Junto al singularísimo de Patrona de la Isla de La Palma, el más expresivo que se estima es el de Alcaldesa Honoraria y Perpetua, ostentando dicho título, hasta el momento, en representación de los municipios de Santa Cruz de La Palma, Los Llanos de Aridane, Fuencaliente de La Palma y, ahora, Puntallana.
Nuestra Señora de las Nieves recibirá el honroso y piadoso título de la corporación y el pueblo de Puntallana
Muchos son los títulos y distinciones que con el paso del tiempo y el fervor del pueblo palmero ha ido acumulando el patrimonio de Nuestra Señora de las Nieves.
El pleno del citado Ayuntamiento, reunido en sesión ordinaria el pasado 30 de diciembre de 2004, bajo la presidencia de su titular, Leonardo Fajardo Muñoz, acordó, a propuesta del grupo gobernante y por unanimidad de los grupos políticos representados en la ilustre corporación, la concesión del citado título a la Patrona palmera, para lo que se ha abierto el expediente correspondiente de nombramiento de Nuestra Señora de las Nieves como Alcaldesa Honoraria y Perpetua de Puntallana, al que se ha unido el informe de la Comisión de Educación y Cultura, que "avala sus motivos y añade otras razones de carácter histórico, social y religioso"; el informe de honores y distinciones del secretario de la corporación a efectos de materializar el nombramiento y una comunicación al respecto al párroco de la localidad y al vicario insular de La Palma.
La moción aprobada considera, entre otros aspectos, que "la devoción general que los habitantes de La Palma profesan, desde tiempo inmemorial, a la Virgen de las Nieves, es una constante histórica que excede el marco local para convertirse en símbolo insular. En ese carácter, instituciones y municipios insulares han otorgado a la venerada imagen honores y distinciones que reconocen su arraigo histórico y su implantación piadosa en sus distintos ámbitos locales".
"Puntallana -prosigue- tiene una larga relación con la Patrona y con su culto, oficializado en la ofrenda de nuestras parroquias en la fiesta anual del 5 de agosto, y una amplia vinculación con las Fiestas Lustrales que han contado con la participación desinteresada de nuestro ayuntamiento y de colectivos culturales y artísticos de nuestro pueblo, para realzar el carácter insular de estas celebraciones".
Manifiesta, asimismo, que "su Real Santuario se ha visto siempre tutelado y mejorado por la piedad de los fieles de toda la Isla, que acuden con sus votos y promesas a lo largo del año y en la Fiesta del 5 de agosto".
Origen
Una antigua leyenda cuenta que en Roma vivían unos esposos ricos que deseaban donar parte de su fortuna en hacer alguna obra buena en favor de la religión católica. En la noche del 5 de agosto del año 352, escucharon en sueños una voz que les decía: "Vayan mañana al Monte Esquilino y en el sitio donde haya nieve, allí deben edificar un templo a la Santísima Virgen".
Al día siguiente acudieron al lugar señalado, que es una de las siete colinas de Roma, y encontraron, con gran sorpresa, una faja de terreno cubierta de nieve en pleno verano. Con el apoyo del Papa Liberio, que gobernaba la Iglesia Católica en aquel tiempo, edificaron allí el primer templo dedicado en Roma a la Madre de Dios, de donde nació la devoción a la Virgen de las Nieves.
Este templo, conocido como la Basílica de Santa María la Mayor, es uno de los cuatro más famosos de Roma, junto con las basílicas de San Pedro, San Pablo y San Juan. Fue construido en tiempos del Sumo Pontífice Sixto III, en el año 432, en recuerdo del Concilio de Efeso, que un año antes había definido que María sí es la Madre de Dios.
Esta basílica ha sido remodelada y hermoseada durante siglos y su torre ostentó durante mucho tiempo el honroso título de ser la más alta de Roma. En el dorado de su techo emplearon los Reyes Católicos el primer oro traído por Colón desde América.
Los católicos siempre han sentido una especial veneración por la Basílica de Santa María la Mayor, por haber sido el primer templo dedicado a Nuestra Señora en Roma, y porque la antigua leyenda de las nieves que cayeron en agosto en el sitio donde iba a ser construida, recuerda a los fieles que cuando lleguen los ardores de las pasiones y el fuego de las adversidades, la Madre de Dios puede traer desde el cielo las nieves de las bendiciones divinas que apaguen las llamas de las malas inclinaciones y calmen la sed de los que ansían tener paz, santidad y salvación.
En La Palma
La venerada imagen de Nuestra Señora de las Nieves es una escultura modelada en terracota y policromada, de estilo románico tardío en transición al gótico, que se sitúa cronológicamente a finales del siglo XIV, sobrevestida con ricas telas -túnica roja, manto azul y orla dorada- y aderezada con cuantiosas joyas a partir del siglo XVI. Mide 82 centímetros de altura y se trata, probablemente, de la efigie mariana de mayor antigüedad del Archipiélago Canario. Su tesoro y su joyero se estiman entre los más valiosos, abundantes y en continuo incremento, debido a la fe y la generosidad de sus feligreses.
La presencia de la Nuestra Señora de Las Nieves en La Palma está envuelta en la leyenda. La Bula del Papa Martino V, fechada en Roma el 20 de noviembre de 1423, hace mención a "Santa María de la Palma" y su llegada a la Isla se asienta sobre las hipótesis de algunos cronistas, que se refieren a viajes de frailes irlandeses o navegantes del Mediterráneo, misiones del Obispado de Telde o incursiones de los normandos asentados en las islas orientales desde comienzos del siglo XV.
Otros autores asignan la traída de la imagen a Francisca de Gazmira, la mujer aborigen conversa que pactó la rendición de los haouraythas -o benahoaritas, si se prefiere, los antiguos pobladores de La Palma- y al propio adelantado Alonso Fernández de Lugo, propietario del reparto de las tierras de Agaete, donde entronizó una imagen de Santa María de las Nieves. Sea como fuere, "cinco siglos cumplidos -escribe Luis Ortega- revelan la potencia de una devoción que supera los ámbitos del credo y es insignia del país y de los paisanos".
El documento más antiguo que se conserva con el nombre de Santa María de las Nieves lleva fecha de 23 de enero de 1507 y se trata de una data del adelantado Fernández de Lugo, donando a la Virgen los solares en los que en 1517 consta ya estar edificado el primitivo templo, ampliado en 1525, al que se adosó un segundo cuerpo entre 1539 y 1552 y en 1543 se habilitó la plaza y el paseo. De 1568 a 1574 se edificó la sacristía y en 1648, dos años después de la erupción del volcán de Martín, se amplió la capilla mayor sobre la sacristía y se agregó otra dependencia por el Oeste, levantándose un arco toral, así como los trabajos de alargamiento y pavimentación de la nave con cerámica portuguesa y la construcción de la espadaña en piedra de cantería. Corría el año de 1637 cuando se terminó la edificación de la casa de romeros
Alberto José Fernández García relata que entre 1703 y 1740 se reforzó y encaló la capilla mayor, se guarneció de cantería gris el arco y las gradas del presbiterio -en la actualidad revestido de mármol- y por 4.000 reales se esculpió, en manierismo tardío, la Puerta Grande. Todas estas obras configuraron el aspecto actual del templo, que presenta un suntuoso retablo mayor tallado en 1707 por Marcos Hernández y dorado y policromado por el palmero Bernardo Manuel de Silva. El trono de plata, que consta de 42 piezas, se acabó en 1733. Sus primeros elementos se labraron en 1672, con objetos tasados para este fin por el orfebre Diego González. El frontal fue enviado desde Cuba en 1714 por el presbítero Juan Vicente Torres Ayala; el sagrario albergó las sagradas formas desde 1720 y las barandas constan desde 1757.
En la segunda mitad del siglo XIX, y acorde con la corriente neoclásica entonces imperante, y con la excusa de elevar la capilla mayor, en 1876 se sustituyó la cubierta mudéjar por una bóveda de cañón, que dos décadas después fue decorada por el artista madrileño Ubaldo Bornadova -el mismo autor que decoró el techo de la iglesia de San Antonio Abad, en Fuencaliente- con la alegoría de la Inmaculada entre ángeles y guirnaldas y una Anunciación, entre cortinajes azules, en la cabecera de la nave.
El templo cuenta con valiosos altares barrocos -donde están presentes el Calvario del Amparo, grupo magistral del siglo XVI, y la Virgen del Buen Viaje- y neogóticos -San Miguel y la Virgen de la Rosa-, más los nichos laterales del retablo mayor, con los santos Bartolomé y Lorenzo, todas ellas tallas flamencas que tienen en la Isla una de sus más nutridas representaciones.
El conjunto arquitectónico y artístico encierra un gran valor, como lo resume Luis Ortega, cuando se refiere a los artesonados mudéjares, el púlpito ochavado, el coro, el baptisterio con piedra de mármol, las pilas de agua bendita, las arañas de cristal de roca, los faroles y lámparas votivas y el vasto ajuar de orfebrería, "revelan el generoso cuidado de los palmeros con el sagrado recinto".
Son numerosos, además, otros objetos de valor que posee el Real Santuario: exvotos marineros y óleos marianos de los siglos XVI, XVII y XVIII; tallas y retablos barrocos en madera sobredorada; y otras piezas de ornamentación y orfebrería, tales como joyas, lámparas, ornamentos litúrgicos, vasos sagrados, etcétera, de todas las épocas y estilos.
Todos los años se celebra el día de la Patrona en la fecha del 5 de agosto y, cada cinco años, desde 1680, tienen lugar las célebres Fiestas Lustrales de la Bajada de la Virgen, fundadas en 1646 por el entonces obispo de Canarias, Bartolomé García Ximénez, -declaradas en 1965 de interés turístico nacional- y que recuerdan prodigiosas intervenciones de la Virgen en las calamidades insulares: volcanes, incendios, inundaciones, naufragios, epidemias, sequías, etcétera, siendo conducida desde su santuario del monte a la ciudad de Santa Cruz de La Palma.
Antes de ser instituida la Bajada, y debido a la gran devoción que los palmeros sienten por su patrona, Nuestra Señora de las Nieves fue traída a Santa Cruz de La Palma en rogativa en varias ocasiones.
La primera estancia, de nueve días en la iglesia de El Salvador, se remonta al 28 de marzo de 1630, época en la que la isla padecía una gran sequía. El 5 de abril de 1631 y el 3 de marzo de 1632 volvió de nuevo a la capital insular por el mismo motivo.
La imagen de Nuestra Señora de las Nieves fue coronada canónicamente en el año lustral de 1930, el 22 de junio, en ceremonia oficiada por el cardenal Federico Tedeschini, nuncio de Su Santidad en España y arzobispo de Lepanto. Su patronazgo sobre el pueblo palmero fue reconocido por el Papa Pío XII el 13 de noviembre de 1952 y ostenta los títulos de Alcaldesa Honoraria y Perpetua de Santa Cruz de La Palma (17 de agosto de 1942), Los Llanos de Aridane (19 de noviembre de 1964) y Fuencaliente de La Palma (1 de septiembre de 1982).
El santuario ostenta realeza desde que en 1657 fuera acogido en su patronato por Felipe IV, penúltimo rey de la Casa de Austria. En 1977, el 15 de octubre, fue visitado por los Reyes de España, Juan Carlos I y Sofía de Grecia, entregándosele en aquella ocasión, a la reina, el título -que había aceptado siendo princesa de España- de "camarera de honor de la Santísima Virgen de las Nieves".
En junio de 1980, Juan Pablo II envió un mensaje papal a los palmeros con motivo del III Centenario de la Bajada de la Virgen y las bodas de oro de su coronación canónica. En marzo de 1983, el pontífice romano concedió su bendición apostólica a la publicación "Ecos del Santuario", promovida y dirigida a el rector del primer centro marino de la isla, Pedro Manuel Francisco de las Casas.
El santuario alberga, además, un Museo Insular de Arte Sacro, considerado en su género el primero de Canarias. Este edificio, proyectado por los arquitectos Rafael Daranas y Luis Miguel Pérez, recrea una casona barroca de dos plantas, balcón y ventanas de tarima, construido con materiales nobles -carpintería de tea labrada, cantería gris, forja, vidrieras- y perfectamente integrada en el conjunto.
Este espacio, junto al camarín de la Virgen -obra del arquitecto José Miguel Márquez, que remata la cabecera del templo con un lujoso acabado- fueron ideados por Alberto José Fernández García y exponen importantísimos documentos históricos, así como esculturas de distintas épocas y escuelas, pintura y orfebrería de talleres europeos y americanos; retratos históricos de Nuestra Señora de las Nieves, a través de los cuales se puede seguir la evolución del atuendo, pues en su vestidor cuelgan los mismos trajes con los que se la pintó confeccionados con sedas de La Palma y brocados importados de Europa, reservados para las grandes solemnidades, como la próxima edición de la Bajada de la Virgen, en julio del presente año.
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