Distante siete leguas de la capital insular, Tijarafe está situado "en una alegre y risueña campiña bastante elevada sobre el nivel del mar, y cuyo acceso es difícil y penoso". Así se expresa el Diccionario Geográfico-Estadístico-Historia de España y sus Posesiones de Ultramar, de Pascual Madoz, publicado en 1850, al referirse a este término municipal del noroeste palmero, en el que "reina principalmente el aire N en el invierno, lo cual hace a su clima frío durante dicha estación; si bien es templado y saludable, no padeciéndose otras enfermedades que las estacionales".
A mediados del siglo XIX tenía 590 casas, de las que 400 "forman una plaza donde está la iglesia y algunas calles desempedradas, y las restantes se hallan diseminadas en los pagos Tijarafe, Aguatar [Aguatavar] y Tinixara". Tenía una escuela particular pagada por los padres "de los 40 ó 50 niños que la frecuentan", cuyo maestro percibía un salario de 1.500 reales anuales.
"La poca agua que se halla en este pueblo y sus inmediaciones se seca en el verano, y para el consumo de sus habitantes tienen que proveerse del barranco de las Angustias, distante legua y media de la parroquia", puesta bajo la advocación de Nuestra Señora de Candelaria, que "es de entrada y está servida por un párroco y sacristán, habiendo una ermita en el término llamada San José [El Jesús]".
Después de explicar los linderos del municipio -"al Norte con la jurisdicción de Puntagorda; Este, con la montaña o Caldera de Taburiente, sur con Los Llanos y Oeste con el mar", explica que "poco antes de llegar al pueblo hay un barranco muy profundo llamado haradado [Jurado], que impediría el paso si la misma naturaleza no hubiese formado como el arco de un puente en la peña viva, que tendrá sobre cuatro varas de grueso, por cuyo punto se pasa en el invierno ysuele llevar agua".
El terreno, de secano y parte volcánico, "en general es de buena calidad; habiendo en el vallecito donde está situado el pueblo, árboles frutales como perales, manzanos, duraznos, etc". Las comunicaciones con la capital de la isla se hacían por un camino real "en cuesta, pendiente y sumamente agrio, es más bien una vereda angosta en forma de caracol y de muy mal piso. En el medio del camino se encuentra el renombrado Time, risco de volcán ennegrecido y tan peinado que parece una muralla, y no obstante y ser camino de pájaros se sube a caballo".
La correspondencia se recibía de la capital de la isla "por balijero" y por entonces Tijarafe contaba con una población de 594 vecinos, que sumaban 2.216 habitantes. Producía abundante trigo, cebada, legumbres, frutas y vides; "se cría un poco de ganado lanar y mucho cabrío, con alguno de cerda, y hay caza de conejos, perdices y palomas". La agricultura era la principal riqueza de la población y "algunos telares para tejer lienzos caseros del uso de sus habitantes".
El Diccionario Geográfico-Estadístico-Historia de España y sus Posesiones de Ultramar, editado por Pascual Madoz Ibáñez en 16 volúmenes entre 1845 y 1850, es una obra gigantesca a la que su autor dedicó casi 16 años de trabajo. Para llevar a cabo tan ingente trabajo, contó con la colaboración de más de mil colaboradores y veinte corresponsales. Recoge miles de voces ordenadas alfabéticamente.
En 1986, de la mano del profesor universitario Ramón Pérez González, se publicó en edición facsímil el tomo dedicado a Canarias, para lo cual se revisaron las 11.688 páginas de que consta el original, con la finalidad de seleccionar y entresacar las voces referidas al archipiélago canario, dispuestas también por orden alfabético, con la finalidad de facilitar la consulta de materiales dispersos en el conjunto de los volúmenes originales.
En el siglo XIX y referido a Canarias, además del Diccionario de Madoz, existen otras tres obras de este tipo: Estadística de las Islas Canarias 1793-1806, de Francisco Escolar y Serrano; Diccionario Geográfico-Estadístico de España y Portugal, de Sebastián Miñano, del que el profesor Pérez González extrajo y publicó en 1982 las voces correspondientes a Canarias: y el Diccionario Estadístico-Administrativo de las Islas Canarias, de Pedro Olive.
Madoz logró ver publicado un mastodóntico proyecto -en Canarias contó con la colaboración del conde de la Vega Grande, León y Xuárez de la Guardia y, probablemente, de Francisco María de León, entre otros muchos-, logrando así un cuadro muy apreciable de la sociedad canaria del siglo XIX.
¿Quién era Pascual Madoz? Nuestro personaje nació en Pamplona el 17 de mayo de 1806. Estudió en el colegio de los padres escolapios en Barbastro y Derecho en la Universidad de Zaragoza. De ideales liberales desde su juventud, combatió por la libertad como soldado y como político. En 1823, acorde con el sentimiento patriótico que se vivía entonces, participó en la defensa de Zaragoza y estuvo preso durante una temporada en el castillo de Monzón.
Debido a los sucesos políticos de la época, tuvo que refugiarse en Francia, curiosamente en el país de los enemigos a los que había combatido. Durante su estancia forzosa, acaecida entre 1830 y 1832, en París y en Tours, se dedicó al estudio de la geografía y la estadística, combinación que, como señala el profesor Pérez González, corresponde al criterio de las primeras etapas del desarrollo de la Geografía, "orientada hacia una tendencia enciclopédica de recopilación exhaustiva de información acerca de países y continentes que dio origen a grandes diccionarios en los que, con frecuencia, se asociaba la Geografía con la Estadística, cuya misión era enriquecer la descripción geográfica con datos estadísticos".
Madoz regresó a España después de la amnistía decretada por la reina María Cristina y se estableció en Barcelona, donde, a comienzos de 1883, estaba al frente del proyecto editorial del Diccionario geográfico universal (1829-1834), del que se hizo cargo a partir de la letra R.
Licenciado en Derecho en 1834, a mediados de dicho año promovía la edición del Diccionario geográfico de España, que lograría ver culminado en 1850. Un año después del inicio del ejercicio de la abogacía, tradujo y publicó la obra de Alex Moreau de Jonnes, titulada Estadística de España: territorio, población, agricultura, minas, industria, comercio, navegación, colonias, hacienda, ejército, justicia e instrucción pública (1835) y una Reseña sobre el clero español y examen de la naturaleza de los bienes eclesiásticos.
Después de una etapa en la que dirigió el periódico opositor El Catalán y también ejerció de juez de primera instancia persiguiendo a los carlistas, obtuvo escaño en las Cortes por la provincia de Lérida. En 1840 apareció publicada en Madrid su Colección universal de causas célebres. En 1843 estaba el frente de la coalición con la que algunos progresistas hicieron oposición a Espartero, aunque por tal propósito acabó en prisión. Se cuenta que él mismo hizo su defensa y la de sus compañeros tachados de bandidos. Puesto en libertad, emprendió de nuevo el camino del exilio, de donde regresó para publicar su Diccionario Geográfico de España, cuyos trabajos tenía bastante adelantados, obra gigantesca que pone de manifiesto su carácter emprendedor, constante y tenaz, para lo que montó su propia imprenta. El primer volumen se publicó en Madrid en 1845 y el último en 1850.
Tras la revolución de 1854 fue nombrado gobernador de Barcelona, provincia que le resultaba especialmente atractiva. Después volvió a su escaño de diputado, presidió las Cortes, y en enero de 1855 fue nombrado ministro de Hacienda, correspondiéndole la presentación del famoso proyecto de ley de Desamortización, que consiguió aprobar, a pesar de la contundente oposición del clero católico, que veía lesionados los privilegios reconocidos a la Iglesia por el Concordato de 1851. La ley fue sancionada el 1 de mayo de 1855 y mes después presentó la dimisión. De nuevo en la oposición, poco después emprendió otra vez el camino del exilio.
Al producirse la revolución de 1868 -conocida como "La Gloriosa"- regresó para ocupar el cargo de gobernador de Madrid, al que renunció poco después. Su papel estaba en la oposición. Después de votar la candidatura del duque de Aosta para la vacante al trono de España, Madoz formó parte de la legación enviada a Florencia para ofrecerle la corona, pero cuando se encontraba en Génova le sobrevino la muerte, el 13 de diciembre de 1870, a la edad de 64 años.
En 1888, cuando el viajero inglés Charles Edwardes visitó La Palma, el pueblo de Tijarafe tenía 2.308 habitantes. Por entonces, hacía poco más de 75 años que había nacido como municipio, el 19 de agosto de 1812, de acuerdo con lo establecido en el artículo 310 de la Constitución de Cádiz, que había sido promulgada el 19 de marzo del citado año.
"A mitad de camino entre Tricias y Los Llanos, nuestro destino, llegamos a la villa de Candelaria -escribe Edwardes-, lugar que nos causó una gran decepción. Habíamos retrasado el desayuno cuatro horas, esperando comerlo allí. Sin embargo, todo el pueblo reunido no pudo ofrecernos, sino con dificultad y tras una agotadora hora, más que un cesto de huevos, un poco de pan y un vino intragable. El sacristán de la iglesia, el alcalde y otros cuantos, formaron tal lío en torno nuestro que, en el estado hambriento y acalorado en que nos hallábamos, nos resultó cruel y molesto. Ignorantes de si íbamos a ayunar o a ser alimentados, fuimos llevamos para adelante y para atrás, entre la iglesia y una oscura habitación que se nos había ofrecido. Afortunadamente, teníamos nueces e higos en nuestras alforjas, ya que los hombres no habían sentido ningún reparo en coger y guardar toda la fruta que la buena samaritana nos había enviado la tarde anterior en el bosque".
El inglés, poco considerado, dice que la iglesia de Candelaria "fue construida para una congregación más numerosa que la que la triste villa pueda ahora reunir en su pavimento fracturado y desvencijados asientos. El retablo tampoco tiene igual en La Palma en cuanto a lo florido de su adorno (...). Sobre estas imágenes cuelgan pinturas, burdas desde luego, aunque sugerentes. La más tétrica de todas representa una inmensa ventana negra, pintada sobre la pared norte del presbiterio, simétrica a otra ventana real en la pared opuesta. El exterior del lado norte de esta tosca y antigua iglesia está decorado con un fresco que muestra un sol radiante, y cuyo artista dotó de nariz, ojos y boca. Del mismo modo, el lado oeste exhibe una ruda torre pintada al fresco. No cabía esperar del sacristán una explicación acerca de semejantes alegorías. Llevaban allí mucho tiempo, dijo él, descargando de esta manera su responsabilidad sobre sus antecesores".
"Este es un distrito considerado muy pobre, aunque nuestros amigos, tanto legos como eclesiásticos, lograron reunir veinte y cinco huevos duros para satisfacer el apetito de un par de hombres. Seis peniques ’a beneficio de la iglesia’ casi empañan con lágrimas de gratitud los ojos del fornido sacristán al aceptarlos. Aunque las gallinas abundaban, las monedas no hay duda que escaseaban en Candelaria".
Bien distinta es la apreciación que nos traslada el cronista palmero Juan B. Lorenzo, cuando escribe, refiriéndose a El Time: "Al acercarse al borde de esta eminencia viniendo de Tijarafe hacia Los Llanos, se presenta de improviso una vista tan sorprendente, como es muy probable que no haya otra semejante en el archipiélago canario. De una sola mirada se abarcan, a vista de pájaro, los pintorescos pagos de Tazacorte y Argual con sus extensas llanuras; la villa de Los Llanos y su población arruada; la villa de El Paso, Las Manchas, Tacande, La Caldera, que a la vez que sorprende agradablemente la vista de un paisaje tan extenso, variado y pintoresco, aterra por la elevación en que se encuentra el que lo contempla".
Hasta la construcción de la carretera comarcal, para descender a la loma de Amagar y desde allí al barranco de Las Angustias, y viceversa, había que cruzar 73 vueltas, algunas de ellas de bastante pendiente, siendo la única vía de comunicación terrestre entre la entonces villa de Los Llanos y el pueblo de Tijarafe. En este paraje nació la célebre leyenda de la luz de El Time. La otra opción posible era por los caminos de herradura de la cumbre y también por mar, a través del Porís de Candelaria y remontando el acantilado a pie o a lomos de bestias por el viejo camino real.
Recopilación de artículos interesantes sobre ciencia, transporte y tecnología.
domingo, 25 de noviembre de 2007
domingo, 18 de noviembre de 2007
Testigo presencial de excepción
JUAN CARLOS DíAZ LORENZO (*)
Fuencaliente
Veintidós años después de la erupción del volcán de San Juan se produjo la del volcán de Teneguía, surgido en una suave pendiente situada al sur del majestuoso cráter del volcán de San Antonio. Los primeros temblores de tierra comenzaron a sentirse a partir del 15 de octubre de 1971. Dos días después llegó a Fuencaliente el gobernador civil de la provincia, Antonio del Valle Menéndez, acompañado del delegado del Gobierno, Francisco Laína García, siendo recibidos por el alcalde del municipio, León Bienes Hernández.
Ante la carencia de medios técnicos y temiendo que se tratase de una erupción volcánica, el gobernador civil, ingeniero de Minas de profesión, mandó colgar una plomada a modo de sismógrafo rústico de la lámpara del despacho de la alcaldía. El modo de funcionamiento era bien sencillo. Si cuando se producía el temblor de tierra la plomada oscilaba de modo horizontal, no había mayor preocupación, pero si oscilaba de modo vertical, significaba que el posible volcán estaba cerca.
Entre los días 21 y 24 se acentuaron los movimientos sísmicos, hasta el extremo de que la Estación Hidrofónica de la Universidad de Columbia (EE.UU.) ubicada en Puerto Naos -en realidad, una instalación de la U.S. Navy para controlar el paso de submarinos soviéticos por la zona-, detectó una serie de registros que inicialmente interpretaron como un fenómeno extraño. Sólo el día 22 se contabilizó unos mil movimientos, a razón de cuatro por minuto, que causaron el agrietamiento de algunas viviendas y el desplome de paredes y riscos, por lo que todo apuntaba a una inminente erupción volcánica.
El 26 de octubre, alrededor de las tres de la tarde se percibió una serie de ruidos subterráneos y varias explosiones de regular intensidad, elevándose, poco después, una densa columna de humo negro que señaló el comienzo de la nueva erupción volcánica. La noticia, de inmediato, se conoció ampliamente en pocos minutos y el nombre de Fuencaliente y de La Palma quedó asociado, una vez más, a la historia de los volcanes de Canarias.
Para el nuevo volcán se contemplaron inicialmente, entre otros, los nombres de El Búcaro, San Evaristo y San Estanislao, siguiendo la costumbre palmera de utilizar hagiónimos para este tipo de acontecimientos telúricos. Al final se decidió Teneguía, debido a la proximidad del roque de su mismo nombre y el empeño de los periodistas acantonados en el bar "Parada" -Domingo Acosta, Gilberto Alemán y Luis Ortega, entre otros- y un grupo de jóvenes fuencalenteros, entre los que estaba Octavio Santos Cabrera, corresponsal de DIARIO DE AVISOS.
"El día que reventó el volcán estaba vendimiando en Las Machuqueras, a unos cuatrocientos metros, más no era. Yo sentía un zumbido y mirada al cielo, pensaba en un avión, ¿pero tan alto va que no se ve? Ya me parecía mucho ruido. Dije para mí: ¡no, esto está cerca...!" Así recuerda el agricultor Jesús Ramón Pestana Cabrera (1945), vecino de Fuencaliente, los primeros momentos de la erupción del volcán de Teneguía, de la que, tal día como hoy, se cumplen 36 años de su final. Él fue, con toda probabilidad, la primera persona que presenció el comienzo del singular acontecimiento y su memoria, tan precisa como exacta, constituye un documento oral de primera magnitud.
"Había terminado de vendimiar -prosigue- y dejé seretas y todo. En aquel momento estaba solo, cuando subo un poco y me dio por mirar hacia abajo, miro al malpaís y veo una lengua de fuego reventando allí mismo, una hilera recta ardiente. ¡¡Entonces sí cogí miedo!!, ¿no iba a coger miedo? Cogí miedo y partí a correr. Cogí por la Cuesta Cansada hacia fuera, que era por donde más derecho salía y no cogí vueltas ni nada. Dije para mí: ¡¡corre, corre para fuera, corre para Los Canarios!!".
"Primero pensé que era el volcán de San Antonio que había reventado otra vez, no pensé que fuera un volcán nuevo. Subí rápido y donde primero llegué fue al borde del cráter del volcán de San Antonio para vigilar al otro desde arriba. Cuando llegué allí ya había más gente, como diez o doce personas. Los primeros bufidos que dio fueron a las tres en punto de la tarde. Allí, donde reventó, había un ’golpe’ de higueras grande y se las zambulló en un momento. Las bocas chicas, las de aquí arriba, salieron donde antes estaban las higueras".
"Como a la hora llegó la Guardia Civil y empezó a atajar gente. Por cierto, que a uno de los primeros que mandaron fue a mí para que la gente no se metiera abajo, en el volcán, porque a algunos les parecía una fiesta. Cada rato que pasaba el fuego era más alto. Como a las tres horas eso levantaba cuarenta o cincuenta metros de altura y al oscurecer ya se veía desde el pueblo. Había días que levantaba del volcán de San Antonio para arriba más de 500 metros. A mí eso me impresionó mucho. Cuando era de noche cerrada y daba una explosión grande, podías leer una carta de la luz que daba. La lava bajó rápido, en tres o cuatro horas llegó abajo. Caminaba a más de un paso de una persona. Yo creí que la playa y el faro se lo llevaba, porque iba derecho rumbo a él, total, ¿qué le faltó?".
El relato de este fuencalentero, que tenía 26 años de edad en 1971, no tiene desperdicio: "En casa no fuimos para ningún lado. Estábamos en plena vendimia. Nosotros, cuando eso, teníamos mucha cantidad de viña. Cogíamos más de sesenta pipas de mosto. Además, aquel era un año fuerte de uvas. Tuvimos que pedir un permiso al Ayuntamiento para poder pasar con los furgones, porque había mucha viña ahí debajo y viña por todos lados y eso estaba trancado de tanta gente que había. A los pocos días volví a vendimiar lo que quedaba al lado del volcán, sin miedo ninguno, porque ya se sabía que la lava iba para abajo. Uno miraba para allá y sabía que aquí no llegaba; y lo más cerca que estuve sería como a unos trescientos metros, o quizás menos. El volcán pegando bufidos y yo vendimiando (risas). Él estaba con su jaleo y yo en lo mío (risas). El día después de que reventó el volcán volví donde mismo había estado y allí estaban las seretas y las tijeras. Estaban donde mismo las dejé. ¿Quién se metía ahí debajo? ¡Ahí nadie se metía!".
En los primeros momentos, la actuación del nuevo volcán fue eminentemente explosiva y a lo largo de la tarde del primer día fueron surgiendo nuevos focos eruptivos, que comenzaron a derramar lava por dos corrientes a través de una fractura del terreno en dirección Norte-Sur, una de las cuales se precipitó sobre la costa y alcanzó el mar, mientras que la otra siguió en dirección al faro de Fuencaliente.
Un grupo de geólogos y vulcanólogos -entre otros José María Fuster, Alfredo Hernández-Pacheco, Telesforo Bravo y un joven Juan Carlos Carracedo, recién licenciado, además de otros extranjeros- estudiaron el fenómeno con detalle y llevaron un mensaje de tranquilidad a los habitantes de Fuencaliente. La lava, decían los expertos, brotaba a una temperatura de 1.100 grados centígrados y discurría por la corriente a un promedio de 120 metros por hora a 850 grados. Al entrar en contacto con el agua del mar, la temperatura del agua en la orilla superaba los 60 grados.
El día 27, la actividad del volcán fue más intensa, en una actuación de tipo estromboliano, concentrándose en dos puntos de la fractura e iniciando el levantamiento de dos pequeñas montañas de escorias, continuando con el derrame de lavas. El pueblo de Fuencaliente recibía visitantes a raudales y los bares "no daban avío a las papas arrugadas y vasos de vino", recuerda Agustín Rodríguez Fariña.
El día 28, la actividad se hizo más intensa, reanudándose los movimientos sísmicos que concluyeron con la aparición de una nueva boca en torno a las once de la mañana, mientras que el foco principal mantuvo grandes proyecciones de material y derramó importantes caudales de magma fluido. Para entonces ya se había formado un cono volcánico de cierta entidad, tipo herradura y abierto hacia el Norte, al tiempo que las emisiones de lava alargaron su cauce.
Durante la noche del 29 al 30, el volcán intensificó la potencia de la erupción, mostrando un comportamiento de tipo estromboliano, con explosiones más fuertes y frecuentes, así como con una mayor salida de lava. El día 30 transcurrió en términos similares y en la noche se advirtió que el foco inicial presentaba una forma clara de herradura, orientándose hacia el Este.
A mediodía del 1 de noviembre comenzó una nueva actividad sísmica coincidiendo con una importante actividad de fumarolas. Casi a la una de la tarde se produjo un movimiento de notable intensidad que liberó la formación de un tercer foco de emisión, presentando, al mismo tiempo, tres pequeñas aberturas conectadas entre sí, con una actividad explosiva y proyectando piroclastos finos y trozos de lava, todo ello con una cadencia rítmica y un reposo de entre 0,5 y cinco segundos, alcanzando en la noche su máxima actividad explosiva. El primer foco de emisión quedó reducido al flanco occidental, como consecuencia del derrumbe del dorso oriental, motivado por la acción de coladas que arrastraban en su seno bloques procedentes del desmantelamiento del cono del primer cráter.
El día 3 decreció el ritmo de la erupción del volcán y el cono en herradura del primer cráter terminó por orientar la salida de lava hacia el SE, mientras que el segundo foco entró en período de inactividad y el tercero sólo arrojó gases a intervalos separados. El día 4, la actividad general continuó en descenso, aunque el primer foco registró una mayor emisión de lavas y el segundo foco se mantuvo en reposo. A lo largo del día 5 se produjo un aumento relativo de la actividad eruptiva, en el que el segundo foco lanzó gases y piroclastos.
El día 6 se produjo uno de los fenómenos más destacados, al derrumbarse la gran masa de escorias y lavas acumuladas en torno al primer foco, originando una avalancha que se extendió rápidamente por la costa suroccidental de la Isla. Este cambio motivó, además, un espacio libre para las coladas lávicas, al tiempo que se produjo una notable actividad de fumarolas, formadas por una elevada proporción de óxido de carbono y otros gases tóxicos, actividad que se incrementó de modo considerable el día 7, lo mismo que en los cráteres.
Hacia las dos de la madrugada del día 9, después de importantes seísmos y explosiones, apareció una nueva fractura eruptiva orientada al NW y ubicada en el campo de fumarolas existente entre los dos cráteres secundarios. En el inicio de la actividad del cuarto foco de emisión, se distinguían tres puntos eruptivos diferentes a modo de sopletes gaseosos, que luego provocaron la formación de dos pequeños hornos. El primer cráter se mostró mucho más activo, con la emisión de abundantes lavas y el arrojo de escorias de modo continuado.
El día 10 el volcán presentó un cuadro netamente explosivo. El primer cráter proyectó escorias a más de 300 metros de altura, mientras que los dos restantes permanecieron prácticamente inactivos. A media tarde y próximo a la cuarta boca surgió una nueva, de carácter explosivo, en forma de soplete gaseoso y más tarde se produjo la apertura de una sexta boca, aunque de menor entidad. Al día siguiente, el volcán se encontraba en plena actividad. Menos el cráter principal, todos los demás registraron explosiones diversas y del primero brotaba lava fluida en dirección al mar con notable velocidad.
El día 17 se constató la decadencia progresiva del primer cráter, mientras que en los dos últimos se registró un aumento de la energía, desbordándose la lava del canal principal al no tener posibilidad de evacuar con la rapidez necesaria. La abundancia del material lávico del cuarto cráter hizo que inundara el quinto y en la mañana del 18, éste tomó el relevo del cuarto, desbordando una charca lávica, aunque se advirtió un notable descenso de la actividad volcánica, cesando las manifestaciones eruptivas y entrando en una fase de fumarolas, que se mantuvo durante bastante tiempo.
Fue una erupción corta, pues la plena actividad cesó el 18 de noviembre siguiente, es decir, que tuvo un período activo de 24 días. Durante este tiempo, miles de personas presenciaron la erupción. La impresionante afluencia motivó la ordenación del tráfico rodado, en el que la Guardia Civil se empleó con gran desempeño, desviándolo en el sentido de las agujas del reloj, por la Cumbre y las Breñas hacia Fuencaliente, continuando a Los Llanos, dado que el movimiento de coches y personas fue realmente importante, alcanzando, en algún momento, los quince mil visitantes.
Viajar a La Palma resultó complicado ante la impresionante demanda de plazas, tanto en avión como en barco, pues ni Iberia ni Trasmediterránea incrementaron su oferta. Sería la compañía Spantax la que hizo posible que llegara un mayor número de visitantes a la isla, gracias a los vuelos "charter" de los viejos cuatrimotores.
Meses después del final de la erupción era posible encontrar en algunos puntos del volcán temperaturas superiores a los 400 grados. Hoy en día, todavía se aprecia el calor latente en algunas fisuras del cráter. En prospecciones geotérmicas recientes, a unos veinte metros de profundidad todavía mantiene 200 grados de temperatura.
*Juan Carlos Díaz Lorenzo es Cronista Oficial de Fuencaliente
Fuencaliente
Veintidós años después de la erupción del volcán de San Juan se produjo la del volcán de Teneguía, surgido en una suave pendiente situada al sur del majestuoso cráter del volcán de San Antonio. Los primeros temblores de tierra comenzaron a sentirse a partir del 15 de octubre de 1971. Dos días después llegó a Fuencaliente el gobernador civil de la provincia, Antonio del Valle Menéndez, acompañado del delegado del Gobierno, Francisco Laína García, siendo recibidos por el alcalde del municipio, León Bienes Hernández.
Ante la carencia de medios técnicos y temiendo que se tratase de una erupción volcánica, el gobernador civil, ingeniero de Minas de profesión, mandó colgar una plomada a modo de sismógrafo rústico de la lámpara del despacho de la alcaldía. El modo de funcionamiento era bien sencillo. Si cuando se producía el temblor de tierra la plomada oscilaba de modo horizontal, no había mayor preocupación, pero si oscilaba de modo vertical, significaba que el posible volcán estaba cerca.
Entre los días 21 y 24 se acentuaron los movimientos sísmicos, hasta el extremo de que la Estación Hidrofónica de la Universidad de Columbia (EE.UU.) ubicada en Puerto Naos -en realidad, una instalación de la U.S. Navy para controlar el paso de submarinos soviéticos por la zona-, detectó una serie de registros que inicialmente interpretaron como un fenómeno extraño. Sólo el día 22 se contabilizó unos mil movimientos, a razón de cuatro por minuto, que causaron el agrietamiento de algunas viviendas y el desplome de paredes y riscos, por lo que todo apuntaba a una inminente erupción volcánica.
El 26 de octubre, alrededor de las tres de la tarde se percibió una serie de ruidos subterráneos y varias explosiones de regular intensidad, elevándose, poco después, una densa columna de humo negro que señaló el comienzo de la nueva erupción volcánica. La noticia, de inmediato, se conoció ampliamente en pocos minutos y el nombre de Fuencaliente y de La Palma quedó asociado, una vez más, a la historia de los volcanes de Canarias.
Para el nuevo volcán se contemplaron inicialmente, entre otros, los nombres de El Búcaro, San Evaristo y San Estanislao, siguiendo la costumbre palmera de utilizar hagiónimos para este tipo de acontecimientos telúricos. Al final se decidió Teneguía, debido a la proximidad del roque de su mismo nombre y el empeño de los periodistas acantonados en el bar "Parada" -Domingo Acosta, Gilberto Alemán y Luis Ortega, entre otros- y un grupo de jóvenes fuencalenteros, entre los que estaba Octavio Santos Cabrera, corresponsal de DIARIO DE AVISOS.
"El día que reventó el volcán estaba vendimiando en Las Machuqueras, a unos cuatrocientos metros, más no era. Yo sentía un zumbido y mirada al cielo, pensaba en un avión, ¿pero tan alto va que no se ve? Ya me parecía mucho ruido. Dije para mí: ¡no, esto está cerca...!" Así recuerda el agricultor Jesús Ramón Pestana Cabrera (1945), vecino de Fuencaliente, los primeros momentos de la erupción del volcán de Teneguía, de la que, tal día como hoy, se cumplen 36 años de su final. Él fue, con toda probabilidad, la primera persona que presenció el comienzo del singular acontecimiento y su memoria, tan precisa como exacta, constituye un documento oral de primera magnitud.
"Había terminado de vendimiar -prosigue- y dejé seretas y todo. En aquel momento estaba solo, cuando subo un poco y me dio por mirar hacia abajo, miro al malpaís y veo una lengua de fuego reventando allí mismo, una hilera recta ardiente. ¡¡Entonces sí cogí miedo!!, ¿no iba a coger miedo? Cogí miedo y partí a correr. Cogí por la Cuesta Cansada hacia fuera, que era por donde más derecho salía y no cogí vueltas ni nada. Dije para mí: ¡¡corre, corre para fuera, corre para Los Canarios!!".
"Primero pensé que era el volcán de San Antonio que había reventado otra vez, no pensé que fuera un volcán nuevo. Subí rápido y donde primero llegué fue al borde del cráter del volcán de San Antonio para vigilar al otro desde arriba. Cuando llegué allí ya había más gente, como diez o doce personas. Los primeros bufidos que dio fueron a las tres en punto de la tarde. Allí, donde reventó, había un ’golpe’ de higueras grande y se las zambulló en un momento. Las bocas chicas, las de aquí arriba, salieron donde antes estaban las higueras".
"Como a la hora llegó la Guardia Civil y empezó a atajar gente. Por cierto, que a uno de los primeros que mandaron fue a mí para que la gente no se metiera abajo, en el volcán, porque a algunos les parecía una fiesta. Cada rato que pasaba el fuego era más alto. Como a las tres horas eso levantaba cuarenta o cincuenta metros de altura y al oscurecer ya se veía desde el pueblo. Había días que levantaba del volcán de San Antonio para arriba más de 500 metros. A mí eso me impresionó mucho. Cuando era de noche cerrada y daba una explosión grande, podías leer una carta de la luz que daba. La lava bajó rápido, en tres o cuatro horas llegó abajo. Caminaba a más de un paso de una persona. Yo creí que la playa y el faro se lo llevaba, porque iba derecho rumbo a él, total, ¿qué le faltó?".
El relato de este fuencalentero, que tenía 26 años de edad en 1971, no tiene desperdicio: "En casa no fuimos para ningún lado. Estábamos en plena vendimia. Nosotros, cuando eso, teníamos mucha cantidad de viña. Cogíamos más de sesenta pipas de mosto. Además, aquel era un año fuerte de uvas. Tuvimos que pedir un permiso al Ayuntamiento para poder pasar con los furgones, porque había mucha viña ahí debajo y viña por todos lados y eso estaba trancado de tanta gente que había. A los pocos días volví a vendimiar lo que quedaba al lado del volcán, sin miedo ninguno, porque ya se sabía que la lava iba para abajo. Uno miraba para allá y sabía que aquí no llegaba; y lo más cerca que estuve sería como a unos trescientos metros, o quizás menos. El volcán pegando bufidos y yo vendimiando (risas). Él estaba con su jaleo y yo en lo mío (risas). El día después de que reventó el volcán volví donde mismo había estado y allí estaban las seretas y las tijeras. Estaban donde mismo las dejé. ¿Quién se metía ahí debajo? ¡Ahí nadie se metía!".
En los primeros momentos, la actuación del nuevo volcán fue eminentemente explosiva y a lo largo de la tarde del primer día fueron surgiendo nuevos focos eruptivos, que comenzaron a derramar lava por dos corrientes a través de una fractura del terreno en dirección Norte-Sur, una de las cuales se precipitó sobre la costa y alcanzó el mar, mientras que la otra siguió en dirección al faro de Fuencaliente.
Un grupo de geólogos y vulcanólogos -entre otros José María Fuster, Alfredo Hernández-Pacheco, Telesforo Bravo y un joven Juan Carlos Carracedo, recién licenciado, además de otros extranjeros- estudiaron el fenómeno con detalle y llevaron un mensaje de tranquilidad a los habitantes de Fuencaliente. La lava, decían los expertos, brotaba a una temperatura de 1.100 grados centígrados y discurría por la corriente a un promedio de 120 metros por hora a 850 grados. Al entrar en contacto con el agua del mar, la temperatura del agua en la orilla superaba los 60 grados.
El día 27, la actividad del volcán fue más intensa, en una actuación de tipo estromboliano, concentrándose en dos puntos de la fractura e iniciando el levantamiento de dos pequeñas montañas de escorias, continuando con el derrame de lavas. El pueblo de Fuencaliente recibía visitantes a raudales y los bares "no daban avío a las papas arrugadas y vasos de vino", recuerda Agustín Rodríguez Fariña.
El día 28, la actividad se hizo más intensa, reanudándose los movimientos sísmicos que concluyeron con la aparición de una nueva boca en torno a las once de la mañana, mientras que el foco principal mantuvo grandes proyecciones de material y derramó importantes caudales de magma fluido. Para entonces ya se había formado un cono volcánico de cierta entidad, tipo herradura y abierto hacia el Norte, al tiempo que las emisiones de lava alargaron su cauce.
Durante la noche del 29 al 30, el volcán intensificó la potencia de la erupción, mostrando un comportamiento de tipo estromboliano, con explosiones más fuertes y frecuentes, así como con una mayor salida de lava. El día 30 transcurrió en términos similares y en la noche se advirtió que el foco inicial presentaba una forma clara de herradura, orientándose hacia el Este.
A mediodía del 1 de noviembre comenzó una nueva actividad sísmica coincidiendo con una importante actividad de fumarolas. Casi a la una de la tarde se produjo un movimiento de notable intensidad que liberó la formación de un tercer foco de emisión, presentando, al mismo tiempo, tres pequeñas aberturas conectadas entre sí, con una actividad explosiva y proyectando piroclastos finos y trozos de lava, todo ello con una cadencia rítmica y un reposo de entre 0,5 y cinco segundos, alcanzando en la noche su máxima actividad explosiva. El primer foco de emisión quedó reducido al flanco occidental, como consecuencia del derrumbe del dorso oriental, motivado por la acción de coladas que arrastraban en su seno bloques procedentes del desmantelamiento del cono del primer cráter.
El día 3 decreció el ritmo de la erupción del volcán y el cono en herradura del primer cráter terminó por orientar la salida de lava hacia el SE, mientras que el segundo foco entró en período de inactividad y el tercero sólo arrojó gases a intervalos separados. El día 4, la actividad general continuó en descenso, aunque el primer foco registró una mayor emisión de lavas y el segundo foco se mantuvo en reposo. A lo largo del día 5 se produjo un aumento relativo de la actividad eruptiva, en el que el segundo foco lanzó gases y piroclastos.
El día 6 se produjo uno de los fenómenos más destacados, al derrumbarse la gran masa de escorias y lavas acumuladas en torno al primer foco, originando una avalancha que se extendió rápidamente por la costa suroccidental de la Isla. Este cambio motivó, además, un espacio libre para las coladas lávicas, al tiempo que se produjo una notable actividad de fumarolas, formadas por una elevada proporción de óxido de carbono y otros gases tóxicos, actividad que se incrementó de modo considerable el día 7, lo mismo que en los cráteres.
Hacia las dos de la madrugada del día 9, después de importantes seísmos y explosiones, apareció una nueva fractura eruptiva orientada al NW y ubicada en el campo de fumarolas existente entre los dos cráteres secundarios. En el inicio de la actividad del cuarto foco de emisión, se distinguían tres puntos eruptivos diferentes a modo de sopletes gaseosos, que luego provocaron la formación de dos pequeños hornos. El primer cráter se mostró mucho más activo, con la emisión de abundantes lavas y el arrojo de escorias de modo continuado.
El día 10 el volcán presentó un cuadro netamente explosivo. El primer cráter proyectó escorias a más de 300 metros de altura, mientras que los dos restantes permanecieron prácticamente inactivos. A media tarde y próximo a la cuarta boca surgió una nueva, de carácter explosivo, en forma de soplete gaseoso y más tarde se produjo la apertura de una sexta boca, aunque de menor entidad. Al día siguiente, el volcán se encontraba en plena actividad. Menos el cráter principal, todos los demás registraron explosiones diversas y del primero brotaba lava fluida en dirección al mar con notable velocidad.
El día 17 se constató la decadencia progresiva del primer cráter, mientras que en los dos últimos se registró un aumento de la energía, desbordándose la lava del canal principal al no tener posibilidad de evacuar con la rapidez necesaria. La abundancia del material lávico del cuarto cráter hizo que inundara el quinto y en la mañana del 18, éste tomó el relevo del cuarto, desbordando una charca lávica, aunque se advirtió un notable descenso de la actividad volcánica, cesando las manifestaciones eruptivas y entrando en una fase de fumarolas, que se mantuvo durante bastante tiempo.
Fue una erupción corta, pues la plena actividad cesó el 18 de noviembre siguiente, es decir, que tuvo un período activo de 24 días. Durante este tiempo, miles de personas presenciaron la erupción. La impresionante afluencia motivó la ordenación del tráfico rodado, en el que la Guardia Civil se empleó con gran desempeño, desviándolo en el sentido de las agujas del reloj, por la Cumbre y las Breñas hacia Fuencaliente, continuando a Los Llanos, dado que el movimiento de coches y personas fue realmente importante, alcanzando, en algún momento, los quince mil visitantes.
Viajar a La Palma resultó complicado ante la impresionante demanda de plazas, tanto en avión como en barco, pues ni Iberia ni Trasmediterránea incrementaron su oferta. Sería la compañía Spantax la que hizo posible que llegara un mayor número de visitantes a la isla, gracias a los vuelos "charter" de los viejos cuatrimotores.
Meses después del final de la erupción era posible encontrar en algunos puntos del volcán temperaturas superiores a los 400 grados. Hoy en día, todavía se aprecia el calor latente en algunas fisuras del cráter. En prospecciones geotérmicas recientes, a unos veinte metros de profundidad todavía mantiene 200 grados de temperatura.
*Juan Carlos Díaz Lorenzo es Cronista Oficial de Fuencaliente
domingo, 11 de noviembre de 2007
Un hito en la historia de La Palma
JUAN CARLOS DíAZ LORENZO
SANTA CRUZ DE LA PALMA
A Fernando González Dörner,
en su feliz regreso
Santa Cruz de La Palma -la isla toda, a decir verdad- vive hoy un nuevo hito en su historia inmediata con la primera escala del megacrucero Navigator of the Seas, abanderado en Bahamas, el buque más grande que ha llegado, hasta el momento, al puerto de la capital palmera. Una jornada memorable en la que la imponente mole de este barco de turismo será huésped de la isla, por unas horas, señalando, así, el comienzo de una nueva etapa, en la que La Palma consolida su incorporación al circuito de la selectiva compañía Royal Caribbean International (RCI).
Este hecho es consecuencia directa de la seriedad y credibilidad de la empresa consignataria Hamilton & Cía., en especial de su director y presidente de la Asociación de Consignatarios de Buques de Santa Cruz de Tenerife, Eduardo Álvarez Hamilton, que viene realizando desde hace años una notable y encomiable labor y, asimismo, del esfuerzo y empeño del que fue presidente de la Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife, Luis Suárez Trenor, en sus frecuentes contactos durante la última década con los dirigentes de la afamada compañía naviera con sede en Miami.
El megacrucero Navigator of the Seas tiene prevista su arribada a las seis de la mañana y permanecerá atracado hasta las 17 horas. A bordo viajan 3.400 pasajeros -que no 6.000, como erróneamente se ha publicado- y 1.200 tripulantes. El viaje actual comenzó en el puerto de Southampton y ayer estuvo en Funchal, continuando esta tarde su viaje trasatlántico con destino a Fort Lauderdale, puerto situado al norte de Miami (EE.UU.). Como es habitual en estos casos, está prevista la entrega de metopas conmemorativas por parte de la Autoridad Portuaria, Cabildo Insular, Cámara de Comercio, CIT de La Palma y otras representaciones.
De la maniobra se hará cargo el práctico Eugenio Rodríguez Romero, previéndose que revire entre puntas para quedar atracado babor al muelle, es decir, dejando la popa hacia la ciudad, ya que el buque tiene una eslora de 311 metros y la línea de atraque mide 202 metros, por lo que no menos de un tercio del barco quedará saliente, largando cabos a los norayes de la siguiente sección en la que atracará el crucero Thomson Destiny, de cuya maniobra se hará cargo el práctico Francisco Noguerol Cajén.
El crucero Thomson Destiny, por cierto, fue el primero de los barcos que inauguró la nueva etapa del espectacular desarrollo de Royal Caribbean Cruise Line, desde su puesta en servicio en noviembre de 1982 con el nombre de Song of America. De modo que en La Palma, hoy, coinciden dos barcos que tienen mucho en común.
La presencia del megacrucero Navigator of the Seas -que hizo su primera escala en el puerto de Santa Cruz de Tenerife el pasado 8 de noviembre- es el preludio de una serie de escalas importantes en lo que resta de año, protagonizadas por barcos de esta compañía y de Celebrity Cruises, perteneciente al mismo grupo. Para el próximo 22 de noviembre está prevista la llegada del megacrucero Voyager of the Seas, uno de los cinco gemelos que componen la clase Voyager, a la que da nombre y a la que también pertenece el buque Navigator of the Seas.
Para diciembre están previstos, entre otros, los siguientes buques: Voyager of the Seas, el día 1; Legend of the Seas, el día 5; Splendour of the Seas, el día 7; Milenium, el día 8; Voyager of the Seas y Century, el día 12; y Galaxy, el día 13. Todo un palmarés de prestigio para el puerto palmero, a pesar de las serias limitaciones que impone el hecho de que todavía no haya sido declarado frontera Schengen, grave impedimento en cuya solución eficaz se ha perdido mucho tiempo, en detrimento del bien común de La Palma.
El buque Navigator of the Seas (código IMO 9227508) es la construcción número 1.347 de los astilleros Kvaerner Masa, en Abo, ciudad próxima a Turku (Finlandia) y fue construido en dique seco, flotando por primera vez el 25 de enero de 2002. El 18 de noviembre del citado año fue entregado oficialmente a sus armadores, en ceremonia que amadrinó la tenista alemana Steffi Graff y el 14 de diciembre inició en Miami su primer crucero.
Se trata de un buque de 138.279 toneladas de registro bruto (GRT), siendo sus principales dimensiones 311,10 metros de eslora total -306 entre perpendiculares-, 38,60 de manga y 8,60 de calado. Está propulsado por seis motores Wärtsila 12V46C, con una potencia de 75.600 kilovatios, que accionan dos hélices de paso variable y le permiten desarrollar una velocidad de crucero de 23,7 nudos.
El megacrucero que hoy nos visita es el cuarto de una serie de cinco buques de la clase Voyager, correspondiente al proyecto inicialmente denominado Project Eagle y después Project Voyager. Para el desarrollo y construcción de la serie, Royal Caribbean eligió, por varios motivos, al astillero finlandés Kvaerner Masa. Durante los diez últimos años, un 25 % de los buques de cruceros de nueva construcción han sido construidos por esta firma de reconocido prestigio internacional. Masa había construido anteriormente seis buques para Royal Caribbean -entre ellos los tres primeros de este armador, a comienzos de los años setenta- y había intervenido de manera destacada en el diseño de los restantes. Cada buque de la clase Voyager ha supuesto para el citado astillero una carga de 21 millones de horas de trabajo.
La principal novedad de los buques de la clase Voyager es su espectacular tamaño. La capacidad máxima es de 3.835 pasajeros alojados en 1.557 camarotes, de los cuales 939 son exteriores -de ellos, 765 con balcón- y 618 interiores. La tripulación máxima es de 1.180 personas, alojados en 667 camarotes.
Royal Caribbean, al igual que sus grandes competidoras Carnival Cruises -propietaria, entre otras compañías, de Costa Crociere- y NCL, sigue ofreciendo una de las mejores relaciones calidad-precio, con unos espectáculos bien logrados, una gastronomía cuidada, y con un aire internacional que pone especial cuidado en un enfoque más hispano, de modo que se fusione con las particularidades de otras nacionalidades.
Aunque exista una uniformidad en sus materiales, texturas y orientación estética, en la que dominan las moquetas suaves, las maderas claras, el arte diferenciado de sus escaleras, sus comedores temáticos..., el megacrucero Navigator of the Seas ofrece algunas innovaciones. Es el primero en incorporar una pista de patinaje sobre hielo y en recrear una inmensa calle comercial, idea trasladada por su creador desde la época de los ferris finlandeses de Silja Line, la compañía armadora, entre otros, de los buques Botnia y Floria, importados por Trasmediterránea en 1975 y abanderados con los nuevos nombres de Ciudad de La Laguna y Villa de Agaete, respectivamente.
Royal Caribbean Cruise Line, fundada en 1969 por Anders Wilhelmsen & Co., I.M. Skaugen & Co. y Gootas Larsen, todos ellos afamados armadores noruegos, inició sus singladuras en octubre de 1970 con la incorporación del buque Song of Norway (18.416 TRB), primero de una serie de tres buques construidos en los astilleros Wärtsila, en Helsinki (Finlandia). Los dos restantes, puestos en servicio en julio de 1971 y noviembre de 1972, recibieron los nombres de Nordic Prince (18.346 TRB) y Sun Viking (18.559 TRB).
Los dos primeros tenían capacidad para 724 pasajeros y el tercero para 882. De su diseño llamaba poderosamente la atención el mirador situado en la chimenea, característico de los buques de Royal Caribbean. Transcurrió así una década con base de operaciones en Miami haciendo cruceros por el Caribe, orientado hacia el público norteamericano, que se mostraba fascinado por el impacto de la serie televisiva Vacaciones en el mar, por lo que obtuvo una rápida aceptación por su oferta diferenciada, a pesar de la dura competencia. Precisamente, el buque Song of Norway sería el encargado de inaugurar la presencia de Royal Caribbean en La Palma, en la escala que realizó el 10 de noviembre de 1992. Cinco meses después, el 19 de abril de 1993, lo haría su gemelo Sun Viking.
En noviembre de 1982 comenzó una nueva etapa con la puesta en servicio del buque Song of America (37.584 GRT), con capacidad para 1.575 pasajeros, construido en los astilleros Wärtsila, en Helsiniki (Finlandia), anticipo de la etapa de los megabuques de Royal Caribbean, el primero de los cuales, llamado Sovereign of the Seas (73.192 GRT), construido en los astilleros de l’Atlantique (Francia) y con capacidad para 2.534 pasajeros, entró en servicio en diciembre de 1987.
Unos meses antes, en 1986, Royal Caribbean compró una isla llamada Labadee, cerca de Haití, para uso exclusivo de sus clientes. En 1988 se produjo una importante reestructuración de la empresa, momento a partir del cual comenzó un proceso de expansión que le ha llevado a su posicionamiento actual.
En enero y mayo de 1990 entraron en servicio los buques Viking Serenade (ex Stardancer-90, ex Scandinavia-85) (26.747 GRT) y Nordic Empress (48.563 GRT), construidos ambos en astilleros franceses en 1982 y 1990 y con capacidad para 1606 pasajeros y 805 pasajeros, respectivamente. En ese mismo año compró otra isla en Bahamas llamada Little Stirrup Cay, conocida desde entonces como Coco Cay. Unos meses después, en octubre de 1991, recibió el segundo buque de la clase Sovereign, que recibió el nombre de Monarch of the Seas (73.937 GRT y 2.764 pasajeros), mientras que el tercero, Majesty of the Seas (73.941 GRT y 2.744 pasajeros) fue entregado en marzo de 1992.
La serie Vision consiste, en realidad, en tres pares de buques gemelos, de los cuales dos de ellos, Legend of the Seas (70.950 GRT y 2.064 pasajeros) y Splendour of the Seas (69.130 GRT y 2.066 pasajeros), fueron construidos en los astilleros Chantiers de l’ Atlantique, en Saint Nazaire (Francia), siendo entregados en abril de 1995 y marzo de 1996. La segunda pareja, Grandeur of the Seas (73.817 GRT y 1.950 pasajeros) y Enchantment of the Seas (74.136 GRT y 1.950 pasajeros), tomaron forma en los astilleros Kvaerner Masa, en Helsinki (Finlandia), siendo puestos en servicio en noviembre de 1996 y julio de 1997, mientras que los dos restantes, Rhapsody of the Seas y Vision of the Seas (78.491 GRT y 2.417 pasajeros cada uno), construidos en Chantiers de l’ Atlantique, entraron en servicio en abril de 1997 y abril de 1998. En 2004, el buque Enchantment of the Seas fue alargado con una nueva sección de 22,20 metros de eslora.
Los cinco buques de la clase Voyager han sido construidos en los astilleros Kvaerner Masa, en Turku (Finlandia). El ciclo de entregas empezó en octubre de 1999, con el buque Voyager of the Seas (137.276 GRT y 3.840 pasajeros). Royal Caribbean estrenó el siglo XXI con la incorporación del buque Explorer of the Seas (137.308 GRT y 3.114 pasajeros), en septiembre de 2000. A éste siguieron, en octubre de 2001, el buque Adventure of the Seas (137.276 GRT y 3.114 pasajeros); Navigator of the Seas, en noviembre de 2002 y Mariner of the Seas (138.279 GRT y 3.140 pasajeros), en octubre de 2003.
La serie Radiance está compuesta por cuatro buques de 90.090 GRT propulsados por turbinas de gas, construidos en los astilleros Meyer, en Papenburg (Alemania), con capacidades que oscilan entre 2.100 y 2.500 pasajeros y 700 camarotes con balcones al mar. El calendario de entregas fue el siguiente: Radiance of the Seas, en marzo de 2001; Brilliance of the Seas, en julio de 2002; Serenade of the Seas, en julio de 2003 y Jewel of the Seas, en abril de 2004.
En el período comprendido entre 1997 y 2004 han causado baja cuatro buques de la flota de Royal Caribbean, vendidos a otros armadores: Nordic Prince, en marzo de 1995; Song of Norway, en mayo de 1997; Sun Viking, en enero de 1998; y Song of America, en mayo de 1999.
En marzo de 2002, el buque Viking Serenade fue transferido a la sociedad filial Island Cruises y rebautizado Island Escape, mientras que en mayo de 2004, el buque Nordic Empress pasó a llamarse Empress of the Seas y permanece incluido en la oferta de cruceros especializados.
En noviembre de 2006, Royal Caribbean cerró la compra de la compañía española Pullmantur Cruises, previendo que opere, entre otros, el buque Splendour of the Seas. En septiembre de 2007 se formó una nueva compañía del grupo, llamada Croisiéres de France y dirigida al mercado francés, que iniciará sus operaciones en la primavera de 2008 con el buque Bleu de France, ex Holiday Dream, procedente de la flota de Pullmantur.
La clase Freedom está formada por tres buques construidos en los astilleros Akers, en Turku (Finlandia), mayores que el mítico Queen Mary 2, el primero de los cuales, bautizado con el nombre de Freedom of the Seas (154.407 GRT y 3.600 pasajeros), fue entregado en abril de 2006. A este siguen los buques Liberty of the Seas (154.000 GRT y 4.375 pasajeros), entregado en abril de 2007 y para mayo de 2008 se anuncia la incorporación del buque Independence of the Seas (158.000 GRT y 3.600 pasajeros).
Cuando todavía no ha finalizado la construcción de los buques de la clase Freedom, Royal Caribbean tiene en avanzado estado el proyecto de la clase Génesis, para dos buques que serán los más grandes del mundo, cuyos nombres aún no se han hecho públicos. Tendrán capacidad para 5.400 pasajeros, un registro bruto de 220.000 GRT y un coste aproximado de 1,24 billones -con b- de dólares. El contrato ha sido firmado con los astilleros Akers, sucesores de Kvaerner Masa, en Turku (Finlandia). El primero de ellos está previsto para el otoño de 2009, mientras que el segundo, ordenado en abril de 2007, será entregado en agosto de 2010.
SANTA CRUZ DE LA PALMA
A Fernando González Dörner,
en su feliz regreso
Santa Cruz de La Palma -la isla toda, a decir verdad- vive hoy un nuevo hito en su historia inmediata con la primera escala del megacrucero Navigator of the Seas, abanderado en Bahamas, el buque más grande que ha llegado, hasta el momento, al puerto de la capital palmera. Una jornada memorable en la que la imponente mole de este barco de turismo será huésped de la isla, por unas horas, señalando, así, el comienzo de una nueva etapa, en la que La Palma consolida su incorporación al circuito de la selectiva compañía Royal Caribbean International (RCI).
Este hecho es consecuencia directa de la seriedad y credibilidad de la empresa consignataria Hamilton & Cía., en especial de su director y presidente de la Asociación de Consignatarios de Buques de Santa Cruz de Tenerife, Eduardo Álvarez Hamilton, que viene realizando desde hace años una notable y encomiable labor y, asimismo, del esfuerzo y empeño del que fue presidente de la Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife, Luis Suárez Trenor, en sus frecuentes contactos durante la última década con los dirigentes de la afamada compañía naviera con sede en Miami.
El megacrucero Navigator of the Seas tiene prevista su arribada a las seis de la mañana y permanecerá atracado hasta las 17 horas. A bordo viajan 3.400 pasajeros -que no 6.000, como erróneamente se ha publicado- y 1.200 tripulantes. El viaje actual comenzó en el puerto de Southampton y ayer estuvo en Funchal, continuando esta tarde su viaje trasatlántico con destino a Fort Lauderdale, puerto situado al norte de Miami (EE.UU.). Como es habitual en estos casos, está prevista la entrega de metopas conmemorativas por parte de la Autoridad Portuaria, Cabildo Insular, Cámara de Comercio, CIT de La Palma y otras representaciones.
De la maniobra se hará cargo el práctico Eugenio Rodríguez Romero, previéndose que revire entre puntas para quedar atracado babor al muelle, es decir, dejando la popa hacia la ciudad, ya que el buque tiene una eslora de 311 metros y la línea de atraque mide 202 metros, por lo que no menos de un tercio del barco quedará saliente, largando cabos a los norayes de la siguiente sección en la que atracará el crucero Thomson Destiny, de cuya maniobra se hará cargo el práctico Francisco Noguerol Cajén.
El crucero Thomson Destiny, por cierto, fue el primero de los barcos que inauguró la nueva etapa del espectacular desarrollo de Royal Caribbean Cruise Line, desde su puesta en servicio en noviembre de 1982 con el nombre de Song of America. De modo que en La Palma, hoy, coinciden dos barcos que tienen mucho en común.
La presencia del megacrucero Navigator of the Seas -que hizo su primera escala en el puerto de Santa Cruz de Tenerife el pasado 8 de noviembre- es el preludio de una serie de escalas importantes en lo que resta de año, protagonizadas por barcos de esta compañía y de Celebrity Cruises, perteneciente al mismo grupo. Para el próximo 22 de noviembre está prevista la llegada del megacrucero Voyager of the Seas, uno de los cinco gemelos que componen la clase Voyager, a la que da nombre y a la que también pertenece el buque Navigator of the Seas.
Para diciembre están previstos, entre otros, los siguientes buques: Voyager of the Seas, el día 1; Legend of the Seas, el día 5; Splendour of the Seas, el día 7; Milenium, el día 8; Voyager of the Seas y Century, el día 12; y Galaxy, el día 13. Todo un palmarés de prestigio para el puerto palmero, a pesar de las serias limitaciones que impone el hecho de que todavía no haya sido declarado frontera Schengen, grave impedimento en cuya solución eficaz se ha perdido mucho tiempo, en detrimento del bien común de La Palma.
El buque Navigator of the Seas (código IMO 9227508) es la construcción número 1.347 de los astilleros Kvaerner Masa, en Abo, ciudad próxima a Turku (Finlandia) y fue construido en dique seco, flotando por primera vez el 25 de enero de 2002. El 18 de noviembre del citado año fue entregado oficialmente a sus armadores, en ceremonia que amadrinó la tenista alemana Steffi Graff y el 14 de diciembre inició en Miami su primer crucero.
Se trata de un buque de 138.279 toneladas de registro bruto (GRT), siendo sus principales dimensiones 311,10 metros de eslora total -306 entre perpendiculares-, 38,60 de manga y 8,60 de calado. Está propulsado por seis motores Wärtsila 12V46C, con una potencia de 75.600 kilovatios, que accionan dos hélices de paso variable y le permiten desarrollar una velocidad de crucero de 23,7 nudos.
El megacrucero que hoy nos visita es el cuarto de una serie de cinco buques de la clase Voyager, correspondiente al proyecto inicialmente denominado Project Eagle y después Project Voyager. Para el desarrollo y construcción de la serie, Royal Caribbean eligió, por varios motivos, al astillero finlandés Kvaerner Masa. Durante los diez últimos años, un 25 % de los buques de cruceros de nueva construcción han sido construidos por esta firma de reconocido prestigio internacional. Masa había construido anteriormente seis buques para Royal Caribbean -entre ellos los tres primeros de este armador, a comienzos de los años setenta- y había intervenido de manera destacada en el diseño de los restantes. Cada buque de la clase Voyager ha supuesto para el citado astillero una carga de 21 millones de horas de trabajo.
La principal novedad de los buques de la clase Voyager es su espectacular tamaño. La capacidad máxima es de 3.835 pasajeros alojados en 1.557 camarotes, de los cuales 939 son exteriores -de ellos, 765 con balcón- y 618 interiores. La tripulación máxima es de 1.180 personas, alojados en 667 camarotes.
Royal Caribbean, al igual que sus grandes competidoras Carnival Cruises -propietaria, entre otras compañías, de Costa Crociere- y NCL, sigue ofreciendo una de las mejores relaciones calidad-precio, con unos espectáculos bien logrados, una gastronomía cuidada, y con un aire internacional que pone especial cuidado en un enfoque más hispano, de modo que se fusione con las particularidades de otras nacionalidades.
Aunque exista una uniformidad en sus materiales, texturas y orientación estética, en la que dominan las moquetas suaves, las maderas claras, el arte diferenciado de sus escaleras, sus comedores temáticos..., el megacrucero Navigator of the Seas ofrece algunas innovaciones. Es el primero en incorporar una pista de patinaje sobre hielo y en recrear una inmensa calle comercial, idea trasladada por su creador desde la época de los ferris finlandeses de Silja Line, la compañía armadora, entre otros, de los buques Botnia y Floria, importados por Trasmediterránea en 1975 y abanderados con los nuevos nombres de Ciudad de La Laguna y Villa de Agaete, respectivamente.
Royal Caribbean Cruise Line, fundada en 1969 por Anders Wilhelmsen & Co., I.M. Skaugen & Co. y Gootas Larsen, todos ellos afamados armadores noruegos, inició sus singladuras en octubre de 1970 con la incorporación del buque Song of Norway (18.416 TRB), primero de una serie de tres buques construidos en los astilleros Wärtsila, en Helsinki (Finlandia). Los dos restantes, puestos en servicio en julio de 1971 y noviembre de 1972, recibieron los nombres de Nordic Prince (18.346 TRB) y Sun Viking (18.559 TRB).
Los dos primeros tenían capacidad para 724 pasajeros y el tercero para 882. De su diseño llamaba poderosamente la atención el mirador situado en la chimenea, característico de los buques de Royal Caribbean. Transcurrió así una década con base de operaciones en Miami haciendo cruceros por el Caribe, orientado hacia el público norteamericano, que se mostraba fascinado por el impacto de la serie televisiva Vacaciones en el mar, por lo que obtuvo una rápida aceptación por su oferta diferenciada, a pesar de la dura competencia. Precisamente, el buque Song of Norway sería el encargado de inaugurar la presencia de Royal Caribbean en La Palma, en la escala que realizó el 10 de noviembre de 1992. Cinco meses después, el 19 de abril de 1993, lo haría su gemelo Sun Viking.
En noviembre de 1982 comenzó una nueva etapa con la puesta en servicio del buque Song of America (37.584 GRT), con capacidad para 1.575 pasajeros, construido en los astilleros Wärtsila, en Helsiniki (Finlandia), anticipo de la etapa de los megabuques de Royal Caribbean, el primero de los cuales, llamado Sovereign of the Seas (73.192 GRT), construido en los astilleros de l’Atlantique (Francia) y con capacidad para 2.534 pasajeros, entró en servicio en diciembre de 1987.
Unos meses antes, en 1986, Royal Caribbean compró una isla llamada Labadee, cerca de Haití, para uso exclusivo de sus clientes. En 1988 se produjo una importante reestructuración de la empresa, momento a partir del cual comenzó un proceso de expansión que le ha llevado a su posicionamiento actual.
En enero y mayo de 1990 entraron en servicio los buques Viking Serenade (ex Stardancer-90, ex Scandinavia-85) (26.747 GRT) y Nordic Empress (48.563 GRT), construidos ambos en astilleros franceses en 1982 y 1990 y con capacidad para 1606 pasajeros y 805 pasajeros, respectivamente. En ese mismo año compró otra isla en Bahamas llamada Little Stirrup Cay, conocida desde entonces como Coco Cay. Unos meses después, en octubre de 1991, recibió el segundo buque de la clase Sovereign, que recibió el nombre de Monarch of the Seas (73.937 GRT y 2.764 pasajeros), mientras que el tercero, Majesty of the Seas (73.941 GRT y 2.744 pasajeros) fue entregado en marzo de 1992.
La serie Vision consiste, en realidad, en tres pares de buques gemelos, de los cuales dos de ellos, Legend of the Seas (70.950 GRT y 2.064 pasajeros) y Splendour of the Seas (69.130 GRT y 2.066 pasajeros), fueron construidos en los astilleros Chantiers de l’ Atlantique, en Saint Nazaire (Francia), siendo entregados en abril de 1995 y marzo de 1996. La segunda pareja, Grandeur of the Seas (73.817 GRT y 1.950 pasajeros) y Enchantment of the Seas (74.136 GRT y 1.950 pasajeros), tomaron forma en los astilleros Kvaerner Masa, en Helsinki (Finlandia), siendo puestos en servicio en noviembre de 1996 y julio de 1997, mientras que los dos restantes, Rhapsody of the Seas y Vision of the Seas (78.491 GRT y 2.417 pasajeros cada uno), construidos en Chantiers de l’ Atlantique, entraron en servicio en abril de 1997 y abril de 1998. En 2004, el buque Enchantment of the Seas fue alargado con una nueva sección de 22,20 metros de eslora.
Los cinco buques de la clase Voyager han sido construidos en los astilleros Kvaerner Masa, en Turku (Finlandia). El ciclo de entregas empezó en octubre de 1999, con el buque Voyager of the Seas (137.276 GRT y 3.840 pasajeros). Royal Caribbean estrenó el siglo XXI con la incorporación del buque Explorer of the Seas (137.308 GRT y 3.114 pasajeros), en septiembre de 2000. A éste siguieron, en octubre de 2001, el buque Adventure of the Seas (137.276 GRT y 3.114 pasajeros); Navigator of the Seas, en noviembre de 2002 y Mariner of the Seas (138.279 GRT y 3.140 pasajeros), en octubre de 2003.
La serie Radiance está compuesta por cuatro buques de 90.090 GRT propulsados por turbinas de gas, construidos en los astilleros Meyer, en Papenburg (Alemania), con capacidades que oscilan entre 2.100 y 2.500 pasajeros y 700 camarotes con balcones al mar. El calendario de entregas fue el siguiente: Radiance of the Seas, en marzo de 2001; Brilliance of the Seas, en julio de 2002; Serenade of the Seas, en julio de 2003 y Jewel of the Seas, en abril de 2004.
En el período comprendido entre 1997 y 2004 han causado baja cuatro buques de la flota de Royal Caribbean, vendidos a otros armadores: Nordic Prince, en marzo de 1995; Song of Norway, en mayo de 1997; Sun Viking, en enero de 1998; y Song of America, en mayo de 1999.
En marzo de 2002, el buque Viking Serenade fue transferido a la sociedad filial Island Cruises y rebautizado Island Escape, mientras que en mayo de 2004, el buque Nordic Empress pasó a llamarse Empress of the Seas y permanece incluido en la oferta de cruceros especializados.
En noviembre de 2006, Royal Caribbean cerró la compra de la compañía española Pullmantur Cruises, previendo que opere, entre otros, el buque Splendour of the Seas. En septiembre de 2007 se formó una nueva compañía del grupo, llamada Croisiéres de France y dirigida al mercado francés, que iniciará sus operaciones en la primavera de 2008 con el buque Bleu de France, ex Holiday Dream, procedente de la flota de Pullmantur.
La clase Freedom está formada por tres buques construidos en los astilleros Akers, en Turku (Finlandia), mayores que el mítico Queen Mary 2, el primero de los cuales, bautizado con el nombre de Freedom of the Seas (154.407 GRT y 3.600 pasajeros), fue entregado en abril de 2006. A este siguen los buques Liberty of the Seas (154.000 GRT y 4.375 pasajeros), entregado en abril de 2007 y para mayo de 2008 se anuncia la incorporación del buque Independence of the Seas (158.000 GRT y 3.600 pasajeros).
Cuando todavía no ha finalizado la construcción de los buques de la clase Freedom, Royal Caribbean tiene en avanzado estado el proyecto de la clase Génesis, para dos buques que serán los más grandes del mundo, cuyos nombres aún no se han hecho públicos. Tendrán capacidad para 5.400 pasajeros, un registro bruto de 220.000 GRT y un coste aproximado de 1,24 billones -con b- de dólares. El contrato ha sido firmado con los astilleros Akers, sucesores de Kvaerner Masa, en Turku (Finlandia). El primero de ellos está previsto para el otoño de 2009, mientras que el segundo, ordenado en abril de 2007, será entregado en agosto de 2010.
domingo, 4 de noviembre de 2007
El encanto rural de Puntagorda
JUAN CARLOS DIAZ LORENZO
PUNTAGORDA
A Celso Rodríguez Riverón,
alcalde de grato recuerdo
Puntagorda tiene un encanto especial. Es verdad que todos los pueblos de La Palma tienen su encanto, si bien, en este caso, apreciamos un atractivo especial dentro del ámbito rural de la isla, por lo armónico y variado de su paisaje y por la convergencia de diversos elementos que le caracterizan y que iremos desgranando en el transcurso de esta crónica dominical.
Pueblo tradicionalmente agrícola, situado en la comarca noroeste de la isla, se ha mantenido fiel a sus tradiciones y con una identidad definida. Ocupa una superficie de 28 kilómetros cuadrados en una ladera que desciende desde los 2.200 metros de la crestería insular hasta el mar, en poco más de doce kilómetros de recorrido, por lo que presenta una pendiente considerable que termina en un imponente acantilado de unos doscientos metros de altura, aproximadamente.
Puntagorda tiene dos grandes fronteras naturales que sirvieron, en su momento, para su delimitación administrativa: el barranco de Izcagua, al Norte, sirve de lindero con Garafía y el barranco de Garome, al Sur, sitúa el límite con Tijarafe. El primero de ellos nace junto a Roque Chico, situado en las proximidades del Roque de los Muchachos. Después de saltar el primer escalón en los Calderos Bermejos, recibe varios afluentes entre laderas de pronunciada pendiente, hasta formar un espectacular cañón a partir de Juanianes. El barranco de Garome también nace cerca del anterior, con unos rasgos similares. A partir del Llano del Lance acentúa su cauce, que se agranda en profunda escotadura cuando se acerca a su desembocadura, siendo espectacular la panorámica que puede admirarse desde el mirador próximo a Tinizara.
El eminente profesor palmero Leoncio Afonso, en el capítulo dedicado a Puntagorda en la monumental enciclopedia Geografía de Canarias (Edirca, 1985), señala que el rasgo dominante del paisaje está constituido por los conos de piroclastos, repartidos de manera irregular por todo el territorio, aunque sin unas claras líneas eruptivas y sin que existan grandes diferencias temporales entre ellos, indicando, al respecto, que "no todos destacan por su elevación en el terreno, pero sí sobre los rellanos y rehoyas en sus alrededores".
La situación del municipio a sotavento del alisio determina el clima de la localidad, expuesto, cuando se producen, a las borrascas atlánticas. Se trata de una zona soleada y árida, con una larga estación seca, aunque suelen producirse precipitaciones abundantes. Sin embargo, hasta que llegó el agua canalizada de las galerías de Garafía -maná de salvación para una parte importante de la isla- los años secos eran muy duros, y aunque una parte de las casas disponían de aljibes, resultaba difícil llenarlos.
Los magníficos pinares de Puntagorda constituyen el elemento dominante de su paisaje. El más importante es El Fayal o Monte de Lucía, situado en la zona norte, próximo al barrio de El Pinar. En el transcurso de los años, parte del bosque ha sido sustituido por los cultivos de almendros y viñedos, otros dos elementos característicos del paisaje agrícola del municipio. La estilizada forma que tienen los pinos se debe a la costumbre de su poda bianual, de ahí que se produzcan llamativos brotes a lo largo del tronco.
En las inmediaciones de El Fayal se encuentra el mercadillo del agricultor, uno de los mejores exponentes de su tipo en la isla. Todo el espacio está salpicado de bellas casas de arquitectura tradicional, con aljibes, pajeros, eras, lagares y bodegas en los que se elaboran los afamados vinos de tea, característicos de la comarca del Noroeste palmero.
El poblamiento actual se sitúa entre los 500 y 800 metros de altura, debido, sobre todo, al progresivo avance de la población hacia tierras de mejor rendimiento y condiciones meteorológicas. Sin embargo, los orígenes de Puntagorda se encuentran en las proximidades de la primitiva iglesia de San Mauro, situada a 450 metros de altura, que acabaría siendo abandonada y sustituida por otra construida a 600 metros de altura, mientras que en la zona baja sólo quedan algunas casas abandonadas y semiderruidas. Desde hace algunos años, los nuevos regadíos de hortalizas -con la ayuda de una balsa del Cabildo- y los plátanos han logrado revalorizarla. Prueba de ello es que en los alrededores de la montaña de Matos, las manos laboriosas de los puntagorderos han logrado fértiles y productivas plantaciones de plátanos, frutales y viveros.
El antiguo templo de San Mauro Abad, conocido popularmente por San Amaro y con una larga tradición romera (ver DIARIO DE AVISOS, La vieja iglesia de San Mauro abad, 09/10/2005), está situado en las proximidades del barranco de su mismo nombre, llamado también de las Piñas. Un incendio ocurrido el 31 de agosto de 1811 devoró el archivo parroquial, que se encontraba depositado en la casa del cura, la misma que, desde hace muchos años, amenaza severa ruina, con caída de una de sus paredes y grave deterioro del conjunto, en el que destacaba un magnífico ejemplar de balconada situado a poniente. Del mismo modo que, después de un largo proceso, en agosto de 2002 finalizó la tan ansiada restauración del histórico templo -fundado a mediados del siglo XVI y considerado entre los primeros de la isla-, urge la restauración de la casa parroquial, ejemplar de singular belleza arquitectónica.
La costa, abrupta y de difícil acceso, resulta característica común en este sector de la isla, que va desde el corte a plomo de El Time hasta el declive de Puntallana. Antaño, el pequeño embarcadero de Rodríguez se había convertido en punto de transacción de mercancías y de tráfico de personas que iban y venían en las lanchas de cabotaje en su recorrido hacia el valle de Aridane y la capital de la isla, aunque la mayoría de las veces, la gente iba caminando por los senderos atravesando la cumbre y los caminos reales que comunicaban con el valle de Aridane.
Punta Izcagua se encuentra en la margen izquierda del barranco de su mismo nombre. A siete cables -un cable es la décima parte de una milla, 185,2 metros- y al rumbo 222º de este punto, existe una piedra muy característica conocida por Roque del Molino. Desde aquí, la costa forma un alto y escarpado frontón, que corresponde a la parte más occidental de La Palma, en la que destacan los siguientes accidentes geográficos: Punta Gorda, a dos cables al rumbo 215º del Roque del Molino; la piedra Paloma o Roque de Los Guinchos, situada a seis cables al Sur de Punta Gorda, en la que se localiza la Baja de Los Guinchos; y la Punta de Las Llanadas, que dista 1,2 millas al Sur de Piedra Paloma. Toda la costa, desde el Roque del Molino hasta la Punta de Las Llanadas, está salpicada de numerosas piedras.
Al Sur de la Punta de Las Llanadas existe una baja llamada Roca Gorda y próximo a ella, hacia el Sur, se encuentra el fondeadero de Puntagorda, en el que pueden hacerse operaciones al tratarse de un buen tenedero y seguro, incluso para pasar la noche cuando el brisote está entablado. Los almacenes de este embarcadero están formados por cuevas excavadas en la roca. Hasta la Punta Gomeros, distante cinco millas al rumbo 156º, la costa avanza limpia y sin accidentes notables.
Los acantilados que rodean la desembocadura del imponente barranco de Izcagua han sido declarados Monumento Natural de la costa de Hiscaguán, según lo contemplado en la Ley de Espacios Naturales de Canarias.
El municipio comprende cuatro barrios principales. El Pueblo, conocido también como El Pino, es el núcleo central, donde se encuentra ubicado el Ayuntamiento, la nueva iglesia de San Mauro y diversos servicios (oficinas bancarias, bares, restaurantes y otros establecimientos). Debe su nombre, precisamente, al soberbio ejemplar de pino canario, llamado Pino de la Virgen, extraordinario referente de toda la comarca y aun de la isla, por el que antaño discurría el camino real -luego convertido en carretera hasta su sustitución por la nueva vía de acceso- que conducía al antiguo templo de San Mauro Abad, situado a poco más de dos kilómetros de distancia.
El Pinar es el barrio de mayor población y se sitúa en una ladera con escasa pendiente a partir de los 700 metros de altura. Es la mejor zona agrícola del término, con tierras de buena calidad situadas en el rellano entre el barranco de Izcagua y el de San Mauro. Junto al antiguo cruce se encuentra la sociedad Cuatro Caminos, una de las más conocidas de la comarca, lugar en el que se celebran frecuentes fiestas y bailes. Desde hace unos años, aquí se celebra la Fiesta del Almendro en Flor, claro referente del calendario insular. En las proximidades se encuentran las Escuelas de Formación Profesional, que aglutinan a los alumnos de la comarca.
Llanos de Pintos, localizado a 450 metros de altura, es un rellano originado por los antiguos volcanes costeros de Matos y La Negra. En otra época, estos llanos tuvieron gran importancia agrícola, como zona productora de cereales y viñedos, y en la actualidad están los asientos de algunos regadíos, a pesar de que la zona se ve muy afectada en verano por el alisio.
El mirador de la Montaña de Matos está situado en la zona costera de El Pinar. Cuando se llega a pie hasta la cima, es posible observar los campos de cultivo de la zona, los acantilados de la costa y parte del territorio del vecino municipio de Garafía, dominado por el barrio de Las Tricias, situado al margen derecho del barranco de Izcagua.
El Roque es el primer barrio de Puntagorda que encontramos cuando se accede por el sur. Abundan los conos volcánicos, de los cuales el más alto corresponde a la montaña Garome, que forma pareja con La Rubia, y más hacia el norte se localizan otras montañas, entre las que se forman diversas hoyas.
Además del mirador de El Roque, en el paisaje destaca la presencia del viejo molino de "los venteros" construido en 1890 (ver DIARIO DE AVISOS, La generosa fuerza del viento, 14/03/2004), rodeado de un conjunto típico del entorno agrario, formado por una casa canaria que también albergó una venta; lagar, bodega, era y aljibe. En 1934, cuando las aspas del viejo molino cesaron su diálogo con el viento, tomó el relevo la molina movida por un motor diésel, cuyos compases eran característicos de su constante actividad.
Durante años, muchos a decir verdad, y especialmente en la posguerra, los vecinos de la comarca noroeste venían caminando hasta aquí para moler sus granos y convertirlos en gofio con que saciar el hambre. Mientras esperaban, la vera del camino se convertía en punto de encuentro y diálogo de los que iban y venían.
Además de este molino, en Puntagorda existe también otro interesante ejemplar ubicado en el barrio de El Pinar, en el lugar conocido La Relvalarga. Los molinos palmeros presentan la característica de que están construidos íntegramente en madera, siendo especialmente famosos los diseños y construcciones de Ortega.
Asimismo, el barrio de Fagundo posee una importante actividad agrícola. En la zona costera de este enclave se encuentran plantaciones de plátanos y aguacates, inmersas en un bello paisaje natural.
En los últimos años, en Puntagorda se ha habilitado una serie de miradores que permiten la contemplación de magníficas panorámicas. Entre ellos, además de los citados, figura el mirador de los Dragos, situado en el barrio de El Roque, junto al antiguo camino real, desde el que se puede admirar un magnífico ejemplar del legendario árbol, derribado parcialmente por su pesada carga de años a mediados de la década de los setenta, y una vista del barranco de El Roque.
El mirador de Fátima está situado en el barrio de Fagundo y al mismo se accede a través de un bonito sendero, desde el que es posible apreciar una amplia panorámica que abarca de mar a cumbre a su paso por los barrios de Facundo y El Pinar.
El mirador de Miraflores está situado en el barrio de El Pino, donde antaño existió otro molino de viento. Por su estratégica posición, ofrece unas magníficas vistas de El Pino y El Pinar, con sus casas y cultivos. Cuando llegan los meses de enero y febrero y los almendros están en flor, el paisaje se convierte en un escenario idílico. Todo un espectáculo gratificante, esencia de un pueblo laborioso.
PUNTAGORDA
A Celso Rodríguez Riverón,
alcalde de grato recuerdo
Puntagorda tiene un encanto especial. Es verdad que todos los pueblos de La Palma tienen su encanto, si bien, en este caso, apreciamos un atractivo especial dentro del ámbito rural de la isla, por lo armónico y variado de su paisaje y por la convergencia de diversos elementos que le caracterizan y que iremos desgranando en el transcurso de esta crónica dominical.
Pueblo tradicionalmente agrícola, situado en la comarca noroeste de la isla, se ha mantenido fiel a sus tradiciones y con una identidad definida. Ocupa una superficie de 28 kilómetros cuadrados en una ladera que desciende desde los 2.200 metros de la crestería insular hasta el mar, en poco más de doce kilómetros de recorrido, por lo que presenta una pendiente considerable que termina en un imponente acantilado de unos doscientos metros de altura, aproximadamente.
Puntagorda tiene dos grandes fronteras naturales que sirvieron, en su momento, para su delimitación administrativa: el barranco de Izcagua, al Norte, sirve de lindero con Garafía y el barranco de Garome, al Sur, sitúa el límite con Tijarafe. El primero de ellos nace junto a Roque Chico, situado en las proximidades del Roque de los Muchachos. Después de saltar el primer escalón en los Calderos Bermejos, recibe varios afluentes entre laderas de pronunciada pendiente, hasta formar un espectacular cañón a partir de Juanianes. El barranco de Garome también nace cerca del anterior, con unos rasgos similares. A partir del Llano del Lance acentúa su cauce, que se agranda en profunda escotadura cuando se acerca a su desembocadura, siendo espectacular la panorámica que puede admirarse desde el mirador próximo a Tinizara.
El eminente profesor palmero Leoncio Afonso, en el capítulo dedicado a Puntagorda en la monumental enciclopedia Geografía de Canarias (Edirca, 1985), señala que el rasgo dominante del paisaje está constituido por los conos de piroclastos, repartidos de manera irregular por todo el territorio, aunque sin unas claras líneas eruptivas y sin que existan grandes diferencias temporales entre ellos, indicando, al respecto, que "no todos destacan por su elevación en el terreno, pero sí sobre los rellanos y rehoyas en sus alrededores".
La situación del municipio a sotavento del alisio determina el clima de la localidad, expuesto, cuando se producen, a las borrascas atlánticas. Se trata de una zona soleada y árida, con una larga estación seca, aunque suelen producirse precipitaciones abundantes. Sin embargo, hasta que llegó el agua canalizada de las galerías de Garafía -maná de salvación para una parte importante de la isla- los años secos eran muy duros, y aunque una parte de las casas disponían de aljibes, resultaba difícil llenarlos.
Los magníficos pinares de Puntagorda constituyen el elemento dominante de su paisaje. El más importante es El Fayal o Monte de Lucía, situado en la zona norte, próximo al barrio de El Pinar. En el transcurso de los años, parte del bosque ha sido sustituido por los cultivos de almendros y viñedos, otros dos elementos característicos del paisaje agrícola del municipio. La estilizada forma que tienen los pinos se debe a la costumbre de su poda bianual, de ahí que se produzcan llamativos brotes a lo largo del tronco.
En las inmediaciones de El Fayal se encuentra el mercadillo del agricultor, uno de los mejores exponentes de su tipo en la isla. Todo el espacio está salpicado de bellas casas de arquitectura tradicional, con aljibes, pajeros, eras, lagares y bodegas en los que se elaboran los afamados vinos de tea, característicos de la comarca del Noroeste palmero.
El poblamiento actual se sitúa entre los 500 y 800 metros de altura, debido, sobre todo, al progresivo avance de la población hacia tierras de mejor rendimiento y condiciones meteorológicas. Sin embargo, los orígenes de Puntagorda se encuentran en las proximidades de la primitiva iglesia de San Mauro, situada a 450 metros de altura, que acabaría siendo abandonada y sustituida por otra construida a 600 metros de altura, mientras que en la zona baja sólo quedan algunas casas abandonadas y semiderruidas. Desde hace algunos años, los nuevos regadíos de hortalizas -con la ayuda de una balsa del Cabildo- y los plátanos han logrado revalorizarla. Prueba de ello es que en los alrededores de la montaña de Matos, las manos laboriosas de los puntagorderos han logrado fértiles y productivas plantaciones de plátanos, frutales y viveros.
El antiguo templo de San Mauro Abad, conocido popularmente por San Amaro y con una larga tradición romera (ver DIARIO DE AVISOS, La vieja iglesia de San Mauro abad, 09/10/2005), está situado en las proximidades del barranco de su mismo nombre, llamado también de las Piñas. Un incendio ocurrido el 31 de agosto de 1811 devoró el archivo parroquial, que se encontraba depositado en la casa del cura, la misma que, desde hace muchos años, amenaza severa ruina, con caída de una de sus paredes y grave deterioro del conjunto, en el que destacaba un magnífico ejemplar de balconada situado a poniente. Del mismo modo que, después de un largo proceso, en agosto de 2002 finalizó la tan ansiada restauración del histórico templo -fundado a mediados del siglo XVI y considerado entre los primeros de la isla-, urge la restauración de la casa parroquial, ejemplar de singular belleza arquitectónica.
La costa, abrupta y de difícil acceso, resulta característica común en este sector de la isla, que va desde el corte a plomo de El Time hasta el declive de Puntallana. Antaño, el pequeño embarcadero de Rodríguez se había convertido en punto de transacción de mercancías y de tráfico de personas que iban y venían en las lanchas de cabotaje en su recorrido hacia el valle de Aridane y la capital de la isla, aunque la mayoría de las veces, la gente iba caminando por los senderos atravesando la cumbre y los caminos reales que comunicaban con el valle de Aridane.
Punta Izcagua se encuentra en la margen izquierda del barranco de su mismo nombre. A siete cables -un cable es la décima parte de una milla, 185,2 metros- y al rumbo 222º de este punto, existe una piedra muy característica conocida por Roque del Molino. Desde aquí, la costa forma un alto y escarpado frontón, que corresponde a la parte más occidental de La Palma, en la que destacan los siguientes accidentes geográficos: Punta Gorda, a dos cables al rumbo 215º del Roque del Molino; la piedra Paloma o Roque de Los Guinchos, situada a seis cables al Sur de Punta Gorda, en la que se localiza la Baja de Los Guinchos; y la Punta de Las Llanadas, que dista 1,2 millas al Sur de Piedra Paloma. Toda la costa, desde el Roque del Molino hasta la Punta de Las Llanadas, está salpicada de numerosas piedras.
Al Sur de la Punta de Las Llanadas existe una baja llamada Roca Gorda y próximo a ella, hacia el Sur, se encuentra el fondeadero de Puntagorda, en el que pueden hacerse operaciones al tratarse de un buen tenedero y seguro, incluso para pasar la noche cuando el brisote está entablado. Los almacenes de este embarcadero están formados por cuevas excavadas en la roca. Hasta la Punta Gomeros, distante cinco millas al rumbo 156º, la costa avanza limpia y sin accidentes notables.
Los acantilados que rodean la desembocadura del imponente barranco de Izcagua han sido declarados Monumento Natural de la costa de Hiscaguán, según lo contemplado en la Ley de Espacios Naturales de Canarias.
El municipio comprende cuatro barrios principales. El Pueblo, conocido también como El Pino, es el núcleo central, donde se encuentra ubicado el Ayuntamiento, la nueva iglesia de San Mauro y diversos servicios (oficinas bancarias, bares, restaurantes y otros establecimientos). Debe su nombre, precisamente, al soberbio ejemplar de pino canario, llamado Pino de la Virgen, extraordinario referente de toda la comarca y aun de la isla, por el que antaño discurría el camino real -luego convertido en carretera hasta su sustitución por la nueva vía de acceso- que conducía al antiguo templo de San Mauro Abad, situado a poco más de dos kilómetros de distancia.
El Pinar es el barrio de mayor población y se sitúa en una ladera con escasa pendiente a partir de los 700 metros de altura. Es la mejor zona agrícola del término, con tierras de buena calidad situadas en el rellano entre el barranco de Izcagua y el de San Mauro. Junto al antiguo cruce se encuentra la sociedad Cuatro Caminos, una de las más conocidas de la comarca, lugar en el que se celebran frecuentes fiestas y bailes. Desde hace unos años, aquí se celebra la Fiesta del Almendro en Flor, claro referente del calendario insular. En las proximidades se encuentran las Escuelas de Formación Profesional, que aglutinan a los alumnos de la comarca.
Llanos de Pintos, localizado a 450 metros de altura, es un rellano originado por los antiguos volcanes costeros de Matos y La Negra. En otra época, estos llanos tuvieron gran importancia agrícola, como zona productora de cereales y viñedos, y en la actualidad están los asientos de algunos regadíos, a pesar de que la zona se ve muy afectada en verano por el alisio.
El mirador de la Montaña de Matos está situado en la zona costera de El Pinar. Cuando se llega a pie hasta la cima, es posible observar los campos de cultivo de la zona, los acantilados de la costa y parte del territorio del vecino municipio de Garafía, dominado por el barrio de Las Tricias, situado al margen derecho del barranco de Izcagua.
El Roque es el primer barrio de Puntagorda que encontramos cuando se accede por el sur. Abundan los conos volcánicos, de los cuales el más alto corresponde a la montaña Garome, que forma pareja con La Rubia, y más hacia el norte se localizan otras montañas, entre las que se forman diversas hoyas.
Además del mirador de El Roque, en el paisaje destaca la presencia del viejo molino de "los venteros" construido en 1890 (ver DIARIO DE AVISOS, La generosa fuerza del viento, 14/03/2004), rodeado de un conjunto típico del entorno agrario, formado por una casa canaria que también albergó una venta; lagar, bodega, era y aljibe. En 1934, cuando las aspas del viejo molino cesaron su diálogo con el viento, tomó el relevo la molina movida por un motor diésel, cuyos compases eran característicos de su constante actividad.
Durante años, muchos a decir verdad, y especialmente en la posguerra, los vecinos de la comarca noroeste venían caminando hasta aquí para moler sus granos y convertirlos en gofio con que saciar el hambre. Mientras esperaban, la vera del camino se convertía en punto de encuentro y diálogo de los que iban y venían.
Además de este molino, en Puntagorda existe también otro interesante ejemplar ubicado en el barrio de El Pinar, en el lugar conocido La Relvalarga. Los molinos palmeros presentan la característica de que están construidos íntegramente en madera, siendo especialmente famosos los diseños y construcciones de Ortega.
Asimismo, el barrio de Fagundo posee una importante actividad agrícola. En la zona costera de este enclave se encuentran plantaciones de plátanos y aguacates, inmersas en un bello paisaje natural.
En los últimos años, en Puntagorda se ha habilitado una serie de miradores que permiten la contemplación de magníficas panorámicas. Entre ellos, además de los citados, figura el mirador de los Dragos, situado en el barrio de El Roque, junto al antiguo camino real, desde el que se puede admirar un magnífico ejemplar del legendario árbol, derribado parcialmente por su pesada carga de años a mediados de la década de los setenta, y una vista del barranco de El Roque.
El mirador de Fátima está situado en el barrio de Fagundo y al mismo se accede a través de un bonito sendero, desde el que es posible apreciar una amplia panorámica que abarca de mar a cumbre a su paso por los barrios de Facundo y El Pinar.
El mirador de Miraflores está situado en el barrio de El Pino, donde antaño existió otro molino de viento. Por su estratégica posición, ofrece unas magníficas vistas de El Pino y El Pinar, con sus casas y cultivos. Cuando llegan los meses de enero y febrero y los almendros están en flor, el paisaje se convierte en un escenario idílico. Todo un espectáculo gratificante, esencia de un pueblo laborioso.
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