El barco había sido construido a orillas de Santa Cruz de La Palma por encargo del armador local Julián Acosta, siguiendo un diseño del carpintero de ribera Ramón Hidalgo. En 1961, a poco de su puesta en servicio en las faenas pesqueras, y debido a una pérdida de gasolina que inundó la sentina, una chispa del motor produjo una violenta explosión que levantó la cubierta, descosiendo los dos costados de la roda. El barco, envuelto en llamas, se hundió, siendo reflotado posteriormente y llevado de nuevo al varadero.
Envuelto en el misterio, el tristemente célebre motopesquero se perdió cuando navegaba de Frontera a Tazacorte
La misteriosa y trágica desaparición del motopesquero Fausto, acaecida en el mes de julio de 1968, con cuatro tripulantes que iban a bordo en viaje de Frontera a Tazacorte, su puerto base, llenó de dolor y de angustia no sólo a los hogares de los familiares y amigos de los infortunados, sino también de muchos paisanos ante el curso de unos acontecimientos que, a medida que iba transcurriendo el tiempo, generaron un ambiente de gran desconcierto entre quienes participaron en su búsqueda, así como en toda la población, que seguía muy pendiente de las noticias.
Casi dos años después lo compró Cándido Francisco de Paz, vecino de Fuencaliente, quien emprendió personalmente la reconstrucción del barco, aunque lo abandonó al poco tiempo y vendió el barco a Rafael Acosta Arroyo. Este encargó la reconstrucción del pesquero a José Álvarez Rodríguez, uno de los más afamados carpinteros de ribera de La Palma, que comenzó sus trabajos el 4 de abril de 1963.
La reparación se prolongó por espacio de tres años y el 27 de abril de 1966, el "nuevo" Fausto nació de nuevo a la mar, en su segunda botadura y en medio de la expectación de los presentes. Entonces medía 13,80 metros de eslora total, 3,65 de manga y 1,68 de puntal. Un motor diesel Lister Blackstone, de 43 caballos, le daba una velocidad media de 7 nudos.
El entusiasmo y el conocimiento que el afamado carpintero de ribera había puesto en su reconstrucción le llevó a decir que era "un barco valiente, marinero y hecho para luchar con la mar, que ‘no ha habido ciclones para hundirlo’, siendo tal la confianza que le depositaba y que sentía capaz de navegar en él a cualquier isla del archipiélago", como recoge Francisco Salamanca de la Peña, en un interesante reportaje publicado en El Día, con motivo de cumplirse el 30 aniversario del trágico suceso.
El 20 de julio de 1968, sobre las cinco de la tarde, el "Fausto" arribó al embarcadero de Las Puntas, en la costa de Frontera, para descargar unos plantones de plataneras destinadas a su siembra en unas fincas que estaban roturando unos palmeros en el valle de El Golfo.
En la madrugada del día 21, serían las dos y media de la madrugada, la pequeña embarcación se hizo de nuevo a la mar rumbo a su base en el puerto de Tazacorte, a donde debería haber llegado, en circunstancias normales, siete horas después. Para el viaje de regreso había embarcado fruta y agua suficiente para la travesía.
A bordo del motopesquero viajaban cuatro personas: El patrón, Ramón Concepción Hernández, de 48 años de edad; un hermano suyo, Eliberto, de 41 años; Miguel Acosta Hernández, de 44, primo hermano de éstos y todos ellos vecinos de Tazacorte, así como un mecánico, Julio García Pino, de 27 años, natural y vecino de El Paso, que se había unido a ellos como pasajero.
La esposa del tercero de los tripulantes citados, Nélida Morín Sánchez, declaró a DIARIO DE AVISOS que su marido "nunca se ha dormido en el mar; ha tenido disgustos pero también se las sabe manejar". Y agregó que ya le habían ocurrido otros percances "pero no escarmienta... si se llevara por mis consejos".
Salta la alerta
El retraso en la llegada estimada del barco al puerto palmero alertó a sus familiares y amigos, así como a su propietario, que puso el hecho en conocimiento de la Ayudantía Militar de Marina de Santa Cruz de La Palma. A través de la Estación Radiocostera de Canarias, se dio el primer aviso de alerta a todos los barcos que pudieran encontrarse en la zona, para que colaboraran en la búsqueda del motopesquero. El 23 de julio, el periódico tinerfeño El Día publicó una escueta nota en la página de sucesos, en la que se hacía eco de la desaparición del barco.
Aunque al principio no cundió la alarma, el SAR comenzó sus labores de búsqueda y rastreo en la zona donde se le suponía perdido, por lo que ordenó el despegue de un avión Heinkel He-111 Pedro del Ala 46 para que hiciera un vuelo de reconocimiento. Se pensó en una posible avería del motor, lo que haría que se encontrara a la deriva, por lo que el viento del Nordeste reinante lo habría apartado de su ruta, llevándolo a mar abierta.
El propietario del Fausto, en declaraciones a DIARIO DE AVISOS el 25 de julio, se pronunciaba en el mismo sentido y decía: "Creo y espero que el barco aparezca de un momento a otro, por ser debido este retraso a alguna avería sufrida, ya que llevaba el arte de pesca y fácilmente pudo haberse trabado en la hélice y, por consiguiente, quedar la falúa parada".
En la tarde del día 23, otro avión Heinkel He-111 Pedro sobrevoló la isla de El Hierro en dirección a La Palma siguiendo la previsible ruta del Fausto, describiendo después una ruta en círculos en el área en que podía encontrarse la embarcación, sin que consiguiera localizarlo ni comunicarse por radio con sus tripulantes, pues se sospechaba que no llevaba a bordo un aparato de telefonía.
Al día siguiente se incorporaron otras cuatro aeronaves a la búsqueda del motopesquero, ampliando el radio de acción a unas doscientas millas al SW de El Hierro, manteniéndose dos helicópteros en alerta en la Base Aérea de Gando para intervenir tan pronto como sean requeridos.
El capitán del frutero El Priorato, que se encontraba en el puerto de Santa Cruz de La Palma preparado para hacer viaje a Alicante, recibió instrucciones de sus armadores para alterar la ruta y para que, desde la punta de Fuencaliente y a lo largo de la costa occidental de la Isla, rastreara la zona con su radar y se mantuviera en contacto con la estación radiocostera de Tenerife por si localizaba al pequeño barco. En la madrugada del 25 de julio se recibió la noticia de que el Fausto había sido localizado esa medianoche por el mercante británico Duquesa, a unas 95 millas de La Palma, cuando se encontraba en la posición 28º 15’ N y 19º 45’ W. El capitán dijo que los tripulantes se encontraban sin novedad y después de suministrarles víveres, agua y gasoil para varios días, les indicó el rumbo a seguir y, al mismo tiempo, comunicó a la estación radiocostera que el Fausto llegaría a su destino en la tarde de ese día.
La noticia del encuentro se difundió rápidamente por la Isla, primero de boca en boca y después a través de las ondas de la emisora sindical La Voz de la Isla de La Palma. A primera hora de la tarde, cuando salieron a recibirle los motopesqueros Discordia y Jacinta, existía en el puerto de Tazacorte un ambiente de gran expectación, concentrándose en las inmediaciones del viejo muelle una gran cantidad de personas, deseosas de presenciar la llegada de los cuatro hombres, a los que ya muchos daban por desaparecidos. Asimismo, desde las cercanías de El Hierro, donde se encontraba navegando, se unió el hidrográfico Cástor, de la Marina de Guerra, que puso rumbo al Oeste palmero.
Cuando se supo la noticia de que el Fausto había sido auxiliado por el mercante británico Duquesa, la opinión náutica se mostró favorable. El segundo oficial y el oficial radiotelegrafista de la motonave Plus Ultra, de compañía Trasmediterránea, que se encontraba atracada en el puerto palmero, se sumaron a las tripulaciones de los pesqueros citados con base en Tazacorte para contribuir con sus conocimientos a la labor de búsqueda y el periódico DIARIO DE AVISOS, dirigido por Félix Poggio Lorenzo, titulaba en primera página: "Hoy esperamos tener la inmensa satisfacción de ver recalar al ‘Fausto’ a nuestra Isla".
En el trozo de muelle de Tazacorte se encontraba también el armador del barco, Rafael Acosta Arroyo, nervioso aunque optimista, hablando con los periodistas y los conocidos que se habían acercado hasta el lugar y pendiente de las llamadas que recibía a través de un radioteléfono de banda ciudadana de las embarcaciones que habían salido al encuentro del Fausto. Confiaba en la experiencia de sus hombres y decía que nunca había perdido las esperanzas de que el barco apareciese y que en su opinión, todo podría haberse debido a una falta de combustible.
Para despejar las dudas que se habían generado en los últimos días, dijo que el barco estaba equipado con un emisor-receptor a transistores que permitía su comunicación.
El ambiente en el puerto de Tazacorte era de auténtica fiesta, entre voladores, risas, vasos de vino y expectación, mucha expectación. Los familiares, cuatro esposas y veinte hijos, reflejaban en sus rostros las horas de cansancio y angustia que todavía vivían y entre la esperanza y la duda, había quienes prometían vestir hábito durante años si volvían a abrazar a sus seres queridos.
Pasaron las horas y el Fausto no aparecía. Los motopesqueros que habían salido a su encuentro regresaron de nuevo a Tazacorte y el último de ellos llegó a las siete de la tarde. Se esperaba que el barco recalaría en la próxima madrugada o al amanecer del día siguiente, por lo que muchos se mantuvieron en vigilia a la espera del gran acontecimiento.
Al no aparecer en las horas previstas, el entusiasmo se ensombreció de nuevo y en la mañana del día 26, el Mando Aéreo de Canarias ordenó que continuara la búsqueda, despegando aviones de reconocimiento Heinkel He-111 y Grumman Albatross del SAR desde la Base Aérea de Gando, que volaron durante 17 horas. La Marina de Guerra, asimismo, ordenó la salida del cañonero Magallanes, el hidrográfico Cástor y los remolcadores de altura RA-2, RA-4 y RA-5, todos los cuales recorrieron minuciosamente la supuesta derrota seguida por el pesquero español tras su encuentro con el mercante británico Duquesa.
La Estación Radiocostera de Tenerife comenzó a emitir cada dos horas un mensaje de alarma a todos los buques que se encontraran en la zona, especificando la posición dada por el Duquesa con respecto al Fausto, al que se suponía en las cercanías de La Palma. Durante todo el día 27, los aviones del SAR y las unidades de la Marina de Guerra ampliaron su radio de acción, sin que, a la caída de la tarde, hubieran conseguido resultado alguno. Para reforzar las tareas de búsqueda se incorporó un DC-3 del Ala 46, así como un DC-4 del Ala 35 de Getafe.
Entonces comenzaron las suposiciones. Según las gentes de la mar, lo que había sucedido era que cuando el Fausto salió de El Hierro, puso rumbo a la Punta de Fuencaliente, para luego virar y seguir a Tazacorte, aunque podría haber pasado que se abrieron muy al Sur y pasaron de largo. Otros opinaban que era posible que hubieran tenido algún problema con la brújula, que les impidió poner el rumbo que les había marcado el capitán del Duquesa. Se pensó, por ejemplo, en que podría tratarse de una descompensación de la aguja magnética si en las cercanías hubiera algún objeto metálico.
Para otros, el problema había sido una avería en el timón y estaban a la deriva. No preocupaba tanto las condiciones en que se encontraba el barco, por lo robusto de su construcción, como tampoco el tiempo reinante, con una ligera marejada desde el día anterior, que no afectaría mucho a la embarcación, aunque sí se temía que escaseara el agua, los víveres y el combustible.
A medida que pasaron las horas y los días, comenzó a tomar forma el presentimiento de una tragedia. Todo el mundo se hacía preguntas y nadie era capaz de dar una respuesta. Entre los familiares y los amigos de los cuatro infortunados tripulantes del barco cundió un profundo sentimiento de pena y desesperación. El pueblo palmero, muy pendiente de las escasas noticias que se producían, contenía su sentimiento de angustia y tristeza ante lo que se temía irremediable. Mientras tanto, los aviones del Ejército del Aire y los barcos de la Marina de Guerra, así como los mensajes de aviso de la Estación Radiocostera de Tenerife, se mantenían en incansables vuelos, singladuras y escuchas en las operaciones de búsqueda.
El dispositivo montado por el Ejército del Aire y la Marina alcanzó unos niveles realmente excepcionales. Los efectivos asignados rastreaban una zona de 12.000 millas cuadradas cerca de las islas de El Hierro y La Palma, con sus radares en continuo rastreo. Los aviones volaban a una altura de 400 metros y se relevaban cada 12 horas, por lo que era imposible que el Fausto escapase a su localización, ayudado por una buena visibilidad.
El área de rastreo se amplió en una zona de 6.400 millas cuadradas a partir de unas 200 millas al SW de La Restinga. Ante este despliegue de medios, y aún considerando que el Fausto hubiera seguido un rumbo distinto al marcado por el capitán del Duquesa, el pequeño motopesquero no tenía tiempo para escapar a la zona sometida a exploración.
Así como en la primera fase de búsqueda del Fausto, desde que saltó la alarma de su desaparición hasta que lo encontró el mercante británico Duquesa, los aviones del SAR no lograron localizarle porque el rastreo se realizó en la ruta El Hierro-La Palma, y el barco apareció en una ruta perpendicular a la misma, a unas cien millas de donde por lógica se le suponía que debía estar.
Sin embargo, en la segunda fase, los aviones del SAR, considerando todas las posibilidades, habían rastreado más de 30.000 millas cuadradas, y otro tanto habían recorrido las unidades de la Armada, dotados de equipos de radar y otros medios de detección. El cañonero Magallanes se ocupaba de vigilar las costas de El Hierro y La Palma, por si acaso hubiera embarrancado, mientras que en tierra se encomendó a la Guardia Civil un minucioso recorrido de playas, acantilados y barrancos, por si pudiera encontrarse algún indicio.