Vi a un par de marineros absortos en tierra, ante un matorral: No querían creer que aquellos canarios saltaran allá de rama en rama -como entre nosotros los gorriones- sino que suponían al principio que se habían escapado de alguna jaula".

El 17 de noviembre de 1934, a las 10 de la mañana, el crucero Emden fondeó en aguas de Santa Cruz de La Palma, en su primera y única escala de cinco días de duración. La visita del buque de guerra alemán estuvo precedida de un alarde informativo de la prensa insular, que incluso publicó sus fotos e instó a las autoridades a que "con el debido tiempo se hagan los preparativos para los agasajos y excursiones que se le han de dispensar a los marinos alemanes".

El programa de festejos organizados en honor de la tripulación del Emden fue el siguiente:

Día 17, sábado.- A las nueve de la noche, verbena en la plaza de García Hernández.

Día 18, domingo.- A las tres de la tarde, luchada entre los equipos de Mazo y Breña Alta en el Parque de Recreo.

A las cinco de la tarde, baile en el Círculo de Instrucción y Recreo.

A las nueve de la noche, tocata por la banda del crucero Emden en la plaza de la República.

Día 19, lunes.- A las tres de la tarde, partida de "foot ball" entre el equipo del crucero Emden y el local Aridane F.C.

A las cinco de la tarde, vino de honor en el Excmo. Ayuntamiento, amenizado por la orquestina Broad Way.

A las nueve de la noche, baile popular en el Teatro Circo de Marte.

Día 20, martes.- A las nueve de la noche, verbena en la plaza de García Hernández.

Día 21, miércoles.- A las tres de la tarde, partido amistoso de "foot ball" entre el equipo del crucero Emden y el Mensajero.

A las nueve y media de la noche, baile en los salones del Círculo de Instrucción y Recreo.

A las doce se bailará el número de los Enanos.

Nota: Oportunamente se publicará en la prensa local los días y horas en los que el público podrá visitar el crucero Emden. Será muy probable que todos los actos de verbenas y bailes sean amenizados por la banda y orquesta del crucero Emden, en unión de la banda La Victoria y la orquestina Broad Way.

Dos días antes, el 15 de noviembre, a bordo del correo Ciudad de Melilla, llegó a Santa Cruz de La Palma el cónsul de Alemania en Santa Cruz de Tenerife, Jacob Ahlers, para asistir a los diferentes actos previstos con motivo de la escala del crucero Emden y "con igual fin llegó a bordo del trasmediterráneo" el jefe de la Woermann Linie en Las Palmas, señor Wogel.

La animación que despertó la presencia del Emden en La Palma fue impresionante.

La crónica de DIARIO DE AVISOS informa que "un éxito extraordinario constituyó el baile anunciado para la noche del 19 en el Circo de Marte. Desde las nueve hasta pasada la medianoche no cesó un momento la animación y los muchachos de a bordo y los de tierra hicieron honor incansablemente al selecto programa de bailes.

La orquesta del crucero Emden y la de Felipe López interpretaron selectas piezas, la mayor parte de las cuales tuvieron que ser repetidas por los insistentes aplausos de la concurrencia y nuestras muchachas suplían con amables sonrisas la dificultad de conversación con sus atentas parejas.

El señor comandante del buque y su séquito, la colonia alemana y nuestras autoridades, prestigiaron la fiesta con su presencia. En resumen, una noche deliciosa que hará soñar a más de una muchacha y que seguramente alegrará quizás más de una vez la tediosa guardia en lejanas tierras de algún guardiamarina".

Ese mismo día, en el Ayuntamiento de la capital palmera -era su alcalde Manuel Sánchez Rodríguez-, se había celebrado una recepción en la que Karl Doenitz, en castellano, agradeció la hospitalidad de La Palma y los agasajos recibidos por toda la dotación del buque a su mando e hizo votos por la prosperidad de la Isla. La reunión estuvo amenizada por la orquestina Broad Way, que interpretó selectas obras de su repertorio.

El día 18, invitados por el vicecónsul de Alemania en La Palma, José A. Cabrera Martín, Doenitz y otros oficiales visitaron los pueblos del Sur de La Palma y el valle de Aridane, "haciendo grandes elogios de los panoramas de nuestras incomparables campiñas". Los guardiamarinas francos de servicio salieron en excursión por las Breñas, Mazo y Fuencaliente, "retornando por la noche gratamente impresionados de las visitas panorámicas de nuestros deliciosos campos".

Sin embargo, muchos de los actos previstos en el programa fueron suspendidos como consecuencia de un accidente que costó la vida a uno de los tripulantes del crucero Emden y que recibió sepultura en el cementerio de Santa Cruz de La Palma. El comercio cerró sus puertas y el sepelio constituyó una notable manifestación de duelo.

El día 22, el crucero Emden se hizo de nuevo a la mar y el capitán de fragata Doenitz envió un telegrama al vicecónsul de Alemania en Santa Cruz de La Palma, en que decía: "A usted, a las autoridades y a los habitantes de La Palma, mis más expresivas gracias por la excelente acogida. Comandante Emden".

Desde Santa Cruz de La Palma, el crucero Emden hizo viaje a Luanda, Ciudad del Cabo, East London, Porto Amelia, Mombasa, las islas Seychelles, Trincomali -en la isla de Ceylán-, Cochín y, por el Mar Rojo y el canal de Suez, recaló en Alejandría.

Luego siguió en demanda de Cartagena y el 25 de abril de 1936, "exactamente a las nueve de la mañana -escribe Juan A. Padrón Albornoz-, el buque al mando de Karl Doenitz disparaba las salvas de ordenanza frente a la bocana del puerto de Santa Cruz de Tenerife. Estas fueron contestadas por la batería de saludos del fuerte de Almeida y, poco después, con férreo estrépito de cadenas escapando por los escobenes, el Emden dio fondo frente a la playa de San Antonio".

Amarrado a una boya, el crucero Emden -y, con él, Karl Doenitz- permaneció en Santa Cruz de Tenerife hasta el 8 de mayo, en que el buque continuó el viaje a las Azores y Vigo, donde coincidió con el crucero Karlsruhe.

Doenitz aceptó en los días finales de la Segunda Guerra la jefatura de su nación y, con ella, la herencia más dramática: el papel de protagonista de una derrota en la guerra que casi habían ganado los hombres de sus flotillas de los temibles submarinos.

La escala del Deutschland
Otro de los acontecimientos históricos del puerto palmero fue la visita del crucero alemán Deutschland, uno de los buques de guerra emblemáticos del III Reich, que visitó Santa Cruz de La Palma el 11 de octubre de 1938. DIARIO DE AVISOS invitaba a la población a respaldar su presencia: "Palmeros, durante tres días, los invictos marinos alemanes serán huéspedes de honor".

Con la escolta de los submarinos U27 y U30, el crucero alemán fondeó a la sombra del Risco de La Concepción y al día siguiente coincidió con el frutero Santa Cruz, uno de los nuevos buques emblemáticos de la compañía OPDR y que habría de tener un singular protagonismo durante la Segunda Guerra Mundial como buque auxiliar corsario con el nombre de Thor.

Las autoridades de La Palma pusieron especial empeño en atender a los marinos alemanes. Las buenas relaciones del Gobierno de Franco y el de Adolf Hitler por la ayuda de la guerra civil era uno de los puntos incidentes. Y en la memoria de La Palma aún estaba reciente el recuerdo de Karl Doenitz y también se recordaba la larga estadía de la Pamir.

La dotación del acorazado Deutschland visitó Mazo y Fuencaliente y de vuelta a la capital fueron obsequiados en el atrio del Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma con un lunch, engalanado con banderas españolas y alemanas y gran profusión de plantas y flores. En los salones del Nuevo Club fue ofrecido un té a los oficiales y, a continuación, se celebró un animado baile "al que concurrieron distinguidas señoritas de esta localidad, muchas luciendo los trajes típicos del país, presentando los elegantes salones de la citada Sociedad un deslumbrador aspecto".

Por la noche y en el Gran Hotel Florida, el presidente del Cabildo Insular, José López y Martín-Romero, ofreció un banquete de gala al comandante y oficiales del acorazado Deutschland. Luis Cobiella Zaera hizo el ofrecimiento en sentida glosa patriótica y del mismo modo se expresó el comandante del buque, J. Marshall, discursos que fueron traducidos al alemán y castellano, respectivamente, por Álvaro Antonio Morales.

Todos los comensales y otros invitados se trasladaron a continuación a la plaza de España, en la que se celebró un festival amenizado por las bandas de música del acorazado Deutschland y "La Victoria". "La fiesta terminó a altas horas de la noche, con la interpretación por ambas bandas de los himnos nacionales, que fueron oídos por la ingente concurrencia, brazo en alto, con la más grande reverencia".

Al día siguiente, 12, el mando y los oficiales del buque fueron invitados por el vicecónsul de Alemania en La Palma, José E. Cabrera González, a una excursión hasta La Cumbrecita, desde donde admiraron la Caldera de Taburiente y las campiñas del valle de Aridane. En el Ayuntamiento de El Paso fueron obsequiados con pastas y vinos y de regreso a la capital, el vicecónsul agasajó al mando del buque en su casa. A media tarde, el acorazado alemán abandonó el puerto palmero y pasó a formar parte de la historia marinera de la Isla.

domingo, 17 de abril de 2005

Las alas mágicas de Vicente Ramos


Comandante del DC-3 en 1959 y del Fokker F-27 en 1968, fue uno de los pilotos pioneros en volar a La Palma


Juan Carlos Díaz Lorenzo
Villa de Mazo

En la historia de la aviación en Canarias y, especialmente de La Palma, ocupa un puesto de honor la singular personalidad y la trayectoria profesional de Vicente Ramos Hernández, un hombre que ha dedicado casi cincuenta años de su vida a volar, guiado por una gran pasión, forjada desde sus inicios en el viejo Aeroclub de Los Rodeos.

Nacido en Santa Cruz de Tenerife el 6 de diciembre de 1931, Vicente Ramos sintió la afición de volar desde pequeño, aunque entonces no dejaba de ser para él un sueño inalcanzable. El punto de partida llegó cuando otro piloto, Ramón Ruiz, persona cuya fecunda y constante labor en la organización y éxitos conseguidos por el Aero Club de Tenerife está ampliamente reconocida, le llamó para que colaborara con él en la reorganización de la citada entidad, en una etapa en la que habría de cosechar importantes hitos, además de contribuir de una manera notable a la formación de nuevos pilotos.

Cuando el Aero Club recibió su primera avioneta se organizaron los primeros cursos de formación de vuelo, en uno de los cuales se matriculó Vicente Ramos, que contaba entonces 20 años de edad. Sus primeras enseñanzas las recibió de otro destacado piloto, Santiago Jiménez, etapa en la obtuvo el título de piloto privado -o piloto de turismo, como se denominaba entonces-, el 16 de noviembre de 1951, aprovechando además todos los vuelos de entrenamiento que podía para acumular horas.

Junto a Vicente Ramos, Ramitos, también obtuvo la licencia de vuelo Constantino Tino Rubio Lorenzo -nacido en El Hierro en 1933 y que vivió en La Palma desde 1936 hasta 1945-, otro destacado piloto que escribió brillantes páginas de la aviación comercial en Canarias y cuya carrera se truncó en el accidente de un DC-8 de AVIACO, el 6 de julio de 1972, cuando realizaba la maniobra de aproximación al aeropuerto de Gran Canaria.

Corría el año de 1956 cuando Vicente Ramos recibió una beca de Iberia para realizar los cursos de vuelo en la Escuela Superior de Polimotores del Ejército del Aire en Jerez de la Frontera, donde obtuvo el título superior de vuelo sin visibilidad en diciembre del citado año, y piloto comercial en enero de 1957, con el número dos de su promoción. Este hecho tuvo entonces una especial trascendencia, al tratarse del primer piloto comercial nacido en Canarias, como así lo reflejó el periódico tinerfeño La Tarde.

El hecho de alcanzar una buena calificación resultó decisivo para su carrera profesional, ya que le permitió su ingreso en el escalafón de segundos pilotos de Iberia, después de haber superado satisfactoriamente diversas pruebas y con el beneplácito del jefe de pilotos de la compañía, José María Ansaldo.

En enero de 1957 obtuvo el título de piloto comercial después de haber realizado los cursos superiores de vuelo en la Escuela Superior de Polimotores del Ejército del Aire en Jerez de la Frontera, en el que obtuvo el número dos de su promoción. Este hecho tenía entonces una especial trascendencia, al tratarse del primer piloto comercial nacido en Canarias, como así lo reflejó el periódico tinerfeño La Tarde.

En 1959 se soltó de comandante a los mandos de un DC-3 y a comienzos de la década de los sesenta, Vicente Ramos recibió un encargo directo de José María Ansaldo, encomendándole dos misiones de singular importancia. La primera consistía en inspeccionar todos los campos de socorro existentes en el territorio nacional dispuestos para su utilización en situaciones de emergencia, y la segunda se refería a la localización de los campos de aterrizaje en el Sahara español -más de una veintena-, con la finalidad de elaborar los planos y las fichas técnicas de los mismos, para lo que dispuso de un DC-3 con el que tomó tierra y despegó en campos no preparados, avanzando de ese modo en el trabajo de las prospecciones petrolíferas de la zona.

Durante su etapa en el Ejército del Aire voló el trimotor Junkers Ju-52 y el bimotor Heinkel He-111 y en su larga carrera profesional en Iberia, iniciada en mayo de 1957, pilotó los aviones DC-3, DC-4, Bristol 170, Lockheed L-1069 Super Constellation, Caravelle, Fokker F-27, DC-9 y Boeing B-747. En total, Vicente Ramos tiene en su haber 24.500 horas de vuelo y en su última etapa profesional contabilizó 350 viajes cruzando el Atlántico como comandante del gigantesco Jumbo.

Labor técnica
Su reconocida calificación profesional hizo que la dirección de Operaciones de Iberia le designara para desempeñar varios cargos de responsabilidad, entre ellos los de inspector y jefe de Flota de DC-3; jefe de Flota del Fokker F-27, jefe de Control de Red de Canarias, jefe de Operaciones de Iberia en Canarias e inspector de Calidad de la Dirección de Operaciones de Iberia en Canarias.

Vicente Ramos colaboró de manera activa en numerosas ocasiones en el asesoramiento y elaboración de informes técnicos a autoridades, a requerimiento, entre otros, de Manuel Fraga y Carlos Pérez de Bricio, en sus respectivas etapas como ministros de Información y Turismo e Industria, así como el presidente del Cabildo Insular de Tenerife, José Miguel Galván Bello, para la designación del emplazamiento del actual aeropuerto Tenerife Sur, importante instalación que en unión de la autopista del Sur, asimismo promovida por el recordado político tinerfeño, tanto ha significado en el desarrollo turístico de la Isla.

A mediados de la década de los setenta, Vicente Ramos desempeñó una intensa actividad en colaboración con Juan Fuentes Bertrán, entonces delegado regional de Iberia en Canarias, y con el jefe de Mantenimiento, Antonio Sendín, en la organización de la red aérea interinsular, dotada de aviones turbohélices Fokker F-27, que llegó a alcanzar una programación diaria de 80 vuelos y una oferta de 3.520 plazas.

La flota Fokker en Canarias alcanzó un elevado grado de popularidad, hecho que se acrecentó con la familiaridad de sus tripulaciones técnicas y auxiliares, entre los que se encontraba, además de Vicente Ramos, otro comandante de Iberia de reconocido prestigio, también tinerfeño, Álvaro González Tarife, que entonces desempeñaba el cargo de inspector de vuelo.

El desarrollo aeroportuario de Canarias, con la construcción de los nuevos aeropuertos de La Palma, El Hierro y Fuerteventura, así como las mejoras realizadas en los principales aeródromos del Sahara español, además de participar en las reuniones técnicas preparatorias, motivó su intervención directa en la inauguración de cada uno de ellos pilotando el primer vuelo del Fokker F-27.

Vicente Ramos se mostró, siempre, un firme defensor de la construcción del aeropuerto de Tenerife Sur, como lo demuestra en unas declaraciones a la prensa tinerfeña en marzo de 1972:

"Como tinerfeño y como piloto, creo que es la única solución, la urgente construcción de un nuevo aeropuerto en el Sur, si se quiere seguir a la altura de los tiempos que mandan, turísticos, económicos, etcétera. Pero hay que hacerlo ya, sin demora. El no tenerlo ha perjudicado mucho a Tenerife; es vital. Lo sabemos perfectamente nosotros que vivimos los problemas que se crean cada hora, cada día. Los periódicos no deben quedarse atrás en recoger y no desperdiciar nada del urgente tema".

Durante estos años Iberia alcanzó en Canarias unos niveles muy estimables en cuanto a regularidad, seguridad, utilización de aviones y tripulaciones, lo que le reconoció la propia compañía con la concesión de diplomas honoríficos concedidos en los años 1972 y 1975.

Un episodio especial en su vida profesional se produjo a partir del 27 de marzo de 1977, fecha del trágico accidente de dos aviones Boeing B-747 en el aeropuerto de Los Rodeos, lo que originó una difícil situación por la magnitud de la catástrofe y el cierre al tráfico del citado aeropuerto.

Ante esta situación de emergencia, el papel de Iberia y de su personal de Tenerife y Las Palmas resultó decisivo, contribuyendo a paliar en la medida de lo posible las consecuencias ocasionadas por el grave accidente, organizándose un auténtico "puente aéreo" con los aviones Fokker F-27 destacados en Canarias, lo que permitió mantener el transporte de pasajeros entre ambos aeropuertos.

El comandante Ramos, entonces jefe de la Flota Fokker F-27, junto con el ingeniero-jefe de la base de Mantenimiento y el jefe de escala, auxiliado por todo el personal, puso en marcha con toda rapidez el "puente aéreo", que tan eficaz servicio prestó hasta la normalización del tráfico del aeropuerto de Los Rodeos, reorganizándose, asimismo, el itinerario de los ferries de Trasmediterránea Ciudad de La Laguna y Villa de Agaete, con cinco viajes diarios entre las dos capitales canarias, transportando un elevado número de pasajeros para garantizar las comunicaciones vitales.

En lo que se refiere al escenario del accidente, el personal de Iberia colaboró intensamente con la Cruz Roja y el Ejército en la recuperación de los cadáveres y en su traslado al hangar para su identificación. Durante la noche del accidente y la siguiente, hasta que se retiraron todos los restos de la pista, todos ellos se entregaron denodadamente a dicha labor.

El personal del aeropuerto de Las Palmas se encontró con un tráfico que desbordaba sus posibilidades, ya que tuvo que atender también a los aviones desviados de Tenerife. Pese a todo esto, la magnífica labor del personal resolvió gran parte de los muchos problemas planteados. Una actuación tan ejemplar tuvo su reconocimiento desde todas las instancias regionales y nacionales, así como las compañías afectadas por la tragedia.

En 1981, cuando Iberia cedió la operación del F-27 a Transeuropa para cubrir los vuelos interinsulares, Vicente Ramos se ocupó de la instrucción de los nuevos pilotos, lo que en sus propias palabras le resultó muy grato, "debido al excelente grado profesional que demostraron".

En septiembre de 1981, y a propuesta del entonces delegado de Iberia en Tenerife, Jesús de San Román, al comandante Vicente Ramos asumió el mando del vuelo del B-747 que llevó a Caracas bordo a una réplica de la venerada imagen de Nuestra Señora de Candelaria, partiendo desde el aeropuerto Tenerife Sur "Reina Sofía" al de Maiquetía, en Venezuela.

Cohetes Jatos
Como es lógico, una vida profesional tan intensa está llena de multitud de anécdotas, de las cuales hemos seleccionado las siguientes, en palabras de su protagonista:

"Las especiales características del viejo aeropuerto de La Palma, el de Buenavista, con frecuentes cancelaciones por problemas de meteorología y las dimensiones de la pista de vuelo, hizo que se me ocurriera, acordándome de los aviones que utilizaba la US Navy, a instalarle unos cohetes Jatos bajo el fuselaje del DC-3. Las medidas del campo de Buenavista y su parecido con un portaaviones hacían a estos cohetes ideales en caso de fallo en un motor mientras despegábamos. Recuerdo que una vez, alguien, mientras montaba el artilugio con el avión parado, tocó el mando de disparo. Aquello se puso a soltar gas y no se llevó el avión por los aires de puro milagro, gracias a los calzos".

El 20 de diciembre de 1982, y por segundo año consecutivo, DIARIO DE AVISOS, decano de la prensa de Canarias, entregó los premios "El Mundo de la Aviación", una iniciativa del periodista Andrés Chaves, entonces subdirector del periódico, que se convirtió en "síntesis de los esfuerzos de unos hombres que engrandecen esta industria y esta actividad".

En aquella ocasión, además de Vicente Ramos, "que ha llegado más alto que cualquier otro piloto canario en su profesión", recibieron el galardón José Antonio Silva, comandante de AVIACO, "que tiene escondida su vena de periodista de profesión" y Jaime Llorca, "un hombre entrañable que nos da ejemplos cada día de saber hacer las cosas bien y de trato a los demás".

En su última etapa profesional, después de volar como comandante del Boeing B-747, Vicente Ramos emprendió otro nuevo reto en Líneas Aéreas Canarias (LAC), compañía de la que fue accionista y consejero y, asimismo, primer director de operaciones.

LAC compró en Inglaterra dos aviones turbohélices Vickers Viscount de 85 plazas cada uno, bautizados con los nombres de Isla de Tenerife e Isla de Gran Canaria, con los que hicieron vuelos chárter a Funchal, Marrakech, El Aaiún y Dakar, y también resolvieron problemas puntuales de Iberia y AVIACO en la red interinsular.

La gran vocación de Vicente Ramos por la aviación le llevó a desempeñar, entre otros cargos, la jefatura de Escuela de Vuelo y la presidencia del Aero Club de Tenerife. Durante los más de treinta años que trabajó en Iberia recibió innumerables felicitaciones de la alta dirección de la compañía, así como de autoridades provinciales, regionales y nacionales.

Retirado de toda actividad profesional, y afincado en su residencia de Los Cristianos, el reconocimiento a su singular trayectoria motivó un nuevo homenaje promovido por el delegado de Iberia en Canarias Occidentales, Manuel Hernández Sigut, que se celebró el 9 de octubre de 1998 en la sede central de Caja Canarias, con la entrega de una placa en presencia de un nutrido grupo de invitados y con la asistencia de una distinguida representación de Iberia.

domingo, 10 de abril de 2005

Por los viejos caminos de Tijarafe


Los cronistas del siglo XIX constatan la pobreza de la comarca debido a las sequías que arruinaban las cosechas


Juan Carlos Díaz Lorenzo
Tijarafe

El territorio de Tijarafe, situado en el Noroeste de La Palma, presenta una forma de pendiente en descenso, modificada por los cortes de los barrancos que jalonan su recorrido. La trayectoria se suaviza entre los 400 y 800 metros de altitud -el centro del pueblo, por ejemplo, está a 671 metros-, que es la franja donde se asienta la mayoría de la población, aunque con una distribución irregular.

La parte costera corresponde a una sucesión de tablados, que acaban cortados a plomo en su tramo final en un imponente acantilado de unos 200 metros de altura.

Por encontrarse situado a sotavento del alisio, Tijarafe posee las características de un espacio geográfico soleado y árido. Las lluvias, por lo común, suelen ser escasas -excepción hecha en el pasado invierno-, hasta el extremo de que, en otro tiempo, cuando se producían sequías prolongadas, se hacía bastante difícil la supervivencia de la población, así como de sus cosechas y ganados, viéndose obligados a buscar otros lugares donde sobrevivir.

Lo expresa claramente el cronista palmero Juan B. Lorenzo en su libro "Noticias para la historia de La Palma", cuando escribe, refiriéndose a Tijarafe, que "esta es la jurisdicción más pobre de toda la isla, porque la mayor parte de sus terrenos pertenece a los vecinos de la ciudad, y de otros pueblos, y los naturales sólo son arrendatarios o aparceros. La escasez de lluvias que con frecuencia se experimenta en este pueblo hace que sus moradores lleven una vida precaria, pues no solamente no pueden atender a sus necesidades, sino ni aún satisfacer las rentas a los dueños de sus terrenos. La clase de éstos es de la mejor para el cultivo de cereales".

Los lomos que se encuentran entre los principales barrancos han servido para dividir al municipio en asentamientos de población, por los que discurrían los viejos caminos reales, entre los que se citan: Tinizara, entre los barrancos de Garome y La Baranda, con un núcleo diseminado en torno a los 800 metros de altitud y rodeado de esbeltos pinos. En el Llano de la Leña, localizado en la zona alta, se encuentran cultivos de viña, almendros y diversos frutales, mientras que en medianías abundan cereales y frutales.

Aguatavar, localizado entre los barrancos de La Baranda y La Caldereta, está disperso entre laderas de bancales y viñedos y sus casas se reparten entre los 400 y 850 metros de altitud. Aquí, los lomos y los barrancos tienen una gran pendiente. En la montaña de Los Riveroles se encuentra la mayor concentración de bodegas excavadas en la roca de la isla, donde se degusta la larga tradición vinícola con unos caldos de sabor ateado.

El barranco de La Baranda, por ejemplo, ha excavado el terreno de tal forma que ha formado unos riscos impresionantes a ambas márgenes. El barranco de La Caldereta se abre desde la Cumbre, en las cercanías del Roque Palmero y su tramo profundo comienza en el lugar llamado Caboco de la Traviesa y termina en una gran escotadura, conocida como Cueva Grande. En la zona de medianías se encuentran los lomos de Bellido, Las Breveras, La Castellana y Las Cruces.

El principal núcleo de población, Tijarafe -llamado también Candelaria, debido a la advocación de la iglesia parroquial- está situado entre los barrancos de La Caldereta y Jurado. En su parte alta tiene una pendiente considerable que está cubierta de pinares. El barranco Jurado nace al pie del Roque Palmero, situado a 2.316 metros de altura. En el lugar conocido como Lomo Atravesado se forma una especie de caldera en la que coinciden otros barrancos, siendo los más importantes Jieque, Trajucade y, más abajo, El Tranzo. En su unión con Jieque, el barranco Jurado forma un impresionante cañón y debe su nombre a un arco que existió en la margen izquierda, bajo el cual cruzaba el camino real y que se desplomó hace unos años.

Patrimonio de Tijarafe
El pueblo de Tijarafe está situado sobre un lomo estrecho y en acusada pendiente. De su patrimonio destaca la iglesia de Nuestra Señora de Candelaria, considerado entre los primeros templos construidos en la Isla. En el solar que ocupa se construyó en 1530 una ermita que se reedificó entre 1568 y 1574. En 1588 se erigió en parroquia, si bien los trabajos de importancia se realizaron a partir del siglo XVII.

En 1614 comenzó el alargamiento de la nave y la fábrica del presbiterio, así como el levantamiento del arco toral. El 24 de mayo de 1660, el rey Felipe IV concedió el rango de beneficio, siendo desde entonces el noveno en antigüedad de la Isla, contando con los tres existentes en la capital insular.

Corría el año de 1678 cuando se decidió la construcción de un nuevo campanario que sustituyera al anterior de madera, que amenazaba ruina. La obra, con un coste de 1.300 reales, sería sufragada con la venta de 123 fanegas de trigo procedente de los tributos públicos depositados en los pósitos de Aguatavar y La Punta, contando para ello con el beneplácito del Cabildo.

La elegante y airosa espadaña de la iglesia parroquial, en cuya cabecera está situada, tiene un encanto especial. Su construcción se inició en 1686 y para ello se empleó piedra de cal traída a lomos de bestias desde el porís de Candelaria y sillares de piedra de la Cumbre. La obra se completó en 1690, con la construcción de un corredor y la escalera de acceso hechos en madera.

A partir de 1701 se realizaron nuevas obras de ampliación de la iglesia, que adquirió planta de cruz latina, con la construcción de una capilla en el lado del Evangelio. El trazado del templo está consolidado en su configuración actual desde los primeros años del siglo XVIII. En su exterior sobresalen las masas cúbicas de los distintos espacios y la cubierta de teja, que le da el aspecto atractivo de la arquitectura regional. Desde 1996 tiene la declaración de Bien de Interés Cultural.

El tesoro más importante de la iglesia es el monumental retablo de cinco calles ubicado en la cabecera de la capilla mayor. Es uno de los ejemplos más importantes del barroco en Canarias y se le atribuye al escultor Antonio de Orbarán, de quien se tiene constancia de su presencia en la Isla desde 1626.

La obra debió finalizar en 1633, año en el que su autor aparece en Tenerife. La riqueza cromática de los óleos se entremezclan con las imágenes de los doce apóstoles que acompañan a la talla flamenca de Nuestra Señora de Candelaria. El citado retablo fue restaurado entre 1992 y 1997 por la Dirección General de Patrimonio del Gobierno de Canarias, de forma que hoy luce todo su esplendor.

Sin embargo, el eminente catedrático palmero Leoncio Afonso se lamenta de que la antigua casa parroquial, un magnífico y raro ejemplo en Canarias de arquitectura tirolesa, con la planta baja de piedra y la alta completamente de madera, fuera destruida para la ampliación de la plaza, y lo mismo ocurrió con otros dos ejemplares que existían en el municipio.

El conjunto arquitectónico se complementa con una serie de casas de una o dos plantas distribuidas en tres calles empedradas, tranquilas y silenciosas, que conforman el conjunto histórico del municipio. Entre estas edificaciones destaca la casa del maestro, que fue la primera escuela pública del municipio, distribuida en torno a un patio interior, que es la sede del Centro Etnográfico de Tijarafe.

Charles Edwardes
En 1888, cuando el viajero inglés Charles Edwardes visitó La Palma, el pueblo de Tijarafe tenía 2.308 habitantes. Por entonces, hacía poco más de 75 años que había nacido como municipio, el 19 de agosto de 1812, de acuerdo con lo previsto en el artículo 310 de la Constitución de Cádiz, que había sido promulgada el 19 de marzo del citado año.

"A mitad de camino entre Las Tricias y Los Llanos, nuestro destino, llegamos a la villa de Candelaria -escribe Edwardes-, lugar que nos causó una gran decepción. Habíamos retrasado el desayuno cuatro horas, esperando comerlo allí. Sin embargo, todo el pueblo reunido no pudo ofrecernos, sino con dificultad y tras una agotadora hora, más que un cesto de huevos, un poco de pan y un vino intragable. El sacristán de la iglesia, el alcalde y otros cuantos, formaron tal lío en torno nuestro que, en el estado hambriento y acalorado en que nos hallábamos, nos resultó cruel y molesto. Ignorantes de si íbamos a ayunar o a ser alimentados, fuimos llevados para adelante y para atrás, entre la iglesia y una oscura habitación que se nos había ofrecido. Afortunadamente, teníamos nueces e higos en nuestras alforjas, ya que los hombres no habían sentido ningún reparo en coger y guardar toda la fruta que la buena samaritana nos había enviado la tarde anterior en el bosque".

Dice Edwardes -a veces poco considerado- que la iglesia de Candelaria "fue construida para una congregación más numerosa que la que la triste villa pueda ahora reunir en su pavimento fracturado y desvencijados asientos. El retablo tampoco tiene igual en La Palma en cuanto a lo florido de su adorno (...). Sobre estas imágenes cuelgan pinturas, burdas desde luego, aunque sugerentes. La más tétrica de todas representa una inmensa ventana negra, pintada sobre la pared norte del presbiterio, simétrica a otra ventana real en la pared opuesta. El exterior del lado norte de esta tosca y antigua iglesia está decorado con un fresco que muestra un sol radiante, a cuyo artista dotó de nariz, ojos y boca. Del mismo modo, el lado oeste exhibe una ruda torre pintada al fresco. No cabía esperar del sacristán una explicación acerca de semejantes alegorías. Llevaban allí mucho tiempo, dijo él, descargando de esta manera su responsabilidad sobre sus antecesores".

"Este es un distrito considerado muy pobre, aunque nuestros amigos, tanto legos como eclesiásticos, lograron reunir veinte y cinco huevos duros para satisfacer el apetito de un par de hombres. Seis peniques ‘a beneficio de la iglesia’ casi empañan con lágrimas de gratitud los ojos del fornido sacristán al aceptarlos. Aunque las gallinas abundaban, las monedas no hay duda que escaseaban en Candelaria".

De El Jesús a Amagar
Próxima a la desembocadura del barranco Jurado se encuentra la afamada Cueva Bonita, una amplia caverna excavada por la acción del oleaje, que posee dos bocas de entrada. En el fondo existe una pequeña playa de callaos, donde se puede desembarcar a marea baja. En determinadas condiciones, los efectos de luz que se forman en su interior son realmente espectaculares.

Los pagos de El Pinar y El Jesús se sitúan entre los barrancos Jurado y Gomeros, que nace a 1.600 metros de altitud y ha desarrollado una profunda excavación a lo largo de su recorrido. El antiguo volcán de Montaña Cardoso consolidó un rellano donde se asienta El Pinar, con abundantes almendros y frutales, y más abajo se encuentra el llano de Fuente del Toro. El pago de El Jesús debe su nombre a una ermita del siglo XVI cuya techumbre se desplomó y ha sido restaurada. La parte baja está formada por un tablado que ha sido colonizado con cultivos de regadío.

En Arecida y La Punta apenas se advierten tajos importantes de barrancos, por lo que el desnivel apenas ha sido modificado hasta formar la suave pendiente de La Punta, situada al sur del barranco Tagomate y convertida en la comarca agrícola más importante del municipio. El retorno de los emigrantes que hicieron fortuna en Venezuela ha contribuido a la transformación del paisaje, desarrollando cultivos de plátanos, cítricos y aguacates, debido a las buenas condiciones del terreno, la constante insolación y la red de regadío elevada desde los pozos del barranco de Las Angustias.

Amagar, situado en los límites del municipio y en una terraza fluvial formada en el margen derecho del barranco de Las Angustias, está atravesado por la carretera que salva un desnivel entre el cauce y la crestería de El Time de algo más de 500 metros, desde donde es posible contemplar una de las panorámicas más famosas e importantes de la isla: el valle de Aridane y la Caldera de Taburiente.

"Al acercarse al borde de esta eminencia -escribe Juan B. Lorenzo- viniendo de Tijarafe hacia Los Llanos, se presenta de improviso una vista tan sorprendente, como es muy probable que no haya otra semejante en el archipiélago canario. De una sola mirada se abarcan, a vista de pájaro, los pintorescos pagos de Tazacorte y Argual con sus extensas llanuras; la villa de Los Llanos y su población arruada; la villa de El Paso, Las Manchas, Tacande, La Caldera, que a la vez que sorprende agradablemente la vista de un paisaje tan extenso, variado y pintoresco, aterra por la elevación en que se encuentra el que lo contempla".

Antes de la construcción de la carretera, para descender a la loma de Amagar y desde allí al barranco de Las Angustias, había que cruzar 73 vueltas, algunas de ellas de bastante pendiente, siendo la única vía de comunicación terrestre entre la entonces villa de Los Llanos y el pueblo de Tijarafe. En este paraje es donde nace la célebre leyenda de la luz de El Time. La otra opción posible era por mar, hasta el Porís de Candelaria y desde allí se remontaba el acantilado a pie o a lomos de bestias por el viejo camino real.

En la terraza de Amagar también se han establecido cultivos, con tierra traída de El Paso y agua elevada del barranco de Las Angustias, gracias al ingenio del hombre y todo ello a pesar de los inconvenientes del viento que suele soplar en determinadas épocas del año y causa estragos importantes en la platanera.